"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 11 de julio de 2018

Solo para mortales

Cuando uno lee el título de un libro que dice "Solo para mortales" no se puede dejar de sonreír.  ¿Acaso hay libros para inmortales? 

Si uno es buen lector, podrá entender que se puede ser inmortal mientras se lee. Como diría Umberto Eco, el lector puede vivir muchas vidas a través de las lecturas.  Pero este libro no trata de la inmortalidad. 

Cuando uno comienza a adentrarse en sus páginas entiende la perfección de ese título. Este libro trata de las vivencias de una médica que se enfrenta a diario con la finitud. No es la historia de la heroína que arrebata vidas a la muerte. No, no se trata de ese tipo de heroína. 

El libro está escrito desde la perspectiva de una médica que acompaña a sus pacientes hasta el momento final. Incluso, estoy siendo injusto: La médica no es la protagonista. Son sus pacientes terminales quienes se ven plasmados en esas 280 páginas, llenas de amor y compasión. 

En cada una de sus cincuenta historias se desarrolla todo tipo de drama. El paciente que sabe que morirá y aun no está listo. El que ya está listo pero su familia no está preparada para su partida. La que siente que aún tiene algo pendiente y el que reniega del universo por no haberle dado más tiempo; la familia que espera que el médico sea cómplice y oculte la proximidad de la muerte al paciente. Son historias muy humanas llenas de sentimiento y emoción.  

Es un libro que muestra que tenemos mucho que aprender sobre la vida  y sobre la muerte. Que  pocas personas están preparadas para irse de este mundo y muy pocas para acompañarnos en ese trance que finalmente es el único por que todos debemos pasar.  

Como médico, creo que este libro debería ser de obligatoria lectura para aquellos que comienzan su entrenamiento en las áreas de la salud, y debería estar en la cabecera de todo médico que ejerza su profesión.  Se nos ha enseñado siempre a salvar vidas, pero pocas veces a acompañar a un moribundo o su familia. 

Por eso este libro es tan especial.  Nos enseña que cuando no hay "nada para hacer" hay Todo por hacer. 


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Olga Montoya Echeverri. 


Medica egresada de la UPB.  Especialista en dolor y cuidado Paliativo.  Ha ejercido como médica de pacientes en fase terminal por mas de veinticinco años. 
Participante del taller de Escritura creativa de Comedal y del taller de ASMEDAS. 


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Solo para mortales

ISBN 978-958-56463-1-5
Autor:Montoya Echeverri, Olga
Editorial:Hilo de Plata Editores SAS
Materia:Literatura colombiana
Publicado:2018-03-31
Número de edición:1
Número de páginas:280
Tamaño:21.5x14cm.
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español


Para pedidos con envío a domicilio llamar al teléfono 3146318778 Olga Montoya Echeverri




miércoles, 4 de julio de 2018

Sueños de Dalí

Salvador Dalí es alucinante.  O mejor dicho sus obras, que parecen ser concebidas en medio de una alucinación.

A continuación comparto un video que permite la visualización en 360 grados. 

Alucinante, como Dalí. 






En el video se ve claramente una alegoría a la obra "Reminiscencias arqueológicas de Milett" (basado en la obra "Angelus" de dicho artista).  Tambien se aprecian imágenes de La Tentación de San Antonio. 

Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, ​ marqués de Dalí de Púbol, (1904-1989)  fue un pintor, escultor, grabador, escenógrafo y escritor español del siglo XX. Se le considera uno de los máximos representantes del surrealismo.



El video se puede ver en la página virtual del Museo Salvador Dalí. en San Petesburgo. No encontré quien fue el artista gráfico que lo hizo. 





La música del video corresponde a la canción:  Halo Of Flies
Artista:  Alice Cooper
Álbum:   KillerWriters:  Michael Bruce, Alice Cooper, Neal Smith, Dennis Dunaway, Glen Buxton










miércoles, 27 de junio de 2018

Los atajos de la mente y los sesgos cognitivos

Imaginemos que un niño de unos pocos años encuentra un animalito oscuro que sale de su cajón de los juguetes. Es simpático. Se mueve con muchas patas. Parece un juguete nuevo. El niño lo intenta tomar con sus dedos y ¡Zas!  siente un dolor  intenso en su mano. La madre debe correr para atender la picadura. 

El niño habrá aprendido a temerle a cualquier insecto.   

En otro lugar y tiempo distante, un cavernícola encuentra un arbusto con un fruto rojizo que desconocía. Lo toma, lo olfatea y muerde tímidamente. Sabe asqueroso. Tira la fruta al suelo mientras la escupe. Le parece extraño. La mayoría de los frutos rojos son agradables al gusto. 

En ambos casos se ha presentado algo que la naturaleza creó: Los atajos mentales.  

El aprendizaje se basa en reconocer patrones.  En vista de que no siempre se puede tomar cada decisión con un análisis completo y detallado, la naturaleza nos ha dotado con un cerebro que nos permite hacer comparaciones y analogías para ahorrarnos tiempo y recursos frente a cada decisión. Cuando un perro nos ladra y nos muestra los dientes amenazantes, nuestro cerebro echa mano de experiencias previas para advertirnos que no debemos acercarnos, y ahorrarnos una mordida mientras averiguábamos la verdadera intención del canino. 

Esa cualidad cerebral nos permite tomar decisiones rápidas, pero en ocasiones se vuelca contra nosotros: Nuestro cerebro tiende a generar ideas preconcebidas, es decir, juicios sesgados.  Estamos dotados genéticamente para pensar en forma sesgada. Eso no es malo en sí, solo que en ocasiones nos hace cometer errores.   

A continuación les dejo un video sobre los sesgos congitivos. 






miércoles, 20 de junio de 2018

La muerte del padre. Stella Navarro

Esta semana les traigo un texto que la  la doctora Stella Navarro publicó en su muro de Facebook y que muy amablemente me autorizó reproducir. 

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LA MUERTE DEL PADRE

Y se vienen imágenes, sonidos y olores a la mente. Y mil recuerdos.

De unos brazos que nos cargaban y nos hacían volar en el aire mientras nos tenían por encima de la cabeza.

Y sonrisas alrededor de bicicletas, patines, y quien sabe, hasta carros de rodillos; y algunas caídas, tal vez una llanta pinchada, y el olor a algún pegante y la imagen de unas manos engrasadas reparando algo.

Verlo manejar, y ver la cara cuando quienes comenzamos a conducir fuimos nosotros. Y las palabras mágicas “mijo, pero con mucho cuidado”

Preguntarse a veces si ese hombre lloraba. Desesperarnos por su terquedad y sentirnos orgullosos cuando éramos nosotros los que le explicábamos algo del celular y derretirnos de ternura al verlos teclear en el computador como si fuera una máquina de escribir.

Recordar su cara chuzuda del domingo en la mañana que nos raspaba a propósito y recordar su risa. El sombrero que todos nos pusimos tratando de parecernos un poco y que nos quedaba flotando en la cabeza.

Las idas en carro a comer todos helado, los paseos a la costa en un carro sin aire acondicionado preguntando cada 20 minutos “papá, falta mucho?”, el paseo posiblemente con alguna varada que ese hombre que parecía saberlo todo terminaba por solucionar.




Verlo vestido de cachaco. O de ruana. O en pantaloneta y tenis de señor en la ciclovía. La voz firme justo antes de la puerta: “y usted a donde cree que va a ir con esa facha?”

Y las canas. Las gafas para leer y la manera de coger el periódico. Las manos con la piel con arrugas y pecas. La mirada atónita al ver las noticias del mundo o simplemente, al ver cómo es la juventud hoy en día.

Las historias de “cuando yo tenia su edad” que oímos contar mil veces. Y que ya no oiremos más. Y que no nos volverán a desesperar o a conmover de infinita ternura. La voz que no volveremos a escuchar.

La muerte del padre. No importa si fue tu padre de sangre o tu padre de crianza. De repente descubres que has quedado un poco huérfano, no importa la edad que tengas.

La voz que no volveremos a escuchar.
“Lo quiero mucho, mijo”
La gratitud y las ganas de poder coger esa mano ya más débil y apretarla así sea una vez más...





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La doctora Stella Navarro es Médica especialista en Anestesiologia, Medicina crítica y cuidados intensivos, Magister en Bioética. Escritora en sus ratos libres. 

miércoles, 13 de junio de 2018

Acaso usted speak english?

Estoy hasta la coronilla de que me inviten a un mall  para ir de shopping.  

No me gusta que mis jefes me pidan que nos reunamos en el hall, o que me pidan el sticker cuando yo lo que tengo es una calcomanía. 

Estoy harto de que en televisión todo tenga que ser en inglés cuando en nuestro idioma hay palabras tan bonitas. 

Por eso celebro la campaña que hizo la Real Academia Española contra los anglicismos. 

Los invito a ver el siguiente video. 






miércoles, 6 de junio de 2018

Los médicos también escriben

Llama la atención el por qué hay tanto médico escritor.  La lista es innumerable: Federico Schiller, Arthur Conan Doyle,  Rabelais,  Anton Chejov, René Descartes, Pío Baroja, Ramón y Cajal, Gregorio Marañón, John Keats, W. Somerset Maugham, James Barry,  por mencionar algunos de los más famosos.   

En nuestro territorio tenemos a Cesar Uribe Piedrahíta, Manuel Uribe Angel, Andrés Posada Arango, Jorge Franco Velez, Mario Melguizo Bermúdez, Emilio Restrepo, Luis Felipe Gomez, entre otros. 



Ante la pregunta de por qué hay tanto médico escritor, yo tengo mi propia hipótesis. Los médicos estamos inmersos en todas las pasiones humanas:  si quieren ver felicidad, solo hay que observar a una madre al recibir en brazos al recién nacido, si quieren ver angustia, no es si no mirar la cara de una mujer al preguntar por su hijo accidentado que ingresó a cirugía; ¿Desolación? basta con ir a la morgue y ver al hijo único acompañando el cadáver de su madre. Los médicos conocemos la condición humana de la manera más desnuda posible. Pocas profesiones, como la nuestra, conviven con el ser humano despojado de la etiqueta y las convenciones sociales. Los médicos conocemos al ser humano sin tapujos.  (ver Medicina Narrativa)

Tengo además otra hipótesis.  Durante nuestra formación como médicos nos entrenamos para escribir historias clínicas. ¿Y esto que es? pues precisamente el relato pormenorizado de lo que le ocurre a un paciente.  Averiguamos su vida para entender su enfermedad y poder ayudarle a escribir un desenlace. (Leer:  La historia clínica desde la perspectiva del cuento literario


A continuación comparto el audio del programa radial Medellín Anverso y Reverso, que se trasmitió el día sábado 26 de mayo de 2018  por Radio Bolivariana, con retransmision el domingo 27 de mayo.

En el programa el doctor Emilio Alberto Restrepo Baena y yo, hablamos con los periodistas Reinaldo Spitaletta y Joaquín Gómez sobre la literatura en la profesión médica, sus motivaciones y algunos otros aspectos que espero sean de su interés. 

Por mi parte, agradezco a Emilio por su invitación y a Reinaldo y  Joaquín por su  amable acogida. 

Para quienes quieren seguir escuchando los programas les recuerdo que se transmiten los sábados a las 10 de la mañana en la frecuencia AM 1110kHz y a la una de la tarde por frecuencia  FM 92.4, con repetición los domingos a las 10:30 de la noche. 


miércoles, 30 de mayo de 2018

Viaje por la noche estrellada

Vincent Van Gogh es uno de los artistas mas conocidos y admirados. Una de sus obras, "La noche estrellada" ha sido objeto de estudio por todo tipo de disciplinas, desde el arte plástico, hasta la física, pues sus espirales han sido asociados un fenómeno molecular observado en el agua.  Leer mas  

Pero hoy no vengo a hablarles de física de fluídos. Quiero compartirles un video en tercera dimensión (realidad virtual) elaborador por los artistas Daniel Burrows, Daniel Mallender y Thomas Hill.  La música de fondo corresponde a Envolving Theories-FirstCom.

Al entrar en el video podrás recorrer cada esquina de la icónica pintura.  Con el mouse podrás cambiar el ángulo de visión. 




También quiero compartirles otra obra de un artista digital egipcio, llamado Mawan Medhat que hizo una fantástica mezcla entre la pintura de Van Gogh y el arte digital.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Es demasiado

Les propongo imaginar una escena conocida: 
Un soplón de la mafia es abaleado antes de entrar a declarar en la Corte. 
Cuando uno de los sicarios le pregunta a su jefe por qué había ordenado asesinarlo, este le responde: "Sabía demasiado"
Esta semana voy a tocar el tema de la palabra "demasiado", que últimamente la he visto mal utilizada, tal vez demasiado, no solo en el lenguaje cotidiano, sino también en las malas traducciones de las películas en inglés.  

Creo que solo vine a darme cuenta de lo mal empleado del término, cuando le envié a una colega un texto mío y ella me respondió: 
  • ¡Quedó demasiado bueno! 
  • ¿Eso quiere decir que mi texto no estuvo bien?- le pregunté, al sentir que me había excedido. 
  • No. Quiere decir que me gustó muchísimo. 
  •  Eso no fue lo que dijiste... dijiste "DEMASIADO".

Pues sí. La palabra "demasiado" es un adverbio de cantidad que implica que hay más cantidad de la que debería haber,  que hay exceso. 








"Demasiado" es una derivación lingüística de "de más". Es decir que se pasó del límite aceptable. (en demasía, en exceso)

"Demasiado" tiene una connotación negativa

"Demasiado" significa Exceso 


Analicen las siguientes frases y lo comprenderán. 
  • Comí demasiado (más de lo que debía)
  • Pedro es demasiado alto
  • Mi hermano es demasiado bajo
  • Estás demasiado gordo
  • Mi amigo es demasiado lento
  • Conduces demasiado rápido. 
  • Es demasiado frágil para ser tan costoso
  • Es demasiado bonita para ser tan petulante.

En ninguna de las frases anteriores la palabra demasiado quería decir que algo era bueno. Era, por el contrario, un concepto negativo.

Aunque la costumbre ha hecho que los jóvenes utilicen el "demasiado" con bastante frecuencia para referirse a algo bueno, hay que recordar que "Demasiado" quiere decir que la cantidad o intensidad es excesiva o exagerada.  De cualquier forma, que no es la cantidad, tamaño o intensidad conveniente. 

Cuando preguntas cómo está un postre, y en la respuesta va incluida la palabra "demasiado", te están diciendo que no está bueno.

  • Demasiado dulce (exageradamente dulce)
  • Demasiado caliente. (excesivamente caliente)

En el castellano, hay muchos otros adverbios que son "positivos" y que podrían dar una mejor idea de lo que queremos decir. 

Es mejor degustar una comida que está muy bien de sal, que comer una que tiene demasiada sal. 

Preferiría entrar a un restaurante que está muy limpio, que entrar a uno que está "demasiado limpio". Este último, generaría suspicacias... (algo raro está ocurriendo allí).  

Yo prefiero que me digan que soy muy bueno para la empresa donde trabajo, a que el jefe me llame algún dia y me diga que soy demasiado bueno para la empresa. Ese día sabré que me van a echar con una excusa diplomática. 

Por eso, esta semana los invito a que revisen su lenguaje y miren si a lo mejor están usando demasiado la palabra "demasiado". 

Y no se preocupen, pueden decirme que soy demasiado estricto con el idioma, en este caso, tienen razón.

http://dle.rae.es/?id=C8sjljP

miércoles, 16 de mayo de 2018

Y nos robaron la clínica

Reseña del libro del Dr. Emilio Alberto Restrepo, para la revista Libros y Letras


En una época donde la gente se muere por falta de atención en salud, las clínicas cierran sus servicios por carencia de recursos y los médicos son demandados y tratados como asesinos por las personas a las que juraron salvar, aparece un libro que muestra lo que ocurre en el fondo de un sistema que no funciona. 



El último libro del escritor colombiano Emilio Restrepo cuenta de una manera clara y contundente la historia de cómo una conocida corporación se apodera de una clínica de una manera sucia y aberrante mientras que en el ínterin se plasman historia personales que harían temblar a quienes no han trabajado nunca en un hospital: médicos deshonestos, empleados que roban medicamentos o que sustraen las pertenencias a sus compañeros, familiares de pacientes que amenazan de muerte al galeno que trató de salvar la vida a su pariente. También la novela da cuenta de las personas que mantienen vigente el juramento hipocrático y trabajan denodadamente para mantener encendida la llama de la medicina, aun a costa de su tranquilidad y de su propio bolsillo. 

Desde la dedicatoria, el libro atrapa al lector. Emilio Restrepo hace un homenaje “a los pacientes y a sus familiares”, “a los buenos médicos que hacen tantas cosas por la gente, aun a costa de su propia felicidad y estabilidad”. También dedica su libro a los malos médicos “que tanto nos enseñan sobre lo que no se debe hacer”. 

El doctor Emilio Alberto Restrepo Baena es un reconocido médico y cirujano de Medellín, especialista en gineco-obstetricia y subespecialista en cirugía laparoscópica. Es conferencista y referente académico en el ámbito de la salud y de las letras. Como escritor lleva más de quince años y ha publicado catorce libros dentro de los que se destacan El pabellón de la mandrágora, Gamberros S.A. , Los círculos perpetuos, Después de Isabel el infierno, y otros más, con los que ha ganado innumerables premios literarios. Recientemente nos ha deleitado con Joaquín Tornado, un detective oscuro que se mueve en el mundo de la novela policial negra. 


Por su condición de médico, Restrepo Baena no ha sido ajeno a la situación de salud que vive el país. “Y nos robaron la clínica” hace parte de una trilogía perversa de la medicina, de la cual ya conocíamos “El Pabellón de la Mandrágora”, ganador de una beca de novela, y que nos dejó atónitos con las historias sobre pacientes y cuidadores. Ahora este nuevo libro, lanzado en la FILBo 2018 y publicado por SÍLABA Editores, bajo la tutela de Lucía Donadio, nos muestra los tejemanejes que ocasionan que se cierren clínicas y que permiten crecer emporios que juegan con la salud de las personas. No es coincidencia que precisamente, ahora que el sistema de salud parece reventar, el libro “Y nos robaron la clínica” haya sido tema de debate en el consejo de Medellín. Cuando uno lee sus páginas cree reconocer a alguna empresa o algún colega retratado en el texto. 

Pero no se engañen. Si bien el libro está muy bien escrito y parece realidad, el autor es enfático en afirmar que todo lo narrado es producto de la ficción. Yo, personalmente, aun no estoy convencido de ello. 


Posdata:  Los invito también a conocer la página Decálogos Literarios, del mismo autor. 

jueves, 10 de mayo de 2018

Crear riqueza o repartirla

Esto lo encontré por ahí y se ajusta muy bien a lo que pasa con algunos amigos y compañeros que de buena fe creen que el enemigo son los "oligarcas". Que creen que la riqueza es limitada y hay que repartirla y que no sospechan que la riqueza se puede generar en todos los niveles. Cuando un rico gana mucho, puede dar mejores propinas, comprar mas zapatos, mejores ropas, vehículos, billeteras, o vinos más costosos, y eso beneficia a los que trabajamos porque habrá ricos a quien venderles lo que producimos.


Estos compañeros prefieren que a los pobres les repartan el dinero de los ricos como si fueran mendigos, en lugar de que los pobres tengan opciones de trabajo digno, porque hay muchos sitios donde los ricos quieren ir a gastar el dinero que les sobra.

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Estoy muy preocupado.

Algunos compañeros de trabajo creen que si llega el socialismo no pasará nada malo con la empresa en la que trabajamos ni con nuestros empleos.

Peor aun. Algunos creen que el gobierno le quitará la empresa a los dueños y los empleados seremos los nuevos dueños; que los actuales dueños se quedarán de brazos cruzados viendo que su empresa ya no les deja ganancias.

Mis compañeros no sospechan que ante la menor amenaza los dueños tomarán lo que puedan y saldrán del país, y que seremos nosotros los empleados los que nos quedaremos con una empresa en quiebra que no sabemos manejar, sin tener los contactos comerciales, ni la experiencia para hacerlo.

Varios tienen la esperanza de que la empresa será expropiada, y el gobierno designará un funcionario para que la dirija y que eso nos beneficia. Lo peor es que esos compañeros creen que el funcionario que la dirigirá (que seguro va a ser alguien de la rosca política) manejará la empresa con el mismo esfuerzo y dedicación que los dueños que la fundaron. Esperan que nos suban el sueldo y nos reduzcan la carga laboral. No saben que al nuevo jefe no le importará si se quiebra, porque no es su empresa y a él le pueden dar otro cargo directivo en otra empresa que aún no haya cerrado.

Algunos de mis compañeros no entienden que mientras mas beneficios tengan mis jefes mayor posibilidad de que la empresa crezca, y nosotros con ella. Que si ellos no obtienen ganancias, pueden irse para otro país pero los empleados nos quedamos sin empleo y sin sustento.

Es tanto el odio que algunos compañeros de trabajo sienten por los dueños de la empresa (porque ganan más que nosotros los trabajadores) que estarían dispuestos a acabar con la empresa en la que trabajamos con tal que de los dueños no ganen mas que nosotros.

De verdad estoy preocupado.
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A continuación les dejo un aparte de una conferencia dictada por la politóloga guatemalteca Gloria Alvarez (sobre la redistribución de la riqueza) que tienen un planteamiento muy interesante 


miércoles, 2 de mayo de 2018

El nacimiento de los estados modernos.

Recientemente me matriculé en un curso universitario titulado Napoleón y la Europa Ilustrada, a cargo del profesor Memo Anjel. 

Allí aprendí que el concepto de "País" o "Nación", como lo conocemos, es relativamente nuevo. Anteriormente existían ciudades y territorios circundantes, cuidados por el señor de esas ciudades. Un país iba hasta donde el ejército podía cuidar. Más  allá del control militar, no había nada que se pudiera llamar nación. En las periferias, la gente vivía sin preocuparse cual era su nacionalidad. El "nacionalismo" es un invento joven.

Investigando un poco más me encontré este video que explica muy bien el surgimiento de los Estados modernos. 

Espero que lo disfruten.



Hasta la próxima semana. 

jueves, 26 de abril de 2018

La composición literaria

Tradicionalmente el 23 de abril se celebra en todos los colegios el día del idioma. 

Este año he tenido la fortuna de haber sido invitado a la Institución Educativa Atanasio Girardot del municipio de Girardota. Allí compartimos un rato muy agradable con jóvenes de mente muy inquieta. 

Aprovecho para dar mis agradecimientos a la coordinadora Perla del Mar Rivera, a la profesora Marily, a todo el cuerpo docente, y muy especialmente a la profesora y escritora Melissa Cañas, por haber hecho posible este encuentro. 

Como en la mayoría de colegios e instituciones educativas, para esas fechas siempre se les pide a los estudiantes hacer una composición literaria, y yo también he sido "víctima" de dicha tarea, les traigo un cuento que fue publicado en mi libro  "La Monja sin cabeza, y otros cuentos" sobre lo que suele ocurrir cuando un profesor pide a sus alumnos hacer una composición literaria. 


LA COMPOSICIÓN LITERARIA


—Saquen una hoja.

Siempre lo mismo. Parece que los profesores no conocen otra forma de disfrutar de la vida que decir a sus estudiantes: “saquen una hoja”.

Esta vez, como todas las veces, todos protestamos.

—Profe, usted no había avisado que haría examen.
—No, profe, así no se puede….
—Profe, no, otro examen no.

No faltaba el despistado que preguntaba:

—Oiste… ¿y es que hoy había examen?
—Claro que no. No habían avisado nada.

Pues don Jaime, esta vez nos dijo que no era un examen. Rápidamente ante las protestas de todos continuó con la orden.

—Saquen una hoja, y márquenla arriba con el nombre completo y el número de lista.
—Hoy van a hacer una composición literaria —continuó—, el tema es libre.


¡Perfecto! Cuando un profesor quiere leer el periódico, nada más apropiado que poner a sus estudiantes a hacer una composición.

—Tienen 40 minutos. Tema libre... y no olviden que se califica redacción, ortografía y caligrafía.

Se llame Español, lengua castellana o como quiera que se le diga, esta materia es un asco. Dijeron que se llamaba español porque era el idioma que se habla en España. ¿Entonces por qué no se llama Colombianol o Perunol o Venezuelenol?  Bueno, éste último quizás es una exageración. Pero qué culpa tenemos nosotros de que Don Cristóbal Colón haya cometido el error más grande de toda la historia del mundo.
Si al fin y al cabo, les prometió a los reyes Católicos que llegaría a las Indias. Yo apostaría que, si don Jorge en un examen de geografía me pone a señalar las Indias y yo le muestro América, me pone un reverendo uno.

Pero, no. A Cristóbal Colón le pusieron cinco y se equivocó de continente. Eso es injusticia. Claro que Carlos, que ya está terminando el bachillerato, dice que Cristóbal sabía que iba para otra parte pero que tuvo que decir una mentira para que la reina Isabel le diera la plata. Carlos, que sabe mucho, dice que ni siquiera fue ella la que le dio la plata para conseguir los barcos esos, que fue otro señor.

Antes en lugar de clase de español le decían Lengua Castellana. Que dizque porque los reyes de Castilla habían dado la plata. Si la única Castilla que conozco es el barrio donde queda el parque “Juanes de la paz” y la terminal de transportes. Creo que haya es donde vive el flaco…

¡Huy¡. El flaco ya está escribiendo como loco. Y yo todavía no se sobre que escribir….

Miro el reloj de la pared. Ya han pasado casi cinco minutos y todavía no sé sobre que escribir. ¿Será que escribo una etopeya? Esa palabreja salió en el examen de la semana pasada. Y por supuesto lo perdí. Ni siquiera sé lo que significa.

Claro, Ahí está don Jaime con sus bigotes de cantante mexicano y su sonrisa sardónica. Recuerdo cuando se presentó al salón. “Me llamo Jaime Salcedo, pero me pueden decir “don Jaime”. Valiente presentación.


Se las da de que sabe mucho. Lo que más detesto de él es como peina con sus dedos sus bigotes mientras nos obliga a leer las tareas en voz alta. A veces uno cree que le está dando un ataque. Fija la mirada en la pared de atrás y el muy tonto cree que no nos damos cuenta de que está completamente distraído. Algunas veces hemos visto como cabecea durmiéndose mientras nos pone a leer babosadas.

Eso sí, cuando pasa la profe Margarita inmediatamente saca el peine de su bolsillo trasero y comienza a peinar su pelo grasoso. Se levanta disimuladamente del escritorio y comienza a pasearse por el salón como si estuviera supervisándonos con el único fin de llegar hasta la puerta. Se queda recostado en el borde como si nos estuviera vigilando, pero todo el grupo sabe que su único propósito es volver a ver a la profe Margarita cuando pase de vuelta a su salón.

Se le salen las babas por ella, y cree que nadie lo ha notado. ¡Pobre idiota! Se cree un galán de novela pero no sabe que la profe Margarita sale con el profesor de educación física. Eso fue lo que dijo González. Una vez los vio en un centro comercial. Estaban comiendo un helado y se estaban riendo.

… Una composición literaria… ¿de qué escribo?

¿Escribo una prosopopeya? Eso es escribir de un animal o cosa ¿Pero sobre que animal?

Estoy pensando escribir sobre mi perro y su lucha diaria contra los pájaros que le quitan su comida.

Lo he estado observando hace mucho tiempo. Levanta sus orejas aún antes de que nosotros escuchemos algo. Pero el los oye mucho antes nosotros. Orienta sus negras orejas hacia el patio trasero.

“Silencio. Ahí viene. Ese aleteo me es familiar. Lo olfateo desde acá. Ese pájaro estúpido viene a robarme nuevamente la comida. Siempre baja con cuidado comprobando que no estoy. Silencio.

Ojalá que mis amos no lo espanten. Quiero atraparlo yo mismo con mis colmillos.

Bajó. Lo escucho cuando se posa en la coca de mi comida. Cree que no estoy. Siempre es lo mismo. Baja cuando no me ve. No sabe que estoy agazapado bajo la mesa del comedor. Desde allá no me alcanza ver. Pero yo si lo estoy oyendo. Lo olfateo desde acá.

Está comiendo… grano por grano. Ya lo he visto: Toma cada grano con su delgado pico luego levanta su cabeza y abre más el pico para que el grano caiga en su boca. Qué forma estúpida de comer. ¿Por qué será que esos inútiles pájaros no utilizan la lengua como nosotros los perros?

Silencio. Creo que ya está concentrado comiendo. . Rápido, rápido. Es hora de atacar.
Guau, Guau, ladro con todas mis fuerzas mientras corro hacia el pájaro.

Bueno esta vez alcanzó a volar antes de que lo atrapara con mis colmillos y mis garras. Hoy no se pudo. Quizá mañana te atrape pájaro atrevido… Tal vez mañana….”

Una voz interrumpe mis pensamientos de perro.

Quedan treinta minutos.

La voz de Don Jaime me saca de quicio. Queda media hora. ¿De que escribo? Ya he marcado mi hoja con mi nombre y el número de lista…el resto está en blanco. ¿Qué escribo? ¿Será que escribo la historia del perro? Naaah. Mejor busco otro tema….

Miro por la ventana. Es un día excelente. No hay una sola nube y el sol brilla sobre las montañas al fondo. Las montañas que todos los días veo desde el salón. Una de ellas tiene una forma extraña. En las tardes con la sombra del sol parece que fuera un dinosaurio dormido. Recuerdo cuando estábamos en tercero. Porras llegó desde un colegio de otra ciudad. Parecía tonto. Y lo confirmamos cuando se creyó el cuento del dinosaurio. Estaba muy emocionado porque en su ciudad, a pesar de estar rodeada por montañas no había ninguna en la que estuviera sepultado un dinosaurio.

Don Reinel nos regañó cuando se enteró de la broma. Fue en la clase de sociales mientras que don Reinel nos explicaba la formación de las montañas. A través de las ventanas del salón nos señalaba los diferentes tipos de formaciones geográficas. Fue cuando Porras dijo que esa montaña tenía esa forma porque allí habían sepultado un dinosaurio. Y para rematar, preguntó al profe que si habían más dinosaurios enterrados en las otras montañas.

El bueno de don Reinel le preguntó a Porras de donde había sacado semejante disparate mientras toda la clase reía a carcajadas.

Pues Porras, con ojos llorosos nos señaló a Agudelo y a mí.

—Así no se trata a un nuevo compañero — nos dijo don Reinel con cara de enojado, aunque a mí me pareció que estaba a punto de soltar la carcajada.

Siempre nos regañaban a Agudelo y a mí.

Recuerdo la vez que nos rebajaron en disciplina porque le hicimos creer a Cardona que había un temblor de tierra. Esos días habían ocurrido varios temblores y sabíamos que él les tenía mucho miedo. Un día decidimos asustarlo. Mientras yo le movía la silla con el pie, sin que se diera cuenta, Agudelo desde otra fila gritó “terremoto”. Cardona salió corriendo del salón como si fuera a perder la vida. Fue encontrado llorando debajo de un árbol a la entrada del colegio temblando como si hubiera visto al diablo. Esa tarde nos tocó quedarnos en la oficina del rector y llamaron a nuestros padres.

Estoy bloqueado… ¿De qué puedo escribir?

Vuelvo a mirar por la ventana. Que día tan bonito. Quisiera estar en una piscina. Sentirme flotando en el agua como si fuera un astronauta. Eso es lo que debe sentirse en el espacio. A veces, cuando estoy en una piscina imagino que estoy en el espacio exterior y no hay gravedad.

Cuando uno está en una piscina siente que puede volar. Qué bueno sería poder hacerlo.

¿Qué haría si tuviera el poder de volar? Salvaría vidas como supermán. Pero también aprovecharía para poder ir al estadio sin pagar la boleta. Mi papá dice que no puede comprar boletas para todos los partidos. Pues cuando haya un partido podría pararme en el patio de la casa, cogería impulso y saldría volando. Llegaría al estadio y aterrizaría en la tribuna.

¿Pero qué digo si me ven aterrizar? Tendría que inventar alguna forma para que no me vieran…. De lo contrario se darían cuenta que me colé sin pagar….

Tengo de concentrarme. ¿Sobre qué escribo la composición?

San Juan Bautista De la Salle me mira desde una pintura en la pared. Parece que se estuviera riendo de mí. En todos los salones está el mismo cuadro. Con la misma sonrisa. Dicen que es un santo pero a mí me parece que se ríe cada vez que nos hacen un examen.


Dicen que San Juan Bautista fue el primer profesor. Una vez nos hicieron consultar su biografía. Leí que había nacido en Reims que es una ciudad que queda en Francia. Eso como que queda en Europa, creo. Que hablaba francés y que vivía con otros profesores. Aquí en el colegio dicen que fue el primer profesor. Mentira. Si fue el primer profesor, ¿quien le enseñó a él?

En los cuadros siempre sale con un cartoncito blanco en el cuello. Mi abuelo dice que por eso a los fundadores del colegio les decían los pechiblancos. Ahora ya no hay pechiblancos. Sin embargo, a veces, el rector se pone un vestido negro largo que se llama sotana y se pone un cartón blanco de esos. Él dice que ese es el uniforme de los Hermanos Cristianos. Se parece al uniforme de los padres en las películas de exorcismos, pero en los padres el cartoncito es pequeñito. En los hermanos cristianos el cartón en más grande. ¿Será porque saben más?

Una vez, en un recreo unos niños decían que ellos no usaban pantalón debajo de la sotana. Juan Pablo y yo decíamos que sí. Recuerdo que hicimos una apuesta. Si ganábamos nos tendrían que dar una paleta a cada uno. Si perdíamos, nosotros teníamos que invitarlos a paleta.

El punto era que nosotros teníamos que demostrar que si tenían pantalones. Juan Pablo que era el más arriesgado, levantó la sotana del rector con un alambre que encontró cerca de los baños, el hermano se enredó con el alambre y cayó al suelo desgarrándose el pantalón en las rodillas. Cuando Juan Pablo volvió de la suspensión de dos días todos nosotros le invitamos a paleta. Nadie había tumbado al suelo a un rector.

—Diez minutos para terminar la composición. —la voz de don Jaime me saca de mis pensamientos—

Se me acaba el tiempo y no se me ocurre nada que escribir. Ahí está Robledo. El más juicioso del grupo. Ya llenó la hoja por un lado y lleva casi la mitad del otro lado. Siempre saca buenas notas. Es muy buen estudiante.

A mi derecha está Agudelo. Va perdiendo casi todas las materias. Solo lleva media hoja. Se ha levantado varias veces del puesto a sacarle punta al lápiz.

Observo el mío. Es amarillo, largo y delgado. El borrador de su extremo superior esta gastado. Ya no borra y por el contrario ensucia. Miro la punta. Esta muy larga y puntiaguda. Como a mí me gusta.

Voy a empezar a escribir. Cualquier cosa, lo que se me ocurra…

Al hacer fuerza sobre el papel se me quiebra la punta. Busco en mi cartuchera. Saco los colores y al fondo encuentro el sacapuntas. Un sacapuntas metálico.

Voy hasta la papelera del salón que queda al lado del tablero y comienzo a girar el lápiz mientras observo como una tira de madera de color amarillo en un borde y color negro en el otro va saliendo por entre la cuchilla. Hago todos los esfuerzos posibles que para que la tira que sale no se reviente. Pero siempre, luego de dar unas cuatro o cinco vueltas al lápiz, esa mágica tira de madera se revienta y cae en la papelera. Nunca logro sacar punta a un lápiz sin que se dañe lo que sale.


Vuelvo a mi puesto y sigo observando el lápiz. ¿Cómo harían para meterle la mina negra dentro de la madera? ¿Quién lo inventaría? ¿Qué pasaría si no existieran lápices?… ¿o bolígrafos?

 La gente tendría que llevar un computador en el bolsillo porque no tendrían con que escribir.
Y sin lápices no habría cuadernos.

¿Cómo escribirían antes? El profesor de matemáticas dice que antes escribían en la arena. A mí no me parece tan fácil. La “o y la “i son fáciles. Pero una “B” no se ve muy bien. O tendría que escribir letras muy grandes.

¿Por qué harán los lápices de madera? Con eso están acabando con los árboles. Todos hablan de eso.

 Deberían hacerlos de caramelo. En lugar de estar sacando la punta con un sacapuntas (o tajalápiz como decía el niño extranjero que estudió con nosotros el año pasado), uno podría sacarle la punta chupándolo. Solo le veo un problema. Sería muy pegajoso para guardarlo nuevamente en el morral.

Un lápiz de caramelo no necesitaría de sacapuntas. Al fin y al cabo, esos sacapuntas se pierden a cada rato. Mi mamá se mantiene regañándome porque me los roban. Yo le digo que no me los roban, sino que se pierden. Cuando me regaña yo le pregunto si a ella nunca se le perdió un borrador o un sacapuntas y se queda callada. Nunca me responde.

Yo a veces me pregunto ¿A dónde irán todos los sacapuntas y borradores del mundo?

Con un lápiz de caramelo las clases serían menos aburridoras. Pero hay otro problema. Los profesores no dejan sacar comida en las clases. Entonces ¿cómo se va a sacar la punta si no podemos chuparnos el lápiz?

—Se acabó el tiempo — anuncia don Jaime mientras que mi corazón se acelera —entreguen sus composiciones, ¡ahora!
—No, un momentico…— dicen algunos.
—Espere… no he terminado —contesta otro.
—Denos más tiempo. — Imploran la mayoría.

Todos se quejan, menos Robledo que con mirada autosuficiente mira en rededor mientras dice burlonamente:

—Eh ave maría, ¿no han acabado?

Don Jaime comienza a arrebatar hojas a diestra y siniestra mientras que yo intento garabatear alguna cosa en el papel.

Sin embargo, a pesar de mis esfuerzos la hoja es arrancada de mis manos.

Don Jaime mira mi hoja y luego me sonríe maliciosamente, anticipándome una pésima calificación.

En el papel solo está mi nombre y una sola frase escrita a lápiz:

“Había una vez...”
  
¿Qué puedo hacer? No se me ocurrió nada.

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Carlos Alberto Velásquez Córdoba ©
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