"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 21 de marzo de 2012

20 claves para reconocer a un imbécil (En medicina).

El siguiente artículo fue publicado por el Dr. Daniel Flichtentrei, medico cardiólogo argentino en su página  la Verdad y otras mentiras.     

Tengo que admitir que descubrí (por enésima vez) que sigo siendo un imbécil.



Las patéticas caras del éxito.


“Si no fueran tan temibles

nos darían risa.
Si no fueran tan dañinos
nos darían lástima”.
                              J. M. Serrat

Es imposible huir de ellos. Nos rodean. Establecen las reglas del juego y nos obligan a jugarlo. Si la moneda sale cara: ganan ellos, y si sale sello: nosotros perdemos. Tienen, en el lugar del corazón, su propio ombligo. Sonríen felices como conejos, sólo porque son idiotas como lagartos.

Van 20 claves. Pero hay más, muchas más. Casi todas ellas las he identificado en mí mismo en algún momento de mi vida. He superado unas pocas, pero el resto me vuelven a crecer como una hierba empecinada que se resiste a morir. Ustedes ya saben, ese imbécil también soy yo.

  1. Supone que su condición de médico lo habilita para opinar con impunidad de todo cuanto se le ponga delante.
  2. Considera que sus explicaciones respecto de los acontecimientos de la vida de las personas son: suficientes, únicas, verdaderas.
  3. Convierte a todo diagnóstico en un juicio moral, distribuye culpabilidades y aplica sanciones. Su práctica es policial y él se siente un gendarme de la “vida correcta”.
  4. Piensa que los modos de existencia de las personas obedecen a decisiones racionales y voluntarias.
  5. No educa ni hace sugerencias, ¡da órdenes! Y acusa a quienes no las cumplen por su debilidad de carácter o su escasa inteligencia para comprender sus razones autoevidentes.
  6. Se siente autorizado a dar consejos sobre la vida privada de las personas, especialmente cuando nadie se los pide. Sus temas preferidos son: las relaciones personales, la conducta sexual, los valores, incluso cuando es evidente que carece de la más mínima aptitud para hacerlo.
  7. Cree que acumular información es garantía de “conocimiento”.  Que la mera suma de datos produce el “significado”.
  8. No establece diferencias entre la epidemiología y la clínica, entre las poblaciones y los individuos.
  9. Considera que las “probabilidades” son “hechos”.
  10. Considera que el ejercicio de la medicina consiste en la aplicación automática de un conjunto –bastante limitado- de algoritmos y cursos de acción.
  11. Reconoce la existencia del error, pero sólo en los demás.
  12. Comprende el significado de la “incertidumbre clínica”, pero jamás la ha sentido personalmente.
  13. Tipifica a todas las emociones y sentimientos como síntomas y actúa en consecuencia.
  14. Piensa que enseñar es exhibir lo que conoce como un tesoro al que sólo él tiene acceso.
  15. Cree que el reconocimiento no proviene de las personas sino de los journals.
  16. Piensa que los más  jóvenes son tan ignorantes que no pueden reconocer sus méritos por lo que no se le acercan. Jamás se le ha ocurrido pensar que, precisamente porque reconocen sus atributos, es que huyen de él como de la peste.
  17. Siempre encuentra escenarios donde exhibirse. Supone –¡está convencido de ello!- que los demás quieren saber de él y conocer el repertorio completo de sus merecimientos.
  18. Convierte todo lo que toca en instrumento para su promoción personal. Sus actos son mercancías y sus únicas recompensas “utilidades”.
  19. Busca la fama, la exhibición y el dinero porque supone que los merece. Ignora  la solidaridad, la gratitud y la austeridad porque no imagina para que sirven.
  20. Circula satisfecho y feliz con su producto –que es él mismo- pero sólo porque su propia vulgaridad le impide advertir el bochornoso espectáculo que representa.
                                                                                                                                
Dicen los que saben que no se debe escribir enojado. Eso es precisamente lo que estoy haciendo en este momento. Afirman que la calma permite administrar las emociones negativas con inteligencia y evitar afirmaciones imprudentes que más tarde no podrán sostenerse. Lo comprendo. Pero eso no impide que lo haga.
 Dr. Daniel Flichtentrei


miércoles, 14 de marzo de 2012

El viaje a la Luna: Georges Méliès

Hace poco estuve viendo una película que recordaba la vida de Georges Méliès.   (Véase "La invención de Hugo")

Esta semana quiero hacer mi humilde homenaje a éste gran maestro del séptimo arte. 

Les quiero compartir una de sus más famosas películas.

Le voyage dans la lune (1902)
El viaje a la luna (1902)
A trip to the Moon (1902)
Voyage to the Moon (1902)

Dirigida por Georges Méliès
Género:  Ciencia Ficción.
País:  Francia
Duración:  12 minutos
Color:  Blanco y negro
Banda Sonora:  Muda.
Créditos:  Basada en la novela de Jules Verne.


Casting:
Victor Andre
Bleuette Bernon (Lady in the moon)
Henri Delannoy
Depierre
Georges Méliès  (expedition Leader)
Jeanne D´Alcy


Hasta la próxima Semana. 

miércoles, 7 de marzo de 2012

40 cosas que los médicos no deberíamos olvidar

Trascribo textualmente un artículo publicado por Intramed (Revista virtual Argentina sobre temas de Medicina. )

40 cosas que los médicos no deberíamos olvidar
Malentendidos y olvidos de la práctica cotidiana.

IntraMed
 
Estoy recopilando situaciones clínicas, conflictos y malentendidos de la práctica diaria. Van algunos de los que veo a cada rato. Especialmente en mí mismo que soy el peor de todos. Ojalá ayuden. ¿Ustedes tienen otros para agregar a mi lista?

  1. Los pacientes tienen “biología” pero también “biografía”.
  2. Los pacientes tienen orejas. Pero los médicos también.
  3. “Interrogatorio” y “escuchatorio” no pueden reemplazarse mutuamente.
  4. efecto placebo no significa falta de efecto.
  5. Tu palabra puede ser un remedio pero también un veneno.
  6. Cada vez que alguien no pudo entender, alguien no supo explicar.
  7. Ninguna indicación es una orden.
  8. Las recomendaciones se negocian, no se imponen.
  9. Nadie hace lo que no comprende o lo que contradice sus valores.
  10. Lo que los pacientes ignoran que saben y los médicos no saben que ignoran.
  11. Una enfermera sabe todo lo que a nosotros nadie nos enseñó jamás.
  12. Un dato clínico no es un juicio clínico. El primero sin el segundo es inútil y peligroso.
  13. Un “dato” no es una “cosa”.
  14. “Significación estadística” y “significación clínica” no significan lo mismo.
  15. “Riesgo” y “peligro” no son sinónimos en medicina.
  16. Encontrar una variable anormal no significa encontrar una enfermedad.
  17. Normalizar un parámetro no significa alcanzar la curación.
  18. La normalización de variables y el bienestar del paciente no son la misma cosa.
  19. La ausencia de evidencia no significa evidencia de la ausencia.
  20. Ningún estudio está justificado sino no responde a una pregunta y no cambia una conducta.
  21. Si la probabilidad es baja la indicación es débil.
  22. Encontrar algo no siempre significa hacer algo.
  23. Para quién no sabe hacia dónde va, todos los caminos son equivocados.
  24. Si escuchas galopar es muy probable que se trate de un caballo. Pero podría tratarse de una cebra.
  25. Un síntoma es un síntoma. Encuentres o no un dato que lo justifique.
  26. Si encontras una queja que no tiene “motivo”. Ya has encontrado el motivo de la queja.
  27. Las enfermedades psicosomáticas no existen como categoría. Ya que no hay ninguna que no lo sea.
  28. Cuerpo y mente son recursos del lenguaje. En el mundo real no existe una sin el otro.
  29. Error y culpa no son sinónimos.
  30. La incertidumbre no es una debilidad de la clínica. Es su propia naturaleza.
  31. Una probabilidad no es un hecho.
  32. Un dato sin contexto es un castillo construido en el aire.
  33. Una asociación no es una causa.
  34. La práctica médica no se basa en la autoridad sino en las demostraciones.
  35. No son las hipótesis bellas sino sus comprobaciones rigurosas el fundamento de una intervención.
  36. Cuidar no es menos importante que curar.
  37. El cuidado de los pacientes se basa en el cuidado de los pacientes.
  38. Tu curriculum dice menos de vos que tus pacientes.
  39. Los papers no son el propósito de la medicina.
  40. No es necesario que los pacientes te admiren. Aunque es muy recomendable que te quieran.

D.F

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ADENDUM:
Posterior a la presente nota descubrí que las iniciales D.F corresponden a Daniel Flichtentrei, cardiólogo argentino quien muy amablemente me autorizó a publicar algunos textos de su página personal.  la Verdad y otras mentiras    

Un abrazo fraternal y un saludo al doctor Fichtentrei.

miércoles, 29 de febrero de 2012

El 30 de febrero.

-  Oye, aun me debes un dinero.
-  No te preocupes, te lo pago el 30 de febrero.

Pues sí. A lo largo de la historia ha existido el 30 de febrero. 

Les cuento: En 1700 Suecia se regía por el calendario Juliano, cuando casi todo el mundo estaba con el Calendario Gregoriano. Por tal razón Suecia decidió omitir un día cada año para que finalmente en 1710 los dos calendarios coincidieran. El caso es que no se hicieron las reducciones como debía ser. Solo se hizo la reducción en 1700 y no se volvió a realizar.  

Para principios de 1712 todavía había 10 días de retraso y Suecia quedó desfasado de ambos calendarios (juliano y gregoriano).

En vista de esto, en 1712 (que era bisiesto), se decidió además del 29 de febrero, agregar otro día más. El 30 de febrero. Realmente ese día correspondió al 29 de febrero del calendario juliano y al 11 de marzo del calendario gregoriano. Fue solo hasta 1753 que Suecia adoptó el calendario gregoriano.

Por si fuera poco, el enredo, les cuento que la Unión Soviética a principios del siglo XX se regía por el calendario Juliano. Por esa razón la revolución de octubre fue en noviembre (Aunque ese es tema para otra semana).

La Unión Soviética adoptó en 1929 un calendario en el que cada mes tenía 30 días y los 5 restantes eran festivos. Solo hubo dos años, (1930 y 1931) en los cuales hubo 30 de febrero.  

O sea que cuando les digan que les van a pagar la deuda el 30 de febrero, no pierdan las esperanzas... quizás algún día será…

Hasta la próxima semana.

Fuente:  
  • Cafetinotas CF140.  Febrero 212.  Publicación interna de los médicos de la Clinica Cardiovascular Santa María de Medelin. John Jairo Salas. Editor. 
  • Wikipedia   
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miércoles, 22 de febrero de 2012

¿Mucho camello o poco camello ?

He tenido un camello.... 

Pues, aunque en nuestro medio tener mucho camello significa estar con mucho trabajo, esta semana les quiero traer una historia de camellos, pero de los de dos jorobas.    



Esta historia hace parte de uno de mis libro preferidos:   "El hombre que calculaba" Su autor  es Malba Tahan,  seudónimo del profesor Julio Cesar de Mello e Souza (1895-1974) quien escribió varios libros en los que la literatura, la matemática y la lúdica se unen para hacer una verdadera obra maestra. 

 Para quienes quieran leer mas de este libro  les recomiendo   El problema de los 8 panes.   que ya fue publicado en este blog.




    **************
CAPÍTULO 3
Singular aventura acerca de 35 camellos que debían ser repartidos entre tres árabes. Beremís Samir efectúa una división que parecía imposible, conformando plenamente a los tres querellantes. La ganancia inesperada que obtuvimos con la transacción.


 
Hacía pocas horas que viajábamos sin interrupción, cuando nos ocurrió una aventura digna de ser referida, en la cual mi compañero Beremís puso en práctica, con gran talento, sus habilidades de eximio algebrista.

Encontramos, cerca de una antigua posada medio abandonada, tres hombres que discutían acaloradamente al lado de un lote de camellos.

Furiosos se gritaban improperios y deseaban plagas:

- ¡No puede ser!

- ¡Esto es un robo!

- ¡No acepto!

El inteligente Beremís trató de informarse de que se trataba.

- Somos hermanos –dijo el más viejo- y recibimos, como herencia, esos 35 camellos. Según la expresa voluntad de nuestro padre, debo yo recibir la mitad, mi hermano Hamed Namir una tercera parte, y Harim, el más joven, una novena parte. No sabemos sin embargo, como dividir de esa manera 35 camellos, y a cada división que uno propone protestan los otros dos, pues la mitad de 35 es 17 y medio. ¿Cómo hallar la tercera parte y la novena parte de 35, si tampoco son exactas las divisiones?

- Es muy simple –respondió el “Hombre que calculaba”-. Me encargaré de hacer con justicia esa división si me permitís que junte a los 35 camellos de la herencia, este hermoso animal que hasta aquí nos trajo en buena hora.

Traté en ese momento de intervenir en la conversación:

- ¡No puedo consentir semejante locura! ¿Cómo podríamos dar término a nuestro viaje si nos quedáramos sin nuestro camello?

- No te preocupes del resultado “bagdalí” –replicó en voz baja Beremís-. Sé muy bien lo que estoy haciendo. Dame tu camello y verás, al fin, a que conclusión quiero llegar.

Fue tal la fe y la seguridad con que me habló, que no dudé más y le entregué mi hermoso “jamal”
[1], que inmediatamente juntó con los 35 camellos que allí estaban para ser repartidos entre los tres herederos.

- Voy, amigos míos –dijo dirigiéndose a los tres hermanos- a hacer una división exacta de los camellos, que ahora son 36.

Y volviéndose al más viejo de los hermanos, así le habló:

- Debías recibir, amigo mío, la mitad de 35, o sea 17 y medio. Recibirás en cambio la mitad de 36, o sea, 18. Nada tienes que reclamar, pues es bien claro que sales ganando con esta división.

Dirigiéndose al segundo heredero continuó:

- Tú, Hamed Namir, debías recibir un tercio de 35, o sea, 11 camellos y pico. Vas a recibir un tercio de 36, o sea 12. No podrás protestar, porque también es evidente que ganas en el cambio.

Y dijo, por fin, al más joven:

- A ti, joven Harim Namir, que según voluntad de tu padre debías recibir una novena parte de 35, o sea, 3 camellos y parte de otro, te daré una novena parte de 36, es decir, 4, y tu ganancia será también evidente, por lo cual sólo te resta agradecerme el resultado.

Luego continuó diciendo:

- Por esta ventajosa división que ha favorecido a todos vosotros, tocarán 18 camellos al primero, 12 al segundo y 4 al tercero, lo que da un resultado (18 + 12 + 4) de 34 camellos. De los 36 camellos sobran, por lo tanto, dos. Uno pertenece, como saben, a mi amigo el “bagdalí” y el otro me toca a mí, por derecho, y por haber resuelto a satisfacción de todos, el difícil problema de la herencia
[2].

- ¡Sois inteligente, extranjero! –exclamó el más viejo de los tres hermanos-. Aceptamos vuestro reparto en la seguridad de que fue hecho con justicia y equidad.

El astuto beremís –el “Hombre que calculaba”- tomó luego posesión de uno de los más hermosos “jamales” del grupo y me dijo, entregándome por la rienda el animal que me pertenecía:

- Podrás ahora, amigo, continuar tu viaje en tu manso y seguro camello. Tengo ahora yo, uno solamente para mí.

Y continuamos nuestra jornada hacia Bagdad.




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Notas:
[1] Jamal – una de las muchas denominaciones que los árabes dan a los camellos.

[2] Este curioso resultado proviene de ser la suma

1/2  +  1/3 + 1/9 = 17/18

menor que la unidad. De modo que el reparto de los 35 camellos entre los tres herederos no se habría hecho por completo; hubiera sobrado 1/18 de 35 camellos.
Habiendo aumentado el dividendo a 36, el sobrante resultó entonces 1/18 de 36, o sea los dos camellos referidos en el reparto hecho por el “Hombre que calculaba”.

El texto y los dibujos ha sido extraídos de la página  http://www.librosmaravillosos.com/hombrecalculaba/index.html

miércoles, 15 de febrero de 2012

Ane-Doctas de un médico desmemoriado

Se encuentran dos amigos después de mucho tiempo.
- Sabías que escribí un libro?
 - Si, yo lo compré.
 - Ahhh, ¿fuiste vos?

........

Y es que dicen que antes de abandonar este mundo hay que sembrar un árbol, tener un hijo, y escribir un libro.

No se angustien. No me estoy despidiendo, pero sí, ¡por fin publiqué un libro!

Un profesor y amigo dice que publicar un libro es más difícil que parir un hijo. No tengo el beneficio de la experiencia que tienen las madres. Creo que parir un hijo es más complicado. Sin embargo, les diré que demoré más de 25 años para decidirme a intentar publicar algunos de los cuentos que he escrito.

El libro se titula.   ANE-DOCTAS DE UN MEDICO DESMEMORIADO.

Recoge algunos cuentos relacionados con el mundo de la medicina. Varios cuentos de humor escritos por mi hace varios años.  Muchos de ellos parten de anécdotas propias o de amigos y conocidos. Tambien tiene algunos otros cuentos de ficción.

Es un libro para reír a carcajadas, para reflexionar sobre las relaciones entre los médicos y los pacientes, o simplemente para matar el tiempo.

categoría: Cuentos
año de edición: 2012
número de edición: 1
peso: 129 gr.
número de páginas: 91

Detalles de Impresión
formato: 14 x 21 cm (con solapa)
encuadernación: Rústico (pegado)
interior: Papel Bond 75 Grs, Blanco y Negro

$31.700.00  (COP - excento de IVA)



Por ahora, el libro está disponible en la editorial autores editores en Bogotá. Quien esté interesado en un ejemplar puede solicitarlo directamente a la editorial, haciendo click en el siguiente enlace  www.autoreseditores.com desde donde se lo enviarán a su casa luego de hacer un corto registro, o si prefieren, pueden escribirme al correo electrónico para mayor información.

Trae quince historias:   33, La punción lumbar, Sudadera, La droga salvadora, La Filosofía, La escopeta del alcalde, Un sueño, El arte de la medicina, El brote, La bomba, Amelia (cuento de misterio), Póstumo, La voz del corazón, Tipo de sangre, La escarapela.   

A continuación, les traigo uno de los cuentos del libro titulado "33".  
Espero lo disfruten.

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Raras veces un número es protagonista de una historia.  ¿Y por qué? Sencillo.  Cualquiera diría que los números no tienen personalidad.  Y eso es cierto en casi todos lo casos. Sin embargo, en mis clases de semiología médica (el arte de aprender a examinar e interpretar los signos y síntomas del paciente) aprendí de mi maestro que el número treinta y tres es un número con personalidad.

¿Que como así? Dirá usted. Se lo explicaré. Si alguna vez ha tenido la fortuna (o el infortunio) de ser examinado por un médico acucioso, posiblemente al colocarle en la espalda y el pecho el famoso aparatito llamado fonendoscopio (o estetoscopio), le pedirá que repita varias veces el número 33. 

¿Que si el fonendoscopio es...?

.... Sí, sí, es ese aparato misterioso que el médico se coloca en los oídos y que está conectado con unas mangueritas a una copita con una membrana que le colocan a usted sobre el pecho para escucharle el corazón.... sí, ese mismo.  
Bueno le sigo contando.  Mi maestro de semiología médica decía que el número treinta y tres era un número que daba muy buena resonancia.  Que cuando un paciente decía “33” el sonido de este número se transmitía por todo el pulmón y llegaba hasta la piel, donde el médico podía escucharlo con el fonendoscopio y dependiendo de la fuerza o atenuación con que llegara, podría establecer el tipo de enfermedad que le aquejaba.

Pues bien, una vez, cuando ya ejercía, me llegó un paciente que relataba tos.  Luego de un completo interrogatorio pasé a examinarlo en la camilla.   Le pedí que se quitara completamente la camisa.  Le examiné el pulso y le tomé la presión arterial.    Luego de examinar su cabeza y órganos de los sentidos pasé a examinarle el tórax.   A estas alturas, yo ya estaba casi convencido de que el señor tenía una bronquitis (inflamación de los bronquios).  Solo me faltaba un dato para confirmarlo.  Me puse a sus espaldas y coloqué mi fonendoscopio a la altura de sus omoplatos y le pedí:

-         Don Vicente, por favor diga “treinta y tres”

Moví unos centímetros el fonendoscopio y le pedí:
-         Diga “treinta y tres”
-         ¡Treinta y tres!

Volví a mover el fonendoscopio
-         Diga “treinta y tres”
-         ¡Treinta y tres!
-         Diga “treinta y tres” -repetí
-         ¡Treinta y tres!
-         Diga “treinta y tres”
-         ¡Treinta y tres!
Así continuamos varias veces.  Yo pedía que dijera “treinta y tres” y él decía “treinta y tres”.  Cuando creí que ya todo estaba claro....
-         Diga “treinta y tres”
-         ¡Treinta y tres!
-         Siga.....
-         ¡Treinta y cuatro!...     ¡Treinta y cinco!...      ¡Treinta y seis!....     ¡Treinta y siete!

Afortunadamente yo me encontraba a sus espaldas y no se percató de que casi me estallo de la risa.   Creo que alcanzó a llegar como hasta “setenta” antes de que yo recobrara mi aplomo y en voz muy seria y muy profesional le dijera que ya era suficiente.

¿Ahora comprende usted, porque el “33” es el protagonista de esta historia?

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miércoles, 8 de febrero de 2012

El Negro, la ley SOPA y Rosa Montero.

Hace unos días, mi amiga y colega (en ese orden), Gloria David, me envió un relato escrito por la española Rosa Montero.  


EL NEGRO
por Rosa Montero

Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja.

De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta.

Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.

Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: "Pero qué chiflados están los europeos".

XXXXXXXXXXXXX

Cuando leí el relato, quedé perplejo. Era la misma historia que había leído cuando era niño (¿quizás en 1978?) en Selecciones del Reader Digest (mi revista preferida en la infancia). La diferencia en el relato era que ocurría en un aeropuerto y no era comida lo que se compartía sino unas galletas. A lo largo de los años, he leído versiones en una estación del tren, con un paquete de snakies, etc. 

Siguiendo la pista como todo experto en averigüática,  he llegado a varios sitios donde ofrecen diferentes orígenes a la historia.

En un comentario de Luz Stella Rodas para la revista semana, menciona que "la primera versión es del escritor Douglas Adams, quien narra una anécdota sucedida en 1976 entre dos personajes masculinos en una estación de trenes en Inglaterra y lo que comparten es un paquete de galletas (Biscuits). Luego, la directora de cine suiza Korinna Sehringer desarrolla un cortometraje (Cookie Thief, 1998) y transcurre entre un turco y una europea en un Aeropuerto igualmente europeo." En el video, los créditos de la historia son para Valerie Cox.

El blog "Escritos sobre la cresta de una ola" registra que "El negro" fue escrito por Rosa Montero en mayo de 2005.   El mismo blog, hace referencia a un relato de Jorge Bucay llamado "Galletitas".

Debido a que "El negro" se ha dado a conocer en la internet y ha generado el rechazo de muchos lectores, Rosa Montero aseguró que dicha historia se la había narrado su editora alemana en un viaje a Portugal y la escribió convencida de que era cierta. 

¿Y qué tiene que ver esto con la ley S.O.P.A.?. 

Como muchos saben son un defensor de la libertad de expresión y del acceso libre al conocimiento. Pero también soy escritor. Creo que todos tenemos derecho a que se respete nuestros derechos de autor. Como escritor, no puedo (no debo) firmar como mía una historia que otro escribió.   

Esa ley tiene cosas muy malas, pero tiene puntos buenos. Uno de ellos es la protección al autor contra el plagio. Antes de atacar algo, hay que conocerlo.  Desafortunadamente muchos atacan la ley "por moda", sin conocerla siquiera. Yo defiendo unos puntos y disiento de otros.

A los "Anonymus" y a los otros, los que, si ponen la cara, les pido que si alguien, algún día cuenta mis historias, por lo menos tenga la entereza de decir su verdadero origen. Y si ganan el Nobel de literatura... pues que lo compartan conmigo.

Hasta la próxima.

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miércoles, 1 de febrero de 2012

El otro Rafael Orozco.

Quienes me conocen saben que soy un melómano inclinado por la música "culta", mal llamada "música clásica". Por el contrario, nunca me ha gustado la música vallenata.  

Por eso en estos días alguien se sorprendió cuando llamaron a mi casa y al escuchar una música de piano en el fondo, me preguntaron qué estaba escuchando y les dije que a Rafael Orozco tocando un concierto de Rachmaninoff.  Lo gracioso es que no me creyeron.

Y es que Rafael Orozco era un pianista clásico.   Así como lo están leyendo.  

No se confundan. Existió un Rafael Orozco Mestre que es conocido por su música vallenata (para quienes no sean latinoamericanos, les diré que es una música de la costa atlántica de Colombia, más específicamente originaria de Valledupar).  

Pero el que me gusta escuchar es Rafael Orozco Flores. Un pianista español nacido en Córdoba (España) en 1946 y que murió en 1996. En mi concepto es el mejor intérprete de Rachmaninoff. 

Les comparto un concierto de piano ejecutado magistralmente por Rafael Orozco Flores (el que sí me gusta). En el video interpreta el concierto No 4 para piano y orquesta de Sergei Rachmaninoff (1873-1943).

Espero que lo disfruten.  



A continuación, les traigo un fragmento del primer movimiento del concierto No. 3 para piano y orquesta de Rachmaninoff.  Concierto en vivo, presentado en el Festival de Praga.  Observen el grado de dificultad de su ejecución.  

Nota curiosa:  cuando mi hija vio el siguiente video señaló cierto parecido entre los dos músicos. ¿Será por el bigote?




En lo personal de los cuatro conciertos para piano de Sergei Rachmaninoff  el que me gusta más el No. 2, pero no pude encontrarlo en la web, interpretando por Rafael Orozco.   




Les recomiendo buscar el CD  "Rachmaninoff.  Complete woks for Piano and Orchestra".  

Rafael Orozco - Piano
Royal Philharmonic Orchestra,
bajo la dirección de Edo de Waart . 
Colección Philips Classics.




Hasta la próxima semana. (si la S.O.P.A.  nos deja).

Y ya saben...  si me van a regalar música, ya saben cuál Rafael Orozco prefiero.


Si quieren conocer más sobre el otro Rafael Orozco, les sugiero los siguientes enlaces: 
* http://www.wikipedia.com
* http://www.ayuncordoba.es/rafael-orozco-flores-musico.html
* https://www.facebook.com/pages/Rafael-Orozco-Flores/257620561482


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miércoles, 25 de enero de 2012

La geología, la saliva y la religión. El legado de Nicolás Steno.

Como escribí la semana pasada, hace unos días venía pensando hacerlo sobre la relación entre la geología, la saliva y la religión.  

Y no me refiero a la verborrea de muchos profesores de geología ni mucho menos a los sermones de los sacerdotes.  Me refiero a Nicolás Steno.

Hace unos días recibí una paciente con una psialoadenitis de la glándula parótida (inflamación de una glándula salivar).  Cuando la revisaba encontré una inflamación en el conducto de Stenon. (conducto por el que la glándula parótida drena saliva a la cavidad oral). Recordé a mi viejo profesor de anatomía, Dr. Raúl Márquez, (Dios lo tenga en su gloria), y por esas cosas de la curiosidad quise saber de dónde venía el nombre de dicho conducto. 

Para sorpresa mía encontré que el nombre del conducto de Stenon venía de Nicolás Steno, el padre de la Geología.     ¿....QUE,....  QUE ?

Pues sí....  el descubridor del conducto por donde sale la saliva es el padre de la Geología moderna... y además es un beato de la iglesia católica.   

Verán. En estos dos últimos siglos venimos acostumbrados a la especialización en las funciones. Un médico no puede ser abogado, arquitecto, músico e ingeniero al mismo tiempo.  (Al menos eso han querido enseñarnos con ahínco). Pues bien,  hace unos siglos el mundo era uno solo y el conocimiento también. El aprendizaje y el conocimiento no tenían los limites que nuestros profesores han querido ponernos. 

Pero volvamos a Nicolás.    

Nicolás Steno  (Niels Steensen en su lengua natal,  Nicolaus Steno en latín, Nicolás Stenon en francés),  Nació en Copenhague, Dinamarca, el 11 de enero de 1638 y murió el 25 de noviembre de 1686 en Schwerin. Fue un anatomista  y científico danés. Aunque nació en el seno de una familia luterana, se convirtió al catolicismo y murió como obispo misionero.

Como que le rindió el tiempo a Nicolás....

Primero decidió estudiar medicina en la Universidad de Copenhague. Conoció a Thomás Bartholin (descubridor de la famosa glándula de Bartholino y de los vasos linfáticos), y fue este quien lo inició en la ciencia de la anatomía.

Posteriormente viajó a Alemania y Holanda donde descubrió el conducto que lleva su nombre cuando trataba de estudiar los vasos linfáticos que iban al cerebro en la cabeza de un cordero. Resultó que al intentar pasar una sonda a través de un conducto, la sonda siempre llegaba a una cavidad que quedaba al lado de los dientes. Así descubrió la glándula parótida y el conducto de Stenon, descubrimiento que fue publicado en la Universidad de Leiden.

También fue famoso por sus estudios sobre la fisiología de los músculos intercostales, de la lengua y del corazón. Publicó también trabajos sobre el cerebro y la glándula pineal.

Sin embargo, no toda su vida giró en torno a la medicina.  Cuando Steno se encontraba trabajando en una teoría de la contracción muscular, ocurrió un hecho que cambió el rumbo de sus intereses científicos. En octubre de 1666 un tiburón gigante fue capturado por pescadores de la costa toscana, y el Duque Fernando II de Médici eligió a Steno para realizar una disección del animal. 

Teniendo en cuenta que Steno era un científico integral, conocía unos trabajos sobre unos fósiles encontrados en tierras altas.   Descubrió en sus disecciones, que el tiburón tenía unos dientes muy similares a los descritos en dichos fósiles, lo que le llevó a pensar que esos fósiles encontrados fuera de un ambiente marino, necesariamente  llevaban a la conclusión de que la tierra había cambiado y que en algún momento en el pasado las tierras secas donde se encontraron, habían sido mares donde habitaban animales similares a los tiburones.  

Imaginen decir eso en 1666, en medio de una cultura religiosa que creía que el mundo había sido creado tal cual lo conocemos. Por fin en 1668, Steno publicó un tratado "Discurso preliminar de una disertación sobre los cuerpos solidos de manera natural contenidos en un sólido". Dicho tratado explicaba los hallazgos de fósiles y de los cambios en la geografía terrestre, razón por la cual es considerado el padre de la Geología. Hasta esa fecha jamás se había considerado la posibilidad de que la tierra cambiara con el tiempo. En dicho tratado, intenta conciliar las creencias religiosas con los hallazgos científicos. 

En 1667 se convirtió al catolicismo y se ordenó como sacerdote en 1675, abandonando su actividad científica. Dos años mas tarde fue consagrado obispo. Finalmente Steno murió en 1686 en Schwerin. Su cuerpo fue traslado a Florencia.   

En 1988 el papa Juan Pablo II lo declaró beato de la iglesia católica. 

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Acabamos de hacer un recorrido  entre la anatomía, la geología y la religión. Espero que para ustedes haya sido  una historia fascinante. Por lo menos para mí lo es.

Solo me queda una duda...

¿Como diablos Steno pudo hacer tantas cosas, si a mi a duras penas me alcanza el tiempo ?


Fuente:  http://www.wikipedia.com/

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miércoles, 18 de enero de 2012

Hay que tocar a los pacientes.

Luego de algunas semanas de vacaciones, he retomado mi plan para cambiar el mundo.  

Dudaba ante escribir sobre sobre los peligros y riesgos de los monos quimera, sobre el apagón de wikipedia contra la ley SOPA, sobre cine, sobre la relación entre las glándulas salivares y la geología o sobre Rafael Orozco (el pianista clásico, no el cantante vallenato).

Pues no, se me atravesó este video y considero que es urgente que todos los médicos lo conozcan. 

Y es que no lo digo yo. Lo dicen otras personas. "Hay que tocar a los pacientes". 

Com
o yo se que a mi no me creen, les traigo a alguien que habla en inglés....Para que me crean.

No se preocupen, tiene traducción.


¿Será que ya si me van a creer ?


Si no puedes ver el video haz click en el siguiente enlace https://www.ted.com/talks/abraham_verghese_a_doctor_s_touch

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Abraham Verghese nació en Adis Abeba, la capital de Etiopía. De padres indios, Verghese estudió Medicina en Madrás y Estados Unidos, y en 1991 se graduó asimismo en el famoso Taller de Escritura Creativa de la Universidad de Iowa. Es autor de dos galardonados libros de memorias, The Tennis Partner y My Own Country, este último sobre su experiencia con enfermos de sida en una remota zona rural de Estados Unidos, en una época —mediados de los años 80— en la que a menudo todo lo que se podía hacer por aquellos pacientes era hacerles compañía y consolarlos. Esta obra fue llevada al cine por la directora Mira Nair. Los ensayos y relatos de Verghese han sido publicados en The New Yorker, The New York Times, The Atlantic Monthly, Esquire y Granta. En la actualidad, vive en Palo Alto (California), donde escribe, ejerce de médico y enseña en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford.

Fuente:   http://www.intramed.net/.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La demanda de un rico.

La navidad y la celebración del año nuevo son épocas en que las personas acostumbran (aunque deberían hacerlo permanentemente ) a hacer un balance en sus vidas.    Algunos piden lo que no tienen, hacen proyectos de conseguir lo que les falta, y algunos pocos, agradecen lo que tienen. 

Una de esas personas, el periodista mexicano Armando Fuentes Aguirre (Catón)  escribió un texto que quiero compartirlo con ustedes.    Este texto me lo envió Ramón Córdoba en un correo electronico.     

Espero que lo lean y lo disfruten.

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La demanda de un rico.



Me propongo demandar a la revista “Fortune”, pues me hizo víctima de una omisión inexplicable. Resulta que publicó la lista de los hombres más ricos del planeta, y en esta lista no aparezco yo. Aparecen, sí, el sultán deBrunei, aparecen también los herederos de Sam Walton y Takichiro Mori.
Figuran ahí también personalidades como la Reina Isabel de Inglaterra, Stavros  Niarkos, y los mexicanos Carlos Slim y Emilio Azcárraga.


Sin embargo a mí no me menciona la revista.
Y yo soy un hombre rico, inmensamente rico. Y si no, vean ustedes: tengo vida, que recibí no sé por qué, y salud, que conservo no sé cómo.

Tengo una familia, esposa adorable que al entregarme su vida me dio lo mejor de la mía; hijos maravillosos de quienes no he recibido sino felicidad; nietos con los cuales ejerzo una nueva y gozosa paternidad.

Tengo hermanos que son como mis amigos, y amigos que son como mis hermanos.

Tengo gente que me ama con sinceridad a pesar de mis defectos, y a la que yo amo con sinceridad a pesar de mis defectos.

Tengo cuatro lectores a los que cada día les doy gracias porque leen bien lo que yo escribo mal.

Tengo una casa, y en ella muchos libros (mi esposa diría que tengo muchos libros, y entre ellos una casa).

Poseo un pedacito del mundo en la forma de un huerto que cada año me da manzanas que habrían acortado aun más la presencia de Adán y Eva en el Paraíso.

Tengo un perro que no se va a dormir hasta que llego, y que me recibe como si fuera yo el dueño de los cielos y la tierra.

Tengo ojos que ven y oídos que oyen; pies que caminan y manos que acarician; cerebro que piensa cosas que a otros se les habían ocurrido ya, pero que a mí no se me habían ocurrido nunca.

Soy dueño de la común herencia de los hombres: alegrías para disfrutarlas y penas para hermanarme a los que sufren.

Y tengo fe en Dios que guarda para mí infinito amor.

¿Puede haber mayores riquezas que las mías?

¿Por qué, entonces, no me puso la revista “Fortune” en la lista de los hombres más ricos del planeta?”
¿Y tú, cómo te consideras? ¿Rico o pobre?

HAY GENTE POBRE, PERO TAN POBRE, QUE LO ÚNICO QUE TIENE ES... DINERO.
Armando Fuentes Aguirre (Catón) 

Muchas Bendiciones!!!!! 

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Aclaración.  El texto anterior fue publicado en ésta página sin autorización expresa del autor.  Si por alguna razón el señor Fuentes lee esta página y considera que debe ser retirado su texto, le agradecería hacérmelo saber.

Posdata

Que tengan un maravilloso solsticio...

unas felices pascuas y un venturoso 2012


miércoles, 14 de diciembre de 2011

Los nativos digitales.

Este interesante artículo lo encontré en la red.   

El título de la página me pareció atrayente.  

"Profesor renuncia a su cátedra porque sus alumnos no escriben bien"

A continuación encontré un excelente texto.  Lo escribe un profesor de  Comunicación Social de la Javeriana en Bogotá y me ayudó a entender que no soy el único que soy incapaz de comunicarme con las nuevas generaciones.  

El texto original lo pueden leer en http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/educacion/camilo-jimenez-renuncia-a-catedra-de-comunicacion-social-porque-sus-editores-no-saben-escribir_10906583-4

 

Camilo Jiménez, periodista y profesor de Comunicación Social de la Javeriana, renunció a su cátedra.

Un párrafo sin errores. No se trataba de resolver un acertijo, de componer una pieza que pudiera pasar por literaria o de encontrar razones para defender un argumento resbaloso. No. Se trataba de condensar un texto de mayor extensión, es decir, un resumen, un resumen de un párrafo, en el que cada frase dijera algo significativo sobre el texto original, en el que se atendieran los más básicos mandatos del lenguaje escrito -ortografía, sintaxis- y se cuidaran las mínimas normas: claridad, economía, pertinencia. Si tenía ritmo y originalidad, mejor, pero no era una condición. Era solo componer un resumen de un párrafo sin errores vistosos. Y no pudieron. 

No voy a generalizar. De 30, tres se acercaron y dos más hicieron su mejor esfuerzo. Veinticinco muchachos en sus 20 años no pudieron, en cuatro meses, escribir el resumen de una obra en un párrafo atildado, entregarlo en el plazo pactado y usar un número de palabras limitado, que varió de un ejercicio a otro. Estudiantes de Comunicación Social entre su tercer y su octavo semestre, que estudiaron doce años en colegios privados. Es probable que entre cinco y diez de ellos hubieran ido de intercambio a otro país, y que otros más conocieran una cultura distinta a la suya en algún viaje de vacaciones con la familia. Son hijos de ejecutivos que están por los 40 y los 50, que tienen buenos trabajos, educación universitaria. Muchos, posgraduados. En casa siempre hubo un computador; puedo apostar a que al menos 20 de esos estudiantes tiene banda ancha, y que la tele de casa pasa encendida más tiempo en canales por cable que en señal abierta. Tomaron más Milo que aguadepanela, comieron más lomo y ensalada que arroz con huevo. Ustedes saben a qué me refiero.

Por supuesto que he considerado mis dubitaciones, mis debilidades. No me he sintonizado con los tiempos que corren. Mis clases no tienen presentaciones de Power Point ni películas; a lo más, vemos una o dos en todo el semestre. Quizá, ya no es una manera válida saber qué es una crónica leyendo crónicas, y debo más bien proyectarles una presentación con frases en mayúsculas que indiquen qué es una crónica y en cuántas partes se divide. Mostrarles la película Capote en lugar de hacer que lean A sangre fría. Quizá, no debí insistir tanto en la brevedad, en la economía, en la puntualidad. No pedirles un escrito de cien palabras, sino de tres cuartillas, mínimo. Que lo entregaran el lunes, o el miércoles.

De esas limitaciones y dubitaciones, quizá, vengan las pocas y tibias preguntas de mis estudiantes este último semestre, sus silencios, su absoluta ausencia de curiosidad y de crítica. De ahí, quizá, vengan sus párrafos aguados, con errores e imprecisiones, inútilmente enrevesados, con frases cojas, desgreñadas. Esos párrafos vacilantes, grises, que me entregaron durante todo el semestre. Pareciera que estoy describiendo a un grupo de zombis. Quizá, eso es lo que son. Los párrafos, quiero decir.

El curso se llama Evaluación de Textos de No Ficción y pertenece a la línea de Producción Editorial y Multimedial de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Javeriana. En cuanto a lecturas, siempre propuse piezas ejemplares en los géneros más notorios de la no ficción: crónica, perfil, ensayo, memorias y testimonios. A partir de clásicos nacionales y extranjeros, los estudiantes componían escritos como los que debe elaborar un editor durante su ejercicio profesional. Primero, un resumen: todos los textos de los editores son breves, o deberían serlo -contracubiertas, textos de catálogo, solapas, etcétera-. Una vez que la mayoría hubiera conseguido un resumen pertinente y económico, pasábamos a escritos más complejos: notas de prensa y contracubiertas, para terminar con un informe editorial o una reseña.

En el centro de todo el programa estaban la participación y la escritura de textos breves a partir de otro texto mayor. Insistí siempre en la participación en clase para fomentar actividades que noto algo empañadas en la actualidad: la escucha atenta, la elaboración de razones y argumentos, oír lo que uno mismo dice y lo que dice el otro en una conversación.

El otro concepto transversal, la economía lingüística, buscaba mostrarles la importancia de honrar la prosa. Si uno en 100 palabras debe sintetizar un libro de 200 páginas, debe cuidar cada palabra, cada frase, cada giro. En últimas, la palabra escrita les dará de comer a estos estudiantes cuando sean profesionales, no importa si se desempeñan como editores de libros, revistas o páginas web, como periodistas o como profesores e investigadores.

Los estudiantes de este último semestre, y los de dos o tres anteriores, nunca pudieron pasar del resumen. No siempre fue así. Desde que empecé mi cátedra, en el 2002, los estudiantes tenían problemas para lograr una síntesis bien hecha, y en su elaboración nos tomábamos un buen tiempo. Pero se lograba avanzar. Lo que siento de tres o cuatro semestres para acá es más apatía y menos curiosidad. Menos proyectos personales de los estudiantes. Menos autonomía. Menos desconfianza. Menos ironía y espíritu crítico.
Debe ser que no advertí cuándo la atención de mis estudiantes pasó de lo trascendente a lo insignificante. El estado de Facebook. "Esos gorditos de más". El mensaje en el Blackberry.

Nunca he sido mamerto ni amargado ni ñoño: a los 20 años, fumaba marihuana como un rastafari y me descerebraba con alcohol cada que podía al lado de mis cuates. Quería ver tetas, e hice cosas de las que ahora no me enorgullezco por tocarlas. Empeñé mucho, mucho tiempo en eso. Pero leía.
No sé. En esos tiempos lo importante, creo, era discutir, especular, quedar picados para buscar después el dato inútil. Interesaba eso: buscar. Estoy por pensar que la curiosidad se esfumó de estos veinteañeros alumnos míos desde el momento en que todo lo comenzó a contestar ya, ahora mismo, el doctor Google.

Es cándido echarle la culpa a la televisión, a Internet, al Nintendo, a los teléfonos inteligentes. A los colegios, que se afanan en el bilingüismo, sin alcanzar un conocimiento básico de la propia lengua. A los padres que querían que sus hijos estuvieran seguros, bien entretenidos en sus casas. Es cándido culpar al "sistema". Pero algo está pasando en la educación básica, algo está pasando en las casas de quienes ahora están por los 20 años o menos.

Mi sobrino le dice a su madre, mi hermana, que él sí lee mucho, en Internet. Lo que debe preguntarse es cómo se lee en Internet. Lo que he visto es que se lee en medio del parloteo de las ventanas abiertas del chat, mientras se va cargando un video en Youtube, siguiendo vínculos. Lo que han perdido los nativos digitales es la capacidad de concentración, de introspección, de silencio. La capacidad de estar solos. Solo en soledad, en silencio, nacen las preguntas, las ideas. Los nativos digitales no conocen la soledad ni la introspección. Tienen 302 seguidores en Twitter. Tienen 643 amigos en Facebook.

Dejo la cátedra porque no me pude comunicar con los nativos digitales. No entiendo sus nuevos intereses, no encontré la manera de mostrarles lo que considero esencial en este hermoso oficio de la edición. Quizá la lectura sea ahora salir al mar de Internet a pescar fragmentos, citas y vínculos. Y en consecuencia, la escritura esté mudando a esas frases sueltas, grises, sin vida, siempre con errores. Por eso, los nuevos párrafos que se están escribiendo parecen zombis. Ya veremos qué pasa dentro de unos pocos años, cuando estos veinteañeros de ahora tengan 30 y estén trabajando en editoriales, en portales y revistas. Por ahora, para mí, ha llegado el momento de retirarme. Al tiempo que sigo con mis cosas, voy a pensar en este asunto, a mirarlo con detenimiento. Pongo el punto final a esta carta de renuncia con un nudo en la garganta.

Camilo Jiménez

Especial para EL TIEMPO

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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Excelente publicidad

http://pleasurehunt.mymagnum.com/

Cada vez los publicistas tienen ideas mas innovadoras.

El siguiente enlace me lo envió Juan Humberto Orrego. 

Es una publicidad con animación.  Lo interesante de todo es que consiste en un juego en el cual el personaje (una bella chica) debe recorrer diferentes sitios de internet y recuperar la mayor cantidad de bombones mientras pasa de página a página, visitando hoteles, manejando autos, volando alas Delta, etc.



El juego es sencillo.   Sólo tienes que moverte con las flechas, derecha o izquierda para avanzar o retroceder (si dejas pulsada la tecla, correrás más rápido). A veces deberás saltar para superar la prueba o conseguir mas chocolates.  (con barra espaciadora)  

A ver cuantos logras comer...

http://pleasurehunt.mymagnum.com/



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sábado, 3 de diciembre de 2011

Dia del médico.

A medida que pasa el tiempo, me doy cuenta de que no me hice médico para salvar vidas y curar enfermedades. Me hice médico para que cuando haya un ser humano sufriendo, sienta que hay otro ser humano a su lado, tratando de ayudarle a hacer un poco menos doloroso su paso por la vida.


Carlos Alberto Velasquez C.

Feliz día del médico.   (A los que de verdad lo son).