"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 17 de agosto de 2016

Pange lingua

Hace algún tiempo escribí una historia de un monje de una abadía de la edad media, que se sentía atraído por un extraño libro que copiaba el monje más antiguo.  Como era natural, debí estudiar un poco de latín para hacer el cuento más verosímil.    

Unos de los cantos que surge en el cuento es el Pange Lingua.   Por supuesto, cuando leí el cuento entre mis contertulios, me preguntaron qué era eso.   

El Pangue Lingua es un himno eucarístico escrito por Santo Tomás de Aquino (1225-1274).  Se canta con frecuencia en la celebración del Corpus Christi y en Semana Santa (Jueves Santo). 

Como sé que muchos de ustedes no lo reconocerían leyéndolo, les traigo dos videos.  El primero en notación gregoriana y el segundo en una versión que compuso el grupo español Mocedades.   Descubrirán que posiblemente lo han escuchado. 

Latín
Español
Pange, lingua, gloriosi
Córporis mystérium
Sanguinísque pretiósi,
Quem in mundi prétium
Fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.

Nobis datus, nobis natus
Ex intácta Vírgine,
Et in mundo conversátus,
Sparso verbi sémine,
Sui moras incolátus
Miro clausit órdine.

In supremæ nocte coenæ
Recumbens cum frátribus,
Observata lege plene
Cibis in legálibus,
Cibum turbæ duodenæ
Se dat súis mánibus.

Verbum caro, panem verum
Verbo carnem éfficit,
Fitque Sanguis Christi merum,
Et, si sensus déficit,
Ad firmandum cor sincerum
Sola fides súfficit.
Tantum ergo Sacraméntum,
Venerémur cérnui:
Et antíquum documentum
Novo cedat rítui;
Præstet fides suppleméntum

Sénsuum deféctui.
Genitori Genitóque,
Laus et iubilátio;
Salus, honor, virtus quoque,
Sit et benedíctio;
Procedénti ab utróque
Compar sit laudátio.

Amen.

Canta, oh lengua,
el misterio del glorioso cuerpo
y de la Sangre preciosa
que el Rey de las naciones
Fruto de un vientre generoso
derramó en rescate del mundo.

Nos fue dado,
nos nació de una Virgen sin mancha;
y después de pasar su vida en el mundo,
una vez propagada la semilla de su palabra,
Terminó el tiempo de su destierro
Dando una admirable disposición.

En la noche de la Última Cena,
Sentado a la mesa con sus hermanos,
Después de observar plenamente
La ley sobre la comida legal,
se da con sus propias manos
Como alimento para los doce.

El Verbo encarnado, pan verdadero,
lo convierte con su palabra en su carne,
y el vino puro se convierte en la sangre de Cristo.
Y aunque fallan los sentidos,
Solo la fe es suficiente
para fortalecer el corazón en la verdad.
Veneremos, pues,
Postrados tan grande Sacramento;
y la antigua imagen ceda el lugar
al nuevo rito;
la fe reemplace

La incapacidad de los sentidos.
Al Padre y al Hijo
sean dadas alabanza y gloria,
Fortaleza, honor,
poder y bendición;
una gloria igual sea dada a
aquel que de uno y de otro procede.

Amén.




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Hasta la próxima semana. 

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