"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 30 de mayo de 2018

Viaje por la noche estrellada

Vincent Van Gogh es uno de los artistas mas conocidos y admirados. Una de sus obras, "La noche estrellada" ha sido objeto de estudio por todo tipo de disciplinas, desde el arte plástico, hasta la física, pues sus espirales han sido asociados un fenómeno molecular observado en el agua.  Leer mas  

Pero hoy no vengo a hablarles de física de fluídos. Quiero compartirles un video en tercera dimensión (realidad virtual) elaborador por los artistas Daniel Burrows, Daniel Mallender y Thomas Hill.  La música de fondo corresponde a Envolving Theories-FirstCom.

Al entrar en el video podrás recorrer cada esquina de la icónica pintura.  Con el mouse podrás cambiar el ángulo de visión. 




También quiero compartirles otra obra de un artista digital egipcio, llamado Mawan Medhat que hizo una fantástica mezcla entre la pintura de Van Gogh y el arte digital.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Es demasiado

Les propongo imaginar una escena conocida: 
Un soplón de la mafia es abaleado antes de entrar a declarar en la Corte. 
Cuando uno de los sicarios le pregunta a su jefe por qué había ordenado asesinarlo, este le responde: "Sabía demasiado"
Esta semana voy a tocar el tema de la palabra "demasiado", que últimamente la he visto mal utilizada, tal vez demasiado, no solo en el lenguaje cotidiano, sino también en las malas traducciones de las películas en inglés.  

Creo que solo vine a darme cuenta de lo mal empleado del término, cuando le envié a una colega un texto mío y ella me respondió: 
  • ¡Quedó demasiado bueno! 
  • ¿Eso quiere decir que mi texto no estuvo bien?- le pregunté, al sentir que me había excedido. 
  • No. Quiere decir que me gustó muchísimo. 
  •  Eso no fue lo que dijiste... dijiste "DEMASIADO".

Pues sí. La palabra "demasiado" es un adverbio de cantidad que implica que hay más cantidad de la que debería haber,  que hay exceso. 








"Demasiado" es una derivación lingüística de "de más". Es decir que se pasó del límite aceptable. (en demasía, en exceso)

"Demasiado" tiene una connotación negativa

"Demasiado" significa Exceso 


Analicen las siguientes frases y lo comprenderán. 
  • Comí demasiado (más de lo que debía)
  • Pedro es demasiado alto
  • Mi hermano es demasiado bajo
  • Estás demasiado gordo
  • Mi amigo es demasiado lento
  • Conduces demasiado rápido. 
  • Es demasiado frágil para ser tan costoso
  • Es demasiado bonita para ser tan petulante.

En ninguna de las frases anteriores la palabra demasiado quería decir que algo era bueno. Era, por el contrario, un concepto negativo.

Aunque la costumbre ha hecho que los jóvenes utilicen el "demasiado" con bastante frecuencia para referirse a algo bueno, hay que recordar que "Demasiado" quiere decir que la cantidad o intensidad es excesiva o exagerada.  De cualquier forma, que no es la cantidad, tamaño o intensidad conveniente. 

Cuando preguntas cómo está un postre, y en la respuesta va incluida la palabra "demasiado", te están diciendo que no está bueno.

  • Demasiado dulce (exageradamente dulce)
  • Demasiado caliente. (excesivamente caliente)

En el castellano, hay muchos otros adverbios que son "positivos" y que podrían dar una mejor idea de lo que queremos decir. 

Es mejor degustar una comida que está muy bien de sal, que comer una que tiene demasiada sal. 

Preferiría entrar a un restaurante que está muy limpio, que entrar a uno que está "demasiado limpio". Este último, generaría suspicacias... (algo raro está ocurriendo allí).  

Yo prefiero que me digan que soy muy bueno para la empresa donde trabajo, a que el jefe me llame algún dia y me diga que soy demasiado bueno para la empresa. Ese día sabré que me van a echar con una excusa diplomática. 

Por eso, esta semana los invito a que revisen su lenguaje y miren si a lo mejor están usando demasiado la palabra "demasiado". 

Y no se preocupen, pueden decirme que soy demasiado estricto con el idioma, en este caso, tienen razón.

http://dle.rae.es/?id=C8sjljP

miércoles, 16 de mayo de 2018

Y nos robaron la clínica

Reseña del libro del Dr. Emilio Alberto Restrepo, para la revista Libros y Letras


En una época donde la gente se muere por falta de atención en salud, las clínicas cierran sus servicios por carencia de recursos y los médicos son demandados y tratados como asesinos por las personas a las que juraron salvar, aparece un libro que muestra lo que ocurre en el fondo de un sistema que no funciona. 



El último libro del escritor colombiano Emilio Restrepo cuenta de una manera clara y contundente la historia de cómo una conocida corporación se apodera de una clínica de una manera sucia y aberrante mientras que en el ínterin se plasman historia personales que harían temblar a quienes no han trabajado nunca en un hospital: médicos deshonestos, empleados que roban medicamentos o que sustraen las pertenencias a sus compañeros, familiares de pacientes que amenazan de muerte al galeno que trató de salvar la vida a su pariente. También la novela da cuenta de las personas que mantienen vigente el juramento hipocrático y trabajan denodadamente para mantener encendida la llama de la medicina, aun a costa de su tranquilidad y de su propio bolsillo. 

Desde la dedicatoria, el libro atrapa al lector. Emilio Restrepo hace un homenaje “a los pacientes y a sus familiares”, “a los buenos médicos que hacen tantas cosas por la gente, aun a costa de su propia felicidad y estabilidad”. También dedica su libro a los malos médicos “que tanto nos enseñan sobre lo que no se debe hacer”. 

El doctor Emilio Alberto Restrepo Baena es un reconocido médico y cirujano de Medellín, especialista en gineco-obstetricia y subespecialista en cirugía laparoscópica. Es conferencista y referente académico en el ámbito de la salud y de las letras. Como escritor lleva más de quince años y ha publicado catorce libros dentro de los que se destacan El pabellón de la mandrágora, Gamberros S.A. , Los círculos perpetuos, Después de Isabel el infierno, y otros más, con los que ha ganado innumerables premios literarios. Recientemente nos ha deleitado con Joaquín Tornado, un detective oscuro que se mueve en el mundo de la novela policial negra. 


Por su condición de médico, Restrepo Baena no ha sido ajeno a la situación de salud que vive el país. “Y nos robaron la clínica” hace parte de una trilogía perversa de la medicina, de la cual ya conocíamos “El Pabellón de la Mandrágora”, ganador de una beca de novela, y que nos dejó atónitos con las historias sobre pacientes y cuidadores. Ahora este nuevo libro, lanzado en la FILBo 2018 y publicado por SÍLABA Editores, bajo la tutela de Lucía Donadio, nos muestra los tejemanejes que ocasionan que se cierren clínicas y que permiten crecer emporios que juegan con la salud de las personas. No es coincidencia que precisamente, ahora que el sistema de salud parece reventar, el libro “Y nos robaron la clínica” haya sido tema de debate en el consejo de Medellín. Cuando uno lee sus páginas cree reconocer a alguna empresa o algún colega retratado en el texto. 

Pero no se engañen. Si bien el libro está muy bien escrito y parece realidad, el autor es enfático en afirmar que todo lo narrado es producto de la ficción. Yo, personalmente, aun no estoy convencido de ello. 


Posdata:  Los invito también a conocer la página Decálogos Literarios, del mismo autor. 

jueves, 10 de mayo de 2018

Crear riqueza o repartirla

Esto lo encontré por ahí y se ajusta muy bien a lo que pasa con algunos amigos y compañeros que de buena fe creen que el enemigo son los "oligarcas". Que creen que la riqueza es limitada y hay que repartirla y que no sospechan que la riqueza se puede generar en todos los niveles. Cuando un rico gana mucho, puede dar mejores propinas, comprar mas zapatos, mejores ropas, vehículos, billeteras, o vinos más costosos, y eso beneficia a los que trabajamos porque habrá ricos a quien venderles lo que producimos.


Estos compañeros prefieren que a los pobres les repartan el dinero de los ricos como si fueran mendigos, en lugar de que los pobres tengan opciones de trabajo digno, porque hay muchos sitios donde los ricos quieren ir a gastar el dinero que les sobra.

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Estoy muy preocupado.

Algunos compañeros de trabajo creen que si llega el socialismo no pasará nada malo con la empresa en la que trabajamos ni con nuestros empleos.

Peor aun. Algunos creen que el gobierno le quitará la empresa a los dueños y los empleados seremos los nuevos dueños; que los actuales dueños se quedarán de brazos cruzados viendo que su empresa ya no les deja ganancias.

Mis compañeros no sospechan que ante la menor amenaza los dueños tomarán lo que puedan y saldrán del país, y que seremos nosotros los empleados los que nos quedaremos con una empresa en quiebra que no sabemos manejar, sin tener los contactos comerciales, ni la experiencia para hacerlo.

Varios tienen la esperanza de que la empresa será expropiada, y el gobierno designará un funcionario para que la dirija y que eso nos beneficia. Lo peor es que esos compañeros creen que el funcionario que la dirigirá (que seguro va a ser alguien de la rosca política) manejará la empresa con el mismo esfuerzo y dedicación que los dueños que la fundaron. Esperan que nos suban el sueldo y nos reduzcan la carga laboral. No saben que al nuevo jefe no le importará si se quiebra, porque no es su empresa y a él le pueden dar otro cargo directivo en otra empresa que aún no haya cerrado.

Algunos de mis compañeros no entienden que mientras mas beneficios tengan mis jefes mayor posibilidad de que la empresa crezca, y nosotros con ella. Que si ellos no obtienen ganancias, pueden irse para otro país pero los empleados nos quedamos sin empleo y sin sustento.

Es tanto el odio que algunos compañeros de trabajo sienten por los dueños de la empresa (porque ganan más que nosotros los trabajadores) que estarían dispuestos a acabar con la empresa en la que trabajamos con tal que de los dueños no ganen mas que nosotros.

De verdad estoy preocupado.
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A continuación les dejo un aparte de una conferencia dictada por la politóloga guatemalteca Gloria Alvarez (sobre la redistribución de la riqueza) que tienen un planteamiento muy interesante 


miércoles, 2 de mayo de 2018

El nacimiento de los estados modernos.

Recientemente me matriculé en un curso universitario titulado Napoleón y la Europa Ilustrada, a cargo del profesor Memo Anjel. 

Allí aprendí que el concepto de "País" o "Nación", como lo conocemos, es relativamente nuevo. Anteriormente existían ciudades y territorios circundantes, cuidados por el señor de esas ciudades. Un país iba hasta donde el ejército podía cuidar. Más  allá del control militar, no había nada que se pudiera llamar nación. En las periferias, la gente vivía sin preocuparse cual era su nacionalidad. El "nacionalismo" es un invento joven.

Investigando un poco más me encontré este video que explica muy bien el surgimiento de los Estados modernos. 

Espero que lo disfruten.



Hasta la próxima semana. 

jueves, 26 de abril de 2018

La composición literaria

Tradicionalmente el 23 de abril se celebra en todos los colegios el día del idioma. 

Este año he tenido la fortuna de haber sido invitado a la Institución Educativa Atanasio Girardot del municipio de Girardota. Allí compartimos un rato muy agradable con jóvenes de mente muy inquieta. 

Aprovecho para dar mis agradecimientos a la coordinadora Perla del Mar Rivera, a la profesora Marily, a todo el cuerpo docente, y muy especialmente a la profesora y escritora Melissa Cañas, por haber hecho posible este encuentro. 

Como en la mayoría de colegios e instituciones educativas, para esas fechas siempre se les pide a los estudiantes hacer una composición literaria, y yo también he sido "víctima" de dicha tarea, les traigo un cuento que fue publicado en mi libro  "La Monja sin cabeza, y otros cuentos" sobre lo que suele ocurrir cuando un profesor pide a sus alumnos hacer una composición literaria. 


LA COMPOSICIÓN LITERARIA


—Saquen una hoja.

Siempre lo mismo. Parece que los profesores no conocen otra forma de disfrutar de la vida que decir a sus estudiantes: “saquen una hoja”.

Esta vez, como todas las veces, todos protestamos.

—Profe, usted no había avisado que haría examen.
—No, profe, así no se puede….
—Profe, no, otro examen no.

No faltaba el despistado que preguntaba:

—Oiste… ¿y es que hoy había examen?
—Claro que no. No habían avisado nada.

Pues don Jaime, esta vez nos dijo que no era un examen. Rápidamente ante las protestas de todos continuó con la orden.

—Saquen una hoja, y márquenla arriba con el nombre completo y el número de lista.
—Hoy van a hacer una composición literaria —continuó—, el tema es libre.


¡Perfecto! Cuando un profesor quiere leer el periódico, nada más apropiado que poner a sus estudiantes a hacer una composición.

—Tienen 40 minutos. Tema libre... y no olviden que se califica redacción, ortografía y caligrafía.

Se llame Español, lengua castellana o como quiera que se le diga, esta materia es un asco. Dijeron que se llamaba español porque era el idioma que se habla en España. ¿Entonces por qué no se llama Colombianol o Perunol o Venezuelenol?  Bueno, éste último quizás es una exageración. Pero qué culpa tenemos nosotros de que Don Cristóbal Colón haya cometido el error más grande de toda la historia del mundo.
Si al fin y al cabo, les prometió a los reyes Católicos que llegaría a las Indias. Yo apostaría que, si don Jorge en un examen de geografía me pone a señalar las Indias y yo le muestro América, me pone un reverendo uno.

Pero, no. A Cristóbal Colón le pusieron cinco y se equivocó de continente. Eso es injusticia. Claro que Carlos, que ya está terminando el bachillerato, dice que Cristóbal sabía que iba para otra parte pero que tuvo que decir una mentira para que la reina Isabel le diera la plata. Carlos, que sabe mucho, dice que ni siquiera fue ella la que le dio la plata para conseguir los barcos esos, que fue otro señor.

Antes en lugar de clase de español le decían Lengua Castellana. Que dizque porque los reyes de Castilla habían dado la plata. Si la única Castilla que conozco es el barrio donde queda el parque “Juanes de la paz” y la terminal de transportes. Creo que haya es donde vive el flaco…

¡Huy¡. El flaco ya está escribiendo como loco. Y yo todavía no se sobre que escribir….

Miro el reloj de la pared. Ya han pasado casi cinco minutos y todavía no sé sobre que escribir. ¿Será que escribo una etopeya? Esa palabreja salió en el examen de la semana pasada. Y por supuesto lo perdí. Ni siquiera sé lo que significa.

Claro, Ahí está don Jaime con sus bigotes de cantante mexicano y su sonrisa sardónica. Recuerdo cuando se presentó al salón. “Me llamo Jaime Salcedo, pero me pueden decir “don Jaime”. Valiente presentación.


Se las da de que sabe mucho. Lo que más detesto de él es como peina con sus dedos sus bigotes mientras nos obliga a leer las tareas en voz alta. A veces uno cree que le está dando un ataque. Fija la mirada en la pared de atrás y el muy tonto cree que no nos damos cuenta de que está completamente distraído. Algunas veces hemos visto como cabecea durmiéndose mientras nos pone a leer babosadas.

Eso sí, cuando pasa la profe Margarita inmediatamente saca el peine de su bolsillo trasero y comienza a peinar su pelo grasoso. Se levanta disimuladamente del escritorio y comienza a pasearse por el salón como si estuviera supervisándonos con el único fin de llegar hasta la puerta. Se queda recostado en el borde como si nos estuviera vigilando, pero todo el grupo sabe que su único propósito es volver a ver a la profe Margarita cuando pase de vuelta a su salón.

Se le salen las babas por ella, y cree que nadie lo ha notado. ¡Pobre idiota! Se cree un galán de novela pero no sabe que la profe Margarita sale con el profesor de educación física. Eso fue lo que dijo González. Una vez los vio en un centro comercial. Estaban comiendo un helado y se estaban riendo.

… Una composición literaria… ¿de qué escribo?

¿Escribo una prosopopeya? Eso es escribir de un animal o cosa ¿Pero sobre que animal?

Estoy pensando escribir sobre mi perro y su lucha diaria contra los pájaros que le quitan su comida.

Lo he estado observando hace mucho tiempo. Levanta sus orejas aún antes de que nosotros escuchemos algo. Pero el los oye mucho antes nosotros. Orienta sus negras orejas hacia el patio trasero.

“Silencio. Ahí viene. Ese aleteo me es familiar. Lo olfateo desde acá. Ese pájaro estúpido viene a robarme nuevamente la comida. Siempre baja con cuidado comprobando que no estoy. Silencio.

Ojalá que mis amos no lo espanten. Quiero atraparlo yo mismo con mis colmillos.

Bajó. Lo escucho cuando se posa en la coca de mi comida. Cree que no estoy. Siempre es lo mismo. Baja cuando no me ve. No sabe que estoy agazapado bajo la mesa del comedor. Desde allá no me alcanza ver. Pero yo si lo estoy oyendo. Lo olfateo desde acá.

Está comiendo… grano por grano. Ya lo he visto: Toma cada grano con su delgado pico luego levanta su cabeza y abre más el pico para que el grano caiga en su boca. Qué forma estúpida de comer. ¿Por qué será que esos inútiles pájaros no utilizan la lengua como nosotros los perros?

Silencio. Creo que ya está concentrado comiendo. . Rápido, rápido. Es hora de atacar.
Guau, Guau, ladro con todas mis fuerzas mientras corro hacia el pájaro.

Bueno esta vez alcanzó a volar antes de que lo atrapara con mis colmillos y mis garras. Hoy no se pudo. Quizá mañana te atrape pájaro atrevido… Tal vez mañana….”

Una voz interrumpe mis pensamientos de perro.

Quedan treinta minutos.

La voz de Don Jaime me saca de quicio. Queda media hora. ¿De que escribo? Ya he marcado mi hoja con mi nombre y el número de lista…el resto está en blanco. ¿Qué escribo? ¿Será que escribo la historia del perro? Naaah. Mejor busco otro tema….

Miro por la ventana. Es un día excelente. No hay una sola nube y el sol brilla sobre las montañas al fondo. Las montañas que todos los días veo desde el salón. Una de ellas tiene una forma extraña. En las tardes con la sombra del sol parece que fuera un dinosaurio dormido. Recuerdo cuando estábamos en tercero. Porras llegó desde un colegio de otra ciudad. Parecía tonto. Y lo confirmamos cuando se creyó el cuento del dinosaurio. Estaba muy emocionado porque en su ciudad, a pesar de estar rodeada por montañas no había ninguna en la que estuviera sepultado un dinosaurio.

Don Reinel nos regañó cuando se enteró de la broma. Fue en la clase de sociales mientras que don Reinel nos explicaba la formación de las montañas. A través de las ventanas del salón nos señalaba los diferentes tipos de formaciones geográficas. Fue cuando Porras dijo que esa montaña tenía esa forma porque allí habían sepultado un dinosaurio. Y para rematar, preguntó al profe que si habían más dinosaurios enterrados en las otras montañas.

El bueno de don Reinel le preguntó a Porras de donde había sacado semejante disparate mientras toda la clase reía a carcajadas.

Pues Porras, con ojos llorosos nos señaló a Agudelo y a mí.

—Así no se trata a un nuevo compañero — nos dijo don Reinel con cara de enojado, aunque a mí me pareció que estaba a punto de soltar la carcajada.

Siempre nos regañaban a Agudelo y a mí.

Recuerdo la vez que nos rebajaron en disciplina porque le hicimos creer a Cardona que había un temblor de tierra. Esos días habían ocurrido varios temblores y sabíamos que él les tenía mucho miedo. Un día decidimos asustarlo. Mientras yo le movía la silla con el pie, sin que se diera cuenta, Agudelo desde otra fila gritó “terremoto”. Cardona salió corriendo del salón como si fuera a perder la vida. Fue encontrado llorando debajo de un árbol a la entrada del colegio temblando como si hubiera visto al diablo. Esa tarde nos tocó quedarnos en la oficina del rector y llamaron a nuestros padres.

Estoy bloqueado… ¿De qué puedo escribir?

Vuelvo a mirar por la ventana. Que día tan bonito. Quisiera estar en una piscina. Sentirme flotando en el agua como si fuera un astronauta. Eso es lo que debe sentirse en el espacio. A veces, cuando estoy en una piscina imagino que estoy en el espacio exterior y no hay gravedad.

Cuando uno está en una piscina siente que puede volar. Qué bueno sería poder hacerlo.

¿Qué haría si tuviera el poder de volar? Salvaría vidas como supermán. Pero también aprovecharía para poder ir al estadio sin pagar la boleta. Mi papá dice que no puede comprar boletas para todos los partidos. Pues cuando haya un partido podría pararme en el patio de la casa, cogería impulso y saldría volando. Llegaría al estadio y aterrizaría en la tribuna.

¿Pero qué digo si me ven aterrizar? Tendría que inventar alguna forma para que no me vieran…. De lo contrario se darían cuenta que me colé sin pagar….

Tengo de concentrarme. ¿Sobre qué escribo la composición?

San Juan Bautista De la Salle me mira desde una pintura en la pared. Parece que se estuviera riendo de mí. En todos los salones está el mismo cuadro. Con la misma sonrisa. Dicen que es un santo pero a mí me parece que se ríe cada vez que nos hacen un examen.


Dicen que San Juan Bautista fue el primer profesor. Una vez nos hicieron consultar su biografía. Leí que había nacido en Reims que es una ciudad que queda en Francia. Eso como que queda en Europa, creo. Que hablaba francés y que vivía con otros profesores. Aquí en el colegio dicen que fue el primer profesor. Mentira. Si fue el primer profesor, ¿quien le enseñó a él?

En los cuadros siempre sale con un cartoncito blanco en el cuello. Mi abuelo dice que por eso a los fundadores del colegio les decían los pechiblancos. Ahora ya no hay pechiblancos. Sin embargo, a veces, el rector se pone un vestido negro largo que se llama sotana y se pone un cartón blanco de esos. Él dice que ese es el uniforme de los Hermanos Cristianos. Se parece al uniforme de los padres en las películas de exorcismos, pero en los padres el cartoncito es pequeñito. En los hermanos cristianos el cartón en más grande. ¿Será porque saben más?

Una vez, en un recreo unos niños decían que ellos no usaban pantalón debajo de la sotana. Juan Pablo y yo decíamos que sí. Recuerdo que hicimos una apuesta. Si ganábamos nos tendrían que dar una paleta a cada uno. Si perdíamos, nosotros teníamos que invitarlos a paleta.

El punto era que nosotros teníamos que demostrar que si tenían pantalones. Juan Pablo que era el más arriesgado, levantó la sotana del rector con un alambre que encontró cerca de los baños, el hermano se enredó con el alambre y cayó al suelo desgarrándose el pantalón en las rodillas. Cuando Juan Pablo volvió de la suspensión de dos días todos nosotros le invitamos a paleta. Nadie había tumbado al suelo a un rector.

—Diez minutos para terminar la composición. —la voz de don Jaime me saca de mis pensamientos—

Se me acaba el tiempo y no se me ocurre nada que escribir. Ahí está Robledo. El más juicioso del grupo. Ya llenó la hoja por un lado y lleva casi la mitad del otro lado. Siempre saca buenas notas. Es muy buen estudiante.

A mi derecha está Agudelo. Va perdiendo casi todas las materias. Solo lleva media hoja. Se ha levantado varias veces del puesto a sacarle punta al lápiz.

Observo el mío. Es amarillo, largo y delgado. El borrador de su extremo superior esta gastado. Ya no borra y por el contrario ensucia. Miro la punta. Esta muy larga y puntiaguda. Como a mí me gusta.

Voy a empezar a escribir. Cualquier cosa, lo que se me ocurra…

Al hacer fuerza sobre el papel se me quiebra la punta. Busco en mi cartuchera. Saco los colores y al fondo encuentro el sacapuntas. Un sacapuntas metálico.

Voy hasta la papelera del salón que queda al lado del tablero y comienzo a girar el lápiz mientras observo como una tira de madera de color amarillo en un borde y color negro en el otro va saliendo por entre la cuchilla. Hago todos los esfuerzos posibles que para que la tira que sale no se reviente. Pero siempre, luego de dar unas cuatro o cinco vueltas al lápiz, esa mágica tira de madera se revienta y cae en la papelera. Nunca logro sacar punta a un lápiz sin que se dañe lo que sale.


Vuelvo a mi puesto y sigo observando el lápiz. ¿Cómo harían para meterle la mina negra dentro de la madera? ¿Quién lo inventaría? ¿Qué pasaría si no existieran lápices?… ¿o bolígrafos?

 La gente tendría que llevar un computador en el bolsillo porque no tendrían con que escribir.
Y sin lápices no habría cuadernos.

¿Cómo escribirían antes? El profesor de matemáticas dice que antes escribían en la arena. A mí no me parece tan fácil. La “o y la “i son fáciles. Pero una “B” no se ve muy bien. O tendría que escribir letras muy grandes.

¿Por qué harán los lápices de madera? Con eso están acabando con los árboles. Todos hablan de eso.

 Deberían hacerlos de caramelo. En lugar de estar sacando la punta con un sacapuntas (o tajalápiz como decía el niño extranjero que estudió con nosotros el año pasado), uno podría sacarle la punta chupándolo. Solo le veo un problema. Sería muy pegajoso para guardarlo nuevamente en el morral.

Un lápiz de caramelo no necesitaría de sacapuntas. Al fin y al cabo, esos sacapuntas se pierden a cada rato. Mi mamá se mantiene regañándome porque me los roban. Yo le digo que no me los roban, sino que se pierden. Cuando me regaña yo le pregunto si a ella nunca se le perdió un borrador o un sacapuntas y se queda callada. Nunca me responde.

Yo a veces me pregunto ¿A dónde irán todos los sacapuntas y borradores del mundo?

Con un lápiz de caramelo las clases serían menos aburridoras. Pero hay otro problema. Los profesores no dejan sacar comida en las clases. Entonces ¿cómo se va a sacar la punta si no podemos chuparnos el lápiz?

—Se acabó el tiempo — anuncia don Jaime mientras que mi corazón se acelera —entreguen sus composiciones, ¡ahora!
—No, un momentico…— dicen algunos.
—Espere… no he terminado —contesta otro.
—Denos más tiempo. — Imploran la mayoría.

Todos se quejan, menos Robledo que con mirada autosuficiente mira en rededor mientras dice burlonamente:

—Eh ave maría, ¿no han acabado?

Don Jaime comienza a arrebatar hojas a diestra y siniestra mientras que yo intento garabatear alguna cosa en el papel.

Sin embargo, a pesar de mis esfuerzos la hoja es arrancada de mis manos.

Don Jaime mira mi hoja y luego me sonríe maliciosamente, anticipándome una pésima calificación.

En el papel solo está mi nombre y una sola frase escrita a lápiz:

“Había una vez...”
  
¿Qué puedo hacer? No se me ocurrió nada.

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Carlos Alberto Velásquez Córdoba ©
Prohibida su reproducción total o 
parcial sin el permiso del autor.




miércoles, 18 de abril de 2018

Que vivan los ricos

Estamos en época electoral y un candidato populista de izquierda propone quitarle a los ricos para darle a los pobres.

La idea del Robin Hood moderno suena atrayente para los jóvenes o para los perezosos.


Cuando Marx en su famoso "El capital" plantea la lucha de clases, establece que la economía se mueve precisamente porque no todos tienen la misma riqueza. Las necesidades individuales son las que mueven la economía. Si no hay necesidades hay un estancamiento.

Sin embargo los comunistas y socialistas tomaron sus ideas y la convirtieron en leña para acabar con la "oligarquia", produciendo un estancamiento de la economía.

Reagan lo expresó muy bien: Un comunista es quien ha leído a Marx. Un capitalista es quien lo ha entendido.


Quitarle a los ricos para darle a los pobres plantea un gran problema.

La mayoría se consideran pobres porque siempre habrá alguien que tenga más que lo que ellos tienen.

Mi jefe es mas rico que yo, porque tienen fincas, ganado y varios carros. Si a él le quitan para darme a mi, yo me podría poner muy contento. Pero hay gente que tiene menos que yo. Y a mi me pueden quitar mi viejo carro para dárselo al obrero que anda en bus.



Y el obrero que anda en bus y tiene un computador en su casa, es más rico que el indigente que pide en las esquinas.

¿Es valido quitarle el computador que consiguió con esfuerzo para darle dinero al indigente?

Yo pienso lo contrario. Fortalezcamos la riqueza. Yo quiero que haya mucha gente mas rica que yo.

Necesito un país donde los ricos quieran comprar un Ferrari nuevo cada año (y puedan venderlo de "segunda" para que alguien menos rico lo pueda comprar). Quiero un país que se llene de ensambladoras, industrias de llantas, empresas que fabriquen forros para vehículos, ambientadores para carros, fabricas de vidrio templado, etc. Que haya muchos lavaderos de carros, y mucha gente que trabaje arreglando abolladuras o sirviendo como mecánicos.




Quiero muchos ricos que quieran tener cientos de caballos y que necesiten de veterinarios, de gente que trabaje en empresas de alimentos para animales, que haya muchas personas fabricando monturas, y mucha gente trabajando en sus fincas...


Quiero ricos que quieran comer en lujosos restaurantes, cosas sabrosas producidas por los campesinos. Que quieran beber mucho vino producido en nuestros viñedos, y muchos meseros recibiendo buenas propinas.  



Quiero millonarios que quieran comprar muchas cosas en almacenes y tiendas.  Que disfruten de cambiar zapatos con frecuencia y comprar ropa bien elaborada en empresas de confecciones. 


No quiero un país donde le quiten el computador al obrero para darle el dinero al indigente.

Quiero un país donde los pobres tengan cientos de opciones para trabajar y mejorar sus condiciones conservando su dignidad como personas.

miércoles, 11 de abril de 2018

La importancia de los críticos de arte.

Hace algún tiempo discutía con un compañero de un taller literario sobre el arte y la importancia de la validación de las obras artísticas por expertos. Sobra decir que el hombre había estudiado "artes plásticas" y es un verdadero artista. 

Él aseguraba que si una obra no estaba bien valorada por un experto en arte,  la obra no tenía valor artístico. En su concepto, solo valían la pena las obras que habían sido bien calificadas por los críticos.  Mi punto era que no se necesitan de expertos para apreciar el arte. Que no podíamos dejar en manos de críticos la decisión de si debe gustarnos o no una pintura o una novela. 

No pudimos ponernos de acuerdo, pero he seguido con la inquietud de hasta qué punto dejamos que alguien, experto o no, nos diga lo que debemos pensar de una obra. 

En el siguiente experimento se introdujo una pintura hecha por niños de preescolar a una famosa exposición. Miren la reacción del publico, que suponía que la obra estaba expuesta allí porque los expertos la consideraban de valor. 

Desconozco si los que opinaron en el video eran expertos o no, pero definitivamente,  el experimento mostró lo subjetivo que es el arte. 




¿Por que estas personas dicen tanta ridiculez cuando los interrogan sobre esta pintura?

Según el profesor Robert Florczack, el arte clásico se basaba en tres principios: Belleza, profundidad y la capacidad de inspirar.  En el siglo XX el arte se basó en tres principios:  Lo nuevo, lo feo y lo diferente.  La gente, estimulada por los críticos,  tiende a pensar que lo feo, lo nuevo y lo diferente es arte.   

Si quieren ampliar esto consulten el siguiente enlace:  La subjetividad en el arte moderno

Hasta la próxima semana. 


miércoles, 4 de abril de 2018

Errores al escribir una novela

Esta semana les traigo un texto publicado por Alejandro Quintana en el  El oficio de escritor, un excelente blog que recomiendo plenamente.

Aunque el texto está titulado "9 errores clásicos al escribir una novela y como evitarlos", el texto se aplica a cualquier otro genero narrativo.


Aquí va. 
________________

9 errores clásicos al escribir una novela y cómo evitarlos.

Todos los novelistas, sin excepción, tienen algo en común.
Conocidos, desconocidos, profesionales, aficionados, genios de la literatura o juntaletras del montón.
Todos.
No se trata de una visión parecida de la vida, ni de una sensibilidad especial para las palabras, ni de su pasión por contar historias.
Tampoco es el afán inexplicable de dejar un legado que trascienda su muerte.
No.
Lo que tienen en común todos los escritores de la Historia es que todos ellos escribieron una novela por primera vez.  
Y todos ellos, que se sepa y hasta que alguien demuestre lo contrario, han sido humanos y cometido errores.
La mayoría contaron con la ayuda de editores o amigos avispados que les ayudaron a corregir o disimular sus meteduras de pata.
Hoy en día, esta función la realizan asesores independientes diversos porque los editores están por otra labor.
Me gustaría ayudarte a minimizar los errores más comunes que cometen los escritores noveles —aparte de estos otros.
Espero que puedas detectar a tiempo estos…
9 errores típicos al escribir una novela

y así puedas escribir un contenido que realmente merezca la pena ser publicado.
Ahora sí, vamos con el…
ERROR #1: la historia no arranca
… o bien lo hace como un motor Diésel.
El autor se recrea al inicio de la historia, contando cómo el personaje despierta, se levanta, hace el desayuno, piensa en sus cosas, se viste, sale de casa, llega al trabajo…
Así hasta que pasa algo relevante que le arranca de su mundo ordinario y le hace vivir extraordinarias peripecias.
Peripecias que el lector nunca conocerá, ya que abandonó la lectura en la página diez o doce, cuando la irrelevancia se le hizo insoportable.
No me cansaré de decirlo nunca:
El inicio de una historia es lo más importante:
no solo va a enganchar al lector…
¡es lo que puede interesar a un editor!

Dedícale más tiempo al inicio de tus historias que a cualquier otra parte.
El primer párrafo debe interesar, pero en el segundo el lector necesita tener cierta expectativa.
Luego puedes bajar la tensión, entretenerte más con algunos detalles… pero ya le habrás enganchado.
Variantes del inicio que no termina de arrancar
         
El idílico paisaje en el cual se desarrolla la acción no es relevante. El marco espacial puede tener su relevancia, pero cómo se mecen las briznas de hierba con la cálida brisa del sur NO LA TIENE EN ABSOLUTO. Deja esos detalles para otro momento más oportuno.
·         El pasado de un personaje tiene importancia, qué duda cabe. Pero asegúrate que su niñez va a ser relevante para la historia que cuentas. Volveré a esta variante en el ERROR #3
·         El conflicto inicial no tiene consistencia como para crear la suficiente expectativa en el lector. Ejemplo: las tribulaciones de un administrativo que ha perdido una caja de clips no interesan a nadie. Repito: A NADIE.
Lo cual tiene mucho que ver con el…
ERROR #2: confundir realidad con verosimilitud
El mundo real está plagado de coincidencias asombrosas.
Estas coincidencias se aceptan sin demasiadas reservas, ya que todo el mundo ha vivido casualidades extrañas alguna vez.
De esta natural aceptación nacen las leyendas urbanas y las conspiranoias más rocambolescas.
Pero un escritor no puede permitirse el lujo de dar por sentada la credulidad de sus lectores. Está obligado a crearla.
Un autor literario debe crear un mundo en el cual sucedan las cosas más extraordinarias de manera que el lector las crea.
Los acontecimientos «extraños», las coincidencias, casualidades, las obras del azar y los caprichos del destino deben estar justificados o no serán aceptados de forma natural.
Pero esto que parece jugar en contra de los intereses de un escritor, es justo lo contrario. Porque, por la misma regla de tres
es posible crear mundos fantásticos tan creíbles y reales como el universo ordinario.

A poco que sepas dotar de credibilidad tanto a universos oníricos como a cadenas de acontecimientos estrambóticas, serás capaz de hacer creer al lector cualquier cosa.
Así es la magia de la escritura.
Es frecuente cometer el error de confiar que el lector creerá lo que le cuentas porque es la narración fidedigna de un hecho real.
¿No has escuchado nunca eso de que la realidad siempre supera a la ficción?
Pues es cierto y el lector lo sabe. Así que…
al escribir una novela, procura que suene verosímil, no que sea realista.
Ahora que ya lo sabes, no puedes cometer este error, como tampoco podrás cometer el…
ERROR #3: demasiados detalles impiden el avance
Este error tiene relación directa con el ERROR #1 pero no es exactamente el mismo.
La diferencia es que con el #1 el lector dejará de leer si el principio no le engancha.
Pero una vez te has relajado porque ya tienes los puntos de tensión establecidos y te sientes cómodo llevando al lector por tu montaña rusa particular… corres el riesgo de andarte por las ramas y no concretar.
Te entretienes a cada paso, perdiéndote en descripciones largas, conversaciones banales, detalles sin importancia y acontecimientos irrelevantes para la cadena principal de acción.
En pocas palabras,
obligas al lector a entrar en modo de alerta por ABURRIMIENTO MORTAL.

Lo cual es muchísimo peor que no haberle enganchado al principio.
Porque, en este caso, sí conseguiste captar su atención, pero en un momento determinado de tu novela le DEFRAUDASTE.
No cumplir las expectativas del lector (y encima aburriéndole) es el peor error que puedes cometer.
¿Cómo detectar que incurres en este fallo garrafal?
·         Síntoma 1: caes con demasiada frecuencia en recordar el pasado de los personajes. A no ser, claro está, que se trate de una estructura en forma de analepsis, es una señal de alerta.
·         Síntoma 2: explicas los sueños. Los sueños tienen que estar muy bien encuadrados en la historia y tener una utilidad lógica, práctica, coherente y decisiva en los acontecimientos. Si no cumplen como mínimo dos de estas premisas, elimínalos sin contemplaciones.
·         Síntoma 3: te metes demasiado a fondo y demasiadas veces en los pensamientos de los personajes. Incluso en las novelas que profundizan en las interioridades y miserias humanas, hay que marcar unos límites. Intensidad y frecuencia de diálogo interno deben estar equilibradas con la acción.
·         Síntoma 4: profusión de detalles y datos irrelevantes. Lo que escribas debe ayudar al avance de la acción, describir personajes y sus relaciones o lograr la inmersión del lector en la atmósfera de la novela. Si no es así, salvo en muy raras ocasiones, sobra.

Otro síntoma tiene unas connotaciones tan extensas y tantas variantes que es, por derecho propio, el…
ERROR #4: sermonear al lector
Este es un buen momento para que reflexiones sobre por qué escribes. De verdad, párate a pensarlo un momento.
Te espero.
¿Ya?
Está bien, dos minutos más.
Ahora sí…
Aparte de que tal vez escribir es algo que no puedes evitar, está en tu naturaleza y algo te impulsa a hacerlo, posiblemente hayas llegado a la conclusión de que escribes porque tienes algo que contar, o quieres transmitir algo al mundo: tu forma de sentir, pensar, actuar, de ver la vida.
Pues tengo una mala noticia: al lector no le importa en absoluto tu punto de vista sobre la vida, el universo y todo lo demás.
El lector no busca una lección magistral sobre nada, ni que le adoctrinen o le vendan ideas revolucionarias.

Muchos son los motivos por los que se lee. Incluso algunas personas buscan el sentido de la vida en las novelas, profundidad existencial.
Pero adoctrinar es un derecho que el escritor debe ganarse, una vez se ha conseguido el respeto del lector por ser un narrador eficiente.
Por eso
la primera obligación de todo escritor es no aburrir
Una vez hayas conseguido enganchar a la lectura, hayas enamorado con tus personajes y tengas la plena atención de tus lectores, puedes transmitirles lo que deseas comunicar…
Siempre y cuando esté perfectamente integrado en la dinámica de la historia.
Porque en cuanto sueltes un sermón de cualquier tipo, es casi seguro que el lector se cerrará en banda.
Es como cuando en una película uno de los actores mira directamente a la cámara: se descubre el artificio y el espectador deja de creer en la magia del cine.
Variantes del discursito
·         El prólogo como Tratado de la Verdad Universal: esta parte del libro sirve para introducir algunos apuntes al lector. Si lo utilizas para explicar al lector de qué va el libro, el sentido profundo y las intenciones que te impulsaron a escribirlo, puedes darlo por perdido. Para explicar todo eso es para lo que escribes tu historia y creas a todos los personajes.
·         El final o el epílogo como el Tratado de la Verdad Universal: ver la variante anterior. Es exactamente el mismo caso, pero al final del libro en lugar de al principio.
·         El personaje «altavoz»: cuando un personaje actúa como alter ego del escritor, soltando un discurso que resume en un párrafo o dos la intención del libro. Por si no ha quedado claro.

Y una variante del personaje «altavoz», se da cuando el villano lo explica todo justo antes de matar al héroe: su plan al detalle, los motivos de su odio por el protagonista, la justificación de su maldad por una infancia atormentada…
Lo cual me recuerda el siguiente error:
ERROR #5: el mal absoluto y el bien puro
Los personajes sirven de canal entre el emisor —autor de la historia— y el receptor —lector de la misma—. Son, por tanto, médiums.
La manera más efectiva para hacer esta comunicación fluida y efectiva es que estos personajes sean representaciones creíbles de personas, de forma que tanto emisor como receptor puedan identificarse.
Por tanto, es necesario encontrar el equilibrio que permita al autor utilizar a sus personajes de manera que representen de forma simbólica cualidades que desea expresar.
Pero sin caer en la caricatura. Insisto: los personajes deben ser creíbles.
Y para ser creíble, un personaje necesita tener virtudes y defectos.
Esto se ha dicho hasta la saciedad en todos los manuales habidos y por haber sobre creación de personajes. No insistiré demasiado en ello.
Pero a menudo se olvida que siempre, o casi siempre, hay una razón de peso para el hacer el mal, como suele haber algún motivo egoísta para hacer el bien.
Con lo cual te interesa plantear bien cuáles son los motivos del villano para hacer el mal y qué impulsa al héroe a emprender la aventura y plantar cara al malvado.
Muchas veces no se trata de una lucha entre el bien y el mal, sino de un conflicto de intereses entre personajes antagonistas.

Si miramos desde el punto de vista del villano, es perfectamente posible que él vea al héroe y sus aliados como a las fuerzas del mal.
No resultará convincente hacer malísimo al malvado y un dechado de virtudes al bueno.
Las aspiraciones del villano y las motivaciones del héroe deben tener cierta coherencia, no ser el mal puro o el bien absoluto.
Por ejemplo:
Un conde siniestro machaca a impuestos a sus súbditos, matándoles de hambre. Está presionado por el Rey, el cual necesita armar un ejército para su cruzada. Cada vez le exige más y más tributos. Si se niega, perderá unas tierras que pertenecen a su familia desde hace muchas generaciones.Su mayor enemigo es un campesino que lidera una horda de proscritos. En verdad no es un revolucionario oprimido por la tiranía: se vio obligado a esconderse en el bosque porque robó en la iglesia, impulsado por el hambre. Su carisma y la suerte hicieron el resto, llevándole a dirigir la rebelión. Él solo quería comer y que no le ahorcaran por ladrón.
Cuidado con la siguiente trampa: vigila que, por hacer más humanos a tus personajes, el malo tenga una sola cualidad bondadosa y el héroe un solo defecto.

Que el villano ame a sus hijos no lo hace bueno, igual que no hace más cercano al héroe que sea un poco engreído.
Esto sería como pintar colmillos al cordero y disfrazar al lobo de oveja, pero es algo más profundo que eso.
Y hablando de disfraces…
ERROR #6: ponerse el disfraz de escritor
Ya sea porque te has creído todos los tópicos de lo que debería ser un escritor, bien porque tienes miedo de mostrarte tal como eres, de no gustar a todo el mundo o del temido «qué pensaran de mí si digo esto», resulta que…
has escrito como se supone que se debe escribir
y no como tú querrías escribir.

Te has colocado una máscara, te has puesto el disfraz de lo que crees que es un escritor y, por tanto, no has sido auténtico.
Escribir bien no significa escribir bonito.
Tal vez en el género de la poesía esto tenga más sentido, pero en el género de la narrativa pisamos otro terreno.
Escribir bien significa transmitir con exactitud
aquello que deseas transmitir, CONTANDO UNA HISTORIA QUE FUNCIONA.

Y si además eres capaz de que la forma tenga una coherencia a todos los niveles con el contenido, escribirás una obra maestra.
Cuida a tus personajes y elige bien las situaciones que les harás vivir, antes de intentar que tu historia «suene» bien.
Síntomas de haberte puesto el disfraz de escritor
1) Utilizas palabras cuyo significado no conoces del todo porque no las empleas en tu día a día.
Es cierto que no siempre tenemos la oportunidad de soltar palabras como inconmensurableontología o entelequia en un bar, rodeados de amigos.
Pero si las utilizas en tu novela, mejor que sepas con toda exactitud qué significan.
2) Utilizas palabras ampulosas en lugar de las usadas en conversaciones corrientes. 
¿Por qué decir excelente cuando se puede decir superlativo?
Pues por la sencilla razón de que excelente se comprende mejor y es más preciso que decir superlativo.
El uso de ciertas palabras puede distraer al lector del significado mismo de tales palabras, por su sonoridad o rareza.
3) Un lirismo excesivo puede dificultar la fluidez del texto. De hecho, puede impedir su comprensión. 
Esto es muy típico al colocarse el disfraz del escritor, porque a veces se asocia literatura profunda con densidad… y se confunde densidad con florituras verbales.
Lo que construye la literatura es la profundidad del tema y el tratamiento coherente de su forma. Todo lo demás son casi siempre adornos innecesarios.
4) Los diálogos son confusos y poco creíbles. 
A veces, la mejor manera para que el lector sepa quién dijo algo es utilizar el verbo decir en las acotaciones: un dijo siempre es más efectivo que mencionóapuntóapostillóafirmó y un largo etcétera.
No temas evitar la repetición de dijo. En realidad el lector apenas repara en esta palabra, se lee de forma casi automática.
Introduce acotaciones en los diálogos para que el lector no se pierda.
Es importante no perder el hilo de quién dice qué en las conversaciones, igual que lo es saber en todo momento en la cabeza de qué personaje estamos metidos.
Lo cual es el tema del…
ERROR #7: un mareante punto de vista
Este error no solo lo cometen los escritores principiantes. A veces incluso cuesta detectarlo cuando el libro ya está publicado y en circulación.
Se le ha pasado a escritor, lectores, corrector y editor.
Si esto pasa en las mejores casas, puedes imaginar entonces la de veces que se da en libros autopublicados que se saltan el proceso lógico editorial.
¿En qué consiste? Pues te lo explico con un ejemplo:
«Marisa dudaba entre descolgar el teléfono y llamar a Esther o ponerse algo encima, coger un taxi y plantarse en su casa. Pero la fina llovizna de aquel domingo por la tarde no invitaba a salir. Tampoco le resultaría fácil encontrar un taxi libre. Aun así no se decidía a descolgar el teléfono y llamar a su amiga.En esta indecisión, de repente, sonó el teléfono. Sonrió al ver el nombre en la pantalla: Esther.— Qué bruja eres —dijo Marisa al descolgar—, estaba pensando en llamarte ahora mismo.— Eso se lo dirás a todas —respondió Esther, riendo—. Pero voy a creerte porque imagino que sabes por qué te llamo…Esther buscó el paquete de cigarrillos entre el desorden de su mesilla de noche. Sintió un cosquilleo en el estómago y pensó en cuánto le gustaban esas tardes lluviosas de domingo en casa…»
¡Alarma! ¡Cuidado, amigo escritor, amiga escritora!

Aunque no te lo parezca, estás cayendo en el Error #7: esta escena comienza desde el punto de vista de Marisa. Estamos dentro de su cabeza, no en un punto cercano desde el cual observamos sus movimientos.
Sabemos qué siente y qué piensa. Entonces… ¿qué artificio nos ha permitido salir de la cabeza de Marisa y meternos en la de Esther sin previo aviso?
De acuerdo, el narrador puede ser omnisciente y saber lo que sucede en cualquier lugar, momento y lo que pasa por la cabeza de cualquier personaje.
Pero el lector se va a sentir mareado y descolocado si se salta de un pensamiento a otro: llegará un momento en el cual quien saltará de la historia será el lector.
¿Por qué?
El lector necesita identificarse con un punto de vista y tener la referencia de un personaje para poder vivir las situaciones de la ficción.
Este personaje puede cambiar las veces que se desee… siempre y cuando al lector le pongamos sobre aviso.
No basta una llamada de teléfono para pasar de un punto de vista a otro y salir de una cabeza para meterse en otra. Hay que finalizar una secuencia o indicar que una escena ha terminado.
Igual que hacemos punto y aparte para cambiar de tema, es necesario decirle al lector que hemos terminado de contar algo desde un punto de vista antes de pasar a otro.

En las novelas corales, cuando los papeles principales están repartidos entre muchos personajes y hay numerosos secundarios, esto es más necesario si cabe.
Imagina una novela de estas características e ir pasando de los pensamientos y puntos de vista de cinco o seis personajes en una sola escena.
Lo más recomendable es que en cada capítulo —o al menos en cada escena— se cuente la historia desde el punto de vista de cada uno de estos personajes.
Toma siempre la referencia del personaje conductor de cada escena y presta especial atención cuando se relacione y dialogue con otros.
¿Cómo podemos saber lo que piensan y sienten otros personajes si no estamos metidos dentro de sus mentes?
Como norma general lo sabremos por sus acciones o por el diálogo. Si nos lo dice el narrador… ¡error al canto!
ERROR #8: represión y mojigatería
Este tipo de error a veces lo he descrito como un bloqueo.
¿Dónde termina la vida privada y comienza el escritor? ¿Qué contar de la experiencia propia y qué no?
¿Pensarán los lectores que esto me ha sucedido en realidad a mí y no al personaje? ¿Hasta dónde tengo que desnudar mis pensamientos y sentimientos?
El resultado es un bloqueo que dificulta el acto de traspasar el Primer Umbral o detiene el avance al llegar a un punto determinado.
Pero otras veces sucede algo peor:
La falta de naturalidad impide a un autor encontrar su propio estilo literario.

El miedo al «qué dirán o pensarán de mí si escribo esto» ha destruido más carreras de escritor que la misma maquinaria de la industria editorial.
Donde más se puede notar esta falta de autenticidad es en las escenas de sexo.
No son pocas las veces que, en las asesorías privadas, llamo la atención sobre esto a los autores cuya novela superviso.
¿Por qué escatimar al lector detalles de las escenas más apasionadas?
El acto de leer es también un acto de voyeurismo, de hecho uno de los más invasivos.
Como lectores nos metemos en lo más íntimo de las vidas de los personajes. Sus pensamientos y emociones, su pasado más oscuro, sus anhelos más secretos…
Pero resulta que al llegar a la intimidad de la alcoba, se le niega al lector la posibilidad de conocer también esa parte de su vida —la sexual— de unos personajes que conoce al detalle.
Y antes esto, oh, sagaz lector, puedes argumentar que es más sugerente insinuar que mostrar.
Es cierto, pero entonces tampoco puedes mostrar otros detalles de su psicología, también necesitas sugerirlos. Es cuestión, una vez más, de coherencia.
Ojo, que puede suceder todo lo contrario y entonces caemos en la pornografía.

Es ahí donde reside el error: en mostrarlo todo de un aspecto y poco o nada de otro; si insinúas, insinúas siempre y si muestras, lo muestras todo.
Una variante de esto es el uso de eufemismos
Está bien buscar sinónimos para depurar el estilo de escritura y no repetir palabras innecesariamente.
Pero otra cosa es evitar a toda costa decir cierta palabra porque resulta malsonante o demasiado gráfica.
Di pene o vagina cuando sea necesario decir pene o vagina… ¡y polla o coño cuando toque decir polla o coño!

Necesitas que tus personajes digan lo que tengan que decir, ni más ni menos. Valga esto para todo, lógicamente, no solo para la parte sexual de tus historias.
Ejemplos de eufemismos
·         Persona de color: por negro/a
·         Persona de la tercera edad: por viejo/a
·         Dar a luz: por el verbo parir y el momento del parto
·         Persona invidente: por ciego/a
·         Etc.
Estas expresiones se justifican a menudo diciendo que se pretende ser más elegante.
Enmascarar la realidad se convierte en eufemismo cuando la supuesta elegancia está inspirada por la mojigatería o la represión del «qué dirán o pensarán».
Y el no querer ofender a un colectivo está muy bien… no utilices entonces expresiones del tipo «es un trabajo de negros» o «les hicieron una judiada» o «le engañaron como a un chino».
Pero utiliza las palabras negro, judío, viejo… e incluso maricón.
Lo que es ofensivo no es usar ciertas palabras, es el cómo y el para qué se utilizan.
De hecho, según lo que digas sobre negros, homosexuales o judíos puede ser un delito perfectamente tipificado y traerte problemas legales.
Problemas serios… y muy seguramente bien merecidos.
ERROR #9: condensar toda una obra literaria en una sola novela o relato

Es probable que comiences escribiendo relatos cortos, fruto de tus anotaciones constantes de ideas sueltas, pensamientos varios, ensoñaciones o divagaciones.
O todo ello a la vez.
Pero intuyes que esos relatos no expresan todo lo que necesitas expresar y vas acoplando ideas, amontonando pensamientos y ensoñaciones.
Un día lees un libro apasionante que te inspira y motiva a escribir una novela.
Comienzas tirando del hilo, te inventas unos personajes y los utilizas para soltar todo lo que llevas tiempo queriendo expresar.
Tienes tantas cosas que decir, tantas ideas que hierven en tu cabeza, tanta pasión que transmitir e historias que contar… que vas y las dices todas de golpe.
Con suerte, tú lo entenderás sin perderte en el laberinto de tu propia creación. Porque es justo eso: tu propia creación.
Pero ya puedes parar de contar, porque no lo entiende nadie más.
Has volcado todo lo que tienes que decir en una sola historia. En pocas palabras
has confundido una idea para contar algo con un argumento para explicarlo todo.

Aunque aquí tienes un post muy completo, deja que te explique en un momento la diferencia entre un relato y una novela.
A) En un relato explicas algo concreto, que puede expresarse en algunas páginas:
Antes que intentar definir el amor universal, un relato procura expresar el amor que se siente hacia una madre o un abuelo.
Y ojo, porque al decir ideas sencillas no me refiero a ideas poco profundas. Hay mucha profundidad en el amor a una madre o a un abuelo.
B) Para expresar el amor universal tienes la novela.
Desarrollas una historia más compleja para expresar ideas más complejas.
Temas que necesitan muchas más páginas para que puedan calar en el lector a un nivel más profundo.
Con la novela puedes involucrar al lector en los hechos de una forma muy vívida, gracias a los personajes. Por eso decía al principio que los personajes hacen de médium, ¿recuerdas?
Puedes transportarles a otros estados de conciencia y hacerles sentir emociones determinadas, influirles a un nivel inconsciente para que integren de manera profunda aquello que quieres transmitir.
Se podría decir que
la extensión y complejidad de una historia está determinada por la extensión y complejidad del tema que desarrollas en ella.

… o el nivel de profundidad al que quieras llegar.
Es cierto que autores como J.D. SallingerErnest HemingwayJulio CortázarBorges y otros llegan a mucha profundidad con relatos o novelas cortas.
Para eso es necesario ser un economista de recursos narrativos a nivel maestro.
Y sobre todo, tener claro qué quieres contarle al mundo al escribir una novela.
¿Tienes claro lo que quieres decirle al mundo con tu escritura? ¿De verdad... de la buena?
Porque si lo tienes claro, podrás expresarlo de forma más clara, concisa y repartida en toda una obra literaria, evitando decir todo lo que quieres expresar en una sola novela.
Pero en realidad, necesitas contarlo todo en esa primera novela: forma parte del proceso de convertirse en escritor.
Solo cuando te das cuenta de que has embutido toda una obra literaria en una sola historia, es cuando puedes comenzar de verdad a definir los temas que te interesa tratar.
¿Por qué escribe un escritor?
¿Qué impulsa a alguien a contar historias?
¿Por qué recorrer este incierto camino, existiendo otros mucho más fáciles y, desde luego, rentables?
Esas preguntas no tienen en verdad una respuesta. Al menos, no una sencilla. Recorrer el camino de la literatura tal vez te pueda dar algunas.
Ojalá te haya gustado esta entrada y mejor todavía si te ha ayudado a detectar esos errores tan típicos al escribir una novela.