Aunque el texto está titulado "9 errores clásicos al escribir una novela y como evitarlos", el texto se aplica a cualquier otro genero narrativo.
Aquí va.
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9 errores
clásicos al escribir una novela y cómo evitarlos.
Todos los novelistas, sin excepción, tienen algo en
común.
Conocidos, desconocidos, profesionales, aficionados,
genios de la literatura o juntaletras del montón.
Todos.
No se trata de una visión parecida de la vida, ni de
una sensibilidad especial para las palabras, ni de su pasión por contar
historias.
Tampoco es el afán inexplicable de dejar un legado que
trascienda su muerte.
No.
Lo que tienen en común todos los escritores de la
Historia es que todos ellos escribieron una novela por primera
vez.
Y todos ellos, que se sepa y hasta que alguien
demuestre lo contrario, han sido humanos y cometido errores.
La mayoría contaron con la ayuda de editores o amigos
avispados que les ayudaron a corregir o disimular sus meteduras de pata.
Hoy en día, esta función la realizan asesores
independientes diversos porque los editores están por otra labor.
Me gustaría ayudarte a minimizar los errores más
comunes que cometen los escritores noveles —aparte de estos otros.
Espero que puedas detectar a tiempo estos…
9 errores
típicos al escribir una novela
y así puedas escribir un contenido que realmente
merezca la pena ser publicado.
Ahora sí, vamos con el…
ERROR #1: la historia no arranca
… o bien lo hace como un motor Diésel.
El autor se recrea al inicio de la historia, contando
cómo el personaje despierta, se levanta, hace el desayuno, piensa en sus cosas,
se viste, sale de casa, llega al trabajo…
Así hasta que pasa algo relevante que le arranca de su
mundo ordinario y le hace vivir extraordinarias peripecias.
Peripecias que el lector nunca conocerá, ya que
abandonó la lectura en la página diez o doce, cuando la irrelevancia se le hizo
insoportable.
No me cansaré de decirlo nunca:
El inicio de
una historia es lo más importante:
no solo va a enganchar al lector…
¡es lo que puede interesar a un editor!
no solo va a enganchar al lector…
¡es lo que puede interesar a un editor!
Dedícale más tiempo al inicio de tus historias que a
cualquier otra parte.
El primer párrafo debe interesar, pero en el segundo
el lector necesita tener cierta expectativa.
Luego puedes bajar la tensión, entretenerte más con
algunos detalles… pero ya le habrás enganchado.
Variantes
del inicio que no termina de arrancar
El idílico
paisaje en el cual se desarrolla la acción no es relevante. El marco espacial
puede tener su relevancia, pero cómo se mecen las briznas de hierba con la
cálida brisa del sur NO LA TIENE EN ABSOLUTO. Deja esos detalles para otro
momento más oportuno.
·
El pasado de
un personaje tiene importancia, qué duda cabe. Pero asegúrate que su niñez va a
ser relevante para la historia que cuentas. Volveré a esta variante en el ERROR
#3
·
El conflicto
inicial no tiene consistencia como para crear la suficiente expectativa en el
lector. Ejemplo: las tribulaciones de un administrativo que ha perdido una caja
de clips no interesan a nadie. Repito: A NADIE.
Lo cual tiene mucho que ver con el…
ERROR #2: confundir realidad con
verosimilitud
El mundo real está plagado de coincidencias
asombrosas.
Estas coincidencias se aceptan sin demasiadas
reservas, ya que todo el mundo ha vivido casualidades extrañas alguna vez.
De esta natural aceptación nacen las leyendas urbanas
y las conspiranoias más rocambolescas.
Pero un escritor no puede permitirse el lujo de dar
por sentada la credulidad de sus lectores. Está obligado a crearla.
Un autor literario debe crear un mundo en el cual
sucedan las cosas más extraordinarias de manera que el lector las crea.
Los acontecimientos «extraños», las coincidencias,
casualidades, las obras del azar y los caprichos del destino deben estar
justificados o no serán aceptados de forma natural.
Pero esto que parece jugar en contra de los intereses
de un escritor, es justo lo contrario. Porque, por la misma regla de tres
es posible
crear mundos fantásticos tan creíbles y reales como el universo ordinario.
A poco que sepas dotar de credibilidad tanto a
universos oníricos como a cadenas de acontecimientos estrambóticas, serás capaz
de hacer creer al lector cualquier cosa.
Así es la magia de la escritura.
Es frecuente cometer el error de confiar que el lector
creerá lo que le cuentas porque es la narración fidedigna de un hecho real.
¿No has escuchado nunca eso de que la realidad siempre
supera a la ficción?
Pues es cierto y el lector lo sabe. Así que…
al
escribir una novela, procura que suene verosímil, no que sea realista.
|
Ahora que ya lo sabes, no puedes cometer este error,
como tampoco podrás cometer el…
ERROR #3: demasiados detalles
impiden el avance
Este error tiene relación directa con el ERROR #1 pero
no es exactamente el mismo.
La diferencia es que con el #1 el lector
dejará de leer si el principio no le engancha.
Pero una vez te has relajado porque ya tienes los
puntos de tensión establecidos y te sientes cómodo llevando al lector por tu
montaña rusa particular… corres el riesgo de andarte por las ramas y no concretar.
Te entretienes a cada paso, perdiéndote en
descripciones largas, conversaciones banales, detalles sin importancia y
acontecimientos irrelevantes para la cadena principal de acción.
En pocas palabras,
obligas al
lector a entrar en modo de alerta por ABURRIMIENTO MORTAL.
Lo cual es muchísimo peor que no haberle enganchado al
principio.
Porque, en este caso, sí conseguiste captar su
atención, pero en un momento determinado de tu novela le DEFRAUDASTE.
No cumplir las expectativas del lector (y encima
aburriéndole) es el peor error que puedes cometer.
¿Cómo
detectar que incurres en este fallo garrafal?
·
Síntoma 1: caes con demasiada frecuencia en recordar el pasado
de los personajes. A no ser, claro está, que se trate de una estructura en
forma de analepsis, es una señal de alerta.
·
Síntoma 2: explicas los sueños. Los sueños tienen que estar muy
bien encuadrados en la historia y tener una utilidad lógica, práctica,
coherente y decisiva en los acontecimientos. Si no cumplen como mínimo dos de
estas premisas, elimínalos sin contemplaciones.
·
Síntoma 3: te metes demasiado a fondo y demasiadas veces en los
pensamientos de los personajes. Incluso en las novelas que profundizan en las
interioridades y miserias humanas, hay que marcar unos límites. Intensidad y
frecuencia de diálogo interno deben estar equilibradas con la acción.
·
Síntoma 4: profusión de detalles y datos irrelevantes. Lo que
escribas debe ayudar al avance de la acción, describir personajes y sus
relaciones o lograr la inmersión del lector en la atmósfera de la novela. Si no
es así, salvo en muy raras ocasiones, sobra.
Otro síntoma tiene unas connotaciones tan extensas y
tantas variantes que es, por derecho propio, el…
ERROR #4: sermonear al lector
Este es un buen momento para que reflexiones sobre por
qué escribes. De verdad, párate a pensarlo un momento.
Te espero.
¿Ya?
Está bien, dos minutos más.
Ahora sí…
Aparte de que tal vez escribir es algo que no puedes
evitar, está en tu naturaleza y algo te impulsa a hacerlo, posiblemente hayas
llegado a la conclusión de que escribes porque tienes algo que contar, o
quieres transmitir algo al mundo: tu forma de sentir, pensar,
actuar, de ver la vida.
Pues tengo una mala noticia: al lector no le importa
en absoluto tu punto de vista sobre la vida, el
universo y todo lo demás.
El lector no
busca una lección magistral sobre nada, ni que le adoctrinen o le vendan ideas revolucionarias.
Muchos son los motivos por los que se lee. Incluso
algunas personas buscan el sentido de la vida en las novelas, profundidad
existencial.
Pero adoctrinar es un derecho que el escritor
debe ganarse, una vez se ha conseguido el respeto del lector por ser un
narrador eficiente.
Por eso
la primera
obligación de todo escritor es no aburrir
|
Una vez hayas conseguido enganchar a la lectura, hayas
enamorado con tus personajes y tengas la plena atención de tus lectores, puedes
transmitirles lo que deseas comunicar…
Siempre y cuando esté perfectamente integrado en la
dinámica de la historia.
Porque en cuanto sueltes un sermón de cualquier tipo,
es casi seguro que el lector se cerrará en banda.
Es como cuando en una película uno de los actores mira
directamente a la cámara: se descubre el artificio y el espectador deja de
creer en la magia del cine.
Variantes
del discursito
·
El prólogo
como Tratado de la Verdad Universal: esta parte del libro sirve para introducir
algunos apuntes al lector. Si lo utilizas para explicar al lector de qué va el
libro, el sentido profundo y las intenciones que te impulsaron a escribirlo,
puedes darlo por perdido. Para explicar todo eso es para lo que escribes tu
historia y creas a todos los personajes.
·
El final o
el epílogo como el Tratado de la Verdad Universal: ver la variante anterior. Es
exactamente el mismo caso, pero al final del libro en lugar de al principio.
·
El personaje
«altavoz»: cuando un personaje actúa como alter ego del escritor, soltando un
discurso que resume en un párrafo o dos la intención del libro. Por si no ha
quedado claro.
Y una variante del personaje «altavoz», se da cuando
el villano lo explica todo justo antes de matar al héroe: su plan al detalle,
los motivos de su odio por el protagonista, la justificación de su maldad por
una infancia atormentada…
Lo cual me recuerda el siguiente error:
ERROR #5: el mal absoluto y el bien
puro
Los personajes sirven de canal entre el emisor —autor
de la historia— y el receptor —lector de la misma—. Son, por tanto, médiums.
La manera más efectiva para hacer esta comunicación
fluida y efectiva es que estos personajes sean representaciones creíbles de
personas, de forma que tanto emisor como receptor puedan identificarse.
Por tanto, es necesario encontrar el equilibrio que
permita al autor utilizar a sus personajes de manera que representen de forma
simbólica cualidades que desea expresar.
Pero sin caer en la caricatura. Insisto: los
personajes deben ser creíbles.
Y para ser creíble, un personaje necesita tener
virtudes y defectos.
Esto se ha dicho hasta la saciedad en todos los
manuales habidos y por haber sobre creación de personajes. No insistiré
demasiado en ello.
Pero a menudo se olvida que siempre, o casi siempre,
hay una razón de peso para el hacer el mal, como suele haber algún motivo
egoísta para hacer el bien.
Con lo cual te interesa plantear bien cuáles son los
motivos del villano para hacer el mal y qué impulsa al héroe a emprender la
aventura y plantar cara al malvado.
Muchas veces
no se trata de una lucha entre el bien y el mal, sino de un conflicto de intereses entre personajes
antagonistas.
Si miramos desde el punto de vista del villano, es
perfectamente posible que él vea al héroe y sus aliados como a las fuerzas del
mal.
No resultará convincente hacer malísimo al malvado y
un dechado de virtudes al bueno.
Las aspiraciones del villano y las motivaciones del
héroe deben tener cierta coherencia, no ser el mal puro o el bien absoluto.
Por ejemplo:
Un conde siniestro machaca a impuestos a sus súbditos, matándoles de hambre. Está presionado por el Rey, el cual necesita armar un ejército para su cruzada. Cada vez le exige más y más tributos. Si se niega, perderá unas tierras que pertenecen a su familia desde hace muchas generaciones.Su mayor enemigo es un campesino que lidera una horda de proscritos. En verdad no es un revolucionario oprimido por la tiranía: se vio obligado a esconderse en el bosque porque robó en la iglesia, impulsado por el hambre. Su carisma y la suerte hicieron el resto, llevándole a dirigir la rebelión. Él solo quería comer y que no le ahorcaran por ladrón.
Cuidado con
la siguiente trampa: vigila que, por hacer más humanos a tus personajes, el malo tenga una sola cualidad bondadosa y el héroe
un solo defecto.
Que el villano ame a sus hijos no lo hace bueno, igual
que no hace más cercano al héroe que sea un poco engreído.
Esto sería como pintar colmillos al cordero y
disfrazar al lobo de oveja, pero es algo más profundo que eso.
Y hablando de disfraces…
ERROR #6: ponerse el disfraz de
escritor
Ya sea porque te has creído todos los tópicos de lo que debería ser un escritor,
bien porque tienes miedo de mostrarte tal como eres, de no gustar a todo el
mundo o del temido «qué pensaran de mí si digo esto», resulta que…
has escrito
como se supone que se debe escribir
y no como tú querrías escribir.
y no como tú querrías escribir.
Te has colocado una máscara, te has puesto el disfraz
de lo que crees que es un escritor y, por tanto, no has sido auténtico.
Escribir bien
no significa escribir bonito.
|
Tal vez en el género de la poesía esto tenga más
sentido, pero en el género de la narrativa pisamos otro terreno.
Escribir
bien significa transmitir con exactitud
aquello que deseas transmitir, CONTANDO UNA HISTORIA QUE FUNCIONA.
aquello que deseas transmitir, CONTANDO UNA HISTORIA QUE FUNCIONA.
Y si además eres capaz de que la forma tenga una
coherencia a todos los niveles con el contenido, escribirás una obra maestra.
Cuida a tus personajes y elige bien las situaciones
que les harás vivir, antes de intentar que tu historia «suene» bien.
Síntomas de
haberte puesto el disfraz de escritor
1) Utilizas palabras cuyo
significado no conoces del todo porque no las empleas en tu día a día.
Es cierto que no siempre tenemos la oportunidad de
soltar palabras como inconmensurable, ontología o entelequia en un bar, rodeados de amigos.
Pero si las utilizas en tu novela, mejor que sepas con
toda exactitud qué significan.
2) Utilizas palabras ampulosas en
lugar de las usadas en conversaciones corrientes.
¿Por qué decir excelente cuando se puede decir superlativo?
Pues por la sencilla razón de que excelente se comprende mejor y es más
preciso que decir superlativo.
El uso de ciertas palabras puede distraer al lector
del significado mismo de tales palabras, por su sonoridad o rareza.
3) Un lirismo excesivo puede
dificultar la fluidez del texto. De hecho, puede impedir su comprensión.
Esto es muy típico al colocarse el
disfraz del escritor, porque a veces se asocia literatura profunda con
densidad… y se confunde densidad con florituras verbales.
Lo que construye la literatura es la
profundidad del tema y el tratamiento coherente de su forma. Todo lo demás son
casi siempre adornos innecesarios.
4) Los diálogos son confusos y poco
creíbles.
A veces, la mejor manera para que el lector sepa quién
dijo algo es utilizar el verbo decir en las acotaciones: un dijo
siempre es más efectivo que mencionó, apuntó, apostilló, afirmó y un largo etcétera.
No temas evitar la repetición de dijo. En realidad el lector apenas
repara en esta palabra, se lee de forma casi automática.
Introduce acotaciones en los diálogos para que el
lector no se pierda.
Es importante no perder el hilo de quién dice qué en
las conversaciones, igual que lo es saber en todo momento en la cabeza de qué
personaje estamos metidos.
Lo cual es el tema del…
ERROR #7: un mareante punto de vista
Este error no solo lo cometen los escritores
principiantes. A veces incluso cuesta detectarlo cuando el libro ya está
publicado y en circulación.
Se le ha pasado a escritor, lectores, corrector y
editor.
Si esto pasa en las mejores casas, puedes imaginar
entonces la de veces que se da en libros autopublicados que se saltan el proceso lógico editorial.
¿En qué consiste? Pues te lo explico con un ejemplo:
«Marisa dudaba entre descolgar el teléfono y llamar a Esther o ponerse algo encima, coger un taxi y plantarse en su casa. Pero la fina llovizna de aquel domingo por la tarde no invitaba a salir. Tampoco le resultaría fácil encontrar un taxi libre. Aun así no se decidía a descolgar el teléfono y llamar a su amiga.En esta indecisión, de repente, sonó el teléfono. Sonrió al ver el nombre en la pantalla: Esther.— Qué bruja eres —dijo Marisa al descolgar—, estaba pensando en llamarte ahora mismo.— Eso se lo dirás a todas —respondió Esther, riendo—. Pero voy a creerte porque imagino que sabes por qué te llamo…Esther buscó el paquete de cigarrillos entre el desorden de su mesilla de noche. Sintió un cosquilleo en el estómago y pensó en cuánto le gustaban esas tardes lluviosas de domingo en casa…»
¡Alarma!
¡Cuidado, amigo escritor, amiga escritora!
Aunque no te lo parezca, estás cayendo en el Error
#7: esta escena comienza desde el punto de vista de Marisa. Estamos dentro de su cabeza, no en un punto
cercano desde el cual observamos sus movimientos.
Sabemos qué siente y qué piensa. Entonces… ¿qué
artificio nos ha permitido salir de la cabeza de Marisa y meternos en la de
Esther sin previo aviso?
De acuerdo, el narrador puede ser omnisciente y saber lo que sucede en
cualquier lugar, momento y lo que pasa por la cabeza de cualquier personaje.
Pero el lector se va a sentir mareado y descolocado si
se salta de un pensamiento a otro: llegará un momento en el cual quien saltará
de la historia será el lector.
¿Por qué?
El lector necesita identificarse con un punto de vista
y tener la referencia de un personaje para poder vivir las situaciones de la
ficción.
Este personaje puede cambiar las veces que se desee…
siempre y cuando al lector le pongamos sobre aviso.
No basta una llamada de teléfono para pasar de un
punto de vista a otro y salir de una cabeza para meterse en otra. Hay que
finalizar una secuencia o indicar que una escena ha terminado.
Igual que
hacemos punto y aparte para cambiar de tema, es necesario decirle al lector que hemos terminado de contar algo desde un punto de vista antes de pasar a otro.
En las novelas corales, cuando los papeles principales
están repartidos entre muchos personajes y hay numerosos secundarios, esto es
más necesario si cabe.
Imagina una novela de estas características e ir
pasando de los pensamientos y puntos de vista de cinco o seis personajes en una
sola escena.
Lo más recomendable es que en cada capítulo —o al
menos en cada escena— se cuente la historia desde el punto de vista de cada uno
de estos personajes.
Toma siempre la referencia del personaje conductor de
cada escena y presta especial atención cuando se relacione y dialogue con
otros.
¿Cómo podemos saber lo que piensan y sienten otros
personajes si no estamos metidos dentro de sus mentes?
Como norma general lo sabremos por sus acciones o por
el diálogo. Si nos lo dice el narrador… ¡error al canto!
ERROR #8: represión y mojigatería
Este tipo de error a veces lo he descrito como un
bloqueo.
¿Dónde termina la vida privada y comienza el escritor?
¿Qué contar de la experiencia propia y qué no?
¿Pensarán los lectores que esto me ha sucedido en
realidad a mí y no al personaje? ¿Hasta dónde tengo que desnudar mis
pensamientos y sentimientos?
El resultado es un bloqueo que dificulta el acto de
traspasar el Primer Umbral o detiene el avance al
llegar a un punto determinado.
Pero otras veces sucede algo peor:
La falta de
naturalidad impide a un autor encontrar su propio estilo literario.
El miedo al «qué dirán o pensarán de mí si escribo
esto» ha destruido más carreras de escritor que la misma maquinaria de la industria editorial.
Donde más se puede notar esta falta de autenticidad es
en las escenas de sexo.
No son pocas las veces que, en las asesorías privadas,
llamo la atención sobre esto a los autores cuya novela superviso.
¿Por qué escatimar al lector detalles de las escenas
más apasionadas?
El acto de
leer es también un acto de voyeurismo, de hecho uno de los más invasivos.
|
Como lectores nos metemos en lo más íntimo de las
vidas de los personajes. Sus pensamientos y emociones, su pasado más oscuro,
sus anhelos más secretos…
Pero resulta que al llegar a la intimidad de la
alcoba, se le niega al lector la posibilidad de conocer también esa parte de su
vida —la sexual— de unos personajes que conoce al detalle.
Y antes esto, oh, sagaz lector, puedes argumentar que
es más sugerente insinuar que mostrar.
Es cierto, pero entonces tampoco puedes mostrar otros
detalles de su psicología, también necesitas sugerirlos. Es cuestión, una vez
más, de coherencia.
Ojo, que
puede suceder todo lo contrario y entonces caemos en la pornografía.
Es ahí donde reside el error: en mostrarlo todo de un
aspecto y poco o nada de otro; si insinúas, insinúas siempre y si muestras, lo
muestras todo.
Una variante de esto es el uso de eufemismos…
Está bien buscar sinónimos para depurar el estilo de
escritura y no repetir palabras innecesariamente.
Pero otra cosa es evitar a toda costa decir cierta
palabra porque resulta malsonante o demasiado gráfica.
Di pene o
vagina cuando sea necesario decir pene o vagina… ¡y polla o coño cuando toque decir polla o coño!
Necesitas que tus personajes digan lo que tengan que
decir, ni más ni menos. Valga esto para todo, lógicamente, no solo para la
parte sexual de tus historias.
Ejemplos de
eufemismos
·
Persona de
color: por negro/a
·
Persona de
la tercera edad: por viejo/a
·
Dar a luz:
por el verbo parir y el momento del parto
·
Persona
invidente: por ciego/a
·
Etc.
Estas expresiones se justifican a menudo diciendo que
se pretende ser más elegante.
Enmascarar la realidad se convierte en eufemismo
cuando la supuesta elegancia está inspirada por la mojigatería o la represión
del «qué dirán o pensarán».
Y el no querer ofender a un colectivo está muy bien…
no utilices entonces expresiones del tipo «es un trabajo de negros» o «les
hicieron una judiada» o «le engañaron como a un chino».
Pero utiliza las palabras negro, judío, viejo… e
incluso maricón.
Lo que es
ofensivo no es usar ciertas palabras, es el cómo y el para qué se utilizan.
|
De hecho, según lo que digas sobre negros,
homosexuales o judíos puede ser un delito perfectamente tipificado y
traerte problemas legales.
Problemas serios… y muy seguramente bien merecidos.
ERROR #9: condensar toda una obra
literaria en una sola novela o relato
Es probable que comiences escribiendo relatos cortos,
fruto de tus anotaciones constantes de ideas sueltas,
pensamientos varios, ensoñaciones o divagaciones.
O todo ello a la vez.
Pero intuyes que esos relatos no expresan todo lo que
necesitas expresar y vas acoplando ideas, amontonando pensamientos y
ensoñaciones.
Un día lees un libro apasionante que te inspira y
motiva a escribir una novela.
Comienzas tirando del hilo, te inventas unos
personajes y los utilizas para soltar todo lo que llevas tiempo queriendo
expresar.
Tienes tantas cosas que decir, tantas ideas que
hierven en tu cabeza, tanta pasión que transmitir e historias que contar… que vas y
las dices todas de golpe.
Con suerte, tú lo entenderás sin perderte en el
laberinto de tu propia creación. Porque es justo eso: tu propia creación.
Pero ya puedes parar de contar, porque no lo entiende
nadie más.
Has volcado todo lo que tienes que decir en una sola
historia. En pocas palabras
has
confundido una idea para contar algo con un argumento para explicarlo todo.
Aunque aquí tienes un post muy completo, deja que te explique
en un momento la diferencia entre un relato y una novela.
A) En un relato explicas algo
concreto, que puede expresarse en algunas páginas:
Antes que intentar definir el amor universal, un
relato procura expresar el amor que se siente hacia una madre o un abuelo.
Y ojo, porque al decir ideas sencillas no me refiero a
ideas poco profundas. Hay mucha profundidad en el amor a una madre o a un
abuelo.
B) Para expresar el amor universal
tienes la novela.
Desarrollas una historia más compleja para expresar
ideas más complejas.
Temas que necesitan muchas más páginas para que puedan
calar en el lector a un nivel más profundo.
Con la novela puedes involucrar al lector en los
hechos de una forma muy vívida, gracias a los personajes. Por eso decía al
principio que los personajes hacen de médium, ¿recuerdas?
Puedes transportarles a otros estados de conciencia y
hacerles sentir emociones determinadas, influirles a un nivel inconsciente para
que integren de manera profunda aquello que quieres transmitir.
Se podría decir que
la extensión
y complejidad de una historia está determinada por la extensión y complejidad del tema que
desarrollas en ella.
… o el nivel de profundidad al que quieras llegar.
Es cierto que autores como J.D.
Sallinger, Ernest
Hemingway, Julio Cortázar, Borges y otros llegan a mucha profundidad con
relatos o novelas cortas.
Para eso es necesario ser un economista de recursos
narrativos a nivel maestro.
Y sobre todo, tener claro qué quieres contarle al mundo al
escribir una novela.
¿Tienes
claro lo que quieres decirle al mundo con tu escritura? ¿De verdad... de la
buena?
|
Porque si lo tienes claro, podrás expresarlo de forma
más clara, concisa y repartida en toda una obra literaria, evitando decir todo
lo que quieres expresar en una sola novela.
Pero en realidad, necesitas contarlo todo en esa
primera novela: forma parte del proceso de convertirse en escritor.
Solo cuando te das cuenta de que has embutido toda una
obra literaria en una sola historia, es cuando puedes comenzar de verdad a
definir los temas que te interesa tratar.
¿Por qué escribe un escritor?
¿Qué impulsa a alguien a contar historias?
¿Por qué recorrer este incierto camino, existiendo
otros mucho más fáciles y, desde luego, rentables?
Esas preguntas no tienen en verdad una respuesta. Al
menos, no una sencilla. Recorrer el camino de la literatura tal
vez te pueda dar algunas.
Ojalá te
haya gustado esta entrada y mejor todavía si te ha ayudado a detectar esos errores tan típicos al escribir una
novela.
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