"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 25 de julio de 2018

Apuntes y reflexiones de un narrador de historias

APUNTES Y REFLEXIONES DE UN NARRADOR DE HISTORIAS. 


Por Carlos Alberto Velásquez Córdoba 

Sobre el arte de escribir.

  • Creo firmemente que no es el alma lo que nos diferencia de los demás animales: Es nuestra capacidad de contar historias. Somos la única especie que es capaz de hacerlo. Nuestros ancestros aprendieron a contar sus errores y aciertos a sus hijos. Contaban historias de sus abuelos y tatarabuelos para que sus descendientes aprendieran. Hasta se inventaron cientos de historias sobre la creación del mundo. Somos una especie que evolucionó genéticamente para contar historias. Eso te convierte en un narrador por naturaleza. Eso te hace un escritor en potencia. 
  • Imagina que los individuos de otra especie contaran historias entre sí. Tan solo piensa lo que pasaría si a tu perro, cuando era cachorro, su padre le hubiera contado cómo había sido el proceso de domesticación de su especie hace ciento cincuenta mil años. Si los animales pudieran contar su historia, con seguridad no seríamos la especie dominante. 
  • Pasamos muchos meses de nuestra infancia escuchando y tratando de imitar sonidos. Una vez aprendemos a hablar, nos enseñan a leer y escribir. Lo mismo ocurre con el escritor: para aprender a escribir, hay que aprender primero a conversar y, sobre todo, aprender a escuchar. 
  • Escribir no es difícil. Solo tienes que poner tus ideas en un papel o en un computador. Eso es muy sencillo. Lo difícil es que tu lector entienda lo que quisiste decir. Por eso dilo como se lo dirías a alguien que está frente a ti. No te disfraces de escritor, que eso enredaría las cosas.




Sobre los escritores

  • “Me gusta escribir, pero no me gusta leer”, es el equivalente a decir: “me gusta mucho jugar fútbol, pero sin usar balones, ni correr”. 
  • Conozco personas que quieren ser escritores, pero se niegan a leer porque alguien le dijo que perderían su originalidad, y que corrían el riesgo de escribir copiando a los demás. Si quieres ser escritor y solo lees un solo autor, terminarás imitándolo. Si apenas conoces dos autores posiblemente escribirás tratando, consciente o inconscientemente, de emularlos. Pero si has leído a varios escritores tienes mayor oportunidad de no escribir como ninguno en particular y tener tu propio estilo. 
  • Para muchos, escribir es una pasión, para otros es un placer, otros lo consideran una necesidad y algunos una maldición. Ciertos escritores lo ven como un oficio, varios como un arte y para algunos es una enfermedad. Procura que para ti sea todo eso y mucho más. Trata de que la sensación será variada. Así, jamás te aburrirás de hacerlo. 
  • Nadie se convierte en escritor por el mero hecho de escribir. Uno se convierte en escritor cuando ha logrado captar la atención de sus lectores. Por lo tanto, no pretendas ser escritor. Simplemente escribe: Con dedicación y una buena técnica, tus lectores decidirán si mereces el título de escritor. Son ellos, quienes te hacen escritor, no tú. 

Sobre la técnica

  • La clave para atrapar un lector depende de la forma como inicies tu texto. La manera como lo desarrolles te permitirá conservarlo. Si al final del texto has logrado que el lector quiera más, puedes considerarte un escritor. 
  • La falta de inspiración no existe. Hasta la ausencia de ideas puede ser un tema interesante para un cuento o una novela. 
  • Toda gran historia comienza con una sola palabra 
  • Si quieres escribir una historia que solo te interesa a ti, no te esfuerces por escribir una novela o un cuento: bastará con que escribas un diario. Si lo que pretendes es escribir una novela o un buen cuento, deberás procurarte un tema que pueda interesarle a otra persona. 
  • Revisa meticulosamente la ortografía. De lo contrario muy pronto serás un ex-critor. 
  • Habla correctamente para que puedas escribir correctamente. 
  • Puedes estudiar toda la teoría que hay sobre el cuento y la novela, pero no serás un buen escritor hasta que no hayas leído miles de cuentos y cientos de novelas. 
  • Un buen escritor debe apoderarse de la mente del lector, de forma tal que éste no se dé cuenta de que está leyendo. Durante la lectura, debe haber compenetración plena con lo que se lee. Si el lector se da cuenta de que hay un escritor en su cabeza, habrás fallado como tal. 
  • Tus personajes deben ser verosímiles. Un pordiosero analfabeta que le dice a otro personaje “a mí no me gusta pernoctar por estos lares”, no convencerá a ningún lector. No trates de adornar tus frases para hacerte pasar por erudito. Un verdadero escritor es invisible para el lector que está sumergido en la trama. 
  • No empieces tu novela describiendo meticulosamente cada objeto del cuarto, el tamaño, forma, color y textura de la mesa, las sillas, y la lámpara sobre el tocador, el color de las baldosas y los trazos geométricos del papel tapiz. No describas cómo las cortinas de encaje dejan pasar vaporosamente la luz del sol iluminando las partículas de polvo que danzan en el aire con volutas hipnotizantes... para luego decir que el cadáver estaba sobre la cama después de tres páginas de prosa bellamente adornada. 
  • No utilices esos bellos, hermosos, grandiosos y fantásticos adjetivos, que demuestran tu enorme, gigante, inconmensurable e infinito léxico. 
  • Escribe de tal forma que tus personajes puedan ser famosos. (¡Ellos, no tú!) 
  • Los diálogos, cuando son bien elaborados, facilitan la lectura. Procura que cuando conversen tus personajes, no repitan lo que ya explicaste en otra parte del texto, a menos que en el diálogo aporten algo nuevo al lector. Si ya narraste que Juan estaba deseoso de ver a María, no escribas un diálogo en el que Juan dice: “—Estaba deseoso de verte, María— 
  • Si un texto que terminaste no te ha gustado, no lo destruyas. Déjalo incubando en un cajón. A lo mejor en algún tiempo, con algunos retoques, de un gusano pueda surgir una mariposa. 


Otros consejos útiles 

  • Mantén siempre a mano algo para tomar notas. Las ideas a veces llegan inesperadamente y si no las capturas, puedes perderlas para siempre. Algunos escritores prefieren grabar su voz o escribirlas en su teléfono. Yo prefiero una libreta, un cuaderno o, aunque sea, una servilleta. Me encantaría poder hacerlo sobre billetes de alta denominación, pero esos son muy escasos entre los escritores. 
  • Escribe a diario. Lo que sea, pero escribe. Entrena tu mente para producir todos los días. Al principio pensarás que no se te ocurre nada; aun así, escribe. Verás que cada vez será más fácil. Llegará un momento en que incluso dormido, generarás ideas. 
  • Aprovecha cada oportunidad que tengas de escuchar a otros. Asiste a cursos y participa en talleres. Frecuenta personas que sienten la misma pasión por las letras que tú. Solo quien escucha y lee es capaz de escribir para otros. 
  • Cuando uno revisa un texto que escribió, tiende a leer las palabras que uno quiso escribir, no las que realmente escribió. Por eso, cuando termines, léelo en voz alta, así descubrirás los errores más fácilmente. Pide que alguien más lo lea en voz alta. En lo personal me gusta usar aplicaciones de mi celular o computador para que una voz automática lea mi texto. Así descubro los errores de digitación o de puntuación. 
  • Luego de escribir un texto, déjalo reposar. Una lectura, varios días, semanas o meses después, puede ser muy enriquecedora. 
  • Si de veras te gusta escribir, escribe. Que tu texto será el resultado de algo que quieres contar. No dejes que la fama y la fortuna (tan esquiva para el 99% de los verdaderos escritores), sea tu único aliciente para escribir. 
  • Ama tu arte como a ti mismo. Aliméntalo con cada latido de tu corazón. ¿Quién sabe? Quizás algún día tu texto alimente otro corazón.

miércoles, 18 de julio de 2018

De Patos y otros Faunos: Emilio Restrepo

Esta semana traigo un divertido artículo escrito por el médico y escritor Emilio Alberto Restrepo Baena.  En él describe nuestra fauna social.   

Agradezco a Emilio su autorización para reproducir aquí su texto. 



DE PATOS Y OTROS FAUNOS ( FAUNA SOCIAL)


A Jipi, palmípedo tenebroso
A julián, plumífero feroz
Emilio Alberto Restrepo Baena



Los Patos eran personajes muy importantes dentro de la vida del barrio. En el libro de Antonio Montaña, "Fauna Social Colombiana" los definen como colados, seres que sin invitación se infiltraban a todos los sitios donde hubiera algo que hacer o que celebrar.

Nuestros Patos, además de la anterior, tenían otras connotaciones. Pato no solamente era el colado, también era el pegajoso, incluso el vago. El Pato estaba en todas. Una de las características que lo definen es el oportunismo. Siempre aparece en el momento preciso, cuando el carro va a salir, cuando destapan la botella de aguardiente (“guaro”), cuando van a servir el sancocho o la fritanga. Por el contrario, siempre desaparece, como por arte de magia, en el momento de recoger la cuota ("hacer vaca") o pagar la cuenta. Él busca compensar su falta de aporte económico, tratando de aparecer servicial, incluso servil. El Pato es muy acomedido, incluso hace labores que otros rechazan: carga cajas, prende fogones de leña, sirve trago, hace mandados. Otra característica del Pato es que no genera mucho rechazo. Todos lo acolitamos, incluso fomentamos su existencia, pues generalmente es un tipo muy buena persona, chistoso, conversador agradable y buen amigo. Sin esas características no sería Pato. Acaso, si mucho, clasificaría para remedo de vulgar lagarto, ser mucho más repulsivo y fastidioso. Pero no. El pato es fundamental dentro de la fauna del barrio. Nadie como él para el trabajo sucio en los paseos, para dar lora graciosa (hacer miserablemente el ridículo) cuando está prendido (copetón o farriado), bajo los efectos de la marihuana (trabado), o para servir simplemente de fiel compañía.

Era típico que en las acampadas al Limón, a San Carlos o a Cisneros, los Patos (Recuerdo ahora a "La Roya", a "Paja", a "Pepito") se aparecieran con una media de guaro casi vacía. "Aquí traemos la cuota" decían soltando la carcajada y nosotros ya sabíamos que todo el paseo seguía por cuenta nuestra. Sobra decir que les sacábamos jugo, (los "cogíamos de parche") y tirábamos risa todo el paseo de cuenta de ellos. Hablando de "Paja", pato memorable y de excelsa categoría, fanfarroneó (también se dice cañó o chicanió) durante 2 años con que se iba para la marina, a trabajar en un crucero por el Caribe. Luego nos dimos cuenta de que el famoso transatlántico era aquel que vino a Cartagena con un cargamento de parejas de cacorros; como chiste se decía que los más varones del barco eran Juan Gabriel y Miguel Bosé. Hasta ahí le llegó la honra al pobre Paja. Aún debe tener las orejas calientes de todo lo que los lenguaraces del barrio han despotricado de su fama y de su esfínter.

Una variante muy especial de pato fue la que constituyó en Belén el "Loco Mejía", pues nunca se delimitaron con exactitud sus características de pato, vago, demente y mendigo. Marihuanero desde muy joven, hijo menor de una familia pudiente, criado y mimado por tías y hermanas, nunca sirvió para nada socialmente útil. De buena presencia física, era bebedor, bailarín, muy conversador y parrandero. De tanto "soplar" parece que se enloqueció (se rayó, se totió, se corrió) y le dio por vivir en una esquina del barrio Granada. Allí cantaba, hablaba solo, peleaba contra sus alucinaciones y cuando estaba de buen genio contaba cantidad de historias, demasiado razonables y coherentes para su supuesta locura. Hasta chistes le sacaron; Polilo (otro pato brillante) se adjudica aquel famoso chiste que luego se extrapoló a otros locos de Medellín: "Supiste -preguntaba Polilo entornando las cejas con aire de preocupación- que al "Loco Mejía" lo encontraron en una caneca? - ¿muerto!!?. preguntábamos angustiados por el sorprendente anuncio - no, ¡cagando!! respondía, mientras se reía mostrando un mueco enorme en su dentadura. Ese tiro hizo carrera y en todos los barrios se lo contaban a uno protagonizado por el bobo propio de cada sitio.

Volviendo al "Loco Mejía" se pegaba en todas las bebas de esquina, en todos los sancochos de cuadra, goteriaba en todos los bailes. Al principio la gente lo toleraba por miedo, luego se acostumbró a él. Un buen día, luego de morirse sus dos hermanas, como por milagro se alivió, se afeitó su barba de profeta, se bañó y se fue a vivir a su casa de la 76. Hoy es un ciudadano "normal y sano". Ya ni pato es...

Casi todos los patos compartían el estigma de "gotereros"(Expertos en beber a expensas de los demás). ¡Hasta petróleo tomaban si creían que era trago y si era gratis!. Recuerdo que una vez a Absalón, conocido como el Rey de los Ánades del Barrio, que olía una botella de aguardiente a l0 cuadras, le hicimos tomar un tequila asqueroso que el papá de un amigo trajo de Méjico. Lo que no le dijimos era que habíamos sacado la mitad del contenido de la botella y en su lugar le habíamos echado "agua de mípalo al 25%" (léase orines o vulgares miaos). Cosa curiosa, mientras nosotros nos sosteníamos el estómago presa de una risa desbordada, él estaba convencido de que nos reíamos de sus chistes. Facilito se tomó la botella entera, se amarró una borrachera de todos los demonios, vomitó 3 días seguidos y a la semana volvió a preguntar si todavía teníamos de ese traguito tan bueno. !Horror!.



Los pelaos que permanecían todo el día en la esquina también eran denominados por las señoras como Patos. "Ahí va Usted a gastarse la vida haciendo nada y hablando pendejadas todo el día con esos Patos", era el reclamo materno cada que uno decía que iba "pa' la oficina"(La tienda, la esquina o la cancha). Para graduarse como Pato, en esta acepción, había que ser un vago redomado, no trabajar ni estudiar, levantarse a mediodía, vacilar sin pudor peladas del San Juan Bosco (o del colegio femenino del barrio) y para aspirar con honores al título, ser marihuanerito.

Otra alternativa para optar a la denominación de pato era ser piropero y mujeriego, enamorado y dulzarrón con las mujeres, lo que en otros barrios se conocía como "perro" o "gallinazo".- "Mucho cuidado con ese sinvergüenza, mijita, que ese tipo es muy picaflor y muy pato"-, advertían las suegras cuando algún don Juan criollo le hacía la corte (o "le echaba los perros", como decíamos) a su hija. Esta última era la acepción menos utilizada. El sueño último de todo pato para poder realizarse como tal, era trabajar poquito o nada, si ello fuera posible, mantener billetico en el bolsillo sin mucho sacrificio, que nunca falte el traguito, los cigarrillos y el bareto, no perderse ningún programa, paseo, parche, convite o furrusca, pero nunca caer tan bajo de dar la cuota y hacer todos los esfuerzos para conseguirse una muchacha joven, bonita y querendona, ojalá profesional con buen sueldo, que no sea celosa ni jodona, eso si, bien responsable y trabajadora para que en cada mesada le pase el cheque y él administrarlo conforme a su sentido de las cosas. Como a veces no es fácil conseguirlo todo, el pato fácilmente se transa por una menos joven, menos bonita, casi siempre con algunas toneladas de más, pero eso sí, que tenga casa, carro y trabajo. De quererla, adularla y empalagarla se encarga él, en virtud a sus milenarias artimañas.

Definitivamente la cuadra y el barrio no eran lo mismo sin los patos. Eran un mal necesario, un ingrediente cotidiano imprescindible para el goce y el disfrute del día a día en las lejanas épocas en que éramos un poco más jóvenes, más gozones y más irreverentes, en fin, un poco (¡Mucho!) más felices. 

CODA. (Algunos apuntes de Fauna barrial)

Además de los Patos, el barrio era un hervidero de fauna de todos los pelambres, una variopinta combinación de todo tipo de bichos que pululaban y se reproducían por generación espontánea. Evidentemente no podemos pasar de largo sin mencionar al vuelo otra serie de avechuchos que desde siempre nos circundaron. Para efectos pedagógicos, empezaremos su enumeración dividiéndolos por género, empezando por supuesto por las damas:


Las Perras. Eran rechazadas públicamente, pero tenían gran aceptación en secreto. El sueño de todo Gallinazo o incluso de todo Pato era retozar con una Perra, y solazarse en ella de las dulces mieles del sexo frenético y sin compromisos afectivos, no necesariamente con intereses económicos, como sí ocurría con la Zorra o incluso con la Loba. (Mucho menos con la Grilla). La Perra era generosa con su cuerpo por el simple hecho de disfrutarlo, acompañada usualmente de rumba y licor. De naturaleza ardiente, se decía de ellas que si no fornicaban les daban ataques epilépticos o convulsiones. “Lo daban miando”, decían los mojigatos; o uno les decía, siéntense, y se acostaban. Eran unas vacas locas que les encantaba sentir y experimentar, cambiando de pareja sin ningún impedimento y en ocasiones ganándose repelos, reclamos o mechoneadas por su bien ganada fama de casquivanas sin límite.

Las Zorra. También de carácter volantón, era menos “arrecha” que la Perra, pero más interesada, siempre pendiente de sacar provecho o explotar al “pipiloco” de turno que caía en sus redes. Si la Perruncha buscaba hombres por placer, o por que no es capaz de contenerse, la Zorrilla lo hace por ver que obtiene. Si hay generosidad de por medio, no tiene ningún inconveniente en repartir sus presas y atributos como lo hace la primera, pero sin la búsqueda del disfrute, o la ninfomanía de ella. Sólo le interesa su aprovechamiento y en eso es un poco Lagarta. A medida que mejora la oferta, sin ningún problema cambia de postor y se consiguen otro amante para exprimirlo. Generalmente es un hombre mayor y casado. Las señoras las conocen como las Fufurufas o las Fufas.

La Loba puede ser un poco Zorra, un poco Perra, pero se caracteriza por que lo que más le interesa es andar en manadas con otras Lobas, en busca o de los placeres de la carne o de las ventajas del dinero o de los autos o todos los anteriores. Generalmente hablan a los gritos, en forma chillona, tratando de llamar la atención, a la puerta de un auto lujoso con la puerta abierta y el equipo de sonido prendido a volumen extravagante. La coquetería es su carta de presentación, aunque no estén siempre dispuestas a ceder. Era muy común encontrarlas acompañando a los Lobos, pero han sido peligrosamente desplazadas por las Grillas, que las tienen en un serio peligro de extinción.

Las Grillas están más vigentes que nunca, han tomado un poco de todas las características de sus predecesoras más veteranas y de pronto un poco anacrónicas para el día de hoy. Lo más llamativo en ellas es el vestir, obsesivante ceñido a los designios de la moda imperante. Pelo cepillado a diario, teñido de rubio(con las raíces llamativamente negras), o mechones rojizos, o “rayitos” de decoloración. Tetas de una silicona siempre a punto de estallar, o por el tamaño, o por el realce a la fuerza de una talla menor en una camisetita imposible. Sostenes transparentes, ombligo al aire, pantalones descaderados, bronceado en cámara, celular de colores al cinto, no siempre activado. Pululan en manadas por la Zona Rosa de las ciudades, en las corridas de toros y son infaltables en las cabalgatas con sus amigos traquetos o emergentes. Allí no les falta el sombrero blanco. Cuando se les va la mano en licor se vuelven insoportablemente intensas, y necesitan ser el centro de atracción o sino arman el berrinche.

Las Gallinas generalmente son las predestinadas a ser solteronas, pero no precisamente por castas sino por feas. Llenas de barros en la cara, usualmente usan gafas por una miopía temprana, tienen tratamiento de ortodoncia para unos dientes incorregiblemente díscolos, sufren de mal aliento. A falta de llamadas de un galán en ciernes, sus teléfonos echan humo cada que entre ellas se gastan la tarde entera echando carraca a través de las bocinas. Hacen cofradías para mantenerse juntas y hacer las tareas, ir a hacer deporte o tomar el algo mientras las Grillas están divirtiéndose con sus amigos de turno. Cuando las invitan a los bailes, calientan sofá toda la noche, o bailan entre ellas o juegan trencito donde tratan de involucrar a los que si están bailando con sus parejas. Uno las reconoce no sólo por su obviedad física, sino por el graznido que sus lenguas afiladas y poderosas generan cuando están en la mitad de los cotorreos que tanto las animan.

Además de las anteriores, hay otros que también sirven para definir la fauna femenina. Las Sardinas son en general las adolescentes, conocidas como pelaítas, usualmente menores de 18 años. Son el deleite de los viejos verdes y de los exhibicionistas de colegio. Cuando las logran contactar para casas de lenocinio, en uniforme colegial, son una verdadera sensación. Se conocen también como Pollas. Si son bonitas y de cuerpo armónico, se les dice Bagrecitos, así en diminutivo, mote cariñoso y admirativo; muy distinto a los Bagres o Iguanas o Cocodrilos, que son Sardinas feas que se creen bonitas, haciendo un grotesco contraste, a diferencia de las Gallinas, que llevan con verdadera dignidad y muy concientes de sus limitaciones, las cargas de su maldición estética. Cuando una muchacha es de baja posición social, o es o se viste como pobre, o tiene aspecto sirvientoide, se dice que es una Pisca, y tiene una connotación francamente peyorativa. Las Gallinas viejonas se conocen como Pajarracos o Cotorras.

En cuanto a los hombres, la taxonomía de barriada también los clasifica:

El Lobo, expresión suprema del ascendido o emergente social gracias al narcotráfico, tiene su propio capítulo en el apartado de Las Carangas, páginas más adelante.
El Zorro. Normalmente se denomina así al astuto para los negocios que no tiene escrúpulos ni impedimentos morales para tratar de tirar ventaja al momento de hacer algún tipo de transacción con el prójimo. Es supremamente común en nuestras calles, auspiciado por ese concepto ancestral del Paisa despierto y avispado, que no deja perder una oportunidad y que en parte explica el apogeo del narcotráfico en nuestro medio, ya que desde el hogar cuenta con la anuencia de padres y hermanos. Recordemos aquel “Si puede conseguir plata hágalo honradamente hijo; y si no puede, consiga plata hijo”.

El Gallinazo local es una especie de Pato, con obsesión enfermiza de conquistar mujeres, casi que coleccionar aventuras, para poder luego fanfarronear y despertar la envidia de sus contertulios, usualmente una caterva de Patos esquineros. Suele tener una libreta donde anota nombres y teléfonos de sus Pollas. Cuando es fetichista, les roba su ropa interior, como trofeo máximo ante sus amigotes. Cuando es atractivo o eficaz en su labor, alcanza la categoría de Gavilán, usualmente merodeando alrededor de las muchachas bonitas nuevas en el barrio, o de las difíciles para los Gallinazos locales,(Cuyas presas favoritas son las Perras o las muchachas del servicio, que cuando son Perrunchas les dicen Chuchas Mantequeras) como profesoras, secretarias o doctoras.

Los Guaches o Toches, son aquellos seres que la vida les negó cualquier asomo de clase, distinción o estilo. Generalmente son pobres y de bajo nivel cultural, y no se esfuerzan en disimularlo. Ejercen oficios físicos y materiales, a la hora de beber o comer lo hacen hasta las últimas consecuencias, sus piropos ante una muchacha bonita o decente son temibles y pavorosos y harían sonrojar a un arriero. Cuando pelean con alguien, lo hacen en la calle y no quedan contentos sino le propinan una puñalada sobaquera a su rival, o le parten el rostro con el pico de una botella quebrada. Algunos, los de más trayectoria, sobrevivientes de varias cirugías por arma blanca y ex-convictos, cuando están enfiestados libando copiosamente, moliendo música despechada o parrandera, y cuidando un sancocho callejero de carne barata y pacotilluda, alcanzan la categoría de Macacos, que luego va avanzando a medida que circula la fritanga y el trago hasta hacer mutación en Cerdos, actitud de respeto que implica que en los próximos minutos es mejor desocupar la cuadra para evitar una tragedia.

La Mula no tiene sexo específico, aunque la denominación es más común en hombres. La principal es la que transporta en su cuerpo o en el equipaje alguna cantidad de drogas para transportarlas a otros países. En el capítulo de las Carangas hacemos referencia a ellos. También cuando alguien es muy bruto, tarado, tapado y sellado por dentro, se dice que es una Mula, lo mismo cuando es muy brusco y violento para jugar fútbol o deportes de grupo.

Los Lagartos son aduladores y lambones profesionales, expertos en el arte de sobar saco, echar cepillo, colarse a todo tipo de eventos fingiendo ser importantes o conocidos del dueño; son especialistas en echar sable, en pedir favores a cambio de nada, en empalagar la vanidad del anfitrión para sacarle algo a cambio. Suelen rodear a los Lobos, a un lado de los Patos, pero sin tener la gracia ni la aceptación de éstos. Son más comunes en los estratos altos y en las encumbradas esferas sociales, su hábitat es el coctel, aunque muchos de ellos suelen salir de nuestros barrios de clase media, donde hacen un curso rápido de Babosas y Sanguijuelas y comienzan a mirarnos por encima de los hombros.

El Sapo es imprescindible y no puede faltar en ninguna reunión humana de más de tres personas. No se aguanta las ganas , (ya que en él es una necesidad biológica) de contar, de llevar y traer, de aventar, de delatar; y no lo hace por llamar la atención, pues su estilo es rastrero, hipócrita y servil. Se da en todos los estratos y en todos los oficios. A veces comparte estigmas con los Lagartos, y cuando tiene algo de Lobo, puede ser temible y peligroso. Se reconoce desde pequeñín, y desde los colegios es estimulado por curas y maestros.

Cuando uno le debe plata a alguien, se dice que tiene Culebras, y son abundantísimas en los barrios. También se utiliza cuando alguien está ofendido con uno o cree que uno le hizo algo, sea cierto o nó. Los Sapos y los Lobos suelen tener muchas culebras tras de sí, y en ocasiones tienen que andar en todo momento con suero antiofídico.

Otro personaje habitual del barrio es el Cabrón, también conocido como Cornudo; sea éste el momento para hacer claridad entre ellos y los Cachones, pues el uso y el abuso de los términos han contribuido a la confusión y al uso indistinto de los apelativos de tales Cornúpetas.

Es cierto que ambos son astados, que lucen sobre su frente unas prominencias que en ocasiones les impiden atravesar la puerta de su casa y que dependiendo del estado de calcificación de la víctima pueden alcanzar tamaño, forma y ramificaciones, a manera de simple venado o rimbombante alce, pero son distintos.



El Cornudo, tiene unas sólidas prolongaciones que provienen, más que de su voluntad, del comportamiento y generosidad de su mujer para con el prójimo. Tiene una alta prevalencia en hombres y su denominación es casi exclusivamente masculina, aún cuando no debería serlo. El folclore tradicional ha ideado varias fórmulas, si no para combatirlos, sí para disimularlos, como el "topizol" y la "cornitina" o el "descurnol" (este último no los tumba, pero les da un brillo!!). Son la gran mortificación de muchos maridos justa o injustamente celosos. El Cachón por el contrario, tiene una cierta connotación más benigna, y si se quiere más aceptada por una sociedad que en ocasiones peca por alcahueta. Este sujeto de nuestra fauna social se caracteriza porque asume con largueza los romances extramaritales y trata a toda costa, y costo, de obtener los parabienes de la cortejada con obsequios, galanterías, invitaciones, lo cual en ocasiones sacrifica la estabilidad económica del hogar. Como se infiere de lo anterior, todo acto de cachonería tiene implícito una potencial cornamenta.
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El doctor Emilio Alberto Restrepo Baena es un reconocido médico y cirujano de Medellín, especialista en gineco-obstetricia y subespecialista en cirugía laparoscópica. Es conferencista y referente académico en el ámbito de la salud y de las letras. Como escritor lleva más de quince años y ha publicado catorce libros dentro de los que se destacan El pabellón de la mandrágora, Gamberros S.A. , Los círculos perpetuos, Después de Isabel el infierno, y otros más, con los que ha ganado innumerables premios literarios. Recientemente nos ha deleitado con Joaquín Tornado, un detective oscuro que se mueve en el mundo de la novela policial negra.  Su ultimo libro fue "Y nos robaron la clínica"



miércoles, 11 de julio de 2018

Solo para mortales

Cuando uno lee el título de un libro que dice "Solo para mortales" no se puede dejar de sonreír.  ¿Acaso hay libros para inmortales? 

Si uno es buen lector, podrá entender que se puede ser inmortal mientras se lee. Como diría Umberto Eco, el lector puede vivir muchas vidas a través de las lecturas.  Pero este libro no trata de la inmortalidad. 

Cuando uno comienza a adentrarse en sus páginas entiende la perfección de ese título. Este libro trata de las vivencias de una médica que se enfrenta a diario con la finitud. No es la historia de la heroína que arrebata vidas a la muerte. No, no se trata de ese tipo de heroína. 

El libro está escrito desde la perspectiva de una médica que acompaña a sus pacientes hasta el momento final. Incluso, estoy siendo injusto: La médica no es la protagonista. Son sus pacientes terminales quienes se ven plasmados en esas 280 páginas, llenas de amor y compasión. 

En cada una de sus cincuenta historias se desarrolla todo tipo de drama. El paciente que sabe que morirá y aun no está listo. El que ya está listo pero su familia no está preparada para su partida. La que siente que aún tiene algo pendiente y el que reniega del universo por no haberle dado más tiempo; la familia que espera que el médico sea cómplice y oculte la proximidad de la muerte al paciente. Son historias muy humanas llenas de sentimiento y emoción.  

Es un libro que muestra que tenemos mucho que aprender sobre la vida  y sobre la muerte. Que  pocas personas están preparadas para irse de este mundo y muy pocas para acompañarnos en ese trance que finalmente es el único por que todos debemos pasar.  

Como médico, creo que este libro debería ser de obligatoria lectura para aquellos que comienzan su entrenamiento en las áreas de la salud, y debería estar en la cabecera de todo médico que ejerza su profesión.  Se nos ha enseñado siempre a salvar vidas, pero pocas veces a acompañar a un moribundo o su familia. 

Por eso este libro es tan especial.  Nos enseña que cuando no hay "nada para hacer" hay Todo por hacer. 


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Olga Montoya Echeverri. 


Medica egresada de la UPB.  Especialista en dolor y cuidado Paliativo.  Ha ejercido como médica de pacientes en fase terminal por mas de veinticinco años. 
Participante del taller de Escritura creativa de Comedal y del taller de ASMEDAS. 


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Solo para mortales

ISBN 978-958-56463-1-5
Autor:Montoya Echeverri, Olga
Editorial:Hilo de Plata Editores SAS
Materia:Literatura colombiana
Publicado:2018-03-31
Número de edición:1
Número de páginas:280
Tamaño:21.5x14cm.
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español


Para pedidos con envío a domicilio llamar al teléfono 3146318778 Olga Montoya Echeverri




miércoles, 4 de julio de 2018

Sueños de Dalí

Salvador Dalí es alucinante.  O mejor dicho sus obras, que parecen ser concebidas en medio de una alucinación.

A continuación comparto un video que permite la visualización en 360 grados. 

Alucinante, como Dalí. 






En el video se ve claramente una alegoría a la obra "Reminiscencias arqueológicas de Milett" (basado en la obra "Angelus" de dicho artista).  Tambien se aprecian imágenes de La Tentación de San Antonio. 

Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, ​ marqués de Dalí de Púbol, (1904-1989)  fue un pintor, escultor, grabador, escenógrafo y escritor español del siglo XX. Se le considera uno de los máximos representantes del surrealismo.



El video se puede ver en la página virtual del Museo Salvador Dalí. en San Petesburgo. No encontré quien fue el artista gráfico que lo hizo. 





La música del video corresponde a la canción:  Halo Of Flies
Artista:  Alice Cooper
Álbum:   KillerWriters:  Michael Bruce, Alice Cooper, Neal Smith, Dennis Dunaway, Glen Buxton










miércoles, 27 de junio de 2018

Los atajos de la mente y los sesgos cognitivos

Imaginemos que un niño de unos pocos años encuentra un animalito oscuro que sale de su cajón de los juguetes. Es simpático. Se mueve con muchas patas. Parece un juguete nuevo. El niño lo intenta tomar con sus dedos y ¡Zas!  siente un dolor  intenso en su mano. La madre debe correr para atender la picadura. 

El niño habrá aprendido a temerle a cualquier insecto.   

En otro lugar y tiempo distante, un cavernícola encuentra un arbusto con un fruto rojizo que desconocía. Lo toma, lo olfatea y muerde tímidamente. Sabe asqueroso. Tira la fruta al suelo mientras la escupe. Le parece extraño. La mayoría de los frutos rojos son agradables al gusto. 

En ambos casos se ha presentado algo que la naturaleza creó: Los atajos mentales.  

El aprendizaje se basa en reconocer patrones.  En vista de que no siempre se puede tomar cada decisión con un análisis completo y detallado, la naturaleza nos ha dotado con un cerebro que nos permite hacer comparaciones y analogías para ahorrarnos tiempo y recursos frente a cada decisión. Cuando un perro nos ladra y nos muestra los dientes amenazantes, nuestro cerebro echa mano de experiencias previas para advertirnos que no debemos acercarnos, y ahorrarnos una mordida mientras averiguábamos la verdadera intención del canino. 

Esa cualidad cerebral nos permite tomar decisiones rápidas, pero en ocasiones se vuelca contra nosotros: Nuestro cerebro tiende a generar ideas preconcebidas, es decir, juicios sesgados.  Estamos dotados genéticamente para pensar en forma sesgada. Eso no es malo en sí, solo que en ocasiones nos hace cometer errores.   

A continuación les dejo un video sobre los sesgos congitivos. 






miércoles, 20 de junio de 2018

La muerte del padre. Stella Navarro

Esta semana les traigo un texto que la  la doctora Stella Navarro publicó en su muro de Facebook y que muy amablemente me autorizó reproducir. 

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LA MUERTE DEL PADRE

Y se vienen imágenes, sonidos y olores a la mente. Y mil recuerdos.

De unos brazos que nos cargaban y nos hacían volar en el aire mientras nos tenían por encima de la cabeza.

Y sonrisas alrededor de bicicletas, patines, y quien sabe, hasta carros de rodillos; y algunas caídas, tal vez una llanta pinchada, y el olor a algún pegante y la imagen de unas manos engrasadas reparando algo.

Verlo manejar, y ver la cara cuando quienes comenzamos a conducir fuimos nosotros. Y las palabras mágicas “mijo, pero con mucho cuidado”

Preguntarse a veces si ese hombre lloraba. Desesperarnos por su terquedad y sentirnos orgullosos cuando éramos nosotros los que le explicábamos algo del celular y derretirnos de ternura al verlos teclear en el computador como si fuera una máquina de escribir.

Recordar su cara chuzuda del domingo en la mañana que nos raspaba a propósito y recordar su risa. El sombrero que todos nos pusimos tratando de parecernos un poco y que nos quedaba flotando en la cabeza.

Las idas en carro a comer todos helado, los paseos a la costa en un carro sin aire acondicionado preguntando cada 20 minutos “papá, falta mucho?”, el paseo posiblemente con alguna varada que ese hombre que parecía saberlo todo terminaba por solucionar.




Verlo vestido de cachaco. O de ruana. O en pantaloneta y tenis de señor en la ciclovía. La voz firme justo antes de la puerta: “y usted a donde cree que va a ir con esa facha?”

Y las canas. Las gafas para leer y la manera de coger el periódico. Las manos con la piel con arrugas y pecas. La mirada atónita al ver las noticias del mundo o simplemente, al ver cómo es la juventud hoy en día.

Las historias de “cuando yo tenia su edad” que oímos contar mil veces. Y que ya no oiremos más. Y que no nos volverán a desesperar o a conmover de infinita ternura. La voz que no volveremos a escuchar.

La muerte del padre. No importa si fue tu padre de sangre o tu padre de crianza. De repente descubres que has quedado un poco huérfano, no importa la edad que tengas.

La voz que no volveremos a escuchar.
“Lo quiero mucho, mijo”
La gratitud y las ganas de poder coger esa mano ya más débil y apretarla así sea una vez más...





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La doctora Stella Navarro es Médica especialista en Anestesiologia, Medicina crítica y cuidados intensivos, Magister en Bioética. Escritora en sus ratos libres. 

miércoles, 13 de junio de 2018

Acaso usted speak english?

Estoy hasta la coronilla de que me inviten a un mall  para ir de shopping.  

No me gusta que mis jefes me pidan que nos reunamos en el hall, o que me pidan el sticker cuando yo lo que tengo es una calcomanía. 

Estoy harto de que en televisión todo tenga que ser en inglés cuando en nuestro idioma hay palabras tan bonitas. 

Por eso celebro la campaña que hizo la Real Academia Española contra los anglicismos. 

Los invito a ver el siguiente video. 






miércoles, 6 de junio de 2018

Los médicos también escriben

Llama la atención el por qué hay tanto médico escritor.  La lista es innumerable: Federico Schiller, Arthur Conan Doyle,  Rabelais,  Anton Chejov, René Descartes, Pío Baroja, Ramón y Cajal, Gregorio Marañón, John Keats, W. Somerset Maugham, James Barry,  por mencionar algunos de los más famosos.   

En nuestro territorio tenemos a Cesar Uribe Piedrahíta, Manuel Uribe Angel, Andrés Posada Arango, Jorge Franco Velez, Mario Melguizo Bermúdez, Emilio Restrepo, Luis Felipe Gomez, entre otros. 



Ante la pregunta de por qué hay tanto médico escritor, yo tengo mi propia hipótesis. Los médicos estamos inmersos en todas las pasiones humanas:  si quieren ver felicidad, solo hay que observar a una madre al recibir en brazos al recién nacido, si quieren ver angustia, no es si no mirar la cara de una mujer al preguntar por su hijo accidentado que ingresó a cirugía; ¿Desolación? basta con ir a la morgue y ver al hijo único acompañando el cadáver de su madre. Los médicos conocemos la condición humana de la manera más desnuda posible. Pocas profesiones, como la nuestra, conviven con el ser humano despojado de la etiqueta y las convenciones sociales. Los médicos conocemos al ser humano sin tapujos.  (ver Medicina Narrativa)

Tengo además otra hipótesis.  Durante nuestra formación como médicos nos entrenamos para escribir historias clínicas. ¿Y esto que es? pues precisamente el relato pormenorizado de lo que le ocurre a un paciente.  Averiguamos su vida para entender su enfermedad y poder ayudarle a escribir un desenlace. (Leer:  La historia clínica desde la perspectiva del cuento literario


A continuación comparto el audio del programa radial Medellín Anverso y Reverso, que se trasmitió el día sábado 26 de mayo de 2018  por Radio Bolivariana, con retransmision el domingo 27 de mayo.

En el programa el doctor Emilio Alberto Restrepo Baena y yo, hablamos con los periodistas Reinaldo Spitaletta y Joaquín Gómez sobre la literatura en la profesión médica, sus motivaciones y algunos otros aspectos que espero sean de su interés. 

Por mi parte, agradezco a Emilio por su invitación y a Reinaldo y  Joaquín por su  amable acogida. 

Para quienes quieren seguir escuchando los programas les recuerdo que se transmiten los sábados a las 10 de la mañana en la frecuencia AM 1110kHz y a la una de la tarde por frecuencia  FM 92.4, con repetición los domingos a las 10:30 de la noche. 


miércoles, 30 de mayo de 2018

Viaje por la noche estrellada

Vincent Van Gogh es uno de los artistas mas conocidos y admirados. Una de sus obras, "La noche estrellada" ha sido objeto de estudio por todo tipo de disciplinas, desde el arte plástico, hasta la física, pues sus espirales han sido asociados un fenómeno molecular observado en el agua.  Leer mas  

Pero hoy no vengo a hablarles de física de fluídos. Quiero compartirles un video en tercera dimensión (realidad virtual) elaborador por los artistas Daniel Burrows, Daniel Mallender y Thomas Hill.  La música de fondo corresponde a Envolving Theories-FirstCom.

Al entrar en el video podrás recorrer cada esquina de la icónica pintura.  Con el mouse podrás cambiar el ángulo de visión. 




También quiero compartirles otra obra de un artista digital egipcio, llamado Mawan Medhat que hizo una fantástica mezcla entre la pintura de Van Gogh y el arte digital.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Es demasiado

Les propongo imaginar una escena conocida: 
Un soplón de la mafia es abaleado antes de entrar a declarar en la Corte. 
Cuando uno de los sicarios le pregunta a su jefe por qué había ordenado asesinarlo, este le responde: "Sabía demasiado"
Esta semana voy a tocar el tema de la palabra "demasiado", que últimamente la he visto mal utilizada, tal vez demasiado, no solo en el lenguaje cotidiano, sino también en las malas traducciones de las películas en inglés.  

Creo que solo vine a darme cuenta de lo mal empleado del término, cuando le envié a una colega un texto mío y ella me respondió: 
  • ¡Quedó demasiado bueno! 
  • ¿Eso quiere decir que mi texto no estuvo bien?- le pregunté, al sentir que me había excedido. 
  • No. Quiere decir que me gustó muchísimo. 
  •  Eso no fue lo que dijiste... dijiste "DEMASIADO".

Pues sí. La palabra "demasiado" es un adverbio de cantidad que implica que hay más cantidad de la que debería haber,  que hay exceso. 








"Demasiado" es una derivación lingüística de "de más". Es decir que se pasó del límite aceptable. (en demasía, en exceso)

"Demasiado" tiene una connotación negativa

"Demasiado" significa Exceso 


Analicen las siguientes frases y lo comprenderán. 
  • Comí demasiado (más de lo que debía)
  • Pedro es demasiado alto
  • Mi hermano es demasiado bajo
  • Estás demasiado gordo
  • Mi amigo es demasiado lento
  • Conduces demasiado rápido. 
  • Es demasiado frágil para ser tan costoso
  • Es demasiado bonita para ser tan petulante.

En ninguna de las frases anteriores la palabra demasiado quería decir que algo era bueno. Era, por el contrario, un concepto negativo.

Aunque la costumbre ha hecho que los jóvenes utilicen el "demasiado" con bastante frecuencia para referirse a algo bueno, hay que recordar que "Demasiado" quiere decir que la cantidad o intensidad es excesiva o exagerada.  De cualquier forma, que no es la cantidad, tamaño o intensidad conveniente. 

Cuando preguntas cómo está un postre, y en la respuesta va incluida la palabra "demasiado", te están diciendo que no está bueno.

  • Demasiado dulce (exageradamente dulce)
  • Demasiado caliente. (excesivamente caliente)

En el castellano, hay muchos otros adverbios que son "positivos" y que podrían dar una mejor idea de lo que queremos decir. 

Es mejor degustar una comida que está muy bien de sal, que comer una que tiene demasiada sal. 

Preferiría entrar a un restaurante que está muy limpio, que entrar a uno que está "demasiado limpio". Este último, generaría suspicacias... (algo raro está ocurriendo allí).  

Yo prefiero que me digan que soy muy bueno para la empresa donde trabajo, a que el jefe me llame algún dia y me diga que soy demasiado bueno para la empresa. Ese día sabré que me van a echar con una excusa diplomática. 

Por eso, esta semana los invito a que revisen su lenguaje y miren si a lo mejor están usando demasiado la palabra "demasiado". 

Y no se preocupen, pueden decirme que soy demasiado estricto con el idioma, en este caso, tienen razón.

http://dle.rae.es/?id=C8sjljP

miércoles, 16 de mayo de 2018

Y nos robaron la clínica

Reseña del libro del Dr. Emilio Alberto Restrepo, para la revista Libros y Letras


En una época donde la gente se muere por falta de atención en salud, las clínicas cierran sus servicios por carencia de recursos y los médicos son demandados y tratados como asesinos por las personas a las que juraron salvar, aparece un libro que muestra lo que ocurre en el fondo de un sistema que no funciona. 



El último libro del escritor colombiano Emilio Restrepo cuenta de una manera clara y contundente la historia de cómo una conocida corporación se apodera de una clínica de una manera sucia y aberrante mientras que en el ínterin se plasman historia personales que harían temblar a quienes no han trabajado nunca en un hospital: médicos deshonestos, empleados que roban medicamentos o que sustraen las pertenencias a sus compañeros, familiares de pacientes que amenazan de muerte al galeno que trató de salvar la vida a su pariente. También la novela da cuenta de las personas que mantienen vigente el juramento hipocrático y trabajan denodadamente para mantener encendida la llama de la medicina, aun a costa de su tranquilidad y de su propio bolsillo. 

Desde la dedicatoria, el libro atrapa al lector. Emilio Restrepo hace un homenaje “a los pacientes y a sus familiares”, “a los buenos médicos que hacen tantas cosas por la gente, aun a costa de su propia felicidad y estabilidad”. También dedica su libro a los malos médicos “que tanto nos enseñan sobre lo que no se debe hacer”. 

El doctor Emilio Alberto Restrepo Baena es un reconocido médico y cirujano de Medellín, especialista en gineco-obstetricia y subespecialista en cirugía laparoscópica. Es conferencista y referente académico en el ámbito de la salud y de las letras. Como escritor lleva más de quince años y ha publicado catorce libros dentro de los que se destacan El pabellón de la mandrágora, Gamberros S.A. , Los círculos perpetuos, Después de Isabel el infierno, y otros más, con los que ha ganado innumerables premios literarios. Recientemente nos ha deleitado con Joaquín Tornado, un detective oscuro que se mueve en el mundo de la novela policial negra. 


Por su condición de médico, Restrepo Baena no ha sido ajeno a la situación de salud que vive el país. “Y nos robaron la clínica” hace parte de una trilogía perversa de la medicina, de la cual ya conocíamos “El Pabellón de la Mandrágora”, ganador de una beca de novela, y que nos dejó atónitos con las historias sobre pacientes y cuidadores. Ahora este nuevo libro, lanzado en la FILBo 2018 y publicado por SÍLABA Editores, bajo la tutela de Lucía Donadio, nos muestra los tejemanejes que ocasionan que se cierren clínicas y que permiten crecer emporios que juegan con la salud de las personas. No es coincidencia que precisamente, ahora que el sistema de salud parece reventar, el libro “Y nos robaron la clínica” haya sido tema de debate en el consejo de Medellín. Cuando uno lee sus páginas cree reconocer a alguna empresa o algún colega retratado en el texto. 

Pero no se engañen. Si bien el libro está muy bien escrito y parece realidad, el autor es enfático en afirmar que todo lo narrado es producto de la ficción. Yo, personalmente, aun no estoy convencido de ello. 


Posdata:  Los invito también a conocer la página Decálogos Literarios, del mismo autor. 

jueves, 10 de mayo de 2018

Crear riqueza o repartirla

Esto lo encontré por ahí y se ajusta muy bien a lo que pasa con algunos amigos y compañeros que de buena fe creen que el enemigo son los "oligarcas". Que creen que la riqueza es limitada y hay que repartirla y que no sospechan que la riqueza se puede generar en todos los niveles. Cuando un rico gana mucho, puede dar mejores propinas, comprar mas zapatos, mejores ropas, vehículos, billeteras, o vinos más costosos, y eso beneficia a los que trabajamos porque habrá ricos a quien venderles lo que producimos.


Estos compañeros prefieren que a los pobres les repartan el dinero de los ricos como si fueran mendigos, en lugar de que los pobres tengan opciones de trabajo digno, porque hay muchos sitios donde los ricos quieren ir a gastar el dinero que les sobra.

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Estoy muy preocupado.

Algunos compañeros de trabajo creen que si llega el socialismo no pasará nada malo con la empresa en la que trabajamos ni con nuestros empleos.

Peor aun. Algunos creen que el gobierno le quitará la empresa a los dueños y los empleados seremos los nuevos dueños; que los actuales dueños se quedarán de brazos cruzados viendo que su empresa ya no les deja ganancias.

Mis compañeros no sospechan que ante la menor amenaza los dueños tomarán lo que puedan y saldrán del país, y que seremos nosotros los empleados los que nos quedaremos con una empresa en quiebra que no sabemos manejar, sin tener los contactos comerciales, ni la experiencia para hacerlo.

Varios tienen la esperanza de que la empresa será expropiada, y el gobierno designará un funcionario para que la dirija y que eso nos beneficia. Lo peor es que esos compañeros creen que el funcionario que la dirigirá (que seguro va a ser alguien de la rosca política) manejará la empresa con el mismo esfuerzo y dedicación que los dueños que la fundaron. Esperan que nos suban el sueldo y nos reduzcan la carga laboral. No saben que al nuevo jefe no le importará si se quiebra, porque no es su empresa y a él le pueden dar otro cargo directivo en otra empresa que aún no haya cerrado.

Algunos de mis compañeros no entienden que mientras mas beneficios tengan mis jefes mayor posibilidad de que la empresa crezca, y nosotros con ella. Que si ellos no obtienen ganancias, pueden irse para otro país pero los empleados nos quedamos sin empleo y sin sustento.

Es tanto el odio que algunos compañeros de trabajo sienten por los dueños de la empresa (porque ganan más que nosotros los trabajadores) que estarían dispuestos a acabar con la empresa en la que trabajamos con tal que de los dueños no ganen mas que nosotros.

De verdad estoy preocupado.
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A continuación les dejo un aparte de una conferencia dictada por la politóloga guatemalteca Gloria Alvarez (sobre la redistribución de la riqueza) que tienen un planteamiento muy interesante