"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 30 de agosto de 2023

La última clase: Luis Felipe Gómez Isaza

El 31 de agosto de 2023, en la Casa Museo Otraparte de Envigado se hará el lanzamiento del libro:  La última clase, del médico y escritor Luis Felipe Gomez Isaza.  (vea la transmisión en vivo YouTube.com/CasaMuseoOtraparte)

Tengo el honor de haber participado con el prólogo del libro y de ser el presentador del evento. Agradezco inmensamente el honor que me hace. Es un libro precioso que todos deberían leer. 

Sin más preámbulo, les dejo el prólogo.  Antójense de leer este precioso libro y de asistir a su lanzamiento.



Prólogo a La Última Clase.

Hay personas que a veces uno conoce en algún momento, y las sigue conociendo a lo largo de la vida; y ante las cuales uno se sigue maravillando de lo que se puede aprender de ellas.

Conocí a Luis Felipe Gómez Isaza por allá a finales de los años 80s, cuando yo era un estudiante de medicina. Fueron encuentros ocasionales y muy cortos, que no pasaron de algún cruce de datos sobre algún paciente. Luego de graduarme y pasar varios años trabajando en pueblos, volví a Medellín y tuve la fortuna de trabajar como médico de urgencias y de Cuidados intensivos en la Clínica Cardiovascular (actual Clínica VID) a mediados de los años 90s.

Allí volví a encontrarme con el doctor Gómez quien en ese entonces dirigía el servicio de Medicina Vascular. Siempre fue muy respetuoso conmigo cuando lo llamaba para alguna interconsulta con algún paciente. Siempre admiré su respeto por los enfermos y por los médicos novatos. Pero hubo un día en que descubrí que no estaba frente a un especialista del montón. Una mañana en una reunión académica que solía hacerse en el auditorio de la clínica, Luis Felipe Gómez nos dio una conferencia sobre la historia del caballo. Recuerdo que nos habló de Alfonso X —El sabio—, de la conformación de la caballería, de las cruzadas y nos mostró unas fotos suyas entrando a los archivos de Indias, en España, donde fue a consultar sobre los primeros equinos que llegaron a América.

Quedé gratamente sorprendido. Durante mis años de carrera, había encontrado grandes maestros que no solo sabían medicina, sino que también eran humanistas: excelentes lectores y mejores conversadores, conocedores de la cultura y de la historia universal. Casi todos ellos, ancianos venerables que habían sido formados con el precepto de que “un médico que solo de medicina sabe, ni medicina sabe”. A lo largo de mi enseñanza había tenido muchos profesores, unos buenos y unos no tan buenos. Pero había algo en un puñado de ellos. Los verdaderos maestros no solo sabían de medicina. Eran personas que habían conocido el alma humana y daban fe de ello. Personas que no solo eran capaces de señalar la composición de una célula o cómo funcionaba un antibiótico, sino que conocían de historia, de geografía, de matemáticas, de política, de economía, de literatura o filosofía; médicos en todo el sentido de la palabra. Eran personas que podían hablar con otro colega de los avances más recientes de la farmacología, pero que podían conversar de tú a tú con un campesino que sembraba café en el suroeste antioqueño. Ese día descubrí que Felipe Gómez era uno de los miembros de esa raza médicos que tenían el humanismo en su ADN, a pesar de ser un especialista bastante joven.

A lo largo de los años he seguido en contacto con Felipe Gómez. Por una agradable coincidencia he trabajado en los mismos lugares que él y puedo dar fe de que es un ser excepcional: lo he tenido como profesor y como colega. Hemos compartido amistades e intereses, en especial el de la escritura y hemos celebrado mutuamente nuestros libros. Siempre ha sido un placer conversar con él sobre temas muy variados, en los que invariablemente salgo sorprendido y menos ignorante luego de su encuentro.

Médico especialista, profesor universitario, jefe del departamento de medicina, criador de caballos, amante del futbol y de los tangos; enamorado de la vida y de la cultura. Amante de su familia y amigo fiel. Un verdadero humanista, de los que quedan pocos.

Leer sus libros ha sido un placer, comenzando por los Cuentos del Cartujo (2014), y siguiendo por los Cuentos de Cupido (2016), y los Cuentos de Sísifo (2018), libros llenos de picardía y humor que narran historias muy humanas. Después me sorprendió con otro: Numero 8 (2019), que trata de un tema para mí desconocido, pero vital para Felipe: El futbol. En 2020, a raíz de una travesía siguiendo los pasos del General San Martín, parió otro libro: Viaje a caballo, un bellísimo libro con fotografías, historias y poesía, de esa que solo puede crearse cuando se está en medio de la naturaleza sobre el lomo de un caballo.

El libro que ahora tiene el lector en su mano, La Última Clase es igual de bello, lleno de amor por la profesión médica, por los estudiantes y por los pacientes. En él cuenta Felipe Gómez algunas historias a lo largo de varios años de aprendizaje y docencia, desdibujando el límite entre una y otra —como debería ser—. La Última Clase es una serie de reflexiones sobre la medicina, sobre la educación, sobre el eterno problema de los alumnos que quieren llegar a ser dioses sin haber aprendido primero a hacer magia saludando a una mujer enferma o poniendo la mano en el hombro de un paciente. Es una invitación a entender que cuando uno aprende a hacer este tipo de magia se olvida la intención de llegar a ser un Dios para darse el gusto de ser un ser humano que ayuda a otro ser humano.

Este libro es un homenaje a varios maestros que forjaron seres excepcionales convencidos de que solo el amor por los demás nos salva de la miseria y el dolor. Es también una invitación a pasar la antorcha a las nuevas generaciones. A crecer como personas para poder enseñar el mejor camino.

Dice el autor que este libro es su despedida como docente. Yo no le creo. Tal vez oficialmente no sea docente de una institución universitaria, pero conozco bien a “Pipe”. Las personas así jamás dejan de enseñar (ni de aprender).

Estoy completamente seguro de que esta no será su última clase.

Carlos Alberto Velásquez Córdoba
Abril de 2023

miércoles, 23 de agosto de 2023

Creatividad y literatura

La creatividad está inmersa en todas las actividades humanas. Hay creatividad en la música, en la literatura, en la arquitectura, en la danza, el teatro o la pintura.  Pero también hay creatividad en el que busca la forma de promocionar un producto o hacer crecer su negocio. Hay creatividad en los avances de la medicina, en el campesino que orienta sus eras para aprovechar mejor el agua o que recicla sus desechos para hacer abono. Hay creatividad en la persona que cada día piensa en qué les preparará de cena a su familia. 

A continuación, les comparto una conferencia programada por la Editorial Libros para Pensar el 18 de agosto de 2023 en el Parque Biblioteca de Belén, con motivo del lanzamiento de la segunda edición de dos de mis libros: Amelia y otros cuentos y fuga de ideas. 

En ella se hablará de lo que es creatividad, de cuáles son sus fuentes, de la forma como funciona el pensamiento creativo y de cómo fortalecerlo. Veremos algunos ejemplos muy interesantes al respecto. 


Espero les guste




miércoles, 16 de agosto de 2023

Blanco o negro.

Hace unos días conversaba con una amiga sobre el daño que el relativismo ha tenido en nuestra sociedad actual. Ya los medios de comunicación no hablan de asesinatos sino "casos de intolerancia"; no hay buenos ni malos, sino "Gestores de paz", que no es otra cosa que la validación que da un político a unos delincuentes, para convertirlos en héroes. Ya no hay hombre ni mujeres sino un sartal de "géneros" que va en contra de cualquier biología sin tener en cuenta que las personas al nacer tienen solo dos opciones:  o tienen útero o tienen próstata. 

Sin embargo, el relativismo como una corriente filosófica no es tan mala. El relativismo favorece el escepticismo que no es más que buscar la verdad y descartar lo que se aleja de ella. El escéptico no se compromete con ninguna "verdad". Sabe que lo que él cree como "verdad" puede cambiar a la luz de una nueva evidencia. El escéptico no se aferra a sus creencias y está dispuesto a cambiar de punto de vista si aparece nueva información sustentable y verificable.  



En la vida real, no hay verdades absolutas. Un hombre, por macho que sea, tiene en su circulación pequeñas dosis de hormonas femeninas y viceversa. El cincuenta por ciento de su material genético es de su madre y el otro de su padre. 

En eso no hay discusión. La discusión surge cuando tomamos el relativismo como argumento para decir que nadie nace hombre ni mujer, o que existen más de dos géneros, inventándose un mundo que no es verdadero y queriéndolo hacer pasar como real. 

Yo soy un creyente del relativismo y por lo tanto del escepticismo. Lo explico con un ejemplo ¿El color rojo existe?  

Casi todos dirán que sí. ¡El color rojo existe!

Pero el daltónico dirá que no lo puede ver, aunque posiblemente diga que sí existe porque alguien se lo ha enseñado. Ahora, miremos que las abejas ven en otra gama los colores; para ellas no hay amarillos, rojos o verdes. Un físico te dirá que el color rojo es simplemente la vibración de la luz a una frecuencia determinada (con una amplitud de onda entre 619 y 780 nm), pero estaría utilizando mediciones que también son relativas...

A donde quiero llegar es que la realidad puede tener muchas interpretaciones y puntos de vista y nunca podemos tener certeza de ella. 

Muchos de los que se oponen al relativismo creen que todo se reduce a blanco/negro, culpable/inocente, bueno/malo, derecha/izquierda. Los que creemos en la ciencia, sabemos que no es así. Hay matices. El socialismo no es del todo malo, así como el capitalismo tampoco lo es. Cada uno tiene puntos a favor y puntos en contra, pero tendemos a ubicarnos en un extremo y afirmamos que los del otro están equivocados.

Ser dicotómico no es malo. Reducir el mundo en dos opuestos nos resuelve un montón de problemas. Es más fácil vivir en un mundo donde hay solo dos opciones para elegir, que vivir en uno donde hay treinta. La clave para vivir con salud mental es entender cuándo hay que categorizar en polos y cuándo no. 

Si me enfrento a un paciente, solo hay dos géneros:  masculino o femenino. El hecho de que en el cerebro de mi paciente haya un convencimiento de que es de un sexo diferente al biológico no cambia para nada mi enfoque: o tiene factores de riesgo para sufrir enfermedades masculinas (por ejemplo, un cancer de próstata, mayor predisposición al infarto cardiaco), o tiene factores de riesgo para sufrir enfermedades de predominio femenino (cancer de ovario, cancer de útero, lupus sistémico, etc.). Sin embargo, para otros aspectos, por ejemplo, el acné o la alopecia (calvicie) habrá que ver qué proporción de hormonas masculinas y femeninas están expresándose.  

El problema de nuestra sociedad es sustentar con argumentos relativistas unos temas que no son aplicables. Tratar de mostrar al relativismo como una verdad absoluta es de por sí, contradictorio. Las verdades absolutas generalmente están por fuera del plano humano. 

A los seres humanos nos encantan las certezas. Pero las certezas absolutas no existen en nuestra vida cotidiana.  

El número Pi (𝛑) por ejemplo, establece una relación entre el diámetro de una esfera con su circunferencia. Eso es una verdad absoluta que no puede ser refutada. Pero decir que un asesino es un gestor de paz, o que existen varios géneros entre los humanos, es una afirmación que no tiene ningún sustento científico. La ciencia se basa en investigar las supuestas verdades absolutas y verificarlas. La epistemología ha mostrado que lo que hoy se considera verdad puede ser refutada si hay nueva información. La ciencia siempre busca la verdad. 

No hay por qué tenerle miedo al relativismo, pero tampoco podemos dejarnos engañar por los que lo toman como bandera para imponer sus "verdades" cuando las cosas son claras y bien definidas.

A continuación, les comparto un video muy interesante de Fabián C Barrios sobre el escepticismo, y en el que plantea qué hacer cuando nos enfrentamos a situaciones donde no es posible determinar la verdad por carecer de elementos de juicio. Me refiero a la epojé que es el estado de reposo mental por cual no afirmamos ni negamos. En este video aprenderemos como el escepticismo nos puede ayudar a mantener nuestra salud mental, cuando nos movemos en un mundo que cada vez está más polarizado. 

 



miércoles, 9 de agosto de 2023

El taller del poeta: lanzamiento del libro en Casa Museo Otraparte

 El 01 de agosto de 2021, en la Casa Museo Otraparte, se hizo la presentación de libro "El taller del poeta" del escritor colombiano Luis Fernando Macías.

A continuación, dejo algunos apartes del libro y el video con la conversación entre el compilador Luis Fernando Macías Zuluaga y Pedro Arturo Estrada.






El taller del poeta

Por Luis Fernando Macías

Si quisiéramos hacer una diferenciación entre poesía y poema, sería preciso entender que la poesía es el género y el poema la especie. La poesía se halla en todos los aspectos de la existencia que constituyen el mundo de la vida, en el que para expresar la totalidad que es, se presenta en tres planos: material, mental y espiritual. Allí la poesía es un destello de luz que aparece como manifestación de la belleza o como revelación de lo verdadero. El poema, en cambio, es un cúmulo de palabras, en prosa o en verso, en el que se hace patente la poesía como evocación, para que, en su lectura, nos llegue esa iluminación en la forma de un sentimiento, una sensación, una emoción, una dulce eufonía musical, una revelación del misterio o la suma de esos efectos o parte de ellos. Para decirlo en una forma sencilla, podríamos agregar que, en el poema, el poeta manifiesta el latido del mundo.

El poema como obra nace en el taller del poeta, que es su vida misma y su lugar de trabajo: un cuaderno para escribir a mano o un computador para digitalizar las palabras que lo van constituyendo; pero no es solo eso, en la composición de un poema podemos distinguir tres momentos esenciales: el primero es un largo periodo cuya duración nunca se sabe, porque puede abarcar la historia del mundo o del individuo que lo crea; a este periodo lo podemos llamar gestación. El segundo puede durar un solo instante, es como un rayo o un destello de luz, y podemos llamarlo concepción; es el momento en que algo detona la asociación de todo aquello que venía gestándose en el inconsciente del poeta y se produce la emanación, el flujo de imágenes o ideas que, al encontrar su expresión en palabras, habrán de constituir el poema. El tercero, por supuesto, es la ejecución, la escritura misma de los versos y su corrección.

Con esto estamos diciendo que el taller del poeta reúne todos los procesos y actividades que constituyen su vida. Jaime Jaramillo Escobar decía que nos corresponde a nosotros formar al poeta que somos, ya que los poemas se hacen solos, son la realización, la obra del poeta.

En ese orden, cabe consultar lo que los poetas han reflexionado y dicho sobre la escritura de la poesía. Encontrar reunidas las enseñanzas de los poetas, al menos las primordiales, es un anhelo de todo aprendiz. Traigo aquí las que he podido reunir a lo largo de muchos años, en los distintos talleres de poesía a los que he asistido.





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Aunque este es un libro independiente y se puede estudiar por sí mismo, sin más, pues para esto fue concebido, constituye la segunda parte de otro —que lo abarca— titulado La expresión poética. Lo hemos separado de aquel, debido al inmenso volumen que ocupaban juntos. Ambos son libros de estudio y relectura; por eso quedan bien cada uno en su nivel, La expresión poética en el plano teórico-práctico y El taller de poesía en el lugar de la formación que significan los consejos de los grandes poetas y los análisis de pensadores y filósofos.


Hemos reunido aquí cartas, artículos, ensayos y consejos para la escritura de la poesía y todo esto lo hemos complementado con una antología universal de poemas sobre la creación o artes poéticas de todos los tiempos. Nuestra intención ha sido proporcionarle al poeta en formación los documentos apropiados para que realice el proceso por sí mismo y para que, al hacerlo, se nutra con el conocimiento y la experiencia de los más grandes poetas de la historia; pero también es un libro de rica lectura y diversión para quien no tenga la intención de ser poeta.

Si alguien lee con detenimiento, relee y estudia los textos y los poemas, podrá llegar a concebir una noción de la poesía plena y autónoma, sustentada en las más profundas y verdaderas razones del «ser poeta»; pero si alguien solo lee este libro de principio a fin, como se lee una novela o un libro de cuentos, solo sentirá el goce y la agradable satisfacción de haber nutrido su alma con el asomo a la expresión de la belleza sublime.

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Luis Fernando Macías Zuluaga 
(Medellín, 1957) es narrador, poeta, ensayista, editor y autor de obras para niños, licenciado en Educación, Español y Literatura, especialista en Literatura Latinoamericana y magíster en Estética y Filosofía del Arte. Ha sido director de la «Revista Universidad de Antioquia», institución donde ejerce como profesor, y codirector de las revistas «Poesía» y «Esteros». Entre sus libros se destacan las novelas «Amada está lavando», «Ganzúa», «Eugenia en la sombra», «Las muertes de Jung», «Morir juntos»; las obras de poesía «La línea del tiempo», «El jardín del origen», «El libro de las paradojas», «Memoria del pez» (compilación 1977-2017), «Todas las palabras reunidas consiguen el silencio» (antología bilingüe); y los ensayos y compilaciones «Diario de lectura I: Manuel Mejía Vallejo», «Diario de lectura II: el pensamiento estético en las obras de Fernando González», «Diario de lectura III: León de Greiff, quintaesencia de la poesía», «Diario de lectura IV: Libro de los viajes o de las presencias», «El juego como método para la enseñanza de la literatura a niños y jóvenes»; «Glosario de referencias léxicas y culturales en la obra de León de Greiff», «El taller de creación literaria, métodos, ejercicios y lecturas» y «La expresión poética».

miércoles, 2 de agosto de 2023

La voz del tintero: literatura, ciencia ficción y viajes en el tiempo

Hace unos días recibí una invitación muy especial, para un conversatorio en el programa La voz del tintero, de Telemedellín Radio, para hablar sobre Literatura, Ciencia Ficción, y viajes en el tiempo, con motivo de mi libro "Matar al lobo".  Fue una conversación muy interesante sobre literatura, medicina, antropología y creatividad. 

Los invito a escucharla.   




Mis agradecimientos a Yuly Sanchez, al profesor Gustavo Bedoya, a Aldair Ballestas, y por supuesto a Felipe, del control master.