"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)
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miércoles, 12 de octubre de 2022

La aspiradora de sonidos

Hace poco conversaba con un amigo sobre el origen de algunos de mi cuentos. Le comentaba que uno de ellos, "La aspiradora de sonidos", publicado en el libro FUGA DE IDEAS, se basaba en una ley física muy simple: Cuando a una onda de sonido se le sobrepone otra, de igual frecuencia y amplitud, pero de polaridad contraria, ambas ondas se anulan entre sí y producen un silencio. 

El cuento precisamente trata de un antioqueño, habitante de la Casa Barrientos, ubicada en la Avenida La Playa, que en 1966 construye una máquina capaz de anular los sonidos. Precisamente su debut lo hace frente a la retreta del parque de Bolivar. Ovidio Barrientos, llega con una gran caja de madera con ruedas, saca de ella una manguera con una bocina y cuando la banda está tocando en todo su apogeo, el personaje del cuento enfoca la corneta que hay al final de la manguera, y "aspira" la música.  Los presentes se asustan. Están siendo testigos de una aspiradora de sonidos. (Va un fragmento...)

   


El personaje de mi cuento ofrece su invento al Consejo de la ciudad con el fin de combatir el ruido que producen los automóviles y las industrias de ese entonces, pero el desenlace de la historia es inesperado. (Si desean leer el cuento completo, les recomiendo comprar mi libro FUGA DE IDEAS). 

Aunque es un cuento de ficción, en la teoría es posible anular el ruido produciendo una especie de anti-ruido. 


Dado que mi amigo quedó intrigado con esa posibilidad, le he enviado un video que muestra de forma práctica lo que puede hacerse si se cuenta con un ordenador que produzca dos ondas similares pero opuestas.  

De hecho, es posible producir activamente un silencio si se cuenta con un equipo capaz de detectar los sonidos y producir una onda de igual amplitud y frecuencia, con una polaridad opuesta, para que las sumatoria ambas ondas den como resultado el "cero", o sea, el silencio. 

Para su compresión, les comparto este video de Jaime Altozano en el que se explica, por medio de una ilusión acústica, la magia de la física. Si corren el video en un sistema monofónico, no escucharán la primera frase. (porque se trata de dos ondas que se anulan entre sí). Pero si lo escuchan con altavoces o audífonos (en estéreo), podrán escuchar perfectamente lo que dice, porque cada lado se comporta como una onda diferente. 


Posdata: Si quieren comprar mi libro pueden escribirme al WhatsApp 
305 3997940 o dirigirse a la página de la editorial. 

miércoles, 3 de agosto de 2022

Aprender a discutir y a disentir.

¿Te ha sucedido que cuando discutes con alguien con una postura diferente, cualquier evidencia que tengas será desestimada? Ya se trate del tema de la vacunas, la redondez de la tierra o la politica, siempre habrá alguien con el que no es posible dialogar y se empeñará en que su punto es el correcto a pesar de toda la evidencia que se exponga. 

El caso es que, con estas personas, muchas veces tenemos mas puntos en común que en oposición. La clave es aprender a distinguir a las ideas, de las personas. Es muy difícil cambiar creencias. Las creencias no son fáciles de cambiar a menos que la persona misma las cuestione... y muy pocos lo hacen. 

Por eso, al conversar, no ataquemos a las personas por su forma de pensar. Argumentemos sobre los puntos de vista, no sobre las personas. Entendamos por qué piensan de la forma en que lo hacen. Eso nos hace entender sus posturas y nos hace más tolerantes frente al otro, que, a pesar de la evidencia, piensa diferente. 

Les comparto este video de Guadalupe Nogués en una conferencia TEDx que dio en Argentina. Cómo hablar con otros que piensan distinto. Espero les guste.



 

miércoles, 13 de julio de 2022

¿Niñez Transgénero?

El 7 de julio de 2022 leí una columna, en el periódico El Colombiano que hablaba de un niño de 9 años, al cual su familia apoyaba y estimulaba frente al hecho de que se "percibiera como niña". 

Luego de su lectura me quedó una duda:¿Realmente este menor se percibía como de sexo contrario, o simplemente le gustaban algunos comportamientos sociales que tradicionalmente son considerados por nuestra sociedad actual como femeninos?

Aquí expongo unas reflexiones al respecto que van generar odios y que me convertirán en villano. No me importa. Sólo espero que al menos unos pocos entiendan el por qué, el estimular la ideología de género en los niños, es un acto de violencia contra ellos.


Desde el punto de vista biológico, lo normal en la naturaleza es la dualidad. Solo existen individuos genéticamente machos (XY) o genéticamente hembras (XX). Cualquier alteración cromosómica que no encuadre dentro de estos dos parámetros es un error de la naturaleza que se paga muy caro (un individuo con trisomía de cromosomas sexuales XXY o XXX, está predispuesto a mayores riesgos para la salud, incluso la muerte). El género es la expresión que tienen las caracteríticas sexuales en el individuo (masculino o femenino) y está determinado por patrones de comportamiento en algunas esferas (no en todas). La identidad de género es un invento de las sociedades humanas, y no tiene fundamento biológico. 

En algunas especies animales es evidente un comportamiento diferencial, dependiendo del sexo, pero esto solo ocurre en algunos aspectos, como en el relacionamiento con otros adultos (para la mayoria de las actividades rutinarias, como comer, dormir, respirar, defecar, no hay diferencia entre los sexos). En su relacionamiento social, los primates machos suelen ser más agresivos y territoriales que las hembras cuando están en grupo. Sin embargo, ante la dificultad de conseguir comida, algunos machos jóvenes suelen adoptar comportamientos femeninos para evitar ser vistos como potenciales rivales por el macho alfa quien controla el acceso a la comida. Asi, mostrándose femeninos, aplacan la agresividad del lider, o consiguen alimentos o privilegios que, de otra forma (siendo agresivos y varoniles), implicarian un enfrentamiento. 

A donde quiero llegar es que, comportamientos femeninos en un macho, no siempre implican identidad de genero alterada. Un niño que disfrute jugar con muñecas, dejarse el pelo largo, o que odie los deportes rudos, (tradicionalmente masculinos), no necesariamente tiene una identidad de género femenina. Puede ser que quiere evitar confrontación por saberse menos fuerte que los demás, y simplemente tiene comportamientos menos agresivos, que la mayoría considera femeninos.  

En la especie humana tradicionalmente hemos puesto falda, aretes y pelo largo a las niñas, y pelo corto y pantalón a los niños, sin que haya otra forma de diferenciarlos por sus rasgos físicos no genitales. Es la pubertad en la que externamente podemos empezar a distinguir un macho de una hembra. Si cubriéramos sus genitales durante la infancia, sería casi imposible distinguir un niño de una niña y por eso, socialmente utlizamos señales como el largo de su cabello, la pintura en sus uñas, o las aretas en sus orejas. Ser mujer no significa peinarse el cabello con una moña, pero para un menor de edad, ese puede ser el significado de "ser mujer".

De ahí que es muy dificil establecer si realmente un niño tiene una identidad de género asintónica. Antes de la pubertad o la adolescencia un niño que "se comporta como niña" o de aspecto femenino no necesariamente se siente atraído sexualmente hacia los varones; simplemente no se identifica con el grupo de individuos de pelo corto y pantalones, rudos y agresivos que juegan brúscamente. Igualmente la niña a la que le gustan los comportamientos rudos no necesariamente se siente atraida sexualmente por las niñas. Hay niñas que son peleoneras, agresivas, bruscas ("poco femeninas") y eso no indica para nada que su sexualidad sea masculina, así como no predice que de adulta será una lesbiana porque de niña no era pacífica, delicada y cariñosa. 

En los niños no se puede hablar de que haya atracción sexual hacia un género sino más bien atracción social hacia los comportamientos y "adornos" que tradicionalmente acompañan esos géneros a traves de los siglos.  

Si hubiera un pueblo aislado, donde los varones usaran falda en lugar de pantalón y cabello largo con hebillas, y las niñas de 9 años jugaran juegos de contacto agresivo, usaran pelo corto, vistieran pantalón y no llevaran aretas, cualquier niña que quisiera usar falda sería mal vista. Igualmente pensarian lo mismo de un niño que decidiera lucir como niña. Es decir, cortarse el pelo, quitarse las aretas y usar pantalón. De ahí que la identidad de género es un "constructo social".  El hecho de que un niño escocés (en la Escocia tradicional) pidiera que le dejaran usar falda como los guerreros, no lo convertía en un transgénero.  

El transgenerismo realmente no está relacionado con el sexo de una persona sino con los comportamientos tradicionalmente asociados a un género y que no dependen del mismo, sino de las tradiciones. Un niño que odia los deportes de contacto, que le molesta el futbol o que no le interesa la mecánica pero disfruta jugar con muñecas o hacer manualidades tipo collares no es un homosexual. Simplemente es un individuo que disfruta de comportamientos mas suaves y "socialmente" femeninos. El problema surge cuando a ese niño lo estimulan a que se perciba como mujer y lo encaminan a que, en el futuro busque pareja del mismo sexo. Ahí es donde está el error. 

La sociedad actual está haciéndoles creer a los niños que son mujeres por el simple hecho de que tengan gustos "femeninos". Ese niño varón que disfruta de hacer collares, nunca será una niña: seguirá siendo un niño (XY) con gustos femeninos. Encaminarlo a que se cambie los genitales o que busque su pareja entre los del mismo sexo es un error garrafal. Solo hasta que sea un adulto, él podrá decidir si le gustan las mujeres o los hombres. Decirle a un chico de comportamiento menos agresivo (tradicionalmente femenino) que es una niña, y que nació con el cuerpo equivocado es un crimen que atenta contra la naturaleza y contra la misma sociedad, y especialmente contra los derechos de ese menor que simplemente quiere "jugar a ser niña".

Nuestra sociedad debe aprender a ser tolerante con el niño que no le gusta el futbol y los deportes de choque y con las niñas a las que les gustan los deportes violentos. Debe entender que habrá niños que tienen comportamientos menos varoniles y niñas que tienen comportamientos masculinos. Eso no es trangenerismo, es simplemente gustos. No es que hayan nacido en un cuerpo equivocado. No es que sean "niñas con pene", ni "niños con vagina". Los niños siempre tendrán cromosomas XY y las niñas, XX, incluso, si de adultos toman la decisión de hacerse operar para parecer físicamente del sexo opuesto. Sus genes y sus cromosomas nunca cambiarán a pesar de sus gustos y preferencias. 

Con esta entrada quiero hacer un llamado a los padres de familia: Si sus hijos hombres tienen comportamientos femeninos o si sus hijas mujeres tiene comportamientos masculinos, no estimulen en ellos la idea de que nacieron en cuerpos equivocados. ¡Ámenlos! No estimulen eso de que "tienen que cambiar de sexo" para darle gusto a la sociedad progresista. Entiendan que sus hijos tienen "gustos diferentes" pero no los obliguen a tomar partido, como si realmente fueran del género opuesto. A lo mejor simplemente quieren "jugar a ser del sexo contrario". Dejen que de adultos decidan si quieren comportarse como alguien del otro sexo. Que sea la decisión de ellos cuando sean adultos, nunca de niños.  

Decirle a un niño que es una niña porque así él lo quiere o por que sus mayores lo perciben muy femenino, es engañarlo, y tal vez condenarlo a que viva una vida de confusión en el futuro. Un hombre siempre será biológicamente hombre (celularmente XY) a pesar de que modifique artificialmente su cuerpo y adquiera comportamiento femenino. Tendrá enfermedades de hombre, tendrá el mismo riesgo cardiovascular de un hombre y el mismo riesgo de sufrir cáncer de prostata aunque decida maquillarse y vestirse como tradicionalmente se visten las mujeres. Las mujeres tendrán ovarios y útero y aunque se los hagan extraer, sus células seguiran teniendo material genético femenino. La biología no puede alterarse por más que el individuo lo desee. Debemos entender que quien nace de un sexo determinado seguirá siendo biológicamente de ese sexo, a pesar de adoptar comportamientos y preferencias del otro. Hay que entenderlo y aceptarlo: Esa es la verdadera inclusión:  Comprender que esa persona es libre de adoptar otra actitud aún en contra de su biología, pero nunca, sucumbir ante el engaño de que si cree que es una mujer, lo será. Por más que yo quiera creer que soy un perro, ande desnudo en cuatro patas, ladre y levante la pata trasera para orinar en cada poste, seré un perro. Biológicamente seguiré siendo humano. 

No debemos castigar o discriminar a un niño varón que prefiere jugar los juegos de la niñas y no quiere jugar como lo hacen los niños de su propio sexo, pero no estimulemos en los niños la creencia de que al desear ser del otro sexo se convierten automáticamente en el género opuesto.

Como decía el comediante Bill Maher recientemente: Si los niños de 8 años supieran lo que quieren ser de adultos, el mundo estaría lleno de vaqueros y princesas. Yo quería ser un pirata. Gracias a Dios, nadie me tomó en serio y programó una operacion para sacarme un ojo y cortarme una pierna. 



miércoles, 23 de febrero de 2022

Dos cuentos para pensar: Impunidad y Eugenesia

Los siguientes microcuentos estaban destinados a salir publicados en un libro.  Pero, dadas las circunstancias¹, el parto debió adelantarse. 

A veces no hay mejor argumento que la literatura. 




IMPUNIDAD

 Carlos Alberto Velásquez Córdoba.


La primera vez que quisieron matarlo, usaron un veneno. Por varios días estuvo sometido a dolores insufribles y a convulsiones incontrolables, pero sobrevivió milagrosamente. En vista de que continuaba vivo, fue atacado, unos días más tarde, con un objeto metálico con la intención de mutilarlo. Hubiera sido desmembrado de no haber permanecido acurrucado y en silencio en la oscuridad de su guarida. Dos días más tarde volvieron a entrar por él, pero tampoco esta vez pudieron dañarlo. Los sicarios eran inexpertos.

Veinte años después, él aún no olvidaba el intento de homicidio al que había sobrevivido. Solo sabía que había sido una mujer la que lo había dispuesto. Luego de mucho reflexionar, decidió investigar a profundidad y finalmente, al cabo de cinco años, dio con su paradero: Ella se había trasladado a otra ciudad y aunque cambió su apellido, la encontró. La estuvo vigilando por varios días. A simple vista parecía un ama de casa cualquiera, con un hogar conformado por unos hijos adolescentes y un esposo enamorado. Nadie podría imaginar que aquella mujer, años atrás, intentara perpetrar un homicidio.

Mucha gente le recomendó que dejara las cosas como estaban, que podía considerarse afortunado por ser un sobreviviente, pero él no olvidaba lo que ella había querido hacerle y acudió a las autoridades. Pretendía que pagara por haber intentado asesinarlo cinco lustros atrás. 

El fiscal que lo atendió, lo escuchó asombrado y finalmente le respondió que no había nada que pudiera hacerse contra ella o quienes le hubieran ayudado: en primer lugar, porque los hechos habían ocurrido hacía mucho tiempo y no había pruebas de nada. En segundo, porque ella podría justificarse diciendo que, cuando intentó asesinarlo, era apenas una adolescente desesperada, y que, al fallar en tres ocasiones, cambió de opinión y le dejó vivir.  Además, al pretender asesinarlo, ella estaba en todo su derecho.  Al fin y al cabo, intentar practicarse un aborto, ya era, para ese entonces, un procedimiento absolutamente legal.


FIN

 

(c) Carlos Alberto Velasquez Córdoba (2021)



 

EUGENESIA

 Carlos Alberto Velásquez Córdoba

 

En estos días estaba leyendo unos periódicos antiguos y descubrí que se gastaba mucha tinta en discusiones sobre el aborto.  En uno de ellos pude leer la frase de un opositor, que decía: “Es irónico que todos los que están a favor del aborto, hayan podido nacer”, y luego argumentaba que era una desfachatez que se pidiera el aborto para otros, mientras se tenía el privilegio personal de estar vivo. También en sentido contrario, leí defensas muy bien sustentadas apoyando el aborto, y pensé en la increíble y maravillosa forma cómo mi civilización suprimió por completo esa discusión. Ya nadie, en la actualidad, menciona ese tema.

¿Quién lo creyera?  Todo empezó con los estudios genéticos sobre el ADN. Primero se estudió in útero quién sufriría enfermedades genéticas al nacer, y posteriormente, quién padecería enfermedades crónicas.  Luego de tomar unas pocas células del embrión, no era difícil saber quién sufriría un infarto y a qué edad moriría, o quien sería diabético a los 43 años.

Media década después se tuvo conocimiento de cuál sería la inclinación sexual en su etapa adulta o sus gustos académicos. Con la simple muestra de una minúscula célula tomada del líquido amniótico, se podía prever quién sería médico, quién abogado, o quién artista.

El culmen llegó cuando se pudo identificar a través del estudio de su ADN, quién, de adulto, estaría a favor del aborto. A partir de entonces, todo embrión de pocas semanas, que en su material genético estuviera predestinado a ser promotor del aborto, fue abortado sin permitirle que naciera.

No existe ningún dilema ético al hacerlo, dado que, al estar de acuerdo con el aborto, se daba por entendido que no objetaría aplicar el procedimiento a sí mismo.  De hecho, ya no se llaman "abortos", puesto que realmente se trata de una eutanasia anticipada. 

Lo bueno de todo, es que nadie que haya nacido estaría a favor del aborto. Los que hubieran estado a favor, fueron abortados antes de nacer.    

¡Es una maravilla, la forma cómo mi civilización supo resolver un problema que por mucho tiempo había sido generador de conflicto!

 

FIN


(c) Carlos Alberto Velasquez Córdoba (2021) 

Espero que les haya gustado y les genere alguna reflexión. Si los quieren compartir, solo les pido que, citen al autor y la fuente (el blog de los lagartijos). 

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¹En Colombia la Corte Constitucional acaba de despenalizar el aborto para gestaciones hasta de 24 semanas (seis meses de embarazo). Como médico elevo mi voz de protesta. No me hice médico para asesinar inocentes. 

No puedo hacer nada para cambiar esa ley. Pero si asesinar inocentes es ahora legal, me niego a cumplir esa ley. 

Señores magistrados: No cuenten conmigo. Si quieren matar a un ser indefenso, háganlo ustedes mismos.  





miércoles, 24 de noviembre de 2021

Medicina narrativa para una medicina mas humana.

¿Para qué sirve la medicina narrativa? ¿Por qué los médicos deben leer literatura?

Un médico recibe en su consultorio a un paciente que tiene una tuberculosis. Al conversar con él, el hombre le cuenta de sus accesos de tos, su esputo sanguinolento, su debilidad. Le relata de su sudoración nocturna. Posiblemente le hable de su temor de no mejorar o el miedo a contagiar a su familia.

Sin embargo, el contacto con su paciente solo será de unos pocos minutos. 

Al anochecer, el médico tomará el libro de su mesa de noche. Leerá sobre una mujer que tose y se cubre con un pañuelo. Descubrirá el miedo a que alguien más vea la pinta de sangre, leerá sobre la forma de cerrar su mano para que su acompañante no descubra la mancha roja. Entenderá sus mecanismos para distraer a los presentes y poder ocultar su pañuelo sin que nadie más lo note. El lector acompañará esa mujer en su angustia sobre el temor a morir; sus pensamientos de desesperanza, su dilema de contarle a su pretendiente y perderlo, u ocultar su enfermedad y hacerle un  daño mortal. Sentirá su temor a ser excluida de la sociedad y la ansiedad que le produce encontrarse en medio de una conversación cuando llegue un nuevo acceso de tos. Por eso la mujer casi no ha hablado en la reunión: cuando habla mucho la tos ataca con más facilidad. Todos los asistentes opinan que el silencio es una virtud. La mujer, por el contrario, sabe que calla porque teme caer presa de los espasmos de una tos.

El médico cierra por un momento el libro dejando un dedo entre las páginas. El paciente del consultorio ahora parece más real. En la media hora que estuvo con él, solo hablaron de un poco de su enfermedad y medicamentos. Pero en el libro, aunque solo ha leído una media hora, ha vivido por una semana con una mujer tuberculosa. ¡Qué enfermedad tan horrible!

Leer hace que la práctica médica sea más humana. 

Los invito a escuchar esta conversación sobre la medicina y la literatura. Les aseguro que les va a encantar. 

Quiero agradecer a mi colega y amigo, Sebastián Alba Ospina, fundador de Revive, entrenamiento médico, el haberme dado esta oportunidad de contar un poco, lo que es la Medicina Narrativa. 


Espero lo disfruten.

miércoles, 10 de noviembre de 2021

¿Qué es, en realidad, la historia clínica?

Los médicos, y en general el personal de la salud, vemos a la historia clínica como una obligación. Creemos que luego de examinar el paciente, sentarnos a escribir es una pérdida de tiempo.  

Pero les tengo una noticia.  La historia clínica no es el hecho de sentarse a escribir en un papel o en un computador. 

La historia clínica es una investigación detallada que el profesional de salud hace para conocer la enfermedad que aqueja al paciente, las preguntas que hace, la información que logra sustraer y el análisis que hace de esa información.  

El papel o el archivo son tan solo la evidencia de que se hizo una historia clínica. 

La historia clínica es el arte de ver, oír, entender y describir la enfermedad humana.

Los invito a ver esta amena conversación que tuve con mi amigo el doctor Sebastián Alba Ospina, gerente de la empresa Revive.

Espero la disfruten



Si les gusta el video, denle "me gusta -like-" al video. Pueden dejar sus comentarios en youtube, o escribir sus opiniones en este blog. 

Hasta la próxima semana.   

miércoles, 27 de octubre de 2021

Obsolescencia programada

Esta semana les traigo un cuento de mi autoría, publicado en el libro "COLA DE CERDO, EL SUICIDA FALLIDO. 


Espero lo disfruten: 

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OBSOLESCENCIA PROGRAMADA

Carlos Alberto Velásquez Córdoba


Cuando mi profesor de medicina interna decía que debíamos creerle a los enfermos, yo me convencí de que tenía toda la razón. Incluso cuando el doctor González, mi profesor de psiquiatría nos presentaba sus pacientes, siempre tuve la certeza de que a pesar de que por muy disparatada que fuera la idea delirante de alguno, siempre había algo de cierto en ella.

Eso fue lo primero que pensé cuando a mi consulta llegó por primera vez don Guillermo, un hombre de unos cincuenta y cuatro años, que solicitaba mis servicios por un motivo que jamás yo había escuchado.

—Doctor, vengo a que me oriente. Desde hace tres meses vengo sintiendo cosas muy extrañas. A veces veo y en otras escucho un mensaje en mi cabeza que dice: “Su cerebro está llegando a la capacidad máxima de almacenamiento. Por favor póngase en contacto con el servicio técnico para hacerle mantenimiento”.

Mi primera reacción fue mirar si el hombre tenía algún tipo de cámara escondida en el botón de su camisa. Era la consulta más disparatada que yo hubiera escuchado en treinta años de ejercicio.

Por supuesto, mi ética profesional me impidió soltar una carcajada. Con el tacto que había aprendido de mis maestros, comencé mi anamnesis con las consabidas preguntas: cuándo le empezó la condición, cómo le empezó, a qué lo atribuye, etc.

Fue así como pude enterarme de que el paciente era un hombre con una vida relativamente normal. Hasta el momento no había sufrido de ninguna patología relevante.

Era antropólogo, y se desempeñaba como profesor en el área de humanidades, en una prestigiosa universidad. Tenía un matrimonio convencional, y nada de su vida podía catalogarse como fuera de lo común.

Me contó que hacía cerca de tres o cuatro meses había tenido una especie de ceguera temporal mientras leía el diario. Todo se le puso negro por unas centésimas de segundo y mejoró al parpadear. El siguiente evento ocurrió unos días después, mientras leía un libro. Esta vez la duración de la oscuridad fue mayor y vio —como si se encontrara en una sala de cine— una advertencia que decía que su cerebro estaba llegando a la capacidad crítica de almacenamiento y que debía comunicarse con el servicio técnico para programar el mantenimiento.

—Era un letrero escrito en letras verdes sobre un fondo negro. Estaba rodeado por un marco del mismo color —agregó.

Por supuesto don Guillermo pensó inicialmente que se había tratado de un microsueño, que no dejaba de ser extraño, pero no prestó atención hasta que la advertencia volvió a aparecer a los pocos días, mientras calificaba unos exámenes.

El hombre consultó a un oftalmólogo, quien le recetó unos lentes ya que, había descubierto una leve deficiencia visual, pero no encontró nada que explicara la imagen observada. Le recomendó que consultara a un psiquiatra, cita que ya había pedido el paciente desde el mismo día del evento.

El psiquiatra tampoco encontró ninguna alteración de percepción que pudiera enmarcarse en una psicopatología. Su diagnóstico fue agotamiento, y le dio una incapacidad por una semana que el paciente aceptó a regañadientes.

Cuando reanudó su actividad académica no sólo volvieron a aparecer los letreros, sino que también escuchaba en su cabeza una sensual voz femenina, con acento español, que sobre una música de fondo le recordaba que su cerebro se acercaba a un nivel crítico de almacenamiento y debía ponerse en contacto con el servicio técnico para adelantar labores de mantenimiento.

Consultó varios psiquiatras, fonoaudiólogos, oftalmólogos, sin que ninguno pudiera encontrar la causa de sus visiones y alucinaciones auditivas. Las advertencias se hicieron más frecuentes.

—¿Y por qué cree usted que yo puedo ayudarlo?

—Doctor, usted es uno de los mejores neurólogos del país, y me dijeron que tal vez, podría tratarse de un problema neurológico.

El paciente sacó de su maletín una carpeta con todo tipo de estudios: Tomografías, resonancias magnéticas cerebrales, electroencefalogramas, pruebas de sangre y de orina: todo absolutamente normal.

El examen físico no arrojó ninguna información adicional con excepción de un retardo en los reflejos osteomusculares, posiblemente debidos a la fuerte medicación antipsicótica que había prescrito el último psiquiatra.

Tuve que ser honesto y confesar que yo tampoco encontraba la causa para sus alucinaciones y sugerí que todo apuntaba a un trastorno psiquiátrico.

—Usted está siendo víctima de alucinaciones visuales y auditivas. Aunque dichas manifestaciones pueden verse en algunos tipos de tumores, las tomografías y resonancias no muestran ninguna masa mayor a tres milímetros que pueda ser detectada. Es probable que se trate de un trastorno psiquiátrico por lo que lo más prudente es continuar la medicación que le ordenó el psiquiatra y seguir buscando otras posibles causas. Le di una orden para que se hiciera otros estudios y le programé con mi secretaria, una revisión en ocho días.


Esa noche, en mi casa relaté el caso tan extraño que me había llegado, por supuesto sin violar la confidencialidad de mi paciente.

—Pá, ¿no será un caso de obsolescencia programada?

—¿Un qué?

—Un caso de obsolescencia programada —respondió mi hijo que ya se sentía un ingeniero, a pesar de que apenas iba en la mitad de la carrera.

—¿Y eso qué es?

—Eh, Ave María, Pá. ¿No sabe? —dijo con aire de suficiencia— Eso es lo que hacen las empresas para que las cosas se dañen a propósito y poder fidelizar sus clientes.

—Sigo sin entender…

—Muy sencillo. ¿Recuerda la impresora que dejó de funcionar y sacó un aviso para que la lleváramos a mantenimiento? La mayoría de las veces no se necesita. Pero ellos ponen un chip para que luego de 5.000 impresiones deje de funcionar y uno tenga que llevarla. Lo mismo que pasa con los celulares de ahora: están hechos para que cada dos años uno los tenga que cambiar, porque no le caben las aplicaciones.

—Eso es porque las cosas de ahora están mal hechas…

—No, Pá, las hacen muy bien, pero las programan para que se dañen más rápido… En la universidad nos contaron que uno de los primeros bombillos que hizo Thomas Alva Edison lleva más de cien años encendido sin fundirse¹. ¿Se imagina una empresa que haga bombillos y ninguno se queme? ¿O un pantalón que no se rompa ni se decolore? Hay que hacer cosas que se dañen rápido para que haya trabajo para todos.

—Eso está muy mal. En mi época las cosas no se dañaban. Mi mamá todavía tiene una nevera General Electric que compró cuando se casó.

—Pero es que ya no estamos en tu época. Es la época de nosotros —afirmó en plan de sorna.

—¿Cómo dijiste que se llamaba?

—Obsolescencia programada.

—Voy a tener que leer sobre eso. Nunca lo había oído mencionar. Aprendí una cosa nueva, gracias.

—¿Para qué estudiamos ingeniería? —respondió con picardía mientras terminaba la cena.

A la semana siguiente mi paciente no llegó a la revisión. Pedí a la secretaria que lo llamara, y se disculpó porque había olvidado la cita. Le abrimos espacio para el día siguiente.

—Doctor, la situación se ha vuelto peor. Cada vez es más frecuente el aviso, con el agravante de que se me están olvidando las cosas y en ocasiones, es como si me quedara en standby. Haga de cuenta que uno fuera un computador y el cerebro se “reseteara”. A veces mis estudiantes me tienen que hablar fuerte, porque dando la clase me quedo bloqueado.

Fui honesto con él. Su caso excedía mis conocimientos. Le prometí que trataría el tema en un staff, aunque le recomendé continuar el manejo por psiquiatría. Mientras tanto comencé a enfocarme en una posible isquemia cerebral transitoria, aunque eso no explicaba las alucinaciones.

Cuando comenté el caso con el grupo de colegas del hospital, se rieron pensando que lo de los avisos era una broma mía. Por más de que les aseguré que hablaba en serio, no me tomaron en cuenta. Uno de ellos, incluso, preguntó si también había películas y a qué horas se presentaban. Finalmente, ante mi insistencia, accedieron a que a la próxima reunión yo llevara al paciente.

Un día cercano a esa fecha, mi secretaria me recibió con una mala noticia. La familia de don Guillermo había llamado. Tuvieron que llevarlo de urgencias a un centro hospitalario. En la mañana no se había levantado y cuando fueron a ver lo que le ocurría, el hombre no podía hablar.

Pedí los datos y me dirigí al Instituto Neurológico. Me identifiqué como su neurólogo y descubrí que visitaba a otros tres. Uno de ellos, el doctor Eusebio Ramírez, antiguo condiscípulo, también había ido a visitarlo a la Unidad de Cuidados Intensivos. Luego de saludarnos efusivamente, después de no vernos por varios años, hablamos con el médico a cargo, que nos contó que el paciente había tenido un infarto cerebral masivo y que su pronóstico era reservado. Aún se desconocía la causa.

La reacción de mi colega fue imprevista. Se puso pálido y tuvimos que acercarle una silla para que no se cayera. Nunca había visto un grado tal de empatía con un paciente.

Unos minutos más tarde, cuando el doctor Ramírez se repuso, nos sentamos en la cafetería a hablar de nuestro paciente y comparar impresiones.

—Es el caso más extraño que he tenido —dije—. Inicialmente pensé que se trataba de un cuadro psiquiátrico, pero luego me incliné por una epilepsia del lóbulo temporal. Eso explicaría las alucinaciones visuales y auditivas. Después pensé que se trataba de un problema isquémico, pero todas las pruebas habían salido normales.

—¿Y qué te hace pensar que las advertencias fueron alucinaciones?

—¿Y qué otra cosa puede ser? ¿Acaso crees que el aviso era real?

Entonces el doctor Ramírez puso su mano sobre mi antebrazo y se inclinó hacia mí.

—¿Puedo pedirte un favor muy especial?

—Claro, Eusebio. Dime qué necesitas.

—Estoy asustado. Necesito averiguar en dónde o quienes prestan el Servicio Técnico. Ayer recibí el primer aviso. 




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Cola de cerdo, el suicida fallido


ISBN 978-958-49-1505-4

Autor: Velasquez Cordoba, Carlos Alberto
Editorial: Libros para Pensar
Prólogo a cargo de Luis Fernando Macías
Materia: Narración de cuentos
Publicado: 2021-02-07
Número de edición: 1
Número de páginas: 152
Tamaño: 14x21cm.
Encuadernación: Tapa blanda o bolsillo
Soporte: Impreso
Idioma: Español

Pedidos: calveco@une.net.co 
WhatsApp: 305 3997940

También puede ser adquirido en las librerías Resplandor (Centro Comercial Unicentro) y en Librópolis (Centro Comercial Orquídea Plaza), en el Instituto Tecnológico de Artes Eladio Velez (Itagüí) o directamente en la Editorial Libros para pensar.

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1.  Aquí les dejo un video de Veritasium que habla de la obsolescencia programada y de la famosa bombilla de Edison. 

miércoles, 6 de octubre de 2021

La enfermedad en el arte, de la mano de Francisco Javier Barbado.

Hace poco un amigo, médico y empresario, me invitó a grabar con con su empresa unos podcast sobre medicina y literatura. Dentro de los temas que hablamos estuvo un tema apasionante: la relación entre la enfermedad y la literatura. A pesar de que muchos escritores no son médicos, en sus obras describen a la perfección la enfermedad humana. 

Igualmente ocurre con la pintura. Muchos pintores han plasmado la enfermedad en sus obras.  

Hace unos meses me llegó un artículo del Periódico El español, escrito por Marcos Domínguez y Javier Carbajal, titulado "Doctor Barbado, el médico que halla enfermedades en los cuadros de Goya y Velázquez", en el que muestran el impresionante trabajo hecho por el Internista Francisco Javier Barbado, analizando las pinturas del Museo del Prado y descubriendo las enfermedades allí expuestas.

El doctor Javier Barbado es el tercero de
izquierda a derecha (el segundo soy yo)
El artículo me trajo bellos recuerdos y me llenó de emoción:  En 2016 la Pontificia Universidad Javeriana de Cali me invitó a presentar una ponencia sobre literatura y medicina en el I Coloquio Iberoamericano de Medicina Narrativa.  Allí tuve el honor y el placer de conocer al doctor Francisco Javier Barbado Hernández, un medico apasionado por la literatura y el arte, quien nos deleitó con una conferencia en la que mostraba pinturas clásicas en las que la enfermedad estaba presente. 

A continuación trascribo el artículo que relaciono y agrego las imágenes que se mencionan en él. Doy los respectivos créditos a sus autores y a El Español. He sacado las pinturas de la web, no solo las que originalmente trae el artículo, sino otras tantas, con fines didácticos. 

Francisco Javier Barbado, en la entrada al museo del Prado


"Doctor Barbado, el médico que halla enfermedades en los cuadros de Goya y Velázquez" 


Palidez reflejo de una anemia ferropénica, lesiones cutáneas de color ocre en la región frontal izquierda, baja estatura y bocio incipiente. A pesar de ser diagnosticada con pubertad precoz, la paciente tiene más de 350 años. Lo que los médicos de la época posiblemente no sabían es que un compañero suyo elaboraría la historia clínica de la infanta Margarita de Austria y llegaría a una conclusión: la que sería por un breve tiempo (murió a los 21 años) una de las mujeres más poderosas de Europa, hija del rey español Felipe IV y emperatriz consorte del Sacro Imperio Romano Germánico, sufría la enfermedad de Albright.

Las Meninas - Diego Velazquez -  Museo del Prado


A Francisco Javier Barbado le fascina especialmente
Maribárbola, la enana de origen alemán que vino a España para formar parte del servicio de la infanta. "Tiene cabeza grande, macrocefalia; tiene una frente olímpica, amplia, nariz en silla de montar, pómulos agrandados… Es un modelo clínico de acondroplasia".


Sabe de lo que habla. Cuando este exjefe de sección del servicio de Medicina Interna de La Paz dejó de ir al hospital (así es como llama él a la jubilación, porque no ha parado desde entonces), se acostumbró a acudir un par de veces por semana a su museo predilecto, la pinacoteca más grande de España y una de las principales del mundo: el Museo Nacional del Prado. 

Durante dos años paseó por sus pasillos como si fuera la planta de su hospital, y cada cuadro era una cama con uno o varios pacientes a los que visitar. "Cada día pasaba unos 10-12 cuadros, una sala entera". Llenó decenas de libretas con sus observaciones. "Me di cuenta de que había muchos signos físicos de enfermedades que yo había visto". Y es que a su experiencia en el mayor centro hospitalario de España se añadía su participación en el grupo de Enfermedades Minoritarias de la Sociedad Española de Medicina Interna. "Había síndrome de Cushing por todos los lados y muchas enfermedades raras", la mayoría de origen genético, con los Austrias siendo sus abanderados.

"Dice Gregorio Marañón que el factor genético de los Austrias era una bomba autodestructiva. El árbol genealógico y las enfermedades de esta familia no los puedes retener en la cabeza: a veces tienen hasta 15-20 parentescos". Y la pobre infanta Margarita fue una víctima de la consanguinidad.

Barbado acude a Óscar Valtueña, médico que en 1999 diagnosticó a la pequeña. "Él interpreta que el búcaro (el pequeño jarrón que le ofrece en una bandeja la menina María Agustina Sarmiento) es de arcilla, pero en palacio el agua no se ofrecía en estos recipientes porque daba un sabor amargo y cierta podredumbre; la daban en vidrio refrigerado con hielo, así que esto no es para beber. Probablemente masticaba la arcilla para frenar la menstruación: tendría metrorragia por pubertad precoz, característica del síndrome de Albright. Lo veo bastante verosímil, sobre todo por los cuadros posteriores, que también se pueden ver en el Prado". 


Las meninas - Detalle.
Obsérvese el jarrón de arcilla

El segundo paso del doctor Barbado fue comparar sus apuntes con los de otros 'médicos de cuadros' para corroborar sus impresiones, como si estuviera en una junta médica: Castillo Ojugas y su "Una visita médica al Museo del Prado"; Amador Schüller con "La patología en la pintura de Velázquez"; Alejandro Aris y  "La medicina en la pintura"; Martí i Vilalta con "Neurología en el arte"… Por aquel entonces dejó de acudir dos veces por semana para hacerlo 'solamente' una al mes y apuntarse a las visitas didácticas de los amigos del museo. 

Su amplio conocimiento de las obras que allí se encuentran y las patologías que afloran en las mismas lo ha plasmado en numerosas conferencias y artículos en revistas médicas especializadas. EL ESPAÑOL le ha pedido que seleccione cinco cuadros de la pinacoteca para analizarlos en profundidad, obras de Velázquez, Goya, El Bosco, Strozzi y… ¿Leonardo Da Vinci?

El primer cuadro de todos es, por supuesto, Las meninas, del que ya hemos hablado. Para cerrar este capítulo queda hablar del tercer personaje clínicamente más interesante: Nicolasito Pertusato, enano de origen italiano que molesta al perro que está dormitando en primer plano. "Debería tener entre ocho, diez, doce años, quizá más. Lo estudió mucho Gregorio Marañón. Es grácil, aniñado, juguetón… Tiene un psiquismo normal y es proporcionado en las extremidades. Su enanismo hipofisario hoy en día se curaría con hormona de crecimiento".

Enfermedades que cambian con el tiempo

Si hay algún autor estrella en el museo, con permiso de Velázquez, es Francisco de Goya. Es el artista que más obras tiene en el edificio, entre cuadros y cartones para tapices. El doctor Barbado considera que es, de los pintores españoles, quizá el más interesante desde el punto de vista médico, pues "pinta unos niños con enfermedades infecciosas, con tiña, etc. que son ejemplares".

Goya:  Los pobres en la fuente
De entre todas las pinturas del aragonés universal se queda con Los pobres en la fuente, uno de los cartones que pintó para ser trasladado a un tapiz con destino al comedor del Palacio de El Pardo pero que nunca lo hizo. La escena representa una madre y dos niños yendo a rellenar con agua unos cántaros.

Enseguida llama la atención uno de los niños. Es el que está de cara al observador: más bajo, con los brazos cruzados como si estuviera pasando una rabieta. "Lo más importante para nosotros es la facies dismórfica, de progeria, la implantación baja del pelo que se da en el hipotiroidismo", que es la interpretación clásica de la enfermedad. Pero hay más.

"Se ve que la ceja derecha está caída, que es signo de hipotiroidismo; la nariz, un poco en silla de montar; los pómulos, agrandados y la boca de carpa, cuello corto muy metido, hombros redondeados, codos por encima de la cintura… Esto es una enfermedad genética y lo más probable es, siguiendo a los pediatras que han analizado la obra, que sea un síndrome de Noonan", enfermedad descrita en 1962.

Aquí, el erudito doctor hace una puntualización. Igual que en la vida real, los diagnósticos de los cuadros son ejemplos de su tiempo. "En los años 70 estábamos diagnosticando enfermedades que ahora no existen, como el síndrome de Banti, que no es más que una cirrosis hepática con esplenomegalia gigante, hipertensión portal y varices, o la enfermedad de Ayarza, que es enfermedad obstructiva crónica con insuficiencia cardiaca. Tampoco existe ya la púrpura benigna hiperglobulinémica de Waldenström. Pero también han aparecido enfermedades nuevas, como el VIH, el síndrome tóxico, esta pandemia…"

Un ejemplo clásico en los cuadros del Prado es la 'Monstrua' de Juan Carreño de Miranda, que la pintó desnuda y vestida. Se trata de Eugenia Martínez Vallejo, una niña de seis años y 70 kilogramos de peso que, en 1680, fue llevada a la corte para ser contemplada como un espectáculo circense. A pesar de ello, Carreño, a la manera de Velázquez, retrató a la niña con humana dignidad. 


Carreño:  La monstrua vestida y la monstrua desnuda

"Para don Gregorio Marañón era un Cushing de libro", comenta el médico. Se trata de un trastorno hormonal causado por el exceso de cortisol, que provoca una acumulación de grasa en el tronco, una cara redonda y roja, y estrías de color púrpura en la piel. Sin embargo, hoy en día está aceptado que Eugenia Martínez Vallejo padecía de un síndrome de Prader-Willi, un trastorno genético que provoca problemas endocrinos en la infancia, estrabismo y retraso en el desarrollo. "El diagnóstico depende de la época y va cambiando, como en la vida real".

¿Antibióticos o cirugía de cataratas?

No todo van a ser enfermedades genéticas en el Prado. Es más, el interés del cuadro no tiene por qué ser la representación de la enfermedad sino de su sanación milagrosa que, a la vista del conocimiento médico de hoy en día, tiene una explicación perfectamente plausible. Así sucede con La curación de Tobías, de Bernardo Strozzi, pintor italiano del Barroco. 

Se basa en un relato bíblico. Tobit y Ana son judíos que están refugiados en Nínive "y, como tantos refugiados de ahora, vivían hacinados". Durmiendo, a Tobit le cayeron excrementos de ave en los ojos que lo cegaron y le impidieron seguir trabajando. Su hijo Tobías, yendo a cobrar un dinero que le debían a la familia, se encuentra con el arcángel Rafael, que le dice que frote los ojos del padre con la hiel de un pez que pesque en el río Tigris. Al hacerlo, Tobit recupera la visión.

La curación de Tobías  - Bernardo Strozzi- Museo del Prado

En el cuadro de Strozzi, Tobías "parece un residente de primer o segundo año, muy solícito" frotando la hiel sobre los ojos de su padre. Al doctor Barbado le fascinan las pseudoescamas blancas que Tobit tiene en los ojos. "Los oftalmólogos dicen que se trata de una queratoconjuntivitis epidémica con un sobrecrecimiento bacteriano y que, al ser la hiel bactericida, por eso acabó curándose". Y pone como ejemplo a Ramón y Cajal, "que usaba bilis de conejo y veía cómo los neumococos eran destruidos en laboratorio".

No es la única teoría que rodea al cuadro: "Hay un oftalmólogo que sostiene que lo que vemos es una cirugía de catarata, algo que no me convence mucho. La zónula filiar, la estructura que sostiene al cristalino, en los ancianos está muy frágil y la catarata está un poco bailando entre la cámara superior y el cuerpo vítreo. Al frotar vigorosamente los ojos, la catarata se introdujo en el cuerpo vítreo y bueno, consiguió ver mejor. A mí me convence mucho más la otra teoría porque le caen encima excrementos de ave". 

Estafadores y piedras en el cerebro

Si hay una escuela de pintura que sea especialmente interesante desde el punto de vista clínico, esa es la flamenca. El costumbrismo de artistas como Brueghel el Viejo o El Bosco, con cuadros inundados de personajes a cada cual más pintoresco, suscita un interés especial tanto por los diagnósticos que se pueden inferir como por las prácticas, presuntamente médicas, que se observan.

Una de las más chocantes de estas prácticas es la cirugía que se les realizaba a los locos, en el siglo XVI, para curarles de su enfermedad: sacarle una piedra de la cabeza, a la que atribuían su locura. Por supuesto, era una intervención falsa que curanderos y charlatanes escenificaban con la connivencia del loco.

"Muchos se dejaban extraer la piedra de la locura porque la Inquisición les había condenado por ser brujos y herejes, y de esta forma probaban que estaban locos y se podían librar de la hoguera", comenta el exjefe de sección de La Paz, que añade una teoría propia. "Es probable que en las autopsias de algunos de estos locos se encontraran tumores cerebrales calcificados. Basta con que se extrajeran unos cuantos para que asociaran esa 'piedra' con alteraciones".

El Bosco escenificó una de esas operaciones en un cuadro enormemente simbólico, La extracción de la piedra de la locura. Se ve a un charlatán (con un embudo en la cabeza) practicando una incisión a un pobre diablo. Pero de ahí extrae no una piedra sino una flor. "Parece un tulipán: probablemente se lo haya sacado de la manga. Castillo Ojugas dice que es un lirio, símbolo de homosexualidad".

Extracción de la piedra de la Locura.  Museo del Prado


Aquí entra otra cuestión: quién era considerado loco en aquella época, principios del siglo XVI. "Muchas veces solo eran gente con una personalidad distinta y se pensaba que estaban endemoniados. También aquellos con deterioro cognitivo, deficiencia en las facultades mentales, epilepsia y cefaleas. Se creía que al quitarle la piedra iban a mejorar y ahí se acababa el problema, pero todo era una farsa".

La enferma más famosa de la pintura

Finalizamos el recorrido médico por el Museo del Prado con un cuadro de otra pinacoteca. La Gioconda, además del retrato más famoso de la historia, es un "compendio de la Medicina Interna": se le ha diagnosticado más de 20 enfermedades: hiperlipidemia por un xantelasma en el ojo izquierdo, alopecia, parálisis facial periférica, esclerodermia, atrofia muscular, Parkinson, incluso bruxismo y caries. 

"Es de risa", critica Barbado, que descarta todos estos diagnósticos anteriores gracias a un hallazgo menos reciente de lo que parece en la que es su tercera casa, siendo la segunda La Paz: una copia del original que conservaba el Prado en sus almacenes y que, tras una serie de radiografías, se comprobó que era un cuadro que se pintó al mismo tiempo que el de Leonardo Da Vinci.

"Los pentimenti o arrepentimientos -alteraciones en el cuadro que marcan cambios de idea del pintor conforme va realizando su obra- son exactamente iguales a los del original del Louvre. Si Leonardo cambiaba el velo, los dedos u otro detalle, al mismo tiempo lo hacían quien estaba a su lado pintando esta otra versión", probablemente obra de Salai o Francesco Melzi, alumnos del taller de Leonardo más cercanos al maestro.


Gracias a la Mona Lisa del Prado podemos comprobar que todas las patologías que se le han atribuido a la del Louvre no aparecen. "El xantelasma (acumulación de grasa en la piel, bajo el párpado) aquí no aparece, seguramente sería un barniz de la pintura". Tampoco la alopecia, pues la Gioconda del Prado "tiene párpados". Incluso la mano izquierda en forma de garra que podía ser símbolo de una atrofia se observa que "está agarrando pliegues del manto. Podría seguir pero no tiene sentido". 

Solo observa una posible enfermedad: en la mano derecha se ve, tanto en el cuadro del Louvre como en el del Prado, "un nodulito en la mano derecha, puede ser un lipoma o, vaya usted a saber, una contractura muscular. ¡La Gioconda del Prado está más sana que tú y que yo!"

Sin ánimo de polemizar, el doctor critica el exceso de celo de algunos de sus compañeros, empeñados en ver patologías en todos los cuadros. "El San Jerónimo de Marinus es una esclerodermia de libro: esos dedos filiformes, telescopados, típicos de la esclerodermia…" La cuestión es que el artista neerlandés pintaba los mismos dedos en todos sus personajes, "y no todos pueden tener esclerodermia".

Marinus: San Jerónimo

Otras patologías sí están suficientemente claras, como el enanismo, ampliamente representado en la pintura, sobre todo la de Velázquez. Sebastián de Morra, "una acondroplasia de libro", el Niño de Vallecas, "caso de hipotiroidismo", la propia Maribárbola de Las meninas. 

Sebastián de Morra

El niño de Vallecas










Sin embargo, el paciente favorito del doctor Barbado se encuentra en el único Caravaggio del museo: David, vencedor de Goliat. El héroe bíblico aparece sujetando la cabeza del gigante, que acaba de seccionar, mientras se apoya en el pecho de su víctima. "Es una acromegalia de libro, con un gigantismo… Los hombros, la cara, la cabeza… Es el cuadro que más me seduce y simplemente se le ve la cabeza, los hombros y un poco el tórax. Caravaggio pintó con un naturalismo asombroso", comenta, mientras finaliza el paseo por la pinacoteca. En Madrid hace buen tiempo y el Prado, que ha abierto sus puertas hace unos minutos, comienza a llenarse de personas de todas las edades, como si fueran a visitar a familiares después de haber recibido la visita médica del doctor Barbado. A pesar de las enfermedades y los achaques de los años, los cuadros del museo están en un fantástico estado de salud.

Caravaggio:  David vencedor

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Reitero los créditos a El Español, a los autores del artículo y a las páginas de las que he sacado las pinturas (Principalmente de la wikipedia).  Agradezco en especial al doctor Barbado sus fascinantes enseñanzas. 

Finalmente, les comparto un texto escrito por el Dr. Francisco Javier Barbado: Arte y ciencia:  Un relato común de las infecciones, publicado en las memorias del I Coloquio Iberoamericano de Medicina Narrativa. 

Hasta la próxima semana.