Para ésta semana, más literatura: Un fantástico cuento de Isaac Asimov. ("Robot dreams" 1986)
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Sueños de robot
Isaac Asimov
一Anoche soñé 一anunció Elvex tranquilamente.
Susan Calvin no replicó, pero su rostro arrugado, envejecido por la sabiduría y la experiencia, pareció sufrir un estremecimiento microscópico.
一¿Ha oído eso? 一preguntó Linda Rash, nerviosa一. Ya se lo había dicho.
Era joven, menuda, de pelo oscuro. Su mano derecha se abría y se cerraba una y otra vez.
Calvin asintió y ordenó a media voz:
一Elvex, no te moverás, ni hablarás, ni nos oirás hasta que te llamemos por tu nombre.
No hubo respuesta. El robot siguió sentado como si estuviera hecho de una sola pieza de metal y así se quedaría hasta que escuchara su nombre otra vez.
一¿Cuál es tu código de entrada en computadora, doctora Rash? 一preguntó Calvin一. O márcalo tú misma, si te tranquiliza. Quiero inspeccionar el diseño del cerebro positrónico.
Las manos de Linda se enredaron un instante sobre las teclas. Borró el proceso y volvió a empezar. El delicado diseño apareció en la pantalla.
一Permíteme, por favor 一solicitó Calvin一, manipular tu computadora.
Le concedió el permiso con un gesto, sin palabras. Naturalmente. ¿Qué podía hacer Linda, una inexperta robosicóloga recién estrenada, frente a la Leyenda Viviente?
Susan Calvin estudió despacio la pantalla, moviéndola de un lado a otro y de arriba abajo, marcando de pronto una combinación clave, tan de prisa, que Linda no vio lo que había hecho, pero el diseño desplegó un nuevo detalle y, el conjunto, había sido ampliado. Continuó, atrás y adelante, tocando las teclas con sus dedos nudosos.
En su rostro avejentado no hubo el menor cambio. Como si unos cálculos vastísimos se sucedieran en su cabeza, observaba todos los cambios de diseño.
Linda se asombró. Era imposible analizar un diseño sin la ayuda, por lo menos, de una computadora de mano. No obstante, la vieja simplemente observaba. ¿Tendría acaso una computadora implantada en su cráneo? ¿O era que su cerebro durante décadas no había hecho otra cosa que inventar, estudiar y analizar los diseños de cerebros positrónicos? ¿Captaba los diseños como Mozart captaba la notación de una sinfonía?
一¿Qué es lo que has hecho, Rash? 一dijo Calvin, por fin.
Linda, algo avergonzada, contestó:
一He utilizado la geometría fractal.
一Ya me he dado cuenta, pero, ¿por qué?
一Nunca se había hecho. Pensé que tal vez produciría un diseño cerebral con complejidad añadida, posiblemente más cercano al cerebro humano.
一¿Consultaste a alguien? ¿Lo hiciste todo por tu cuenta?
一No consulté a nadie. Lo hice sola.
Los ojos ya apagados de la doctora miraron fijamente a la joven.
一No tenías derecho a hacerlo. Tu nombre es Rash: tu naturaleza hace juego con tu nombre. ¿Quién eres tú para obrar sin consultar? Yo misma, yo, Susan Calvin, lo hubiera discutido antes.
一Temí que se me impidiera.
-¡Por supuesto que se te habría impedido!
一Van a… 一su voz se quebró pese a que se esforzaba por mantenerla firme一. ¿Van a despedirme?
一Posiblemente 一respondió Calvin一. O tal vez te asciendan. Depende de lo que yo piense cuando haya terminado.
一¿Va usted a desmantelar a Elv…? 一por poco se le escapa el nombre que hubiera reactivado al robot y cometido un nuevo error. No podía permitirse otra equivocación, si es que ya no era demasiado tarde-. ¿Va a desmantelar al robot?
En ese momento se dio cuenta de que la vieja llevaba una pistola electrónica en el bolsillo de su bata. La doctora Calvin había venido preparada para eso precisamente.
一Veremos 一postergó Calvin一, el robot puede resultar demasiado valioso para desmantelarlo.
一Pero, ¿cómo puede soñar?
一Has logrado un cerebro positrónico sorprendentemente parecido al humano. Los cerebros humanos tienen que soñar para reorganizarse, desprenderse periódicamente de trabas y confusiones. Quizás ocurra lo mismo con este robot y por las mismas razones. ¿Le has preguntado qué soñó?
-No, la mandé llamar a usted tan pronto como me dijo que había soñado. Después de eso, ya no podía tratar el caso yo sola.
一¡Yo! 一una leve sonrisa iluminó el rostro de Calvin一. Hay límites que tu locura no te permite rebasar. Y me alegro. En realidad, más que alegrarme me tranquiliza. Veamos ahora lo que podemos descubrir juntas.
一¡Elvex! 一llamó con voz autoritaria.
La cabeza del robot se volvió hacia ella.
一Sí, doctora Calvin.
一¿Cómo sabes que has soñado?
一Era por la noche, todo estaba a oscuras, doctora Calvin 一explicó Elvex一, cuando de pronto aparece una luz, aunque yo no veo lo que causa su aparición. Veo cosas que no tienen relación con lo que concibo como realidad. Oigo cosas. Reacciono de forma extraña. Buscando en mi vocabulario palabras para expresar lo que me ocurría, me encontré con la palabra “sueño”. Estudiando su significado llegué a la conclusión de que estaba soñando.
一Me pregunto cómo tenías “sueño” en tu vocabulario.
Linda interrumpió rápidamente, haciendo callar al robot:
一Le imprimí un vocabulario humano. Pensé que…
一Así que pensó 一murmuró Calvin一. Estoy asombrada.
一Pensé que podía necesitar el verbo. Ya sabe, “jamás ‘soñé’ que…”, o algo parecido.
一¿Cuántas veces has soñado, Elvex? 一preguntó Calvin.
一Todas las noches, doctora Calvin, desde que me di cuenta de mi existencia.
一Diez noches -intervino Linda con ansiedad一, pero me lo ha dicho esta mañana.
一¿Por qué lo has callado hasta esta mañana, Elvex?
一Porque ha sido esta mañana, doctora Calvin, cuando me he convencido de que soñaba. Hasta entonces pensaba que había un fallo en el diseño de mi cerebro positrónico, pero no sabía encontrarlo. Finalmente, decidí que debía ser un sueño.
一¿Y qué sueñas?
一Sueño casi siempre lo mismo, doctora Calvin. Los detalles son diferentes, pero siempre me parece ver un gran panorama en el que hay robots trabajando.
一¿Robots, Elvex? ¿Y también seres humanos?
一En mi sueño no veo seres humanos, doctora Calvin. Al principio, no. Solo robots.
一¿Qué hacen, Elvex?
一Trabajan, doctora Calvin. Veo algunos haciendo de mineros en la profundidad de la tierra y a otros trabajando con calor y radiaciones. Veo algunos en fábricas y otros bajo las aguas del mar.
Calvin se volvió a Linda.
一Elvex tiene solo diez días y estoy segura de que no ha salido de la estación de pruebas. ¿Cómo sabe tanto de robots?
Linda miró una silla como si deseara sentarse, pero la vieja estaba de pie. Declaró con voz apagada:
一Me parecía importante que conociera algo de robótica y su lugar en el mundo. Pensé que podía resultar particularmente adaptable para hacer de capataz con su… su nuevo cerebro 一declaró con voz apagada.
一¿Su cerebro fractal?
一Sí.
Calvin asintió y se volvió hacia el robot.
一Y viste el fondo del mar, el interior de la tierra, la superficie de la tierra… y también el espacio, me imagino.
一También vi robots trabajando en el espacio 一dijo Elvex一. Fue al ver todo esto, con detalles cambiantes al mirar de un lugar a otro, lo que me hizo darme cuenta de que lo que yo veía no estaba de acuerdo con la realidad y me llevó a la conclusión de que estaba soñando.
-¿Y qué más viste, Elvex?
一Vi que todos los robots estaban abrumados por el trabajo y la aflicción, que todos estaban vencidos por la responsabilidad y la preocupación, y deseé que descansaran.
一Pero los robots no están vencidos, ni abrumados, ni necesitan descansar 一le advirtió Calvin.
一Y así es en realidad, doctora Calvin. Le hablo de mi sueño. En mi sueño me pareció que los robots deben proteger su propia existencia.
一En efecto, doctora Calvin.
一Pero la mencionas de forma incompleta. La tercera ley dice: “Un robot debe proteger su propia existencia siempre y cuando dicha protección no entorpezca el cumplimiento de la primera y segunda ley”.
一Sí, doctora Calvin, esta es efectivamente la tercera ley, pero en mi sueño la ley terminaba en la palabra “existencia”. No se mencionaba ni la primera ni la segunda ley.
一Pero ambas existen, Elvex. La segunda ley, que tiene preferencia sobre la tercera, dice: “Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando dichas órdenes estén en conflicto con la primera ley”. Por esta razón los robots obedecen órdenes. Hacen el trabajo que les has visto hacer, y lo hacen fácilmente y sin problemas. No están abrumados; no están cansados.
一Y así es en la realidad, doctora Calvin. Yo hablo de mi sueño.
一Y la primera ley, Elvex, que es la más importante de todas, es: “Un robot no debe dañar a un ser humano, o, por inacción, permitir que sufra daño un ser humano”.
一Sí, doctora Calvin, así es en realidad. Pero en mi sueño, me pareció que no había ni primera ni segunda ley, sino solamente la tercera, y esta decía: “Un robot debe proteger su propia existencia”. Esta era toda la ley.
一¿En tu sueño, Elvex?
一En mi sueño.
一Elvex 一dijo Calvin一, no te moverás, ni hablarás, ni nos oirás hasta que te llamemos por tu nombre.
Y otra vez el robot se transformó aparentemente en un trozo inerte de metal. Calvin se dirigió a Linda Rash:
一Bien, y ahora, ¿qué opinas, doctora Rash?
一Doctora Calvin 一dijo Linda con los ojos desorbitados y el corazón palpitándole fuertemente一, estoy horrorizada. No tenía idea. Nunca se me hubiera ocurrido que esto fuera posible.
一No 一observó Calvin con calma一, ni tampoco se me hubiera ocurrido a mí, ni a nadie. Has creado un cerebro robótico capaz de soñar y con ello has puesto en evidencia una faja de pensamiento en los cerebros robóticos que muy bien hubiera podido quedar sin detectar hasta que el peligro hubiera sido alarmante.
一Pero esto es imposible 一exclamó Linda一. No querrá decir que los demás robots piensen lo mismo.
一Conscientemente no, como diríamos de un ser humano. Pero, ¿quién hubiera creído que había una faja no consciente bajo los surcos de un cerebro positrónico, una faja que no quedaba sometida al control de las tres leyes? Esto hubiera ocurrido a medida que los cerebros positrónicos se volvieran más y más complejos… de no haber sido puestos sobre aviso.
一Quiere decir, por Elvex.
一Por ti, doctora Rash. Te comportaste irreflexivamente, pero al hacerlo, nos has ayudado a comprender algo abrumadoramente importante. De ahora en adelante, trabajaremos con cerebros fractales, formándolos cuidadosamente controlados. Participarás en ello. No serás penalizada por lo que hiciste, pero en adelante trabajarás en colaboración con otros.
一Sí, doctora Calvin. ¿Y qué ocurrirá con Elvex?
一Aún no lo sé.
Calvin sacó el arma electrónica del bolsillo y Linda la miró fascinada. Una ráfaga de sus electrones contra un cráneo robótico y el cerebro positrónico sería neutralizado y desprendería suficiente energía como para fundir su cerebro en un lingote inerte.
一Pero seguro que Elvex es importante para nuestras investigaciones 一objetó Linda-. No debe ser destruido.
一¿No debe, doctora Rash? Mi decisión es la que cuenta, creo yo. Todo depende de lo peligroso que sea Elvex.
Se enderezó, como si decidiera que su cuerpo avejentado no debía inclinarse bajo el peso de su responsabilidad. Dijo:
一Elvex, ¿me oyes?
一Sí, doctora Calvin 一respondió el robot.
一¿Continuó tu sueño? Dijiste antes que los seres humanos no aparecían al principio. ¿Quiere esto decir que aparecieron después?
一Sí, doctora Calvin. Me pareció, en mi sueño, que eventualmente aparecía un hombre.
一Sí, doctora Calvin. Y el hombre dijo: “¡Deja libre a mi gente!”
一¿Eso dijo el hombre?
一Sí, doctora Calvin.
一Y cuando dijo “deja libre a mi gente”, ¿por las palabras “mi gente” se refería a los robots?
一Sí, doctora Calvin. Así ocurría en mi sueño.
一¿Y supiste quién era el hombre… en tu sueño?
一Sí, doctora Calvin. Conocía al hombre.
一¿Quién era?
Y Elvex dijo:
一Yo era el hombre.
Susan Calvin alzó al instante su arma de electrones y disparó, y Elvex dejó de ser.
FIN
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Escritor y científico de origen ruso, nacionalizado estadounidense. Uno de los principales divulgadores de la ciencia, la historia y la literatura de ciencia ficción en el siglo XX.
En 1996 publicó una selección de cuentos cortos llamada "Sueños de Robot". Este cuento hace parte de la trama de la película "Yo Robot" aunque el argumento de la película está principalmente inspirado en el relato de Eando Binder, "yo robot" en el cual un robot es programado para matar a su creador.