"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 31 de julio de 2024

Dos poemas de Adriana Patricia Zapata Cataño

Esta semana les comparto dos poemas de la escritora Adriana Patricia Zapata Cataño, que fueron publicados en su libro DESTELLOS.



SIN RUMBO
"A quienes padecen el alzheimer"

Busca encontrarse,
descansar
de sus luchas
y los años
que lleva encima.

El camino que ha recorrido
se ve en su cabello plateado,
en las arrugas de su piel
y en los pasos
de sus pies cansados.

Sus manos temblorosas,
su mente despistada,
no le permiten
encontrar el camino
para seguir el viaje
que ayer perdió.


EL BORRADOR


Quiero un borrador
en mis manos,
para quitar
escenarios de mi vida.

Borrar la pérdida de mi niñez,
para recuperar la inocencia
y la ingenuidad.

Engaños
de los amores frustrados,
para no sufrir
el dolor del desamor.

La tristeza,
para mostrarle al mundo
siempre una sonrisa.

La indiferencia, para sentir
compasión por mis hermanos.

La pérdida de mis seres queridos
y no tener el sufrimiento
de su partida
y de la soledad.

Borrar mi muerte,
para continuar estando viva.

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Adriana Patricia Zapata Cataño.
1963. Estudió en el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid. Amante de las letras y apasionada por la poesía.  Sus hobbies son el ajedrez y la  boccia (un deporte paraolímpico para personas con discapacidad en la marcha.  Participante del Taller de Escritores de COMEDAL.

Su primer libro se llama DESTELLOS, publicado por la editorial Libros Para Pensar, con prólogo del profesor Luis Fernando Macías.  En la foto, la autora el día del lanzamiento de su libro, en la Biblioteca de Belén. 

Para adquirir el libro pueden comunicarse directamente con la autora en el telefono +57 322 6598325


 

miércoles, 24 de julio de 2024

¿Que se requiere estudiar para ser escritor?

Algunos me conocen como escritor. Otros me han conocido como médico. Algunos me conocieron por mi habilidad de coger goteras de los techos o por mi oportunidad como mensajero. Unos cuantos me han conocido como profesor  de reanimacion y trauma o dictando cursos de creatividad y cultura general. Los profesores de mi universidad me conocieron como alumno. 

Además de ser bueno contando historias y diagnósticando enfermedades, también sé algunas cositas sobre electricidad, plomería o albañileria. Unos pocos me identificaban como el que les arreglaba el computador cuando se les dañaba, y cuando era joven solía ser el que se encargaba de los cerdos en la finca de un tío. En algunos casos he pintado casas.  Sin lugar a dudas, mi familia y amigos más cercanos me conocen por ser buen papá y buen esposo. Estos dos son para mí los principales oficios y los que me llenan de mayor orgullo. 

Es increible la cantidad de cosas que puede hacer alguien y todas las formas que existen para uno ganarse la vida. 

Nadie es exclusivamente médico o piloto, obrero o gerente.  Todos tenemos muchas facetas en las que podemos desempeñarnos. 

Recientemente he dictado talleres sobre literatura y  una participante me dijo que queria estudiar literatura para ser escritora. Eso es como decir que se quiere estudiar historia antioqueña para saborear un sancocho.  

No estoy denigrando de los que estudian literatura. De hecho, quiero estudiarla (formalmente) algún dia. Pero no creo que para escribir bien se deba estudiar literatura. Oscar Wilde  solia decir:  "No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir, y decirlo".

Creo que no se equivocaba. Sin embargo, debo admitir que no todo el mundo es Oscar Wilde y muchos no son capaces de decir, lo que quieren contar. Pero ello no se aprende en una universidad. Se aprende conversando, hablando, oyendo y escribiendo... ah, y no olvidemos, revisando y corrigiendo. 

Muchos me han escuchado decir que escribir es más fácil que hablar. Cuando uno habla dice las cosas como se le ocurren.  Escribir te permite revisar cada palabra, cada frase, cada idea para que cuando llegue al destinatario llegue perfecta.  

¿Cuántas veces en una conversación decimos algo y luego lamentamos haberlo dicho de una u otra forma? ¿Cuántas, nos arrepentimos de no haber dicho otra palabra diferente o haberlo expresado en distinta forma?  Escribir nos da esa oportunidad: de escoger cada palabra, cada frase, cada idea y revisarla, una y otra vez, hasta tener la certeza de que eso era EXACTAMENTE lo que  queríamos decir. 

Eso no lo enseñan en la universidad. Lo aprende el que quiere, y lo deja pasar el que no. 

Es fantástico escribir un texto y luego tener la capacidad de analizarlo desde el punto de vista filológico. Saber que lo que salió fue una sinecdoque, o que se hizo una paronimia, o que la figura utilizada fue un oxímoron. Pero para escribir que "su frialdad quemaba mi corazón" no se  requiere saber qué figura literaria es. Se requiere tener algo para decirlo y expersarlo de la mejor forma posible. 

A mis alumnos de los talleres los invito a que escriban.  No importa si el texto es una crónica, un relato, una estampa, un cuento o una anécdota.  Eso, que lo definan los críticos.  La creacion literaria es libertad.  Si un excelente texto no encaja en un género literario específico, ¿que importa? Tal vez se  haya creado un nuevo género.  

¿Qué importa saber si el narrador es autodiegético o heterodietético cuando la historia está bien contada y no tiene grietas en su estructura?  Es bueno saber la teoría, pero distinguir un narrador en primera persona de uno en tercera persona no te hace buen escritor. Saber cómo se cuenta la historia para que sea clara y atrayente es lo que cuenta.  

La mayoría de los grandes escritores escribieron lo que se les ocurría.  Muchos no eran egresados de una universidad, y menos doctorados en idiomas.  Algunos estudiaron después de ser famosos escritores para perfeccionar lo que ya sabían hacer bien.  

Nadie necesita estudiar literatura para escribir buenas historias. Sin embargo, quien deciden estudiar literatura entenderá mejor la forma como se puede escribir, y perfeccionará su arte. 

¿Quieres escribir bien?  Estudia al ser humano, estudia la naturaleza... estúdiate tu mismo.  Conversa, escucha, lee... Vive la vida y crea las vidas que quieres contar. 

Para que reflexionen, a continuación les comparto un texto que encontré en la red. 

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¿Qué estudiaron los grandes escritores? Esta es una pregunta inquietante ya que el genio y el éxito humano muchas veces son relacionados con los estudios. En la literatura los resultados son bastante disimiles. Compartimos aquí los estudios universitarios que realizaron algunos de los grandes escritores de la historia:

• Edgar Allan Poe: Se enroló en el ejército y pasó brevemente por la Academia militar de West Point, pero no realizó estudios universitarios.

• Ernest Hemingway: No realizó estudios universitarios. Tras graduarse de la secundaria consigue puesto como conductor de ambulancia durante la Primera Guerra Mundial.

• Fiodor Dostoievski: Estudió Ingeniería en la escuela de Ingenieros Militares de San Petersburgo.

• Franz Kafka: Estudió Química en la Universidad de Praga, pero se retiró a las dos semanas. Después intentó estudiar Historia del Arte y Filología Alemana. Finalmente se doctoró en Leyes.

• Gabriel García Márquez: Estudió Derecho aunque no terminó sus estudios. Tras interrumpir sus estudios de derecho se convirtió en periodista pero no estudió para esto.

• Haruki Murakami: Estudió Literatura y Teatro griego en la universidad de Waseda.

• Isaac Asimov: Estudió Bioquímica en la Universidad de Columbia.

• Jorge Luis Borges: No realizó estudios universitarios.

•James Joyce: Estudió lenguas y quiso estudiar Medicina (no lo hizo por razones económicas).

• Juan Rulfo: No realizó estudios universitarios.

• Julio Cortázar: Se formó como Profesor en Letras y obtuvo título como Traductor Público, título que logra en 9 meses cuando el tiempo normal era 3 años. El esfuerzo le provoca síntomas neuróticos.

• Julio Verne: Estudia Derecho pero de inmediato se dedica a escribir.

• J.R.R. Tolkien: Se tituló en Idioma Inglés con énfasis en Lingüística inglesa y Literatura.

• León Tolstoi: Estudió Derecho en la Universidad de Kazan pero abandona los estudios.

• Roberto Bolaño: No realizó estudios universitarios. Se desempeñó en variados oficios como lavaplatos, vigilante nocturno, camarero, en el servicio social de un Ayuntamiento... antes de lograr establecerse como escritor.

• Stephen King: Estudió Inglés en la Universidad de Maine.

• Mark Twain: No realizó estudios universitarios. Fue piloto de barco en el río Mississippi y trabajó en una imprenta, lo que influyó en su carrera literaria.

• Virginia Woolf: No asistió a la universidad, pero recibió una educación informal en casa, aprovechando la vasta biblioteca de su familia.

• Charles Dickens: No realizó estudios universitarios. Trabajó en una fábrica de betún para zapatos a una edad temprana y posteriormente como reportero parlamentario.

• William Faulkner: Asistió brevemente a la Universidad de Mississippi, pero no se graduó.

• Agatha Christie: No realizó estudios universitarios. Recibió educación en casa por su madre y luego asistió a escuelas privadas en París.

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¿Y tú? ¿Cuál es tu pretexto para no escribir?

miércoles, 17 de julio de 2024

La cuesta de la vida: Federico Garcia Hamilton

Hace poco me enviaron por WhatsApp un poema muy bello atribuido al poeta español Federico García Lorca. 

Cuando lo leí me generó dudas. Quien haya leído a Federico García Lorca sabe que ese no era su estilo. Como soy un esceptico acérrimo, busqué el poema y efectivamente su autor es Federico García Hamilton

Es exasperante, ver que en las redes se publican errores y se reparten a diestra y siniestra sin verificar. 

Federico García Hamilton es un poeta tucumano (1963) que se hizo famoso gracias a un yero que tuvo un político al mencionar la poesía LA CUESTA DE LA VIDA y atribuirla a García Lorca. 

Para no ir mas lejos, les dejo el poema.  Disfrútenlo.  (y desconfíen de todo lo que aparezca en redes sociales. 


LA CUESTA DE LA VIDA


Si un día el camino

 que venía liviano,

se te vuelve oscuro

y encima empinado,

busca a tus amigos

tómales sus manos

apóyate en ellos

para repecharlo.


No lo intentes sólo, 

no podrás lograrlo;

y si lo lograras,

será  a un costo alto.

Con los que te queremos

se hará más liviano.


Cuando el cuerpo afloje

te sientas cansado;

cuando la tristeza

a tu alma haya entrado;

busca a tus amigos,

busca a tus hermanos

cuenta con nosotros

que para eso estamos.


Se conoce el dulce,

probando lo amargo.

tras subir la cuesta,

se disfruta el llano; 

así es nuestra vida,

te lo juro hermano. 

En los tiempos duros,

encontrarás manos 

abiertas,  tendidas,

de amigos, de hermanos;

ya para empujarte,

ya para un abrazo;

y al fin de la cuesta,

disfruta del llano


FEDERICO GARCIA HAMILTON

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Federico García Hamilton.   Tucumán (1963)

Ingeniero y poeta. En el año 2016 su poema “Los Valores de la Patria” fue merecedor de una mención especial en el XXIII Certamen de Poesía Gauchesca de la ciudad de Dolores, provincia de Buenos Aires.

miércoles, 10 de julio de 2024

La vida de un escritor: Roald Dahl

 El siguiente texto lo encontré en la internet. Se le atribuye a Roald Dahl, aunque no pude confirmar su autoría a pesar de que varias páginas lo publican.  Desconozco la fuente original, pero me pareció interesante. 


La vida de un escritor

Por Roald Dahl


La vida de un escritor es un verdadero infierno comparada con la de un empleado. El escritor tiene que obligarse a trabajar. Ha de establecer sus propios horarios y si no acude a sentarse a su mesa de trabajo no hay nadie que lo amoneste. Si es autor de obras de ficción, vive en un mundo de temores. Cada nuevo día exige ideas nuevas, y jamás puede estar seguro de que se le vayan a ocurrir. Dos horas de trabajo dejan al autor de ficción absolutamente exhausto. Durante esas dos horas ha estado a leguas de distancia, ha sido otra persona, en un lugar distinto, con gente totalmente distinta, y el esfuerzo de volver al entorno habitual es muy grande. Es casi una conmoción. El escritor sale de su cuarto de trabajo como aturdido. Le apetece un trago. Lo necesita. Es un hecho que casi todos los autores de ficción beben más whisky del que les conviene para su salud. Lo hacen para darse fe, esperanza y ánimo. Es un insensato el que se empeña en ser escritor. Su única compensación es la libertad absoluta. No tiene quien le mande, salvo su propio espíritu, y eso, estoy seguro, es lo que le tienta.

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Roald Dahl
(Llandaff, 13 de septiembre de 1916-Oxford, 23 de noviembre de 1990) fue un novelista, cuentista, poeta y guionista británico de ascendencia noruega. Entre sus obras más populares se encuentran Charlie y la fábrica de chocolate, James y el melocotón gigante, Matilda, El gran gigante bonachón, Agu Trot, Las brujas y Relatos de lo inesperado.

miércoles, 3 de julio de 2024

El miedo a la inteligencia artificial

He escuchado a muchas personas hablar en contra de la inteligencia artificial, personas que considero inteligentes.  

Aquí va mi opinión sobre el tema:  

La inteligencia artificial es una herramienta. A unos les causa miedo, a otros les da esperanza. Pensemos en cuántas herramientas se consideraban peligrosas a lo largo del tiempo: 

La biblioteca de Alejandría fue quemada varias veces porque era un peligro; atentaba contra las creencias predominante de la época.  La electricidad se consideró muy peligrosa: mataba a la velocidad de un rayo o dejaba quemaduras en quien la manipulaba sin el debido cuidado. De los Rayos X, ni se diga... producían enfermedades a quienes se exponían a ellos, hasta que se convirtieron en la base de muchos diagnósticos en medicina. 

Los carros impulsados por vapor o gasolina eran peligrosísimos (hasta el punto de que no podían andar a más de 8 kms por hora y un hombre tenía que ir adelante con una bandera para que la gente se quitara del camino).  

Muchos se opusieron, en su momento a que los carruajes de tracción animal fueran reemplazados con aquellas máquinas aterradoras. Pero en la medida en que aprendemos a usar correctamente las herramientas, el temor desaparece. El fuego que pudo aterrorizar a los primeros humanos se convirtió luego en una fuerza transformadora.

Aquí el problema no es la inteligencia artificial, sino la estupidez humana que usa mal la herramienta.

La inteligencia artificial nos facilita la vida, y no solo ahora sino desde hace muchos años: nos propone correciones en textos que escribimos, nos sugiere compras de cosas que necesitamos (o tal vez no). Es la que nos muestra nuestros contactos más comunes para que no perdamos tiempo buscando un teléfono o un correo entre cientos de ellos. Es nuestra inteligencia la que decide si ponemos la coma, si cambiamos la palabra, si marcamos ese número o si compramos lo que nos ofrecen.  

En medicina la inteligencia artificial calcula por nosotros fracciones de eyección, porcentajes de perfusion en un órgano o probabilidades de que un tumor sea maligno en una imagen diagnóstica o en una prueba de laboratorio. Las herramientas están ahí y la inteligencia humana es quien decide finalmente como se ha de utilizar. 

Es cierto que aún muchas personas no saben usar la tecnología y no tienen criterio para distinguir lo real de lo ficcional. Todavía hay una gran mayoría que replica todo lo que aparece en redes sociales sin confirmar lo que recibieron. Basta mirar la infodemia que ocurrió durante la pandemia COVID-19. Pulularon miles de mensajes con informaciones falsas, incluso compartidas por personal médico que se suponía que debía usar el método científico y comprobar la información antes de compartirla. La inteligencia artificial puede ser utilizada para engañar personas o para mejorar el mundo. 

Llegado a este punto, mi opinión es que la AI una herramienta es tan útil como la inteligencia de quien la usa. 

Cuando alguien se escandaliza por el riesgo que la inteligencia artificial plantea, pienso en aquellas personas que creían que el carro de motor era un invento del demonio y consideraban que debía prohibirse. Si lo pensamos bien, aun hay muchas personas que fallecen atropelladas por autobuses. Pero eso no es razón suficiente para que se prohiban; son más los beneficios que los daños. 

Necesitamos que haya personas con banderas que vayan adelante hasta que todos sepamos usar la herramienta, pero nunca atacar la herramienta.