"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 29 de abril de 2020

Gracias, Marcos Mundstock

La primera vez que escuché a Les Luthiers fue por allá en 1978, gracias al acierto de mi profesor de música José Manuel Arango. Con Les Luthiers aprendí a distinguir una cantata de un bolero, una balada de una contradanza, un Canon de una milonga. 

A lo largo de toda mi vida he sido un fiel seguidor de sus obras. He reído de sus chistes y ocurrencias y he disfrutado de su música. Me enseñaron que la vida, hay que acompañarla de música y humor. 


La reciente partida de Marcos Mundstock, al igual que la de Daniel Ravinovich en 2015 me ha producido tristeza, no solo a mí, sino a una generación que nos criamos escuchándolos y viéndolos. 

Como ustedes saben mi blog siempre ha estado dedicado en abril al mes del idioma.  

Como un homenaje a este hombre maravilloso, y teniendo en cuenta el mes del idioma, les comparto la videoconferencia que dio Marcos Mundstock en el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado en Argentina en marzo de 2019).

Esta fue una de sus últimas apariciones en público.

Gracias Marcos. 


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Marcos Mundstock (1942-2020)

Locutor profesional, redactor publicitario, actor y humorista argentino, integrante del grupo de música y humor Les Luthiers.

Enlaces sugeridos

miércoles, 22 de abril de 2020

Médicos con miedo al coronavirus

Hace unos días un colega con muchos años de experiencia, manifestaba en un foro su miedo a enfrentarse a pacientes con COVID-19. Y eso que, en ese entonces, aún no había salido el famoso decreto 538 de 2020 en el que el gobierno obligaba a todo el personal de salud (así estuviera retirado), a prestar sus servicios durante la pandemia.  

A lo largo de la historia miles de médicos se han enfrentado a la muerte, al horror, y a las enfermedades más contagiosas. Algunos han salido victoriosos, otros han muerto con honor, cumpliendo su juramento, y uno que otro ha sucumbido por descuido o ignorancia. 

El miedo es una reacción completamente humana. Hay que desconfiar del médico que no teme enfermarse y morir, porque ese es, en definitiva, un necio o un ignorante. Sin embargo, el conocimiento permite vencer el miedo o por lo menos aminorarlo. Para eso nos formamos: Para entender los procesos biológicos y anticiparnos. Estudiamos para reducir los riesgos y enfrentarlos con ciencia y entendimiento.  

Al contrario del médico del foro, (que está en pleno derecho de estar con pánico), yo me siento muy honrado de haber vivido en este tiempo y poder pasar a la historia como uno más de los miles de colegas que han combatido la enfermedad y el dolor en tiempos de epidemia. 

A los que sienten ese miedo, quisiera compartirles el final del libro EL ASCENSO DEL HOMBRE de Jacobo Bronowsky, uno de los polímatas del siglo XX. Cada que tengo que enfrentarme a un reto, recuerdo esta anécdota, tanto, que he llegado a aprenderme de memoria su último párrafo, (que he señalado en negrilla).

Dice Bronowsky en su último capítulo: 

Inicié esta serie en el valle del Omo del Africa Oriental, y ahora regreso a él debido a que algo acontecido en esa oportunidad ha permanecido en mi mente desde entonces. La mañana del primer día en que íbamos a filmar las escenas para el primer programa de televisión, una avioneta despegó de nuestra pista con el camarógrafo y el ingeniero de sonido a bordo, estrellándose unos segundos después del despegue. Por algún milagro, el piloto y los dos pasajeros resultaron ilesos.
Pero, naturalmente, tan lamentable acontecimiento dejó una profunda impresión en mí. Me disponía a descorrer el velo del pasado, y el presente calladamente ponía la mano en las páginas impresas de la historia, mientras decía: «Está aquí. Es ahora». La historia no consta de sucesos, consta de gente, y no es sólo gente que hace remembranzas, es gente que actúa y vive el pasado en el presente. La historia es el instante del acto decisivo del piloto, el que cristaliza todo conocimiento, la ciencia toda, todo lo aprendido desde la aparición del hombre.
Hubimos de aguardar durante dos días en el campo, esperando otra avioneta. Y yo dije al camarógrafo, amablemente, aunque quizás no con mucho tacto, que tal vez él preferiría que fuese otra persona quien se encargara de las tomas aéreas. El repuso, «He pensado en eso. Voy a tener miedo cuando vuele mañana; pero yo me encargaré de la filmación. Es lo que debo hacer».
Todos tenemos miedo: por nuestra seguridad, por el futuro, por el mundo. Tal es la naturaleza de la imaginación humana. Y, empero, todo hombre, toda civilización, han seguido adelante al sentir que tienen la obligación de hacer lo que es preciso hacer. El compromiso personal del hombre con su destreza, el compromiso intelectual y el compromiso emocional amalgamados en uno solo, han realizado el ascenso del hombre.
Jacobo Bronosky.  

(Lodz- Polonia 1908- Nueva York EEUU 1974). 

Matemático polaco de origen judío, nacionalizado británico.  Fue escritor, poeta, inventor, y humanista, gran divulgador de la ciencia. Publicó 11 libros sobre matemáticas, biología, ciencia e historia. Se hizo famoso por su programa de televisión El Ascenso del Hombre, (presentado en Colombia hace unos años por RTI),  a partir del cual publicó un libro con el mismo título, en el que describe la historia de la humanidad. 

Haga clic para descargar el libro



miércoles, 15 de abril de 2020

Sumergirse - Antologia. Fallidos Editores

Quiero sumarme al festejo: Fallidos Editores llegó a su quinto aniversario. 

Como alguien que ha incursionado en el mundo de las letras y que ha vivido en carne propia las dificultades que tienen los nuevos escritores, para mi es una alegria inconmensurable ver que algunos jóvenes amantes de la literatura han logrado salir adelante a pesar de lo difícil que es el medio. 

Fallidos Editores es una editorial que trabaja "con las uñas".  A pesar de ello ha logrado posicionarse en el medio.  Con mas de 200 títulos publicados, sigue dando la batalla y ayudando a escritores poco conocidos y sin posibilidades de publicar en otros medios. 

A raíz de su primer lustro, la editorial ha publicado un libro digital gratuito con una mezcla de poesía, dramaturgia y cuento.  Como lo dice su editor, una mezcla muy ecléctica. 

Quiero agradecer a Alejandro Herrán, su editor, por haberme permitido participar de esta antología, la cual comparto con gran orgullo.  



Espero lo disfruten

Tambien lo pueden leer y descargar desde la plataforma ISSUU




miércoles, 8 de abril de 2020

Ignaz Semmelweis y el lavado de manos

Si hay algo contundente que la humanidad está aprendiendo con la pandemia del COVID-19, es la importancia del lavado de manos. 

Pero el lavado de manos no siempre ha estado vinculada con la salud y la prevención. 

Sin bien desde 1119 Moises Ben Maimón (Maimónides) un prestigioso médico de Córdoba (España), hablaba del lavado de manos previo a examinar a un paciente, no fue sino hasta mediados del siglo XIX que se instauró la practica del lavado de manos como una medida imprescindible para proteger la salud y evitar muertes innecesarias. 


A continuación les comparto una fascinante historia de la primera vez que se instauró el lavado de manos obligatorio para los médicos. 

Se cuenta que a mediados del siglo XIX, en la "Primera Clínica Obstétrica" del Hospital General de Viena la mortalidad por fiebre puerperal era mayor al 20% (incluso llegaba al 30%). Es decir, de cada 5 mujeres que daban a luz, una de ellas moría luego del parto por una fiebre asesina. Esta sala era atendida por médicos y estudiantes de medicina. Mientras tanto, en la "Segunda Clínica Obstétrica", atendida por comadronas y parteras, la mortalidad era menor al 2%. Las mujeres que tenían sus partos en la casa practicamente no morían de fiebre puerperal. 

Los médicos de la época estaban confundidos y propusieron muchas posibles causas. 
  • Influencias atmosféricas, telúricas y cósmicas.  (Fueron descartadas porque eran comunes en los tres ambientes).
  • “Los miasmas” del “mal aire” que era la tesis más aceptada en el medio. (que también eran comunes en los tres ambientes). 
  • Las prácticas religiosas. (iguales para los tres grupos de pacientes)
  • Las técnicas utilizadas. (en las dos clínicas se usaban las mismas técnicas, no así en los partos callejeros). 
Incluso se pensó que muchas de las muertes ocurrían por el temor que provocaba el sonido de la campanilla de los sacerdotes cuando llegaban a administrar los últimos sacramentos a las moribundas. 

Pero en marzo de 1847, murió el forense Jakob Kollestschka tras pincharse un dedo con el mismo bisturí con el que realizaba la necropsia a una parturienta. Entonces, uno de los médicos, llamado Ignaz Phillipp Semmelweis (1818-1865) notó que los hallazgos de la necropsia del propio forense Kollestschka, eran iguales a los de las mujeres que morían por fiebre puerperal y sospechó una conexión entra la contaminación cadavérica y la fiebre puerperal. Dedujo que los estudiantes portaban partículas cadavéricas en sus manos y las pasaban a las parturientas. Algunos estudiantes se lavaban las manos, pero el olor a putrefacción persistía en sus manos. Como las comadronas no hacían necropsias, sus pacientes no se infectaban.

Implantó la norma de “sumergir” las manos en una solución de hipoclorito de calcio hasta que el olor a cadáver desapareciera. Con esta simple medida, la mortalidad de la Primera Clínica descendió en un 90%. Los resultados fueron contundentes:


Para esa época no se habían descubierto los gérmenes causantes de la infección, y Semmelweis no pudo explicar de una manera convincente sus observaciones.  Sus colegas médicos se sintieron ofendidos con la propuesta de Semmelweis. No se les cabía en la cabeza que sus manos, ¡manos de médico! ¡Manos de caballero!, pudieran provocar la muerte en sus pacientes. (¿Cómo era posible que unas partículas cadavéricas en las uñas pudieran convertir a una persona en cadáver con un simple toque?) 



En un congreso de naturalistas y médicos alemanes, la mayoría de los ponentes, incluyendo al genial Rudolf Virchow, rechazaron los consejos de Semmelweis porque “estaban en conflicto con la opinión médica establecida”. De hecho, mientras mas sucio y mas sangre tuviera el mandil de un cirujano, más prestigioso era en la comunidad. 

Sin embargo, muchos médicos con verdadero juicio clínico adoptaron el simple consejo de lavarse las manos, comprobando los beneficios para sus pacientes. El Dr. Gustav Michaelis (1798-1848) reconoció la contundencia de estos hallazgos y la eficacia de una medida tan simple y se quitó la vida, abatido por su culpabilidad en la muerte de su propia sobrina.

Tendrían que pasar muchos años, para que Louis Pasteur demostrara la veracidad de estas teorías identificando los gérmenes causales y Joseph Lister implementara los métodos de la asepsia y la antisepsia. Para entonces Semmelweis ya había muerto, en condiciones misteriosas y denigrantes.

Tal vez el exceso del trabajo, o el estrés del rechazo constante o quién sabe qué otros factores personales hicieron que en sus últimos años, se tornara irritable e intratable. Y aunque no hay evidencia de evaluación por psiquiatra alguno, un pediatra (sospechosamente diligente con este adulto) se las ingenió para conseguir que otros dos médicos (un internista y un cirujano) firmaran un manifiesto para internarlo en una institución para enfermos mentales, al que fue conducido con engaños. Sin embargo, Semmelweis alcanzó a sospechar que lo encerrarían y trató de escapar, recibiendo una paliza de los guardias; murió dos semanas después en un cuadro compatible con una sepsis a partir de una herida gangrenada. El misterio de esta situación se complica porque hay muchas inconsistencias en su historia clínica que parece redactada después de su muerte. 

Muy pocas personas asistieron a su funeral y la Asociación Húngara de Médicos y Naturalistas nunca celebró una sesión en su homenaje como establecen sus reglas cuando se muere uno de sus miembros y jamás registró su muerte.

Ignaz Phillipp Semmelweis  
Budapest (Hungría),  01 de julio de 1818
Viena, 13 de agosto de 1865 

Aunque sus consejos fueron despreciados por sus contemporáneos, hoy se le reconoce como el creador de los procesos antisépticos. 


Frente al Hospital de Budapest, hoy puede apreciarse una estatua en su honor, con una leyenda que dice: El salvador de las madres, en reconocimiento a toda una vida dedicada a combatir la fiebre puerperal.

Todos los homenajes los ha recibido después de su muerte, aunque a pesar de que se han erigido estatuas en su honor, y clínicas y hospitales llevan su nombre, y se han escrito libros y se han filmado películas con su historia… todavía hoy en el siglo XXI, los médicos olvidan lavarse las manos.

A continuación les comparto un cuadro extraído y modificado de la revista Cafetinotas, de octubre de 2017 (Clinica Cardiovascular - Editor John Jairo Salas), que muestra la historia del lavado de manos. 


Año
Hecho
1199
Maimónides dijo:
·    —Nunca olvide lavarse las manos después de tocar una persona enferma.
·    —Yo me bajo del caballo,  me lavo las manos y luego voy  hacia el paciente
1843
Olver Wendell Holmes,  médico americano, concluyó que la fiebre puerperal se transmitia de paciente a paciente por las manos sucias de los médicos y enfermeras que las atendían. 
Impuso el lavado de manos en su servicio y bajó la incidencia de la morbimortalidad
1861
Ignaz Semmelweis demostró científica y estadísticamente que el simple hecho de lavarse las manos con una solución antiséptica erradicaba la muerte por fiebre puerperal del pabellón de maternidad
1877
Lister demuestra científicamente que lavarse las manos, utilizar ropas limpias y desinfectar el instrumental disminuye la incidencia de las infecciones postquirúrgicas
1878
Pasteur presenta su informe “Teoría de los gérmenes y su aplicación práctica en la medicina y la cirugía”
1961
El servicio de salud de los Estados Unidos produce una película con las recomendaciones y técnicas para el lavado de las manos recomendado para los trabajadores de salud
1999
 El CDC (Centro para la prevención y control de enfermedades) en Estados Unidos declaró que el lavado de manos es el medio más importante para prevenir la expansión de las infecciones
2009
La OMS lideró la campaña: “Salve vidas: lávese sus manos” para demostrar que la higiene de las manos es el punto de partida para reducir las infecciones asociadas a la atención médica,
2020
El lavado de manos es la principal estrategia para evitar la transmisión de la pandemia por SARS-Cov2

...Pero, a pesar de la pandemia, aun hay personas que no se lavan las manos.... 

Leer mas:  
Ignaz Semmelweis: el doctor al que metieron al manicomio por insistir en la importancia de lavarse las manos







miércoles, 1 de abril de 2020

Allí estaré, aunque se ponga el sol.

En estos días, cuando todo se pone oscuro y las cosas no parecen ir muy bien a causa de la pandemia provocada por un minúsculo monstruo llamado SARS-Cov2 (COVID-19), les traigo un mensaje de esperanza:

Siempre habrá alguien que estará allí, al lado de los que más lo necesitan. 




Allí estaré

Todo el tiempo que precises te daré.
Y contigo tu camino seguiré.
En los días de esperanza,
en las noches de dolor,
sentirás mi mano amiga y mi ilusión.

Allí estaré aunque se ponga el sol,
te cuidaré viviendo a tu lado.
Tu soledad, tu miedo, tu dolor,
tristeza o emoción,
y siempre acompañado.

Desde aquel primer instante hasta el final
toda ayuda necesaria en mí hallarás.
He estudiado sin descanso, 
practicando sin cesar,
largos años para poderte cuidar.

Allí estaré aunque se ponga el sol,
te cuidaré viviendo a tu lado.
Tu soledad, tu miedo, tu dolor,
tristeza o emoción,
y siempre acompañado.

Entregar toda una vida a los demás.
Recorrer todos los pasos por andar
He escogido mi camino,
elegí mi profesión:
cuerpo y alma, esta es mi vocación.

Mírame bien, no ocultes tu dolor.
Te ayudaré con Ciencia y con cuidados.
Te enseñaré cómo vivir mejor,
volver a caminar,
verte recuperado.
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Esto que ustedes acaban de leer y escuchar es el nuevo himno de la enfermería, escrito por Iñigo Lapetra, director de Comunicación del Consejo General de Enfermería, y musicalizado por Carlos Fernandez Prida y Nacho Palomares. 

La versión que escucharon corresponde a la coral de Enfermeros del Hospital Valle de Hebrón (Barcelona) con la soprano Elaine de Valero, dirigidos por Pablo Bélez y la orquestación de Javier López de Guereña en la noche de inauguración del Congreso Internacional de Enfermería en el Palau Sant Jordi de Barcelona en 2017.

Las imágenes del video, extraído del Canal Enfermero (youtube), corresponden a las fotografías finalistas de la primera y segunda edición del concurso FotoEnfermería


Después de conocer este himno, he descubierto una cosa, que me llena de orgullo:  


Soy médico, pero tengo corazón de enfermera.