"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 17 de abril de 2024

La navaja de Ockham. La belleza de lo simple.

Muchos hemos oido hablar de la Navaja de Ockham, pero muy pocos saben lo que significa. 

Y no estamos hablando de un barbero, aunque sí se trate de quitar lo que sobra y dejar solo lo importante. 

La Navaja de Ockham, también conocida como principio de parsimonia o principio de economía, es un postulado filosófico y metodológico que sostiene que “en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable”. En otras palabras, cuando nos encontramos ante un problema o interrogante, la solución más simple es la correcta.

En medicina, la aplicamos mucho este principio. Si tienes mocos, tos y fiebre lo mas probable es que se trate de un simple resfriado. Ningún médico pensará en un síndrome raro cuando lo más probable es lo común. Si un paciente llega a urgencias con un puñal enterrado en el costado y dice que le duele el pecho, nadie pensará como primera instancia que el paciente tiene un infarto. La causa mas simple es generalmente la causa real. 

También pasa en la vida cotidiana. Si escuchamos un ruido de un animal escarbando en la cocina, y tenermos un perro, no pensamos que se trata de un oso siberiano que en pleno trópico entró por la puerta trasera. 

Sin embargo, para los humanos, lo simple se convierte en aburrido, y lo que es extraño y raro resulta atrayente. Por eso es que si se escucha un ruido a media noche en una casa vieja no faltará quien asuma que es un "alma en pena", cuando bien podría ser una rata, o la dilatacion de la madera.  El no tener introyectado el concepto de la navaja de Ockham hace que cualquier luz en el firmamento se vuelva un "ovni" o que cualquier coincidencia se convierta en un hecho mágico provocado por seres de otra dimensión. Todo en el mundo tiene explicación bajo la premisa de "causa-efecto". El hecho de que no la hayamos encontrado una causa concreta, no significa que no exista.  

El concepto planteado por Ockham establece que primero se debía "afeitar" todas las posibles alternativas y quedarse con la más evidente.  (Ello no es garantía de exito, pero nos reduce las probabilidades de fallo, eliminando alternativas poco posibles). 

Cuando buscamos una explicación a algo, generalmente la explicación más sencilla (causa) es la que genera el efecto, aunque nos guste creer en causas extraordinarias. 

Pongo un ejemplo: hace poco, en un taller literario puse a los participantes a escribir un texto de ficción en el que hubiera un encuentro con un autor famoso. Dos de ellos coincideron en una reunion de Borges que se daba lugar en Buenos Aires. Alguien propuso que había una causa cosmica para dicha coincidencia, invocando las teorías jungianas. Pero, ¿qué más podía esperarse, si el tema era escribir sobre un encuentro con un autor favorito?  Esa coincidencia no tenia nada de sobrenatural. Era la tarea propuesta y lo usual era que surgieran nombres como Borges, Cortazar, García Marquez o Cervantes. ¿Y, donde ubicar a Borges? Pues en Buenos Aires, la ciudad amada por el autor.  ¿Para que buscar conexiones cósmicas donde hay explicaciones terrenales simples?

Blanco es... gallina lo pone... frito se come... huevo, se llama. 

En el ámbito de la investigación científica, la Navaja de Ockham es muy útil: ayuda a los investigadores a economizar o simplificar en la formulación de teorías o explicaciones. Cuando un investigador se encuentra ante varias explicaciones posibles, la explicación más simple suele ser la correcta. Este principio se utiliza como una regla general para guiar a los científicos en el desarrollo de modelos teóricos. Sin embargo, la Navaja de Ockham no se considera un principio irrefutable y ciertamente no es un resultado científico. En ciertas ocasiones, la opción compleja puede ser la correcta.

¿Quién fue Guillermo de Ockham?

Guillermo de Ockham, también Occam, Ockam, (c.1285-9 de abril de 1347) fue un monje franciscano inglés, filósofo, lógico, teólogo, conocido principalmente por ser el representante más destacado del nominalismo frente a las escuelas tomistas y escotistas.

Oriundo de Ockham, un pequeño pueblo de Surrey, cerca de East Horsley (Inglaterra), fue miembro de la Orden Franciscana y pasó su vida en la pobreza extrema. Su doctrina fue sospechosa de herejía por las autoridades eclesiásticas al cuestionar muchos postulados de la teología tradicional, como la compatibilidad de la fe con la razón y la posibilidad de demostrar la existencia de Dios. Ockham también atacó los cimientos de la autoridad temporal del papa en sus escritos políticos, uniéndose al emperador Luis IV de Baviera en la lucha contra la Santa Sede. Murió a causa de la peste negra. 

En sus razonamientos hizo frecuente uso del «principio de economía», aunque no llegase a escribir la frase que se le atribuye: «entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem» (no hay que multiplicar los entes sin necesidad);​ por ello, aunque dicho principio es muy anterior a él —ya lo utilizaban los antiguos griegos y aparece en el Organon aristotélico—, fue bautizado como «navaja de Ockham», «con la que puso las barbas de Platón a afeitar». La formulación de esta máxima, conocida en el ámbito cultural anglosajón como principio de parsimonia, tal como la formuló Bertrand Russell (1946) en los Principia, establece que si un fenómeno puede explicarse sin suponer entidad hipotética alguna, no hay motivo para suponerla. Es decir, siempre debe optarse por una explicación en términos del menor número posible de causas, factores o variables.

En resumen, la Navaja de Ockham nos invita a buscar la claridad en la simplicidad, a despojar las explicaciones de lo superfluo y abrazar la elegancia de lo mínimo. En un mundo donde la complejidad puede ahogar la razón, este principio emerge como una brújula confiable en la búsqueda de la verdad.

En otras palabras, Si blanco es... gallina lo pone... frito se come..., no salgas con que "aguacate, se llama".

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