"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)

miércoles, 31 de octubre de 2018

El amor tiene muchas formas.

Esta semana les traigo un fragmento del libro "33 razones para honrar mi vida" de la escritora colombiana Luisa Fernanda Mesa, editado por Hilo de Plata. 

Agradecimientos a la autora por haberme permitido compartir su texto. 


______________

VI

Todo empezó oyendo una vieja canción en el 
pasacintas del carro. 
Empecé a imaginarme una vida a su lado
y a fantasear lo imposible. 
Todo parecía tan lejano y tan inalcanzable, que 
incluso me construí un futuro y no un presente. 

Pero la vida te pone cómplices, hadas madrinas, 
hermanas mayores, llámalas como quieras. 
Segura de poderlo conquistar, pero temerosa de no ser 
digna, empecé a entregarme a la ventura de conocernos. 
Fueron días duros, fracasos, caídas, ganas de huir, 
llanto, heridas en los labios, ruido...
Creo que tarda bastante el proceso de aceptación 
cuando no se nace para algo o alguien, aunque se
trabaje con disciplina para conseguir una respuesta. 
Puedo hablar de mutua tolerancia pero no de amor.
Y como sucede cuando no te sientes correspondido, 
poco a poco nos fuimos dejando de ver. 
Ahora yace como un recuerdo, cargado de polvo, en un 
rincón de mi habitación. 
De vez en cuando intento agradarle, casi nunca
logramos una conexión que dure.
Pero sigo intentando, así sea por segundos, obtener la 
música que llena el pecho, la vibración que eleva, el 
ronco sonido que hace cosquillas en el alma. 

Convertirme por fin en la amante de un saxofón. 


Luisa Fernanda Mesa y su saxofón
 Fotografía:  Claudia Calle. 


_________________

Para quienes quieran comprar el libro dejo el enlace acá.
Comprar libro 


miércoles, 24 de octubre de 2018

Isolda. Novela de Angela Ramírez

¿Alguna vez te ha pasado que te encuentras con alguien y sabes que le conoces de algún lado, pero no puedes recordar, por más que lo intentes, quién es esa persona, cuándo la conociste o en qué momento de tu pasado encaja?

Ahora, imagina una adolescente, que despierta  en el campo, en medio de un aguacero,  sin recordar quién es, y quiénes son los que la rodean. 

Imagina la angustia al descubrir  que su mundo cambió en un segundo y que deberá enfrentarse a un entorno que no conoce (o que por lo menos no recuerda). 



“La vida es simple: naces, creces, a veces te reproduces
y decides cuándo morir.
A veces no logras reproducirte antes de morir.”

Así empieza la primera novela publicada por la escritora colombiana Angela Ramirez. La historia de Isolda se desarrolla en Salitro, un alejado pueblo minero que alberga un misterio que la joven debe descifrar.  
 

Isolda no solo debe lidiar con su amnesia, sino que tendrá que descubrir qué pasó con su familia, mientras que enfrenta una serie de peligros de diversa índole:  Morir de hambre o ser internada en un orfanato; conseguir comida mientras se arriesga a ser atacada por un ártado; aprender a vivir sola en su casa del bosque sin perder su libertad.  La valiente niña tendrá que desenmarañar su pasado y también afrontar el peligro más extraño de todos los que suele enfrentar toda adolescente: el de sucumbir al amor. 


______________

Angela María Ramírez Gil.  

Medellín. Médica y cirujana de la Universidad de Antioquia, con estudios en artes plásticas y arquitectura.  Participó en el taller literario de la Biblioteca Publica Piloto, dirigido por Jairo Morales, y es actual participante del taller de escritores COMEDAL, que dirige el escritor Luis Fernando Macías. 

La autora fue finalista en el Concurso Nacional de Cuento y Novela de la Universidad de Antioquia en 1995

Otras publicaciones:  

-11 de abril (cuento).  Publicado en "Obra diversa". Antología del Taller de Escritores de la BBP (2007)
-Bigotes de Tinta (cuento).  Revista Cronopio (2014)
-Escalas del Sexto (cuento).  Colección Lineas Cruzadas. Hilo de Plata Editores. 2018

https://tienda.venndelo.com/angeladeletras/item-isolda-4324Título:  Isolda
ISBN: 978-958-48-4209-1
Autora:  Angela María Ramírez Gil
Año de Pubicación: 2018
Número de edición:1
Número de páginas:316
Tamaño:14x21cm.
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Género:  Juvenil - Ficción

Cómpralo aquí 


miércoles, 17 de octubre de 2018

Vade Retro Satanas - La medalla de San Benito.

Cuando era niño, cada vez que algún vecino indeseable se trasladaba a mi barrio, o cuando un arrendatario no quería irse,  me comisionaban para "echarle la medalla de San Benito" entre alguna de las rendijas. 

La clave era poner la medalla en algún sitio oculto de su casa, rezar la novena y la persona en cuestión se iba de la propiedad. 

Jamás creí que ello funcionara. De hecho, cuando la persona o familia indeseable permanecía en la casa que se quería hacer desocupar, siempre había un culpable: "Usted no supo esconder la medalla, y ellos la encontraron". Así pues, si el conjuro funcionaba, era gracias al benignísimo santo, pero si fallaba era culpa mía. 

Tengo algo más que decir: Me crié en el Barrio San Benito, uno de los primeros barrios de la ciudad de Medellín. A pesar de acudir religiosamente cada ocho días a su iglesia, jamás había detallado la medalla hasta hace unos pocos años, cuando una antigua amiga (Gloria Sánchez) me dio como agradecimiento por la cura de su enfermedad (en la cual tampoco tuve nada que ver), un llavero con la medalla de San Benito, con la esperanza de que me protegiera.




Nos soy dado a creer en talismanes y contras, pero conservo dicho llavero con cariño y agradezco a Gloria su regalo. La belleza de esta medalla me puso a consultar un poco sobre su origen.  

Hoy he decidido contarles un poco de San Benito y su medalla y ampliar lo que publiqué en este blog hace dos años sobre las horas canónicas 

San Benito de Nursia nació en el año 480 y murió en 547.  Fue el iniciador de la vida monástica en el occidente, siendo el Abad de Montecasino (Italia). 


 
Creó una serie de preceptos para la convivencia entre los monjes, la "Santa Regla" donde se establecían horarios, y normas de estricto cumplimiento.  

Dichas reglas, compiladas en 73 capítulos, establecían normas tanto religiosas como de convivencia. Determinaban el celibato, la prohibición de relaciones sexuales entre los monjes, ordenaba mantener el cabello ralo (en una época donde pululaban los piojos), o definía funciones jerárquicas en los monasterios. La Regla Benedictina fue la base para el surgimiento de los conventos y monasterios de la edad media y fue copiada y transformada por casi todas las órdenes religiosas. 

Pero volvamos a su medalla. 

En el anverso está el santo con su hábito, sosteniendo una cruz en la mano derecha (crux s. patris - Cruz del santo padrey su libro de reglas en la izquierda con la inscripción "Benedicti". Detrás de él hay un altar con un cuervo y una copa quebrada de donde sale una serpiente. 

Se dice que una vez quisieron envenenar al santo  pero cuando él bendijo la copa, ésta se quebró salvándolo de la muerte. También se dice que le sirvieron un pan envenenado y al bendecirlo antes de comerlo, un cuervo se lo llevó.

Alrededor de la medalla hay una inscripcion que dice: "Eius in obitu nostro presentia muniamur” (A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia)
En el reverso se observa una cruz con varias inscripciones:
En cada cuadrante hay una letra C-S-P-B (que significan Cruz del santo padre Benito - Crux Sancti Patris Benedictis) 

En el cuerpo de la cruz: C.S.S.M.L  (Crux Sancta Sit Mihi Lux - La santa cruz sea mi luz) y N.D.S.M.D (Non Draco sit Mihi Dux- No sea el dragón mi señor) 

En el borde las siguientes oraciones:

V.R.S. (Vade Retro Satana)
N.S.M.V (Numquam Suade Mihi Vana)
S.M.Q.L. (Sunt Mala Quae Libas)
I.V.B (Ipse Venena Bibas)

Retrocede satanás
Nunca me aconsejes cosas vanas
Es malo lo que me ofreces
Bébete tu propio veneno. 

Aun hoy se suele usar el famoso "Vade retro satanás" cuando nos están tentando con algo que no debemos hacer. 

¿Quien sabe?  a lo mejor la medalla aún tiene su poder. 

Hasta la próxima  semana. 

Posdata: (Febrero 2024) El doctor Lucas Ramírez me ha explicado que la parroquia de San Benito en Medellín (de la orden franciscana) no es en honor a San Benito de Nursia, sino a San Benito de Palermo. El primero fue fundador de la orden benedictina, el segundo, perteneciente a la orden Franciscana. 







miércoles, 10 de octubre de 2018

El libre desarrollo de la personalidad

Hace unos años la enseñanza en los colegios y universidades se impartía con severidad. Entonces, a ningún estudiante le estaba permitido dudar o controvertir lo que se le enseñaba. Un estudiante que no lograba el rendimiento esperado perdía el año o el semestre y debían repetirlo.

Los tiempos han cambiado. Ahora se habla de que el estudiante y el maestro construyen el conocimiento. No existen verdades absolutas y cualquier error cometido por un alumno debe considerarse como resultado del "libre desarrollo de la personalidad".

Las nuevas teorías dicen que el estudiante debe ser promovido al siguiente nivel, aún si no cumple con los estándares que se tenían. La tendencia actual establece que hay múltiples inteligencias, hasta el punto de considerar como un "sacrilegio" cuando un profesor no da una buena calificación a un estudiante que tiene otro tipo de "inteligencia"

En Colombia se puede consumir droga o tener sexo en un salón de clase porque hay que "permitir el libre desarrollo de la personalidad."

Para la muestra, les traigo este video sobre las "matemáticas alternativas" aunque puede aplicarse a muchos otros aspectos. 

Me temo que hace mucho llegamos a esto.


Hasta la próxima semana. 




miércoles, 3 de octubre de 2018

Invictus: William Ernest Henley

Las redes sociales son un caldo de cultivo para la desinformación.  

Hace algún tiempo vi que le atribuían a Morgan Freeman un poema escrito por William Henley. 

Para ser exactos, el mensaje que encontré en Facebook consistía en una fotografía del actor norteamericano, confundiéndolo con Nelson Mandela, quien supuestamente era el autor de tal poema. 

Ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario.

¿Como así?

En la película "Invictus" se muestra a Nelson Mandela (interpretado por Morgan Freeman) recitando durante su cautiverio el poema de Henley.

Aquí viene la historia real:  

William Ernest Henley  Nació en Gloucester (Inglaterra) en 1849.  Siendo niño sufrió tuberculosis, luego le fue amputada una pierna.  En Edimburgo se hizo amigo de Robert Louis Stevenson quien -se cuenta- se inspiró en Henley para su personaje de Long John Silver para su novela "La Isla del Tesoro". (Sí, el personaje de la pata de palo).

Henley escribió con Stevenson cuatro obras de teatro,  luego fue crítico y autor de la Revista de Arte y de otras revistas más. Como editor publicó obras de Thomas Hardy, Sir James Barrie (creador de Peter Pan), George Bernard Shaw, H.G. Wells y Rudyard Kipling, entre otros.  

En 1875 William Ernest Henley escribió un libro de poemas titulado "In Hospital" que fue publicado según unas fuentes en 1888 y otras en 1903, año de la muerte del poeta.  Precisamente "Invictus" era el poema que Mandela solía recitar en su cautiverio. 

Luego llegaron Hollywood, las redes sociales y la gente que no cuestiona lo que lee. 

A continuación les comparto el poema.

INVICTUS

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul. -

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed. -

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate;
I am the captain of my soul.

INVICTUS

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.

En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Origen de la palabra "guayabo"

En nuestro medio hay muchos términos que a un extranjero puede parecer extraños. Uno de ellos es la palabra "Guayabo" cuando se usa para referirse a una resaca. 

Hace poco un profesor me envió un excelente texto escrito por Juan Gossain para el periódico el tiempo, el cual trascribo, y que nos puede dar luces sobre el origen de nuestro "Guayabo"

_______________



Ayúdeme, por favor: ¿de dónde viene la palabra ‘guayabo’?


Tomado de www.eltiempo.com

La palabra –con sus dos sentidos– es uno de los pocos colombianismos que se usa en todo el país.

Hasta en el arte y la música popular se ha metido el famoso guayabo.

La verdad, aunque duela, es que nunca nos hemos preocupado por averiguarlo.

Los colombianos usamos mil veces diarias la palabra ‘guayabo’, en cualquiera de los dos sentidos que aquí le hemos inventado, pero hasta ahora nunca nos hemos preocupado por averiguar seriamente cuál es su etimología, de dónde proviene, cuál es su procedencia verdadera, dónde apareció, en qué región la inventaron. Es decir, por qué el guayabo se llama guayabo.

Sí, señor, yo sé lo que significa guayabo en Colombia. Ni más faltaba. Pero es que ese no es el problema ahora. Ahora lo que quiero saber es su origen y su motivación. Su razón de ser. De dónde diablos salió. Cómo nació y en qué parte.

Hasta en el arte y la música popular se ha metido el famoso guayabo. Francisco Gómez, el admirable cuentista antioqueño que firmaba sus obras como Efe Gómez, escribió a principios del siglo veinte un relato titulado Guayabo negro. Eso les demuestra a ustedes lo vieja que viene siendo la palabrita. Una canción llanera lleva el mismo título. Y en el Caribe colombiano ya es legendario El guayabo de la Ye, un porro que ha bailado medio mundo y cuyo autor, nacido en Cereté, es el inolvidable Cabo Herrán, “Luis Felipe Herrán y Herrán, de los caballeros del rey”, como solía presentarse en broma cuando conocía a una persona.

Del traguito a la nostalgia

Bueno. Ya sabemos que en sentido clásico y universal, guayabo es el árbol que produce guayabas, así como el papayo da papayas. (Qué vaina: ahora que menciono la palabra me salta a la cara el misterioso origen de otro colombianismo, dar papaya, que significa dar ventaja o arriesgarse a que suceda algo que no nos conviene. Pero ese será tema para otro día. ¿O es que ustedes quieren que me vuelva loco? Eso me pasa a mí por darles papaya).

Sigamos por donde veníamos. En el lenguaje coloquial colombiano, guayabo tiene dos significados propios pero muy distintos. Para empezar, entre nosotros guayabo es el malestar que siente el cuerpo al día siguiente de haber consumido licores en exceso. ‘Qué guayabo tan grande’, dice el pobre hombre, llevándose las manos a la cabeza. Le duele todo. Y, para completar, siente depresión y miedo. Ya sabemos que el guayabo verdadero no tiene cura. El único tratamiento posible consiste en beber agua, acostarse y esperar.

Pero también le decimos guayabo al sentimiento de añoranza que a veces nos invade el corazón. Es la nostalgia que sentimos por las personas ausentes, por los tiempos pasados, por los lugares que se fueron quedando en la distancia. ‘Cada vez que me acuerdo de Carmencita, me da un guayabo…’

Guayabo significa lo mismo desde La Guajira hasta el último rincón del Amazonas y desde el Pacífico hasta el Caribe


El guayabo de las gallinas

Ya sé que en castellano existen otras palabras para describir ambos fenómenos, pero en Colombia los identificamos con esa sola. Los hablantes de español le dicen a la añoranza melancólica morriña o saudade, dos palabras muy bellas pero extrañas a nuestro idioma. Morriña proviene del dialecto que hablan los españoles de Galicia, y saudade es de familia portuguesa.

Antes de seguir con este cuento, debo advertirles que la palabra guayaba, como nombre propio de esa fruta tan sabrosa, es anterior al descubrimiento de América. La inventaron los indios quechuas, en las montañas andinas, y los españoles la adoptaron.


He consultado medio ciento de lexicones y diccionarios de colombianismos, pero el único intento de explicar los orígenes del vocablo guayabo, como molestia etílica, lo encontré en las 'Apuntaciones idiomáticas y correcciones del lenguaje', publicadas en 1943, obra del médico y filólogo caldense Roberto Restrepo Ramírez, un admirable investigador de nuestra cultura popular.

Dice Restrepo que un campesino le contó, en cierta ocasión, que, “como usted sabe, señor, el guayabo es el árbol predilecto que las gallinas usan para dormir. Cuando una de ellas amanece triste, no hay poder humano que la haga bajar del palo, por lo cual los campesinos dicen que esa gallina está enguayabada. O sea, que está instalada en el guayabo. Eso es lo mismo que le sucede a uno al día siguiente de una borrachera”.

Les confieso a ustedes que a mí me parece bastante rebuscada esa explicación. Pero, como ya dije, es la única que he encontrado hasta ahora entre investigadores y lingüistas.

Chaqui, guatero, cruda

En cada país de habla castellana hay una palabra típica para referirse a los estragos etílicos de la mañana siguiente. En España, acogiéndose a los mandamientos del diccionario oficial de la lengua, los llaman “resaca”.

Pero en lo que hace relación con nuestros países, se impone el lenguaje coloquial y folclórico. En Venezuela hablan del ‘ratón’, del ‘chucaqui’ en Ecuador, en varias naciones de América Central le dicen ‘goma’ y en Bolivia lo llaman ‘chaqui’. En Perú le dicen, graciosamente, ‘la perseguidora’. Como usted puede verlo, el guayabo ha armado un auténtico zafarrancho.

El caso de Chile merece mención aparte: los chilenos le pusieron al pobre guayabo dos nombres diferentes: caña o guatero. (Y, si usted las junta, solo por jugar, le dan el término cañaguatero, que es el gentilicio de un hermoso barrio de Valledupar, inmortalizado en varias canciones vallenatas, según las cuales las cañaguateras son tan bellas que matan a los hombres. La palabra proviene del árbol luminoso del cañaguate, que desinfecta el suelo donde lo siembran. ¿Y qué tiene que ver Chile con Valledupar?, me preguntará usted. Bueno, para que vea todas las travesuras que se pueden armar cuando uno revuelve el lenguaje con un guayabo).

En México, Honduras y Guatemala, el pueblo entero usa el término ‘cruda’, como lo hemos comprobado en tantas películas y canciones mexicanas. En El Salvador le dicen ‘cruz’, como si fuera un martirio. Pero el único lugar donde a la resaca se le conoce como guayabo es Colombia.

Alemanes, franceses y Valle del Cauca

El inolvidable don Leonardo Tascón, nacido en Buga a mediados del siglo diecinueve, dedicó su vida entera a investigar el lenguaje y las tradiciones de su tierra. En el libro Diccionario de provincialismos y barbarismos del Valle del Cauca, no incluye la palabra guayabo, pero sí trae una curiosa definición de guayaba: dice que antiguamente, en esos parajes llamaban guayaba a una mentira que tiene apariencia de verdad.

Como si fuera poco, en Costa Rica le dicen guayaba a una variedad de plátano que tiene la cáscara amarilla y la pulpa blanca. 


El barranquillero Adolfo Sundheim, descendiente de viajeros alemanes, en su monumental Vocabulario costeño, que tiene casi mil páginas, dice que, en efecto, el guayabo es “malestar o modorra que se padece a causa de una embriaguez u otro exceso por el estilo, con dolor de cabeza y alteración de las funciones gástricas”.



Lo gracioso de todo esto es que, por lo que pude averiguar en otros idiomas, los ejemplos de diferentes lenguas demuestran que el mundo entero se divierte con el tema del guayabo: antiguamente, en Estados Unidos le decían hot coppers, “cables calientes”, que es como le queda la cabeza a uno a la mañana siguiente. Hoy, los gringos lo llaman hangover, que es estar colgando de algo. En francés, mal aux cheveux significa ‘me duele hasta el pelo’. Katzenhamer es ‘gato enloquecido’ en alemán. Y, en italiano, spranghetta quiere decir ‘aparato’ o ‘aparatoso’.

Lo que demuestra que el guayabo es, naturalmente, una calamidad universal y que cada idioma se las rebusca para definirlo a su manera.

El guayabo de pava

Por su parte, el estupendo Diccionario de colombianismos, del Instituto Caro y Cuervo, nos recuerda los dos sentidos que tiene la palabra guayabo en nuestro país: como tristeza o desazón que se siente por la falta de algo o de alguien y como malestar con el que se amanece luego de haber tomado en exceso.

Pero tampoco dice ni una palabra sobre el origen del término, su etimología o procedencia. Agrega, eso sí, una curiosidad: que en algunas regiones campesinas de Antioquia, Caldas, Amazonas, Boyacá y Santander llaman guayabo de pava a un árbol que alcanza hasta quince metros de altura y cuyas flores son comestibles.

Por allá en el siglo XVIII, los marineros que venían de España a comerciar en América cogieron la costumbre de decirle guayaba a una muchacha que les parecía muy bonita, y, en general, a toda persona joven y saludable.

El guayabo nacional

Debo hacerles una confesión, aquí entre nos, ahora que nadie nos está oyendo. La razón más poderosa que me hizo embarcar en esta investigación es que la palabra guayabo –en sus dos sentidos populares– me tiene sorprendido porque es uno de los pocos, poquísimos colombianismos que se usan en todo el país y significan lo mismo en todas partes. Es decir, son nacionales.

El lenguaje típico colombiano, más que nacional, es regional. Es muy cambiable. Varía de una ciudad a la otra y hasta de un barrio al otro. Las pruebas abundan: arriera, en Boyacá y Cundinamarca, es la mujer del arriero, el que conduce recuas de mulas; en el Caribe, en cambio, es una hormiga que destruye sembrados.

Por el contrario, guayabo significa lo mismo desde La Guajira hasta el último rincón del Amazonas y desde el Pacífico hasta el Caribe.

Epílogo


Como pueden comprobarlo ustedes mismos, el Diccionario de la Real Academia Española, que es el árbitro, la máxima autoridad en la cancha del idioma, reconoce que, en el sentido de resaca alcohólica, guayabo es término exclusivamente colombiano. Pero nada más. De aquello, nada. Nada de origen ni procedencia. Nada de etimología. Nos quedamos sin saber por qué a la resaca le decimos guayabo. Ni de dónde salió.

Pero yo, que no estoy dispuesto a soportar los sinsabores de este guayabo gramatical, seguiré buscando y rebuscando. ¿Ustedes me pueden ayudar a averiguarlo? Dios se los pague.

JUAN GOSSAIN
ESPECIAL PARA EL TIEMPO



miércoles, 19 de septiembre de 2018

Máquinas alucinantes de Andreas Wannersterdt

Hace unos años no toda máquina imaginada podía ser construida: los ingenieros trazaban bosquejos y hacían prototipos contando con que la precisión de su imaginación pudiera ser materializada. 

Ahora, con el advenimiento de los computadores, cualquier máquina imaginada es posible, aunque sea en una pantalla. 

A continuación, les comparto algunos videos del diseñador Sueco Andreas Wannersterdt

Máquinas verdaderamente alucinantes.

martes, 11 de septiembre de 2018

La divina comedia de Dante, en los ojos de Doré.

Durante cierta parte de la edad Media, el renacimiento y la edad moderna,  las historias de Dante  Aleghieri (1265-1321),  influyeron en el imaginario colectivo del Infierno, del purgatorio y del cielo.

Sin embargo, tal vez la mejor representación de las ideas de Dante, está en los grabados de Gustave Doré,  un pintor, escultor e ilustrador alsaciano considerado el ultimo de los grandes grabadores. (1838-1883)

Dentro de sus trabajos más notables están El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha,  La biblia, y La Divina Comedia, de la cual les comparto un video.





miércoles, 5 de septiembre de 2018

Los peligros de la democracia

Facundo Cabral solía decir que le asustaban mucho los imbéciles, porque eran muchos y hasta podía elegir presidentes.

Y tenía razón. Aunque en las últimas elecciones en Colombia (2018), ganó el candidato en el que yo confiaba,  me asusta pensar que muchos votaron sin saber realmente por quien estaban votando. Muy pocos de los que votaron por el conocía su plan de gobierno, así como la mayoría de los que votaron por el otro candidato tampoco habían leido sus propuestas y la habían analizado con raciocinio. 

Así ocurrió cuando ocho años atrás las personas votaron por un candidato que había jurado sobre mármol que no subiría los impuestos, frente a su oponente que había explicado que para mejorar el país tendría que subirlos. En ese entonces, la gente votó por el que prometía hacer cosas, pero no tenía idea de donde sacaría el dinero (Por supuesto, luego de ganar, sí aumentó los impuestos).

La democracia es peligrosa porque la gente vota con el corazón, con el estómago, o con el hígado. Muy pocos reflexionan y la mayoría se dejan llevar más por sus intuiciones que por la razón. Algunas veces el resultado de la democracia es beneficioso, pero en otras ocasiones puede ser peligroso. 

Aquí les dejo este video que expone las razones por las que Sócrates no confiaba en la democracia, que es el punto que quiero mostrar.

Posdata. Aun sigo creyendo que la democracia es el mejor sistema de gobierno, pero me asusta que haya tantos imbéciles, porque aunque a veces acierten, también pueden llegar a elegir la opción equivocada.




miércoles, 29 de agosto de 2018

Troya: Historia y mito

En días recientes dictaba un curso sobre cultura general y tocamos el tema de la Guerra de Troya.  Hay muchas películas y series en la actualidad que giran en torno a esa guerra, (no todas fieles al relato homérico). 


Sobra decir que aún se desconoce mucho sobre la forma como llegó la historia a nuestros días, qué tanto hay de historia y cuanto hay de ficción.

Coincidencialmente me encontré un video de Academia Play, donde explicaban de una manera muy didáctica la historia de Troya, contada por el mítico homérico y  el redescubrimiento de la ciudad. 

Sin más preámbulos, aquí va.






miércoles, 22 de agosto de 2018

La proporción dorada. Una relación entre belleza y matemática.

Hace mas de treinta años encontré un extraño libro en la Biblioteca Publica:  "La Biología del Arte" (1962) del zoólogo británico Desmond Morris.  En su texto mostraba cómo los animales tenían el concepto de armonía estética. 

Hubo un dato que me llamó la atención:  casi todas las puertas o  ventanas, casi todas las banderas del mundo son rectangulares y tienen una relación de 1 a 1.618. Es como si en la arquitectura y el diseño predominara esta proporción.  La explicación es netamente biológica.  El campo visual humano tiene aproximadamente una medida de alto por 1.6 medidas de ancho.

Por esa misma época me encontré otro libro donde el protagonista, un excelente matemático árabe, aseguraba a su amigo que podía saber si una mujer oculta tras un grueso velo, era bella  o no. Bastaba con conocer las medidas de su rostro. 

- La Matemática dispone de recursos maravillosos. Con el auxilio de dicha ciencia puede el hombre calcular el peso de un camello, la altura de una torre o la belleza de una mujer.
Y como él me mirase con ojos espantados, aclaré: “Sí, con el auxilio de una relación geométrica, puede el matemático determinar si una joven es hermosa o fea, es decir, si sus formas son perfectas o no. Es enteramente innecesario, para el novio, ver el rostro de su futura esposa para prevenirse contra cualquier desilusión. Basta disponer de media docena de medidas y aplicar a ellas las "Fórmulas Matemáticas de la belleza”.
El hombre que calculaba, - Malba Tahan.
(Seudónimo de Julio Cesar de  Melo Soussa)

Los antiguos había descubierto la división áurea, proporción dorada (o regla dorada ), muchos siglos antes de Cristo y era aplicada a la pintura, a la arquitectura y a en general a las artes.  (El ascenso del hombre - Jacobo Bronowsky).  

Dicha proporción surge de dividir 809/500. Estudios más recientes han demostrado que dicha relación se aplica a casi todas las formas biológicas. 

A continuación les comparto un bello video  realizado por Jonathan Quintin que expone el tema, ambientado por el exquisito Canon de Johannes Pachelbel.



miércoles, 15 de agosto de 2018

No es tan gallina, porque adivina.

Las adivinanzas son parte de la historia misma de nuestra especie.   Que se sepa, no existe ningún otro animal que se comunique con acertijos. 

Desde niños,  se nos enseña a descubrir cosas ocultas en el lenguaje. Todos los idiomas y culturas tienen, de alguna forma, la adivinanza como forma de aprendizaje y diversión.   
Por eso cuando el profesor Luis Fernando Macías nos mostró su nuevo libro de adivinanza, de una vez quedé impresionado. 

No solo porque el libro contiene adivinanzas (que para mí son un gran pasatiempo) sino también por dos razones.  Las adivinanzas de este libro no son las tradicionales.   Su formulación está hecha en sextillas meticulosamente elaboradas.   La otra razón,  las ilustraciones del libro son una verdadera delicia para los amantes de la pintura.  


¿Qué pulpa tiene

tanta ternura
cuando está pura?
Solo recuerde
que se ve verde
estando madura. 


El libro "No es tan gallina que adivina" es una verdadera obra de arte.  Tienen sus acertijos divididos en 13 capítulos cuidadosamente ilustrados por la artista Male Correa. Cada capítulo tiene su propia ambientación.  Además no solo hay adivinanzas en el texto.  Para los amantes de la pintura es una delicia tratar de adivinar cual pintor y qué obra es la que se interpretó en cada capítulo. 



Este es un libro que no solo es para leer. Merece estar exhibido en una galería de arte. 

No es tan gallina porque adivina
Género:  Adivinanzas - Libro ilustrado
Páginas: 66
Año de publicación 2018
Editorial:  Hilo de Plata.


_____________

Male Correa es diseñadora gráfica de la Universidad Pontificia Bolivariana. Ha  trabajado como ilustradora y profesora en varias universidades.  Asistente en el taller de escritores de Asmedas. Ha hecho varias exposiciones de sus obras y ha sido nominada a varios premios. 

Luis Fernando Macías:  Narrador, poeta, ensayista y autor de varios libros (tanto literatura infantil como para adultos).  Editor de la colección Palabras Rodantes de Comfama y el Metro de Medellín.  Fue director de la Editorial y de la Revista Universidad de Antioquia, fundador de la Editorial "El propio bolsillo" y "Arlequín editores". Ha sido director de varios talleres literarios y profesor en varias entidades educativas. Ha publicado mas de cuarenta libros en diversos géneros.  

Vea también :  Libro para jugar a ser adivinos

miércoles, 8 de agosto de 2018

33 razones para honrar mi vida. Luisa Fernanda Mesa Franco

Hay libros que nos enseñan cosas:  Geografía, historia,  matemáticas. Hay otros que nos muestran puntos de vista de otras personas,  libros de opinión,  política, historia. Hay otros que nos hacen vivir aventuras.  Los hay, que nos cuentan vidas ajenas. 

Cuando llegó a mis manos el primer libro de la escritora Luisa Fernanda Mesa, tuve que devorarlo inmediatamente.  No fui capaz de decidir en que hoja parar mi lectura para irme a dormir. 


Pocas veces se tiene en las manos un libro que nos muestra el interior de una persona y al mismo tiempo nos pone a soñar con poesía.   

El título alberga un número mágico y muy adecuado para el libro. Son treinta y tres reflexiones de una mujer que cumplía los treinta y tres años cuando lo escribió.  Médica fisiatra, profesora, fotógrafa, escritora, y sobre todo mujer orgullosa de su género. 



En sus páginas nos cuenta de su vida,  incluso desde mucho antes de nacer:   

"Elegí el día señalado, para que mis papás se casaran, 13 años antes, a escondidas..."

Este libro es poesía pura.  No esperaba menos: Tengo el honor de conocer a su autora y es una persona maravillosa, que sabe sacar secretos no solo de las palabras sino de la luz, pues también es una gran fotógrafa.  

33 razones para honrar mi vida, es un libro que vale la pena leer y releer. 

33 razones para honrar mi vida

Género: Poesía
Páginas: 70
Año de publicación: 2018
Editorial:  Hilo de plata.
Precio: $33.000


Lectura recomendada:  El amor tiene muchas formas

miércoles, 1 de agosto de 2018

Cura milagrosa para el Alzheimer

Hace unos días, un amigo envió a nuestro un grupo de whatsapp un artículo en el cual un hombre le dio de comer durante varios meses una comida especial a su madre que sufría del mal de Alzheimer.  Milagrosamente la mujer se curó. (ver artículo completo aqui).  El artículo enviado iba con un resumen para mostrar los beneficios de ciertos alimentos. 

Eso me puso a reflexionar.  Las personas tienden a creer que un hecho específico es prueba de algo (en otras palabras, "que una golondrina  hace verano"). La persona que envió el artículo, tiene un alto nivel educativo. Es un profesional universitario que ha tenido acceso al conocimiento y tiene mayores elementos de análisis frente a la información que se da en los medios de comunicación.  Por esa razón el compañero consultaba su concepto a uno de los colegas del grupo que es experto en enfermedades del sistema nervioso.  Aunque reprodujo el artículo y envió un resumen, tuvo la precaución de asesorarse de los expertos.  La mayoría de la gente "tragaría entero". 

Hasta ahora el experto en neurociencias no ha contestado el chat. 

Dado que no me hizo la pregunta a mí, decidí no responder en el chat. Sin embargo, como médico e investigador, vi un buen tema para esta semana. 

Como especialista en epidemiología debo aclarar que el hecho de que un periódico publique que una mujer con Alzheimer, comiendo una dieta de verduras, chocolate y nueces, se haya curado de una enfermedad neurológica degenerativa, no es prueba de nada.  En primer lugar, porque no hay una certeza de que la paciente del artículo realmente hubiera sufrido de Alzheimer. Segundo, porque no hay certeza de que la dieta era lo único que estaba recibiendo, ni de que realmente hubiera sido la dieta la que produjo la mejoría (no se confirmó la causalidad).  Por último, no hay ninguna prueba de que verdaderamente hubiera sido curada. El artículo no describe cual médico ni por medio de qué pruebas confirmó la cura.  Incluso no hay prueba de que la persona del artículo realmente exista.  El artículo es una noticia amarillista y carece de toda rigurosidad de una publicación científica. 

La ciencia médica trabaja con el método científico. Es decir, se hace una observación, se genera una hipótesis, se hace un experimento para comprobarlo y luego, si este experimento siempre tiene resultados consistentes se saca una teoría.  Un solo caso no sirve para extrapolar conclusiones. 

Además, generar conocimiento no es tan sencillo.  Dicho experimento debe ser hecho en adultos de diferentes culturas y etnias para probar que realmente funciona.  Algunos pacientes deben recibir la dieta habitual y otros la especial, para poder comparar cual dieta es mejor. Debe tener un sistema de evaluación objetiva por una persona que desconozca el tipo de dieta que recibe cada paciente para que no haya sesgos. La dieta "especial" y la dieta usual deben ser administradas a personas con Alzheimer en forma aleatoria para evitar que se le dé la dieta "especial" solo a aquellas personas con menor grado de Alzheimer o mayor probabilidad de recuperarse. 

En otras palabras, hay que diseñar un buen experimento y repetirlo en muchos sujetos, eliminando la probabilidad de sesgo, para poder confirmar una hipótesis. 

La simple observación de un hecho no es suficiente prueba para establecer que un tratamiento es efectivo. 

Recuerdo que hace muchos años un hombre que limpiaba las ventanas de un piso 11 perdió el equilibrio y cayó desde esa altura. Lo recibí en urgencias. Suturé sus heridas y lo dejé en observación. Al día siguiente continuaba bien. Haría yo mal en sacar la conclusión de que caer de un undécimo piso no produce la muerte. Un caso aislado no es suficiente para sacar conclusiones. 

En el tema del Alzheimer que compartía mi amigo, no hay ningún estudio metodológicamente bien diseñado que demuestre que hay curación de la enfermedad con la dieta que mencionó dicha publicación. 

Si la historia de Sylvia Hatzer es cierta o no, es irrelevante. Desde el punto de vista científico no puede sacarse ninguna conclusión académica de esa noticia, excepto que hay mucha gente que traga entero y que nos gusta creer en lo milagroso. 

Hace muchos años se creía que el acceso a la información nos volvería más inteligentes, que el internet nos volvería genios. Lamentablemente no es así.  Nuestro cerebro no funciona con base en la evidencia sino con base en las creencias. (Ver Los atajos de la mente y los sesgos cognitivos).  

Para la mayoría de los humanos es más fácil creer en todo lo que tenga tintes pseudocientíficos que utilizar el raciocinio para analizar las noticias que recibimos.  Por eso creemos en tanta cosa que se publica en las redes.  



Si queremos que nuestra especie prospere debemos entender que la ciencia requiere observación, análisis y comprobación.  Que no todo lo que le sucede a una persona es suficiente para sacar conclusiones definitivas. Que, si alguien se ganó la lotería luego de encender una vela a un santo, es una casualidad y que no hay causalidad entre la vela y obtener el premio. Que, si alguien se tomó un analgésico y se le durmió el brazo, no quiere decir que los analgésicos, produzcan ese síntoma.  Y en el caso planteado al principio, que si una persona comió una dieta especial por varios años y (realmente) se curó del Alzheimer, no significa que hay un nexo de causalidad en ello. Primero hay que demostrarlo de forma científica replicando el experimento hasta que no haya dudas. 

En otras palabras, hay que aprender lo que nuestros abuelos enseñaban:  que una golondrina no hace verano. 

Lea también 


miércoles, 25 de julio de 2018

Apuntes y reflexiones de un narrador de historias

APUNTES Y REFLEXIONES DE UN NARRADOR DE HISTORIAS. 


Por Carlos Alberto Velásquez Córdoba 

Sobre el arte de escribir.

  • Creo firmemente que no es el alma lo que nos diferencia de los demás animales: Es nuestra capacidad de contar historias. Somos la única especie que es capaz de hacerlo. Nuestros ancestros aprendieron a contar sus errores y aciertos a sus hijos. Contaban historias de sus abuelos y tatarabuelos para que sus descendientes aprendieran. Hasta se inventaron cientos de historias sobre la creación del mundo. Somos una especie que evolucionó genéticamente para contar historias. Eso te convierte en un narrador por naturaleza. Eso te hace un escritor en potencia. 
  • Imagina que los individuos de otra especie contaran historias entre sí. Tan solo piensa lo que pasaría si a tu perro, cuando era cachorro, su padre le hubiera contado cómo había sido el proceso de domesticación de su especie hace ciento cincuenta mil años. Si los animales pudieran contar su historia, con seguridad no seríamos la especie dominante. 
  • Pasamos muchos meses de nuestra infancia escuchando y tratando de imitar sonidos. Una vez aprendemos a hablar, nos enseñan a leer y escribir. Lo mismo ocurre con el escritor: para aprender a escribir, hay que aprender primero a conversar y, sobre todo, aprender a escuchar. 
  • Escribir no es difícil. Solo tienes que poner tus ideas en un papel o en un computador. Eso es muy sencillo. Lo difícil es que tu lector entienda lo que quisiste decir. Por eso dilo como se lo dirías a alguien que está frente a ti. No te disfraces de escritor, que eso enredaría las cosas.




Sobre los escritores

  • “Me gusta escribir, pero no me gusta leer”, es el equivalente a decir: “me gusta mucho jugar fútbol, pero sin usar balones, ni correr”. 
  • Conozco personas que quieren ser escritores, pero se niegan a leer porque alguien le dijo que perderían su originalidad, y que corrían el riesgo de escribir copiando a los demás. Si quieres ser escritor y solo lees un solo autor, terminarás imitándolo. Si apenas conoces dos autores posiblemente escribirás tratando, consciente o inconscientemente, de emularlos. Pero si has leído a varios escritores tienes mayor oportunidad de no escribir como ninguno en particular y tener tu propio estilo. 
  • Para muchos, escribir es una pasión, para otros es un placer, otros lo consideran una necesidad y algunos una maldición. Ciertos escritores lo ven como un oficio, varios como un arte y para algunos es una enfermedad. Procura que para ti sea todo eso y mucho más. Trata de que la sensación será variada. Así, jamás te aburrirás de hacerlo. 
  • Nadie se convierte en escritor por el mero hecho de escribir. Uno se convierte en escritor cuando ha logrado captar la atención de sus lectores. Por lo tanto, no pretendas ser escritor. Simplemente escribe: Con dedicación y una buena técnica, tus lectores decidirán si mereces el título de escritor. Son ellos, quienes te hacen escritor, no tú. 

Sobre la técnica

  • La clave para atrapar un lector depende de la forma como inicies tu texto. La manera como lo desarrolles te permitirá conservarlo. Si al final del texto has logrado que el lector quiera más, puedes considerarte un escritor. 
  • La falta de inspiración no existe. Hasta la ausencia de ideas puede ser un tema interesante para un cuento o una novela. 
  • Toda gran historia comienza con una sola palabra 
  • Si quieres escribir una historia que solo te interesa a ti, no te esfuerces por escribir una novela o un cuento: bastará con que escribas un diario. Si lo que pretendes es escribir una novela o un buen cuento, deberás procurarte un tema que pueda interesarle a otra persona. 
  • Revisa meticulosamente la ortografía. De lo contrario muy pronto serás un ex-critor. 
  • Habla correctamente para que puedas escribir correctamente. 
  • Puedes estudiar toda la teoría que hay sobre el cuento y la novela, pero no serás un buen escritor hasta que no hayas leído miles de cuentos y cientos de novelas. 
  • Un buen escritor debe apoderarse de la mente del lector, de forma tal que éste no se dé cuenta de que está leyendo. Durante la lectura, debe haber compenetración plena con lo que se lee. Si el lector se da cuenta de que hay un escritor en su cabeza, habrás fallado como tal. 
  • Tus personajes deben ser verosímiles. Un pordiosero analfabeta que le dice a otro personaje “a mí no me gusta pernoctar por estos lares”, no convencerá a ningún lector. No trates de adornar tus frases para hacerte pasar por erudito. Un verdadero escritor es invisible para el lector que está sumergido en la trama. 
  • No empieces tu novela describiendo meticulosamente cada objeto del cuarto, el tamaño, forma, color y textura de la mesa, las sillas, y la lámpara sobre el tocador, el color de las baldosas y los trazos geométricos del papel tapiz. No describas cómo las cortinas de encaje dejan pasar vaporosamente la luz del sol iluminando las partículas de polvo que danzan en el aire con volutas hipnotizantes... para luego decir que el cadáver estaba sobre la cama después de tres páginas de prosa bellamente adornada. 
  • No utilices esos bellos, hermosos, grandiosos y fantásticos adjetivos, que demuestran tu enorme, gigante, inconmensurable e infinito léxico. 
  • Escribe de tal forma que tus personajes puedan ser famosos. (¡Ellos, no tú!) 
  • Los diálogos, cuando son bien elaborados, facilitan la lectura. Procura que cuando conversen tus personajes, no repitan lo que ya explicaste en otra parte del texto, a menos que en el diálogo aporten algo nuevo al lector. Si ya narraste que Juan estaba deseoso de ver a María, no escribas un diálogo en el que Juan dice: “—Estaba deseoso de verte, María— 
  • Si un texto que terminaste no te ha gustado, no lo destruyas. Déjalo incubando en un cajón. A lo mejor en algún tiempo, con algunos retoques, de un gusano pueda surgir una mariposa. 


Otros consejos útiles 

  • Mantén siempre a mano algo para tomar notas. Las ideas a veces llegan inesperadamente y si no las capturas, puedes perderlas para siempre. Algunos escritores prefieren grabar su voz o escribirlas en su teléfono. Yo prefiero una libreta, un cuaderno o, aunque sea, una servilleta. Me encantaría poder hacerlo sobre billetes de alta denominación, pero esos son muy escasos entre los escritores. 
  • Escribe a diario. Lo que sea, pero escribe. Entrena tu mente para producir todos los días. Al principio pensarás que no se te ocurre nada; aun así, escribe. Verás que cada vez será más fácil. Llegará un momento en que incluso dormido, generarás ideas. 
  • Aprovecha cada oportunidad que tengas de escuchar a otros. Asiste a cursos y participa en talleres. Frecuenta personas que sienten la misma pasión por las letras que tú. Solo quien escucha y lee es capaz de escribir para otros. 
  • Cuando uno revisa un texto que escribió, tiende a leer las palabras que uno quiso escribir, no las que realmente escribió. Por eso, cuando termines, léelo en voz alta, así descubrirás los errores más fácilmente. Pide que alguien más lo lea en voz alta. En lo personal me gusta usar aplicaciones de mi celular o computador para que una voz automática lea mi texto. Así descubro los errores de digitación o de puntuación. 
  • Luego de escribir un texto, déjalo reposar. Una lectura, varios días, semanas o meses después, puede ser muy enriquecedora. 
  • Si de veras te gusta escribir, escribe. Que tu texto será el resultado de algo que quieres contar. No dejes que la fama y la fortuna (tan esquiva para el 99% de los verdaderos escritores), sea tu único aliciente para escribir. 
  • Ama tu arte como a ti mismo. Aliméntalo con cada latido de tu corazón. ¿Quién sabe? Quizás algún día tu texto alimente otro corazón.