Esta semana les comparto un cuento de mi libro Fuga de Ideas, publicado con la editorial Fallidos Editores. Espero les guste.
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Esta semana les comparto un cuento de mi libro Fuga de Ideas, publicado con la editorial Fallidos Editores. Espero les guste.
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Esta semana, y dados los hechos recientes, les traigo una buena explicación de lo que está ocurriendo en Ucrania. El problema es más antiguo de lo que muchos creen y sus raices mucho más profundas, de lo que imaginan.
Muchos medios lo ven como una infame invasión de un país grande a uno pequeño, que abre llagas no cicatrizadas sobre la triste y horrorrosa historia del holodomor, pero para otros es la respuesta de un país (Rusia) a un ataque lento y desapercibido que la OTAN ha trazado desde hace varias décadas violando pactos y anexando estados que antes eran fieles a la Unión Soviética, y sobre los cuales había prometido no avanzar. El equilibro se venia perdiendo desde hacía mucho y estas son las consecuencias. Esto no se trata de una lucha entre malos y buenos. A veces cuando uno profundiza, descubre que cada quien tiene sus razones. La insensatez humana no conoce límites.
El video con la explicación corresponde al programa "Nos cogió la noche" de Cosmovisión, emitido por el canal Teleantioquia . El experto invitado es Juan David Escobar, politólogo.
Los siguientes microcuentos estaban destinados a salir publicados en un libro. Pero, dadas las circunstancias¹, el parto debió adelantarse.
A veces no hay mejor argumento que la literatura.
IMPUNIDADLa primera vez que quisieron matarlo, usaron un veneno. Por varios días estuvo sometido a dolores insufribles y a convulsiones incontrolables, pero sobrevivió milagrosamente. En vista de que continuaba vivo, fue atacado, unos días más tarde, con un objeto metálico con la intención de mutilarlo. Hubiera sido desmembrado de no haber permanecido acurrucado y en silencio en la oscuridad de su guarida. Dos días más tarde volvieron a entrar por él, pero tampoco esta vez pudieron dañarlo. Los sicarios eran inexpertos. Veinte años después, él aún no olvidaba el intento de homicidio al que había sobrevivido. Solo sabía que había sido una mujer la que lo había dispuesto. Luego de mucho reflexionar, decidió investigar a profundidad y finalmente, al cabo de cinco años, dio con su paradero: Ella se había trasladado a otra ciudad y aunque cambió su apellido, la encontró. La estuvo vigilando por varios días. A simple vista parecía un ama de casa cualquiera, con un hogar conformado por unos hijos adolescentes y un esposo enamorado. Nadie podría imaginar que aquella mujer, años atrás, intentara perpetrar un homicidio. Mucha gente le recomendó que dejara las cosas como estaban, que podía considerarse afortunado por ser un sobreviviente, pero él no olvidaba lo que ella había querido hacerle y acudió a las autoridades. Pretendía que pagara por haber intentado asesinarlo cinco lustros atrás. El fiscal que lo atendió, lo escuchó asombrado y
finalmente le respondió que no había nada que pudiera hacerse contra ella o
quienes le hubieran ayudado: en primer lugar, porque los hechos habían
ocurrido hacía mucho tiempo y no había pruebas de nada. En segundo, porque
ella podría justificarse diciendo que, cuando intentó asesinarlo, era apenas
una adolescente desesperada, y que, al fallar en tres ocasiones, cambió de
opinión y le dejó vivir. Además, al
pretender asesinarlo, ella estaba en todo su derecho. Al fin y al cabo, intentar practicarse un
aborto, ya era, para ese entonces, un procedimiento absolutamente legal. FIN |
EUGENESIAEn estos días estaba leyendo unos periódicos antiguos y descubrí que se gastaba mucha tinta en discusiones sobre el aborto. En uno de ellos pude leer la frase de un opositor, que decía: “Es irónico que todos los que están a favor del aborto, hayan podido nacer”, y luego argumentaba que era una desfachatez que se pidiera el aborto para otros, mientras se tenía el privilegio personal de estar vivo. También en sentido contrario, leí defensas muy bien sustentadas apoyando el aborto, y pensé en la increíble y maravillosa forma cómo mi civilización suprimió por completo esa discusión. Ya nadie, en la actualidad, menciona ese tema. ¿Quién lo creyera? Todo empezó con los estudios genéticos sobre el ADN. Primero se estudió in útero quién sufriría enfermedades genéticas al nacer, y posteriormente, quién padecería enfermedades crónicas. Luego de tomar unas pocas células del embrión, no era difícil saber quién sufriría un infarto y a qué edad moriría, o quien sería diabético a los 43 años. Media década después se tuvo conocimiento de cuál
sería la inclinación sexual en su etapa adulta o sus gustos académicos. Con
la simple muestra de una minúscula célula tomada del líquido amniótico, se
podía prever quién sería médico, quién abogado, o quién artista. El culmen llegó cuando se pudo identificar a través
del estudio de su ADN, quién, de adulto, estaría a favor del aborto. A partir de
entonces, todo embrión de pocas semanas, que en su material genético estuviera predestinado a ser promotor del aborto, fue abortado sin permitirle que
naciera. No existe ningún dilema ético al hacerlo, dado que, al estar de acuerdo con el aborto, se daba por entendido que no objetaría aplicar el procedimiento a sí mismo. De hecho, ya no se llaman "abortos", puesto que realmente se trata de una eutanasia anticipada. Lo bueno de todo, es que nadie que haya nacido estaría a favor del aborto. Los que hubieran estado a favor, fueron abortados antes de nacer. ¡Es una maravilla, la forma
cómo mi civilización supo resolver un problema que por mucho tiempo había
sido generador de conflicto! FIN |
Espero que les haya gustado y les genere alguna reflexión. Si los quieren compartir, solo les pido que, citen al autor y la fuente (el blog de los lagartijos).
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¹En Colombia la Corte Constitucional acaba de despenalizar el aborto para gestaciones hasta de 24 semanas (seis meses de embarazo). Como médico elevo mi voz de protesta. No me hice médico para asesinar inocentes.
No puedo hacer nada para cambiar esa ley. Pero si asesinar inocentes es ahora legal, me niego a cumplir esa ley.
Señores magistrados: No cuenten conmigo. Si quieren matar a un ser indefenso, háganlo ustedes mismos.
Hace poco recibí un regalo maravilloso: Un libro de una amiga, que publicaba su primera obra.
Apenas leí las primeras páginas, no pude soltarlo, y he vuelto a él varias veces porque sencillamente es un libro excepcional. En sus páginas habla de su infancia, su familia, el amor hacia sus padres y el que recibió de ellos, sus recuerdos, sus amores pasados, su vida, la muerte de su padre... Es un libro muy íntimo y muy bello que quiero compartirles.
Los remedios
¡O Captain my Captain! O Captain my Captain! our fearful trip is done; The ship has weather’d every rack, the prize we sought is won; The port is near, the bells I hear, the people all exulting, While follow eyes the steady keel, the vessel grim and daring: But O heart! heart! heart! O the bleeding drops of red, Where on the deck my Captain lies, Fallen cold and dead. O Captain! my Captain! rise up and hear the bells; Rise up—for you the flag is flung—for you the bugle trills; For you bouquets and ribbon’d wreaths—for you the shores a-crowding; For you they call, the swaying mass, their eager faces turning; Here Captain! dear father! This arm beneath your head; It is some dream that on the deck, You’ve fallen cold and dead. My Captain does not answer, his lips are pale and still; My father does not feel my arm, he has no pulse nor will; The ship is anchor’d safe and sound, its voyage closed and done; From fearful trip, the victor ship, comes in with object won; Exult, O shores, and ring, O bells! But I, with mournful tread, Walk the deck my Captain lies, Fallen cold and dead. | ¡Oh, Capitán, mi Capitán! ¡Oh, Capitán, mi Capitán! Nuestro azaroso viaje ha terminado; El barco capeó los temporales, el premio que buscamos se ha ganado; Cerca está el puerto, ya oigo las campanas, todo el mundo se muestra alborozado, la firme quilla siguen con sus ojos, el adusto velero tan audaz. Pero, ¡Oh, corazón! ¡Corazón! ¡Corazón! Oh, se derraman gotas rojas en la cubierta donde yace mi Capitán caído, frío y muerto. ¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Levántate y escucha las campanas; levántate —por ti la enseña ondea— por ti suena el clarín; por ti son las guirnaldas y festones —por ti se apiñan gentes en la orilla; por ti claman, la inquieta masa a ti se vuelve ansiosa. ¡Escucha, Capitán! ¡Querido padre! Te pongo el brazo bajo la cabeza; Un sueño debe ser que en la cubierta hayas caído frío y muerto. Mi Capitán no contesta, están sus labios pálidos e inertes; Mi padre no es consciente de mi brazo, no tiene pulso ya ni voluntad. El barco sano y salvo ha echado el ancla, el periplo por fin ha concluido; del azaroso viaje, el barco victorioso regresa logrado el objetivo. ¡Exultad, oh, costas!, y ¡sonad, oh, campanas! Mas yo, con paso fúnebre recorro la cubierta donde yace mi Capitán caído, frío y muerto. |
Todos los que somos padres hemos dudado alguna vez en el esfuerzo de educar nuestros propios hijos. ¡Ah!.. pero somos especialistas (con doctorado y todo) cuando se trata de educar a los hijos de los demás. Sabemos, o creemos saberlo todo, cuando se trata de la educación de los hijos ajenos: Damos consejos, criticamos su enseñanza y asesoramos en la educación de esas bestias ajenas, cuando muchas veces no supimos educar a nuestros propios retoños.
Por eso me alegré tanto cuando Juan Carlos Rodríguez, excelente médico, inmejorable padre y mejor amigo, me envío el borrador de su libro "COMO EDUCAR AL HIJO AJENO". En sus páginas plasmaba, con una serie de anécdotas y reflexiones, temas tan cruciales como el amor, los castigos, el perdón, las pataletas, los conflictos de la adolescencia y tantas otras preocupaciones que han sacado canas a más de uno.
Cómo él mismo lo plantea: "somos muy buenos educando a los hijos de los demás"
Conozco hace mas de treinta años al autor y siempre lo he considerado un ser humano ideal: comprometido consigo mismo, con su familia y con su comunidad. Médico y cirujano, con especialización en áreas administrativas, dedicó varios años de su vida a trabajar en una clínica pediátrica, donde fortaleció su amor por la infancia. Su esposa, a quien conozco desde los tiempos de la universidad, ha sido su amiga y compañera por largos años (pocos para ellos). Entre ambos levantaron una familia como la que todos ambicionamos. Fruto de ello, surgió este libro, entretenido por sus anécdotas (basta con leer el título de uno de sus capítulos: "Hijo, ponte chaqueta y bufanda que tu mamá tiene frío…"), y edificante por las enseñanzas que trae.
Otro dato que puede hablar bien de su autor es que todos las ganancias resultantes de la venta de este libro son para la Clínica Noel, una fundación que se encarga de la atención de los niños en situación de vulnerabilidad.
Capítulo 6 EL
CASTIGO Este es quizá uno de los puntos más
complejos en el proceso de educación de nuestros hijos. Aquí algunos
elementos que considero “no negociables” y las que podría mencionar como
reglas de oro del castigo o “Decálogo del Castigo”: 1.
Inamovible. 2.
Impredecible. 3.
No intercambiable / Temporalidad. 4.
Graduable. 5.
Proporcional a la falta. 6.
Progresivo. 7.
Nunca con rabia. 8.
Equidad / Respeto por la dignidad. 9.
Nunca físico. 10. Por consenso de pareja o
por adhesión. Inamovible Impredecible No
Intercambiable / Temporalidad Graduable
Proporcional
a la falta Progresivo —Lección aprendida. Estoy seguro de que así fue. Sólo puedo dar gracias a Dios por que no resultó nadie lastimado. Los daños materiales pueden ser reparados. Lo único verdaderamente importante son las personas y aprender que cuando conduces un vehículo no sólo debes cuidarte a ti y a quienes van contigo, sino que también debes cuidar de las demás personas del entorno. Llega el momento en que tus hijos crecen y debes estar allí para acompañarlos en sus decisiones, en las consecuencias de sus actos. Ya es su vida. En ocasiones aún cabrá una “amonestación verbal”, pero muchos otros esquemas de castigo ya no aplican. Ellos tomarán las riendas de sus vidas y deben ser responsables de ello. Nunca
con rabia Equidad
/ Respeto por la dignidad Nunca
físico —Hasta ahora no han cometido la falta
que lo justifique… preservando la regla de “impredecible”. —Tengo miedo… tengo miedo de las
bombas… tengo miedo de que algo te pueda ocurrir. —Este es un argumento de peso. No
comparto el fundamento de tu temor, pero sí tu sentimiento. Si vas a estar
sufriendo porque estoy fuera, sencillamente me quedo. —No salgas hoy, quisiera compartir
contigo. Nos hemos visto poco —esto era suficiente. Por
consenso de pareja o por adhesión
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Pedidos: Fundación Clínica Noel.