"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 31 de octubre de 2018

El amor tiene muchas formas.

Esta semana les traigo un fragmento del libro "33 razones para honrar mi vida" de la escritora colombiana Luisa Fernanda Mesa, editado por Hilo de Plata. 

Agradecimientos a la autora por haberme permitido compartir su texto. 


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VI

Todo empezó oyendo una vieja canción en el 
pasacintas del carro. 
Empecé a imaginarme una vida a su lado
y a fantasear lo imposible. 
Todo parecía tan lejano y tan inalcanzable, que 
incluso me construí un futuro y no un presente. 

Pero la vida te pone cómplices, hadas madrinas, 
hermanas mayores, llámalas como quieras. 
Segura de poderlo conquistar, pero temerosa de no ser 
digna, empecé a entregarme a la ventura de conocernos. 
Fueron días duros, fracasos, caídas, ganas de huir, 
llanto, heridas en los labios, ruido...
Creo que tarda bastante el proceso de aceptación 
cuando no se nace para algo o alguien, aunque se
trabaje con disciplina para conseguir una respuesta. 
Puedo hablar de mutua tolerancia pero no de amor.
Y como sucede cuando no te sientes correspondido, 
poco a poco nos fuimos dejando de ver. 
Ahora yace como un recuerdo, cargado de polvo, en un 
rincón de mi habitación. 
De vez en cuando intento agradarle, casi nunca
logramos una conexión que dure.
Pero sigo intentando, así sea por segundos, obtener la 
música que llena el pecho, la vibración que eleva, el 
ronco sonido que hace cosquillas en el alma. 

Convertirme por fin en la amante de un saxofón. 


Luisa Fernanda Mesa y su saxofón
 Fotografía:  Claudia Calle. 


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miércoles, 24 de octubre de 2018

Isolda. Novela de Angela Ramírez

¿Alguna vez te ha pasado que te encuentras con alguien y sabes que le conoces de algún lado, pero no puedes recordar, por más que lo intentes, quién es esa persona, cuándo la conociste o en qué momento de tu pasado encaja?

Ahora, imagina una adolescente, que despierta  en el campo, en medio de un aguacero,  sin recordar quién es, y quiénes son los que la rodean. 

Imagina la angustia al descubrir  que su mundo cambió en un segundo y que deberá enfrentarse a un entorno que no conoce (o que por lo menos no recuerda). 



“La vida es simple: naces, creces, a veces te reproduces
y decides cuándo morir.
A veces no logras reproducirte antes de morir.”

Así empieza la primera novela publicada por la escritora colombiana Angela Ramirez. La historia de Isolda se desarrolla en Salitro, un alejado pueblo minero que alberga un misterio que la joven debe descifrar.  
 

Isolda no solo debe lidiar con su amnesia, sino que tendrá que descubrir qué pasó con su familia, mientras que enfrenta una serie de peligros de diversa índole:  Morir de hambre o ser internada en un orfanato; conseguir comida mientras se arriesga a ser atacada por un ártado; aprender a vivir sola en su casa del bosque sin perder su libertad.  La valiente niña tendrá que desenmarañar su pasado y también afrontar el peligro más extraño de todos los que suele enfrentar toda adolescente: el de sucumbir al amor. 


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Angela María Ramírez Gil.  

Medellín. Médica y cirujana de la Universidad de Antioquia, con estudios en artes plásticas y arquitectura.  Participó en el taller literario de la Biblioteca Publica Piloto, dirigido por Jairo Morales, y es actual participante del taller de escritores COMEDAL, que dirige el escritor Luis Fernando Macías. 

La autora fue finalista en el Concurso Nacional de Cuento y Novela de la Universidad de Antioquia en 1995

Otras publicaciones:  

-11 de abril (cuento).  Publicado en "Obra diversa". Antología del Taller de Escritores de la BBP (2007)
-Bigotes de Tinta (cuento).  Revista Cronopio (2014)
-Escalas del Sexto (cuento).  Colección Lineas Cruzadas. Hilo de Plata Editores. 2018

https://tienda.venndelo.com/angeladeletras/item-isolda-4324Título:  Isolda
ISBN: 978-958-48-4209-1
Autora:  Angela María Ramírez Gil
Año de Pubicación: 2018
Número de edición:1
Número de páginas:316
Tamaño:14x21cm.
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Género:  Juvenil - Ficción

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miércoles, 17 de octubre de 2018

Vade Retro Satanas - La medalla de San Benito.

Cuando era niño, cada vez que algún vecino indeseable se trasladaba a mi barrio, o cuando un arrendatario no quería irse,  me comisionaban para "echarle la medalla de San Benito" entre alguna de las rendijas. 

La clave era poner la medalla en algún sitio oculto de su casa, rezar la novena y la persona en cuestión se iba de la propiedad. 

Jamás creí que ello funcionara. De hecho, cuando la persona o familia indeseable permanecía en la casa que se quería hacer desocupar, siempre había un culpable: "Usted no supo esconder la medalla, y ellos la encontraron". Así pues, si el conjuro funcionaba, era gracias al benignísimo santo, pero si fallaba era culpa mía. 

Tengo algo más que decir: Me crié en el Barrio San Benito, uno de los primeros barrios de la ciudad de Medellín. A pesar de acudir religiosamente cada ocho días a su iglesia, jamás había detallado la medalla hasta hace unos pocos años, cuando una antigua amiga (Gloria Sánchez) me dio como agradecimiento por la cura de su enfermedad (en la cual tampoco tuve nada que ver), un llavero con la medalla de San Benito, con la esperanza de que me protegiera.




Nos soy dado a creer en talismanes y contras, pero conservo dicho llavero con cariño y agradezco a Gloria su regalo. La belleza de esta medalla me puso a consultar un poco sobre su origen.  

Hoy he decidido contarles un poco de San Benito y su medalla y ampliar lo que publiqué en este blog hace dos años sobre las horas canónicas 

San Benito de Nursia nació en el año 480 y murió en 547.  Fue el iniciador de la vida monástica en el occidente, siendo el Abad de Montecasino (Italia). 


 
Creó una serie de preceptos para la convivencia entre los monjes, la "Santa Regla" donde se establecían horarios, y normas de estricto cumplimiento.  

Dichas reglas, compiladas en 73 capítulos, establecían normas tanto religiosas como de convivencia. Determinaban el celibato, la prohibición de relaciones sexuales entre los monjes, ordenaba mantener el cabello ralo (en una época donde pululaban los piojos), o definía funciones jerárquicas en los monasterios. La Regla Benedictina fue la base para el surgimiento de los conventos y monasterios de la edad media y fue copiada y transformada por casi todas las órdenes religiosas. 

Pero volvamos a su medalla. 

En el anverso está el santo con su hábito, sosteniendo una cruz en la mano derecha (crux s. patris - Cruz del santo padrey su libro de reglas en la izquierda con la inscripción "Benedicti". Detrás de él hay un altar con un cuervo y una copa quebrada de donde sale una serpiente. 

Se dice que una vez quisieron envenenar al santo  pero cuando él bendijo la copa, ésta se quebró salvándolo de la muerte. También se dice que le sirvieron un pan envenenado y al bendecirlo antes de comerlo, un cuervo se lo llevó.

Alrededor de la medalla hay una inscripcion que dice: "Eius in obitu nostro presentia muniamur” (A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia)
En el reverso se observa una cruz con varias inscripciones:
En cada cuadrante hay una letra C-S-P-B (que significan Cruz del santo padre Benito - Crux Sancti Patris Benedictis) 

En el cuerpo de la cruz: C.S.S.M.L  (Crux Sancta Sit Mihi Lux - La santa cruz sea mi luz) y N.D.S.M.D (Non Draco sit Mihi Dux- No sea el dragón mi señor) 

En el borde las siguientes oraciones:

V.R.S. (Vade Retro Satana)
N.S.M.V (Numquam Suade Mihi Vana)
S.M.Q.L. (Sunt Mala Quae Libas)
I.V.B (Ipse Venena Bibas)

Retrocede satanás
Nunca me aconsejes cosas vanas
Es malo lo que me ofreces
Bébete tu propio veneno. 

Aun hoy se suele usar el famoso "Vade retro satanás" cuando nos están tentando con algo que no debemos hacer. 

¿Quien sabe?  a lo mejor la medalla aún tiene su poder. 

Hasta la próxima  semana. 

Posdata: (Febrero 2024) El doctor Lucas Ramírez me ha explicado que la parroquia de San Benito en Medellín (de la orden franciscana) no es en honor a San Benito de Nursia, sino a San Benito de Palermo. El primero fue fundador de la orden benedictina, el segundo, perteneciente a la orden Franciscana. 







miércoles, 10 de octubre de 2018

El libre desarrollo de la personalidad

Hace unos años la enseñanza en los colegios y universidades se impartía con severidad. Entonces, a ningún estudiante le estaba permitido dudar o controvertir lo que se le enseñaba. Un estudiante que no lograba el rendimiento esperado perdía el año o el semestre y debían repetirlo.

Los tiempos han cambiado. Ahora se habla de que el estudiante y el maestro construyen el conocimiento. No existen verdades absolutas y cualquier error cometido por un alumno debe considerarse como resultado del "libre desarrollo de la personalidad".

Las nuevas teorías dicen que el estudiante debe ser promovido al siguiente nivel, aún si no cumple con los estándares que se tenían. La tendencia actual establece que hay múltiples inteligencias, hasta el punto de considerar como un "sacrilegio" cuando un profesor no da una buena calificación a un estudiante que tiene otro tipo de "inteligencia"

En Colombia se puede consumir droga o tener sexo en un salón de clase porque hay que "permitir el libre desarrollo de la personalidad."

Para la muestra, les traigo este video sobre las "matemáticas alternativas" aunque puede aplicarse a muchos otros aspectos. 

Me temo que hace mucho llegamos a esto.


Hasta la próxima semana. 




miércoles, 3 de octubre de 2018

Invictus: William Ernest Henley

Las redes sociales son un caldo de cultivo para la desinformación.  

Hace algún tiempo vi que le atribuían a Morgan Freeman un poema escrito por William Henley. 

Para ser exactos, el mensaje que encontré en Facebook consistía en una fotografía del actor norteamericano, confundiéndolo con Nelson Mandela, quien supuestamente era el autor de tal poema. 

Ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario.

¿Como así?

En la película "Invictus" se muestra a Nelson Mandela (interpretado por Morgan Freeman) recitando durante su cautiverio el poema de Henley.

Aquí viene la historia real:  

William Ernest Henley  Nació en Gloucester (Inglaterra) en 1849.  Siendo niño sufrió tuberculosis, luego le fue amputada una pierna.  En Edimburgo se hizo amigo de Robert Louis Stevenson quien -se cuenta- se inspiró en Henley para su personaje de Long John Silver para su novela "La Isla del Tesoro". (Sí, el personaje de la pata de palo).

Henley escribió con Stevenson cuatro obras de teatro,  luego fue crítico y autor de la Revista de Arte y de otras revistas más. Como editor publicó obras de Thomas Hardy, Sir James Barrie (creador de Peter Pan), George Bernard Shaw, H.G. Wells y Rudyard Kipling, entre otros.  

En 1875 William Ernest Henley escribió un libro de poemas titulado "In Hospital" que fue publicado según unas fuentes en 1888 y otras en 1903, año de la muerte del poeta.  Precisamente "Invictus" era el poema que Mandela solía recitar en su cautiverio. 

Luego llegaron Hollywood, las redes sociales y la gente que no cuestiona lo que lee. 

A continuación les comparto el poema.

INVICTUS

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul. -

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed. -

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.

INVICTUS

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.

En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.