"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 10 de agosto de 2022

Finales abiertos o cerrados

En la narrativa, hay dos formas de terminar una historia, ya se trate de cuento o novela: con un final abierto o con un final cerrado.

En términos generales, un final cerrado es cuando la historia termina definitivamente, sin dejar cabos sueltos o expectativas adicionales al lector. 

Por ende, un final abierto, es aquel que deja dudas sobre cómo terminará la historia. El final ha quedado abierto a la imaginación del lector. 

Casi todos los cuentos infantiles tienen un final cerrado. "Fueron felices y comieron perdices". En Caperucita Roja, la niña es salvada por el leñador. En La Cenicienta, la joven termina desponsándose con el principe; igual ocurre con Blancanieves en las versiones infantiles que se cuentan. En dichos cuentos el conflicto ha sido solucionado.  

Pero podemos crear un final abierto para cada uno de estos cuentos. Imagina que Caperucita Roja es engañada por el lobo. La fiera se ha comido a su abuelita y se ha disfrazado con su ropa. "Abuelita, que dientes tan grandes tienes". "Son para comerte mejor". Caperucita roja es devorada de un solo bocado por el lobo.    

Un cazador que por allí pasaba escucha los gritos de la niña, derriba la puerta y descubre que el lobo acaba de engullir a la niña. Toma su hacha y golpea la cabeza del lobo. Con un afilado cuchillo abre la panza del animal, y descubre que tanto Caperucita roja, como su abuelita estaban vivas en el interior. Las saca y les ayuda a limpiarse la sangre. Se abrazan emocionados mientras que afuera, treinta lobos, escondidos alrededor de la cabaña, esperan el momento en que se abra la puerta, para perpetrar una masacre y vengar a su compañero.  (FIN). 

Aquí el conflicto no se ha resuelto. La historia no puede darse por terminada. Hay todavía muchas posibilidades narrativas ¿Qué sucederá con Caperucita, su abuelita, y el solidario leñador? ¿podrán descubrir a tiempo la trampa que les han tendido los lobos? ¿Abrirán la puerta y se enfrentarán a toda la manada? ¿Habrá alguna forma de pedir ayuda y saldrán ilesos? ¿Se cansarán los lobos de esperar?

Eso es un final abierto. 

No puedo decir que uno sea mejor que el otro. La tendencia actual es permitir que el lector participe en el final de la historia. El cine moderno refleja mucho esta postura. Dejar al público con la intriga de si el villano ha muerto o sigue vivo es una estrategia de Marketing. Ello genera expectativas para la próxima película. En literatura pasa igual. El autor puede dar un final único que el lector asumirá como cierto, o puede dejar abierta la posibilidad de otros finales. 

Para muchos lectores es necesario tener certeza sobre el final de la historia. Para otros, imaginar los posibles finales alternos es un deleite. Es el autor quien, en definitiva, decide cuál sensación dejará a sus lectores. 





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