"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 15 de julio de 2020

Memories y Pachelbel: Música para elevar el espíritu

Hace poco encontré por accidente en la web una obra de arte.  

Un coro de niños, cada uno desde su casa, que en conjunto hacen una excelente versión del Canon de Johannes Pachelbel.  Realmente no fueron los niños quien se apropiaron del Canon del musico renacentista. La letra, segun me enteré despues es del músico Maroon 5.  Lastimosamente, es el músico moderno quien se llevó los créditos. 

Por mi parte quiero darle los créditos a Pachelbel.  Tal como lo describió una amiga música, esta melodía eleva el espíritu. 

Sin mas preámbulo...




Me permito transcribir la ficha técnica del video.



Music Credits:
Words and Music by Adam Levine, Jon Bellion, Jacob Kasher Hindlin, Stefan Johnson, Michael Pollack, and Vincent Ford 

Canon in D composed by Johann Pachelbel 
(1653 - 1706) 
Arranged and Produced by Masa Fukuda
Mixed and Mastered by Masa Fukuda

Video Credits: 
Producer / Director: Kathie Steinagel 
Cinematography and Editing: Nick Sales
Idos Media: RJ Idos, Morgan Steinagel 

String Musicians:

Violin 1: Lydia, Ellie G., Jacquelyn, Ellie F., Grant, Whitney, Kate, Hope
Violin 2:  Josie, Alina, Evelyn, Henry, Lucy, Miles, Kate, Claire
Viola:  Clara L., Sarah, Kaitlyn, Austen, Clara M., Savannah
Cello: Thomas, Sam, Carson, Mary, Andrew, Henry M. 

For all the kids, staff, parents and friends of One Voice -  We couldn’t do this without you!  Thank you! 

Sheet music for songs arranged by Masa Fukuda can be purchased through Gambel Oak Publishing: http://www.gambeloakpublishing.com

Lyrics (Children-friendly version) 

Here's to the ones that we got 
Cheers to the wish you were here, but you're not 
'Cause the dreams bring back all the memories 
Of everything we've been through 
Close to the ones here today 
Close to the ones that we lost on the way 
'Cause the dreams bring back all the memories 
And the memories bring back, memories bring back you

There's a time that I remember, when I did not know no pain 
When I believed in forever, and everything would stay the same 
Now my heart feel like December when somebody say your name 
'Cause I can't reach out to call you, but I know I will one day, yeah
Everybody hurts sometimes 
Everybody hurts someday, ayy ayy 
But everything gon' be alright 
Go raise your voice and say, ayy

(Chorus repeat) 

Doo doo, doo doo doo doo 
Doo doo doo doo, doo doo doo doo 
Doo doo doo doo, doo doo doo 
Memories bring back, memories bring back you

There's a time that I remember when I never felt so lost 
When I felt all of the hatred was too powerful to stop (ooh, yeah) 
Now my heart feel like an ember and it's lighting up the dark 
I'll carry these torches for ya that you know I'll never drop, yeah
Everybody hurts sometimes 
Everybody hurts someday, ayy ayy 
But everything gon' be alright 
Go raise your voice and say, ayy

(Chorus repeat)

Doo doo, doo doo doo doo...

miércoles, 8 de julio de 2020

De lo románico a lo gótico.

Hace ya mas de un año que la Catedral de Notre Dame ardió. Como amante de la historia medieval, siempre me ha parecido maravillosa la arquitectura de las iglesias. 

En uno de los cursos al que me suelen invitar, tengo una sección donde les hablo de la relación del cambio de paradigma entre la forma de ver el mundo y el paso de la arquitectura románica a la gótica.  

Mientras que en las catedrales románicas priman las estructuras cerradas y cubiertas (como si fueran castillos inexpugnables), en las catedrales góticas se busca la luz y los espacios abiertos. En las primeras, la visión religiosa de un Dios castigador predominaba, (la teología estaba regida por las tesis de San Agustín), mientras que una vez pasado el primer milenio, las catedrales góticas con grandes ventanales y rosetones fueron apareciendo, a la vez que se divulgaba un tipo de visión diferente de Dios (Santo Tomas pregonaba un Dios misericordioso y lleno de luz). 

Muchos esperaban que al acercarse el año mil, llegara el anticristo y acabara con el mundo, y por lo tanto las iglesias,  inicialmente, eran castillos fortificados. Era comprensible que quisieran protegerse. 

A partir del primer milenio, (Siglo XII en adelante) el paradigma cambió: la luz había triunfado sobre la oscuridad. Esto no solo se vio en la arquitectura. También lo vemos en la pintura, la literatura y en general en las artes.  

Pero basta de cháchara. Les quiero compartir la visión de una arquitecta (muy poco ortodoxa) que nos enseña los avances tecnológicos que permitieron la creación de la arquitectura gótica, y de paso nos cuenta por qué no se cayó Notre Dame.  



Espero lo disfruten

miércoles, 1 de julio de 2020

Corazón valiente: cuento de Sonia Emilce García.

Esta semana les traigo un deleite para leer y escuchar. Se trata del cuento "Corazón Valiente", de la escritora antioqueña Sonia Emilce García, publicado en 2018 por la Editorial CES con el apoyo de la Alcaldía de Envigado


Este cuento fue publicado por la Editorial Universidad CES dentro de su colección cuentos de bolsillo, en un bellísimo formato para colorear. 

Este libro fue patrocinado por la Alcaldía de Envigado como un aporte al cuidado de la naturaleza. 

https://bit.ly/2uKRwWs

Recientemente la editorial publicó el cuento en un audiolibro que vale la pena escuchar.  (en la voz de Mónica Alexandra Marin).  Agradezco a la autora que me compartió el audio, el cual reproduzco, con algunas imágenes que agregué de su libro. 

Mas abajo encontrarán el texto completo y el enlace para descargar. 



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CORAZÓN VALIENTE



El Cacique Candela

La luna estaba sobre nosotros.

Y yo el Cacique Candela: ¡Ave que ilumina pero no quema! Vi

desde mi rama a Manuel el silbador y a su hijo Daniel, sentados alrededor de la fogata, contando las campanadas de la media noche, cuando un resplandor seguido de una explosión de pólvora nos hizo volar a todos ¡Yui, yui, bueno, sin exagerar! No todos volaron, algunos animales se ocultaron y otros corrieron en distintas direcciones.

Solo Manuel y su hijo permanecieron quietos. ¡Quietos! quién dijo quietos.

Había qué ver cómo el chico movía los ojos. Lo hizo hasta que un tronco hueco llamó su atención.

—Papá ¡Mira, mira cómo se mueve ese tronco!
—¡Shhhhh! ¡Es un escondite! — dijo Manuel, mientras observaban como se movía una tigrilla para proteger su cría.

Manuel acarició la cabeza de la tigrilla y entre silbidos dijo:

—Es la fiesta de bienvenida al mes de diciembre, no les hará daño.






Entonces la mamá Tigrilla los miró y entre maullidos dijo:

— Las fiestas de fin de año con pólvora siempre se llevan algo de nuestro hogar y eso nos duele.

— ¿Qué se ha llevado? — preguntó el pequeño Daniel.

— Nuestros brazos — gritaron los árboles mientras se mecían.

— Mi capa de musgo — dijo la tierra tiritando.

— Nuestros pétalos — señalaron las flores aún despeinadas por el espanto.

— Nuestro ulular — susurró el búho desde una rama.

— Y, también, se llevó los colores de mis plumas — dijo el colibrí pálido del susto.

— El año pasado se llevó nuestros aullidos — dijo el zorro escondido tras un árbol.

— Mañana descubriremos qué se llevó este año — dije mientras me acomodaba en mi rama. Desde allí el bosque con tanto resplandor parecía de cristal y con cada explosión se veía a punto de reventar.

—¡Off! ¡Off! ¡Que duerma el que pueda! ¡Off! ¡Off!


Una reunión inolvidable

El sol salió.


Y siguiendo la rutina de cada día, limpié mis alas, acicalé las plumas rojas de mi rabadilla, afiné el canto, y sobrevolé el bosque invitando a la reunión que tendríamos en el nacimiento de la quebrada La Ayurá.

Todos estábamos revisando qué faltaba. Cuando llegó la familia del Tigrillo, la mamá descargó a su pequeño y retrocedió tres pasos.

Un rayo de luz iluminó al cachorro y nuestros ojos se fijaron en él.

El cachorro parecía un trocito de sol, ¡Yui, yui, bueno, sin exagerar! lo observé con detenimiento, mientras él se estiraba, me elevé en círculos y desde lo alto, grité imitando a la cotorra:

¡El Tigrillo Lanudo no tiene manchas…!

¿No tiene manchas? — preguntó el gurre mientras se rascaba la cabeza.

No- tie- ne- man- chas — dijo el oso perezoso con la mano derecha

detenida.

No tiene manchas — asentó Daniel abriendo los ojos como si fueran lupas.

El papá Tigrillo se acercó al árbol sabio y, con voz entre cortada, dijo:

Gran Árbol Sabio: ¿Cómo recuperaremos las manchas de mi hijo?

El árbol, que era el más grande y más viejo, elevó las ramas llenas de nidos y revelando la corteza llena de bocas dijo:

—El compromiso de un corazón valiente devolverá las manchas que el miedo se llevó.





¿Has visto las manchas de mi hijo?

Y sin dar más espera, la familia del Tigrillo Lanudo empezó a buscar las
manchas.

Papá tigrillo elevó la mirada al cielo y al ver al sol, cubrió los ojos con su garra y preguntó:

¿Amigo Sol, tú que estás en lo alto, has visto las manchas de mi hijo?

No, pero puedo compartir mis rayos con él — dijo el sol — y dando un
giro envío sus rayos juguetones. Todos vimos como la piel del Tigrillo se irisaba cada vez que caminaba.

¡No! ¡No! ¡Esas no son las manchas del Tigrillo Lanudo! — gritaron las salamandras, estirando al máximo sus cuellos, nosotras le daremos nuestras manchas.

Y la piel del Tigrillo Lanudo se pintó con un centenar de picas doradas.


¡No! ¡No! ¡Esas no son! — silvó la serpiente coral, con esas picas parece carta de naipe y ya no esta de moda. Yo le daré mis anillos.

Y, sin poder ocultar la risa que esto nos causó; vimos cómo mientras el Tigrillo Lanudo corría a buscar refugio con sus padres, era abrazado por muchos anillos negros y amarillos.

¡No! ¡No! ¡Esas no son las manchas! — croaron tan duro las ranas, que sus pecas saltaron al cuerpo del Tigrillo y todos nos saboreamos al verlo como un postre de chocolate.

¡No! ¡Esas no son! — dijo Daniel, mientras su papá lo animaba — Yo se
las devolveré — dijo con firmeza.

¿Tú? ¿Cómo? — preguntamos todos.





Las huellas dactilares

Daniel metió el dedo índice dentro de la tierra húmeda, negra, y fértil. Cerró los ojos y dijo:

Tierra madre, tú que concedes los buenos deseos ayúdame a devolverle al Tigrillo Lanudo las manchas.

Daniel abrió los ojos, y todos escuchamos el palpitar de su corazón valiente ¡Yui, yui, bueno, sin exagerar! Y vimos cuando se acercó al Tigrillo Lanudo y con suavidad le puso su huella dactilar en la frente.

¡Esa sí es! — exclamaron los padres del Tigrillo al ver lo hermoso que lucía con esa mancha dactilar en la frente.

Pero… ¡Tienes un problema! — dijo el árbol sabio mientras la tierra se estremecía — sólo puedes poner una huella dactilar.

¡Oh, oh, problemas a la vista! — dije mientras nos mirábamos y arrugábamos el entrecejo ¡Yui, yui, bueno, sin exagerar!

¿De dónde saldrán las otras? — Preguntó mamá Tigrilla, mientras limpiaba con la lengua al Tigrillo Lanudo.

Daniel al ver su huella dactilar en la frente del Tigrillo, dijo emocionado:
Le contaré a mis amigos, ellos son de corazón valiente y nos ayudaran. Devolveremos una a una las manchas al Tigrillo Lanudo.


Corazones valientes

A partir de ese día, Daniel y su padre recorrieron los parques con una batea llena de tierra de la reserva de Envigado.

Yui, Yui… Se unieron tantos niños que alcanzó para devolver: Las manchas al Tigrillo Lanudo, los colores al bosque, las aguas al cauce, los pétalos a las flores, los nidos a las aves, los ladridos nocturnos, y mis cantos mañaneros.


Hoy en cada parque de cemento hay una batea llena de tierra, donde las familias llegan, meten su dedo índice para tocarla, piden un deseo en favor de la naturaleza y luego elevan la mano en dirección a las montañas para sellar su pacto.

Cada vez que se hace este compromiso de corazón valiente yo, el Cacique Candela ¡Ave que ilumina pero no quema! Cuento esta historia hasta el fin.



Descargar el cuento completo



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La autora:  Sonia Emilce García Sánchez 

Es Licenciada en Educación Especial. Perteneciente a la Red de Escritores Relata Sede Comedal (Dirigido: Luis Fernando Macías Z.) Publicaciones: El zoocielo (2014). Un regalo inusual (2016) Antología Relata 2017; Cuentos para toda clase de niños, de la colección Palabras Rodantes de Comfama y el Metro de Medellín (Octubre 2014); Gotas de Tinta (revista digital); Antología del taller de escritores – U de A. y Asmedas; Antología de escritores de la U de A. y Trabajos del taller II. Cuento infantil para colorear Corazón Valiente (2018) Editado por la Universidad CES, abril del 2018.



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El ilustrador Juan Carlos Velásquez Pérez


Es un habitante de la ciudad de Medellín. Es Maestro en Artes Plásticas; con mas de quince años de experiencia en la creación de ambientes de aprendizaje para la infancia. Dono las ilustraciones convencido de que el medio ambiente es una responsabilidad de todos.


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La locutora:  Mónica Alexandra Marín Fernández. 

Comunicadora social, con experiencia como presentadora de eventos Institucionales y educativos, grabación para call center, voz en off para vídeos, cortinillas para la emisora de CES RADIO y Blu Radio.


miércoles, 24 de junio de 2020

La leyenda de Isolda

Medellín está llena de leyendas.

Aqui va una:  La de Isolda Echavarria, contada por Javier Castaño.


Esta historia entrelaza castillos europeos, la familia Tobón Uribe (la del famoso Pablo Tobón Uribe), la historia de Alejandro Echavarría Misas, Bernardikta Zur Nieden y por supuesto la misma Isolda.  Escucharán la historia de El Castillo en Medellín y de Ditaires. Una historia muy interesante. 
Aquí se combina varios mitos universales con nuestra historia local.





Este mito es común en varias culturas y se repite en varias ciudades, tanto de américa como de Europa. Para quienes gustan de historias de misterio, les recomienda otra lectura adicional: Amelia Espero la disfruten.

Hasta la próxima semana.

miércoles, 17 de junio de 2020

El instinto de negatividad

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La Ley de Murphy dice claramente:  
"Cualquier cosa que pueda salir mal, saldrá mal"

Y en el libro, hay otro corolario: 
Optimista es aquella persona
que no ha entendido el problema.

Pero contrario a lo que se ha creído, pensar en positivo no siempre es beneficioso. A veces, quien espera lo peor, está más preparado para enfrentar los peligros y los problemas. 

En la década de 1990 surgió la llamada Psicología Positiva que trataba de luchar contra la costumbre muy humana de ver lo negativo. Esta tendencia positivista iniciada por Martin Seligman y continuada por Mihály Csíkszentmihályi (intenten pronunciarlo) y Jonathan Haidt, se centra en los aspectos positivos, la creatividad, el buen humor, la sabiduría y la felicidad.


En la actualidad, cientos de entrenadores personales (autonombrados "coach"), consejeros, y conferencistas en todo el mundo hablan de las ventajas de esperar siempre lo positivo en la vida. Cientos de libros se venden en almacenes, librerías y semáforos tratando de estimular el pensamiento positivista en las personas. 

La madres modernas tratan de enseñar a sus hijos el poder que tienen los pensamientos positivos en la vida, corriendo el riesgo de que cuando estén adolescentes, descubran que no era suficiente con esperar lo mejor, y que había que luchar muy duro para conseguir buenos resultados. Quizás esta sea una de las causas de los problemas de depresión, ansiedad y estrés en nuestros jóvenes. 

Independiente del valor que se le dé al negativismo, la naturaleza ha dotado con ella, a nuestra especie, de un gran mecanismo de autoprotección. Este mecanismo, llamado por algunos Sesgo de negatividad, puede ser una excelente preparación para la supervivencia. 

Nuestra mente reacciona más profundamente a los estímulos nocivos que a los benéficos. El mejor ejemplo es cuando estamos viendo una película y de repente algo malo sucede (aparece un asesino con un cuchillo, o salta una víbora desde una alacena); los espectadores brincaremos en nuestras sillas, nos agarraremos del compañero del lado, y hasta podemos derramar nuestra bebida, sentimos taquicardia y respiramos más agitadamente. Biológicamente, eso quiere decir que estamos preparados para la acción. Por el contrario, si al protagonista de la película le ocurre algo bueno, la respuesta no será tan profunda e intensa. Quizás los mas románticos dejen escapar una lágrima, pero su cuerpo no se preparará para actuar. 

El sesgo de negatividad puede parecer un lastre biológico, pero tiene pleno sentido evolutivo. La hiperreactividad cerebral automática (más rápida que la toma de decisiones consciente) es lo que nos permite salvar la vida ante cualquier potencial amenaza, aunque a menudo sean falsas alarmas, como en el ejemplo de la película, o cuando nos cambiamos de acera porque se acerca un desconocido en la noche. Todos corremos cuando estamos pasando la calle y escuchamos un fuerte y desagradable pito. Si escucháramos música agradable, nadie se pondría a salvo.

El cerebro carece de un sistema similar para reaccionar ante lo bueno y placentero, porque ello no nos pone la vida en peligro. El que lo negativo prevalezca sobre lo positivo en la mente es lo que hace que el dolor por una pérdida económica sea mayor que el placer de una ganancia y que las emociones que suscita una mala noticia sean más fuertes, persistentes y difíciles de inhibir que las buenas noticias.

Hace algun tiempo en este mismo blog presenté una conferencia del epidemiólogo sueco Hans Rosling, (ver acá) que muestra como los humanos, con bastante frecuencia, solemos pensar que todo está mal y que la situación tiende a empeorar. Con estadísticas, el investigador mostraba que nuestro cerebro propende a la negatividad. Cada vez hay menos muertes violentas en el mundo, cada vez hay menos analfabetismo, cada vez hay menos pobres, cada vez hay mas libertades individuales... pero nuestro cerebro siempre se inclina a creer lo contrario. 

Precisamente el periodismo contemporáneo se alimenta de la natural inclinación humana a la negatividad. Por eso las malas noticias son las que se riegan más rápidamente. La normalidad nunca será una noticia. De esa misma manera, los lideres mundiales se aprovecha ese miedo innato a que todo tiende a ir peor para ganar adeptos. Todos los medios hablaban del agujero en la capa de ozono. Muy pocos hicieron bulla cuando el agujero comenzó a cerrarse. 

De la misma forma, las redes sociales son un caldo de cultivo para difundir el temor y el miedo. Las noticias malas (reales o falsas) son las que más rápido se difunden. 

El común de la gente cree que en el mundo hay más muertes violentas, menos niñas escolarizadas, unas tasas de vacunación más bajas, menor acceso a la electricidad y a Internet, más especies en peligro de extinción… de las que realmente hay. Ahora hay menos inequidad social que hace cincuenta años, menos racismo, menos machismo, pero tendemos a creer que estamos peor. En estas épocas de pandemia, se muestran más las cifras de muertos que las de las personas que se han recuperado. 

Rosling atribuye este instinto de negatividad, a la desmemoria sobre nuestro pasado, al sentimiento de que mientras las cosas estén mal, es inhumano reconocer que mejoran, y a la imagen distorsionada que transmiten los medios de comunicación y los activistas. Para ello solo hay una respuesta: la información correcta y adecuada. Algo que muy pocos hacen cuando reciben una falsa noticia. La mayoría de las personas reenvían los mensajes y cadenas, en especial los que contienen malas noticias, desastres o advertencias de peligros, sin verificar la información y ello genera más angustia. 

Como ocurre con todo lo humano, hay una gran variabilidad entre personas en la escala optimismo-pesimismo, que tiene una fuerte base genética.

Independiente de si se tiende a ser optimista o pesimista, hay una cosa que si es muy clara. El individuo que mayor posibilidad tiene para sobrevivir en un ambiente hostil, es quien logra adaptarse al cambio y la mejor forma de hacerlo es tener la información correcta.

Mi invitación no es a que dejemos el pesimismo. Es a que nos documentemos bien de los datos confiables. Esperemos lo mejor, pero estemos preparados para lo peor. 

A continuación les comparto este video del doctor Rosling que habla de la tendencia a creer que todo está peor, cuando realmente las cosas están mejor. 

Si quieren ver otro entretenido video del Dr. Rosling y su hijo, les sugiero ver este enlace Gapminder y el proyecto ignorancia

Lectura recomendada:  El instinto de negatividad





miércoles, 10 de junio de 2020

Verdad o realidad

En internet hay tres tipos de información.

1.  Las que muestra datos y hechos reales para que cada individuo se haga una idea de las cosas. 
2.  La que muestra lo que yo creo
3.  La que está equivocada porque dice lo contrario a lo que yo creo. 

Muy pocas personas consumen información del primer tipo. 

La mayoría consume información del segundo tipo y casi nadie lee las del tercer tipo, las que van en contra de lo que creen. 

Lo peligroso de todo esto, es que la gran mayoría de las informaciones de segundo y tercer tipo, es que están conformadas por algunos datos reales (del primer tipo) para que la gente crea que son confiables. 


En época de pandemia se ha desatado una verdadera Infodemia, en la cual los puntos de vista compiten por ganar adeptos. Muy poca información disponible en los medios es imparcial. Casi todo lo que se muestra trata de ratificar puntos de vista, con el peligro de que utilizan datos reales para apoyar sus opiniones. Es frecuente que se utilicen términos como "científicamente comprobado", o "estadísticamente demostrado" cuando en realidad no se ha comprobado nada mediante un método científico y mucho menos se haya demostrado a través de estadísticas bien diseñadas y analizadas con criterio imparcial, lo que se está afirmando. 


La gente discute creyendo tener la verdad y muy pocas veces ve la realidad. 

La realidad es lo que existe o es. La verdad es una interpretación subjetiva en la que se conjugan conocimientos, creencias y opiniones.

Los invito a mirar la siguiente imagen. 


Para ustedes ¿qué es la imagen que ven estas dos personas?  ¿Es un seis? ¿Es un nueve?  

...

Si yo fuera un soldado de la antigua Roma, les diría que ambos están equivocados:   

El seis se escribe "VI" 
y el nueve se escribe "IX".

Si fuera un comerciante de la antigua cultura maya, les diría que ahí no hay ningún número: 

el numero seis, para un maya 
es una raya con un punto encima
 "  .  
y el número nueve es con cuatro puntos 
".... "

Pero vayamos más lejos. Supongamos que estos personajes están a la entrada de un almacén donde, en lo alto, hay un letrero que dice: 

 Almacén Baratón: pa ue menos 
y compre más


¿Sigues creyendo que la figura en el piso es un "nueve" o un "seis"?

Quizás no recordabas que el seis para los romanos era "VI", y a lo mejor no sabías que los mayas lo graficaban con una raya y un punto encima. Muy probablemente no consideraste que la figura podía tratarse de una letra "g".

La verdad es subjetiva. La única realidad posible que están viendo estos dos personajes del dibujo es que hay una figura que muestra una especie de círculo con una "cola" curva. 

Esto lleva a una conclusión:  mientras más conocimiento tengas de algo, mientras más fuentes diferentes de información busques, menos probabilidades tienes de formarte una idea errónea de la realidad. Sin embargo, puede haber excepciones. Algunos eruditos suelen desestimar la información que es contraria a lo que ellos creen. (eso se llama sesgo de información).

Lo importante aquí, es estar abierto a todo tipo de información y analizarla imparcialmente:  Si solo conoces los números "6" y "9" te engañaran fácilmente. Si conoces los números romanos, los números mayas, y las letras del alfabeto, posiblemente tendrás más criterios para ver las cosas en perspectiva. Una cosa es la realidad, y otra muy diferente lo que las personas llaman "verdad". 

Cuando consumas información de internet, analiza muy bien si se trata de información real e imparcial o si se trata de una opinión disfrazada de información. Busca otras fuentes, revisa otros puntos de vista, mantén abierta tu mente a otras posibilidades y dale a cada argumento el valor preciso. 

Aquí van algunos consejos. 



Desconfía de toda noticia que empiece diciendo:  "Revelador informe...", "Lo que las (multinacionales, gobierno, etc.) no quieren que sepas..." "Milagrosa cura... " "No lo vas a creer..."

Si quieres profundizar en el tema te recomiendo leer....


También te recomiendo revisar mi sección sobre Pensamiento Crítico 









miércoles, 3 de junio de 2020

El nuevo decameron

Esta semana quiero compartir con ustedes un texto que escribí, muy relacionado con los miedos y temores frente a la Pandemia que atravesamos, y con el que participé en la Convocatoria de Estímulos Especiales UNIDOS POR LA VIDA 2020 del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia (ICPA). El jurado ha tenido la deferencia de concederme el premio.

La convocatoria proponía enviar un texto relacionado con la pandemia por COVID-19 y que tuviera una extensión entre dos y cinco páginas. Mi propuesta, que me place compartirles a continuación, es un pequeño relato con varios microcuentos, que espero sean de su agrado. 

EL NUEVO DECAMERON

Carlos Alberto Velásquez Córdoba ©

A las 4:50 pm comenzaron a conectarse los primeros y a aparecer en las pantallas. Algunos muy bien peinados y pulcramente vestidos, otros, por el contrario, con camisetas raídas y el pelo desordenado. Pero no importaba. Como todos los jueves desde hacía más de cinco años, acudían a su taller semanal de literatura. Ni siquiera la cuarentena obligatoria los había hecho renunciar; solo que habían tenido que recurrir a la tecnología para poder reunirse en forma virtual en los últimos dos meses.
Una vez cumplidos los saludos de rigor, el moderador, buen escritor y mejor profesor, dio por iniciada la sesión.
—Bueno, comencemos que ya son las cinco.  ¿Quién empieza leyendo su texto?
—¡Yo!—, respondió Carlos, a lo que el moderador apagó los otros micrófonos

LA PESTE NEGRA
La peste había llegado por el mar y entró al país para quedarse. Las ciudades caían por decenas; nobles y campesinos morían por igual. La gente de las ciudades veía cómo La Muerte se llevaba a sus familiares y luego regresaba por ellas.  Algunas ciudades levantaron empalizadas y construyeron murallas para evitar que La Muerte entrara a sus casas.
Entonces el rey y sus cortesanos se aprovisionaron de víveres y decidieron cerrar el acceso al castillo. Con grandes vigas y largos clavos aseguraron todas las puertas. La madera de las mesas sirvió para tapar cualquier ventana al exterior. No dejaron ningún resquicio por donde pudiera entrar La Muerte. Adentro, iluminados con velas y antorchas, el rey y sus cortesanos comenzaron a bailar, a beber y comer hasta hartarse convencidos de que La Muerte no podía entrar al castillo.
Después de unas semanas, la alegría se volvió aburrimiento. A los primeros días de desenfreno siguieron otros de tedio y tristeza. Estaban cansados de sentirse encerrados.
Todos murieron adentro. Sin embargo, La Muerte nunca entró al castillo. Por una rendija, sin que nadie se diera cuenta, se les había escapado La Vida.

“Muy bien, Carlos”, aclamaron algunos cuando se habilitaron los micrófonos. Alguien dijo que le recordaba un cuento de Poe, varios sugirieron alguna que otra corrección. En los monitores de todos se veía la cara de orgullo de su autor.
—¿Quién sigue? —dijo el profesor luego de dar su concepto y redondear algunas ideas.
—¡Sigo yo! —Dijo Santiago, y comenzó a leer su cuento—. Se titula pandemia. 

 PANDEMIA
Un día la Muerte llamó a su amiga la Epidemia, y le dijo:
—Hay muchos humanos en el planeta.  ¡Son más de siete mil millones!  Quiero que inventes una pandemia que solo los afecte a ellos y que los vaya matando hasta reducir su número.
Semanas después, la Muerte regresó.
—¿Qué pasa? ¿Por qué aún hay tanto humano vivo? Necesito que mueran muchos más.
—Mi señora —respondió Epidemia—, esos humanos son muy listos.   Descubrieron que si se esconden en sus casas la enfermedad no los encuentra. Y es que tuvieron ayuda: Hygeia, la diosa griega les enseñó sobre el lavado de manos y el aislamiento como forma de prevenir su contagio.
—...mmm.  Tenemos que hacer algo. Aún son muchos. ¿Sabes qué?  Llama a la otra griega, Panacea, y dile que invente una vacuna.
—Pero señora, eso antes lograría el efecto contrario.  ¡Podrán prevenir la enfermedad!
—Te equivocas Epidemia. Conozco a los humanos desde mucho antes de que fueran creados. Les daremos solo un millón de vacunas. Con la ayuda de Egoísmo y Miseria, ellos mismos se matarán entre sí por conseguirlas. 
—¿Y si no funciona? ¿Qué tal si Panacea decide hacer vacunas suficientes para todos los humanos?
—Entonces les enviaremos a la Mentira y la Ignorancia.  Los mismos humanos se encargarán de que nadie se vacune. Morirán de todos modos.

“Magnífico”, respondió Sonia; “Me gustó tu cuento”, dijo Javier. Y así, fueron participando cada uno. Era notorio que aquellos hombres y mujeres, acostumbrados a escribir de todo, habían coincidido en el mismo tema. Tal era el efecto que la pandemia y la cuarentena había producido en ellos en solo unos meses. Alberto, por su parte, leyó otro texto titulado:  "Como las arenas del desierto"

 “COMO LAS ARENAS DEL DESIERTO”.
Se dice que cuando Sem, el hijo de Noé, estaba limpiando el Arca, encontró tras unas tablas un pequeño cofre que al parecer tenía escondido su padre. Picado por la curiosidad iba a abrirlo, cuando un grito lo sobresaltó.
—¡No lo abras!
—¡Qué susto me diste, padre!  ¿Qué guardas aquí?
—Es algo que me fue confiado. Y no debe ser abierto por ahora.
—Pero, ¿y qué es?
—¿Recuerdas que Dios le dijo a nuestro padre Adán “¿Sed fecundos, creced y multiplicaos, como las arenas del desierto”?
—Claro, eso es lo que nos has enseñado; a mí y a mis hermanos.
—A mi muerte, elegiré a uno de ustedes para que guarde el cofre, y que así se haga de generación en generación. Y un día, cuando seamos tantos como las arenas del desierto, llegará el momento de abrirlo.
—¿Pero ¿qué hay adentro?
—No lo sé, hijo mío.  Y espero que nunca llegue el día de saberlo.

Luego de elogios y críticas, cada uno fue leyendo su texto. Sonia, una comedia sobre una ciudad que fue maldecida por un indigente, originando una epidemia. Ángela, sobre una trágica violación en un hogar durante el confinamiento. Cada uno leía y los demás opinaban. El último en leer fue Jacobo.
—El mío también es un cuento corto. —anunció—. Lo titulé "orfandad" 

ORFANDAD
Riiing,  Riing
—¡Aló?
—Buenos días, estoy buscando al señor Fredy Tangarife —dijo una voz femenina.
— ¿Quién lo necesita?
—Estamos llamando del Hospital General de Medellín. Necesitamos hablar con el señor Fredy Tangarife.
—¿Para qué lo necesita?
—¿Es usted don Fredy? El que busco está casado con Sofía y es padre de Clara, Roberto y Juan.
El hombre prefirió guardar prudente silencio. La mujer que llamaba tenía información muy concreta y sintió curiosidad.  La voz de la mujer continuó.
—Es con respecto al señor José Restrepo.
—¿Quién?
—José Restrepo.
—No, no lo conozco.
—Mire, soy Mónica, una de las enfermeras que atendió a don José. Desde hace una semana estaba hospitalizado por Coronavirus. Se agravó y unos minutos antes de su muerte me dio su teléfono y me pidió que lo llamara. Dijo que quería disculparse por haberlo abandonado en el orfanato, hace cincuenta y un años, luego de la muerte de su madre.
—Creo que hay un error. Yo no tengo padre.
—Entonces, ¿usted sí es Fredy Tangarife, y quedó huérfano de niño?
—Se trata de un error, señorita. Por favor no vuelva a llamarme. No soy el que busca…
—En la semana que estuve cuidándolo, Don José me habló mucho de usted— insistió la mujer—. Me contó por qué lo había llevado al Orfanato San José donde permaneció usted hasta que cumplió los catorce años y fue trasladado a un centro juvenil. Que se casó a los 22 y tuvo tres hijos: Clara, Roberto y Juan. Me habló de los tres nietos que usted tiene, los de su hijo Roberto; que Clara se casó hace diez años y aún no tiene hijos, y que Juan todavía está en la universidad. Me contó que Usted aún trabaja en la fábrica de empaques y que hace un año lo ascendieron como supervisor. Don José estaba muy orgulloso de que usted se hubiera convertido en un hombre de bien y quería decírselo algún día, pero le faltó valor. Deseaba que usted supiera que siempre estuvo desde la sombra, acompañándolo y cuidándolo.
—No señorita.  Está hablando con la persona equivocada. Yo no soy ese, a quien usted busca.
—Pero, don Fredy... Necesitamos saber qué hacer con el cuerpo, y con las pocas pertenencias de su papá...
—¡Ya le dije que se trata de un error!
—Pero, don Fredy... Entiendo que pueda usted estar confundido, pero…
¡Clic!
—¡Maldita Pandemia! —dijo Fredy en voz baja, aun con el auricular en la mano —, dejarlo a uno huérfano por segunda vez...

Cuando el moderador abrió nuevamente los micrófonos para que opinaran sobre el texto leído, fue el mismo Jacobo quien apagó el suyo. 
Algunos se apresuraron a dar sus impresiones, pero poco a poco fueron callando al descubrir que Jacobo, sin percatarse de que la cámara de su portátil permanecía encendida, lloraba desconsoladamente como si fuera un chiquillo.



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