"SOMOS ENANOS EN HOMBROS DE GIGANTES" (Bernardo de Chartres - S. XII)
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miércoles, 25 de enero de 2023

Mausoleo. Cuento de Carlos Alberto Velásquez C

De mi libro EL RETRATO DEL SEÑOR ROSSI, Y OTROS CUENTOS, les comparto la lectura del cuento MAUSOLEO. 

Dicho relato está basado en hechos reales ocurridos en Medellín a principios del siglo XX. 

Al final les dejo la referencia. 

Agradecimientos al Dr. Emilio Restrepo y a Teledonmatías por la realización del video. 


Más información (con fotografías):
  El mausoleo de Jesus María Amador



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EL RETRATO DEL SEÑOR ROSSI, Y OTROS CUENTOS. 


ISBN 978-958-49-5892-1
Autor: Velasquez Cordoba, Carlos Alberto
Editorial: Libros para Pensar
Prólogo a cargo de Luis Fernando Macías - Emilio Restrepo
Diseño: María Isabel Velásquez E.
Materia: Narración de cuentos
Publicado: 2022-04-30
Número de edición: 1
Número de páginas: 216
Tamaño: 14x21cm.
Encuadernación: Tapa blanda o bolsillo
Soporte: Impreso
Idioma: Español




También disponible en librerías o en la página web de la Editorial Libros para Pensar.

Pedidos directos al autor: calveco@une.net.co 
WhatsApp  305 3997940




miércoles, 16 de noviembre de 2022

Lanzamiento de Matar al lobo

Como muchos de ustedes saben, participo en talleres de creación literaria y en algunos ratos libres coordino otros. 

A veces, tal vez más frecuentemente de lo imaginado, uno se encuentra con buenos escritores que llegan a estos talleres con la esperanza de ser leídos por desconocidos. ―Cabe decir que los primeros lectores son la familia, los amigos, los compañeros...― pero generalmente, el que escribe espera transcender con sus textos más allá del círculo de sus conocidos. 

Con la misma frecuencia muchos escritores en potencia "tiran la toalla" porque pasados uno o dos años, aún no han podido publicar nada.  

Muchos dicen que lo que ocurre es que es muy difícil vivir de la literatura. Hace poco, en el Taller de Historias invitamos a mi amigo y colega Carlos Alberto Palacio (PALA) y le hicimos la pregunta: ¿Se puede vivir de la literatura? y él, con esa sabiduría que lo caracteriza, nos respondió algo maravilloso:  

Nos dijo que sí. Que sí era posible vivir de la literatura, pero para ello había que trabajar muy duro y esforzarse por aprender el oficio antes de esperar retribución. Y nos puso de ejemplo al médico, que debe estudiar seis años de carrera, un año de internado, y luego al menos dos o tres años de especialización y posiblemente dos o tres más de subespecialización. Antes de eso ―nos decía ―, un médico no puede esperar una buena retribución por el tiempo invertido. Igual pasa con los escritores. Un escritor no puede pretender estar en las vitrinas de las librerías sin haber gastado mucho tiempo cultivando el arte y haciéndose conocer.  

En mis talleres, veo con frecuencia personas que escriben muy bien, pero que esperan ser reconocidos por los lectores en poco tiempo, ignorando el largo camino que hay que recorrer. Creemos que la fama y la fortuna se logran con publicar un video y montarlo a la red porque hemos visto que la gente se deja obnubilar por una cara bonita o un buen cuerpo, como si la literatura no requiriese un esfuerzo mayor que el de un influenciador. 

Yo escribo historias desde muy niño; solía escribir para mí, para mis amigos, y sólo en el 2012 me lancé a escribir un libro que fue para unos pocos conocidos. He seguido narrando historias sin más pretensión que la de entretener a un puñado de personas cercanas, pero he persistido: He publicado nueve libros y he tenido un sinnúmero de participaciones en antologías, revistas y blogs. 

Nunca esperé reconocimiento, pero puedo decir que en la última feria del libro hubo personas que nunca había visto y que se me acercaron para decirme que les había gustado alguno de mis libros. Estoy enormemente agradecido con ellos. No soy famoso, pero puedo considerarme "escritor". Aún no vivo de la literatura, pero si he podido llegar con mis historias a más personas que las que nunca imaginé 


Les cuento todo lo anterior, porque el próximo martes 22 de noviembre de 2022 lanzaremos mi libro Matar al Lobo en el Aula múltiple del Paraninfo de la Universidad de Antioquia. Este libro es el mejor ejemplo de que hay que tener paciencia con la literatura. El libro fue escrito en 2016, obtuvo una mención de honor en el Ministerio de Cultura en el 2018 pero solo fue posible publicarlo en el 2022 gracias a los buenos oficios de Memo Anjel y al apoyo de todo el equipo editorial de la Universidad de Antioquia en cabeza de Silvia García. 

Quiero invitarlos a que me acompañen a este lanzamiento. Conversaremos con el profesor Memo Anjel sobre muchas cosas: sobre la literatura de ficción, sobre los viajes en el tiempo, sobre la historia del siglo XX, sobre libros, y sobre inventar mundos. 

No se pierdan esta charla sobre un libro que demoró muchos años en encontrar el camino a las vitrinas de las librerías y sobre la rara enfermedad de inventar historias, así sea sólo para los amigos. 

Por último, los invito a adquirir el libro. Estoy seguro de que les gustará. 



Vea también:  Entrevista con el autor

miércoles, 12 de octubre de 2022

La aspiradora de sonidos

Hace poco conversaba con un amigo sobre el origen de algunos de mi cuentos. Le comentaba que uno de ellos, "La aspiradora de sonidos", publicado en el libro FUGA DE IDEAS, se basaba en una ley física muy simple: Cuando a una onda de sonido se le sobrepone otra, de igual frecuencia y amplitud, pero de polaridad contraria, ambas ondas se anulan entre sí y producen un silencio. 

El cuento precisamente trata de un antioqueño, habitante de la Casa Barrientos, ubicada en la Avenida La Playa, que en 1966 construye una máquina capaz de anular los sonidos. Precisamente su debut lo hace frente a la retreta del parque de Bolivar. Ovidio Barrientos, llega con una gran caja de madera con ruedas, saca de ella una manguera con una bocina y cuando la banda está tocando en todo su apogeo, el personaje del cuento enfoca la corneta que hay al final de la manguera, y "aspira" la música.  Los presentes se asustan. Están siendo testigos de una aspiradora de sonidos. (Va un fragmento...)

   


El personaje de mi cuento ofrece su invento al Consejo de la ciudad con el fin de combatir el ruido que producen los automóviles y las industrias de ese entonces, pero el desenlace de la historia es inesperado. (Si desean leer el cuento completo, les recomiendo comprar mi libro FUGA DE IDEAS). 

Aunque es un cuento de ficción, en la teoría es posible anular el ruido produciendo una especie de anti-ruido. 


Dado que mi amigo quedó intrigado con esa posibilidad, le he enviado un video que muestra de forma práctica lo que puede hacerse si se cuenta con un ordenador que produzca dos ondas similares pero opuestas.  

De hecho, es posible producir activamente un silencio si se cuenta con un equipo capaz de detectar los sonidos y producir una onda de igual amplitud y frecuencia, con una polaridad opuesta, para que las sumatoria ambas ondas den como resultado el "cero", o sea, el silencio. 

Para su compresión, les comparto este video de Jaime Altozano en el que se explica, por medio de una ilusión acústica, la magia de la física. Si corren el video en un sistema monofónico, no escucharán la primera frase. (porque se trata de dos ondas que se anulan entre sí). Pero si lo escuchan con altavoces o audífonos (en estéreo), podrán escuchar perfectamente lo que dice, porque cada lado se comporta como una onda diferente. 


Posdata: Si quieren comprar mi libro pueden escribirme al WhatsApp 
305 3997940 o dirigirse a la página de la editorial. 

miércoles, 31 de agosto de 2022

Decir o mostrar, en literatura

DECIR O MOSTRAR, EN LITERATURA


Por Carlos Alberto Velásquez Córdoba

Escoge entre estos dos fragmentos:


Texto 1.
Un hombre estaba muy angustiado porque un asesino intentaba entrar por la ventana, y tomó el teléfono pidiendo ayuda urgente a la policía

Texto 2
—¿Aló? ¿policía? ¡Por favor manden ayuda! Un hombre está forzando la ventana. Vengan pronto. ¡Me van a matar!


¿Cuál escogerías?

En ambas hay la misma información: Una víctima angustiada, un asesino, una ventana y un teléfono para llamar a la policía.

En la primera, un narrador te traduce la escena para que la imagines. En la segunda no te das cuenta de que hay un narrador porque el protagonista está metido en tu cabeza. Las imágenes llegan a ti directamente, sin intermediario.

Esa es la magia que tenía Shakespeare. No te decía que Romeo era volátil en sus amores. Te lo mostraba: tan pronto Romeo se lamentaba del desamor de Rosalind, ya estaba suspirando por Julieta. En ningún momento Shakespeare dijo que la tragedia se trataba de dos adolescentes enamoradizos que se dejaban llevar por las emociones. Los mostró magistralmente.



Por el contrario, otros autores describen las cosas de manera en que los personajes son solo un reflejo de lo que el narrador ve y escucha. Un ejemplo típico es Julio Verne. Describe minuciosamente los personajes, lo que visten, lo que hacen, lo que observan, lo que comen, o lo que construyen. Historias muy apasionantes, narradas por alguien que parece presenciarlo todo como espectador pasivo.

No puedo decirte cual forma es la mejor para narrar, pero si te gusta escribir, es necesario que seas consciente de la forma como estas narrando tus historias.


¿Estas dejando que el lector las imagine, a partir de tus personajes? ¿o tu narrador actúa como el intérprete de lo que sucede en la historia? ¿Dejas que el lector se meta en el cuento, o prefieres que él lo conozca a través de tu voz?

Posiblemente encontrarás que cada situación tiene una mejor forma de contarlo. No puedo decirte cual es la mejor. Por eso te propongo un reto. Cada que escribas una historia, piensa en cómo te gustaría que te la contaran. No escribas pensando en la historia que quieres contar, sino pensando en la historia que te gustaría que te contaran a ti.

Con un poco de practica lograrás textos grandiosos.

Carlos Alberto Velásquez Córdoba











miércoles, 17 de agosto de 2022

Entrevista Matar al lobo

Les comparto una entrevista que me hizo la Emisora Cultural Universidad de Antioquia con ocasión de mi libro Matar al Lobo publicado por la Editorial Universidad de Antioquia
Agradecimientos a Juan Andrés Álvarez Castaño por la agradable conversación.
#literatura #novelas #escritores #escritorescolombianos






Pueden adquirirlo en la librería de la Universidad de Antioquia, Cooprudea, CIS y Al pie de la letra. (o escribiéndome directamente) .

A continuación les comparto otros enlaces donde lo pueden adquirir . En la mayoría podrán leer los primeros capítulos en forma gratuita.


Espero se diviertan leyéndolo y quedo atento a sus comentarios.

miércoles, 1 de junio de 2022

Caracterizacion de personajes




Por Carlos Alberto Velásquez Córdoba.

Hay dos formas de conocer un personaje literario: La primera es a través de lo que el narrador cuente sobre él. Por ejemplo, si es alto o bajo, si es gordo o delgado, bueno o malo, violento o apacible; si la heroína es rubia o morena, si es humilde u orgullosa. 

La otra forma es a través de pistas que va dejando el escritor a lo largo de la acción. "Milena, con manos temblorosas, se alisó el vestido antes de darle una respuesta a Rubén". En este caso no estamos describiendo directamente a la mujer, sino que mientras transcurre la historia vamos dejando migajas que ayudarán al lector a hacerse una idea de cómo es Milena. En esta corta frase ya tenemos pistas de que la mujer está haciendo tiempo, está nerviosa o ansiosa y duda de la respuesta que debe dar. (El autor no lo dice, pero lo muestra).

A la técnica por la cual hacemos que el lector conozca las características físicas y psicológicas del personaje se le conoce como caracterización

Hay que dejar claro que una cosa es la descripción (aspecto físico) y otra la caracterización. En la caracterización se enfatiza en la forma de ser del personaje. 

La forma más fácil de caracterizar es a través del modo directo (Caracterización directa). En ella el narrador describe a su personaje sin rodeos. Pongamos como ejemplo de caracterización directa el comienzo de la versión de Charles Perrault del cuento folclórico “La Cenicienta“:

Había una vez un gentilhombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo. El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había heredado de su madre que era la mejor persona del mundo.

En este párrafo el autor nos dice que la segunda esposa de su personaje es “altanera y orgullosa”, que las hijas de la mujer son iguales a ella (“por el estilo”), y que la hija del hombre es de “una dulzura y bondad sin par”, que había heredado de su madre.

Observen que el narrador es quien nos dice cómo es el personaje que debemos imaginar. Lo dice él mismo, y no tenemos que intuirlo nosotros.

Pero hay otra forma de mostrar un personaje, (y hago énfasis en el palabra "mostrar"). En la caracterización indirecta, no es el narrador quien "dice" cómo es el personaje sino que el lector lo debe descubrir a través de las pistas que la narración nos da, y para ello debe echar mano de la acción que sucede dentro del relato.

Como ejemplo de caraterización indirecta, les traigo un fragmento del cuento "El gato negro" de Edgar Allan Poe.

Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoniaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo. Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad.

Observen que Poe no "dice" cómo es el personaje, sino que lo "muestra" magistralmente: lo pone a actuar, haciendo que el lector sea testigo de las acciones, pensamientos o palabras, y pueda concluir cómo es el protagonista de ésta historia sin que un narrador se lo cuente. 


No es posible decir cual técnica es mejor. Sin embargo, en mi concepto, es preferible "mostrar" que "decir". Cuando el escritor nos hace testigos de la escena es más impactante que cuando simplemente nos dice lo que el quiere que sepamos. 

Si desea mostrarnos que el personaje es buen hijo con su madre puede plantearnos una escena en que la cuide durante una enfermedad, o puede, simplemente, decirnos que era un  hijo cariñoso. Personalmente, estoy inclinado a comprometerme más con la primera historia que con la segunda. Por eso coincido con la mayoría de expertos en que la caracterización indirecta es mucho más efectiva.

¿Y cuando usar una u otra?  Eso depende de la intencionalidad del autor y de la importancia del personaje. Imaginen que en el cuento de Perrault de La Cenicienta hicieramos una caracterizacion indirecta del cochero que la lleva al palacio, del rey, de cada uno de los pajes... sería una historia aburridísima (y larga). Se sugiere que la caracterización indirecta se use para los personajes más importantes de un cuento o una novela, aquellos que necesitamos conocer con mayor profundidad.

Si se trata de un personaje de poca importancia puede ser preferible usar la caracterización directa porque es más económica, requiere menos espacio. Basta con decir que el cochero era un hombre amable o que los pajes eran obedientes y el lector queda plenamenente satisfecho con esa información.  

En conclusión, un buen escritor deberá escoger la mejor forma de caracterizar a sus personajes y mantener un equilibrio entre lo que hay que "mostrar" y lo que simplemente hay que "decir".



miércoles, 25 de mayo de 2022

EL RETRATO DEL SEÑOR ROSSI, y otros cuentos. Carlos Alberto Velasquez C

Esta semana les traigo una novedad literaria: mi nuevo libro EL RETRATO DEL SEÑOR ROSSI, y otros cuentos.  


Este es un libro de cuentos fantásticos que combinan la ficción con temas históricos. 

Para que se vayan dando un idea, trae cuentos sobre Jan Van Eyck el pintor flamenco del renacimiento, la muerte del hijo de Carlos Coriolano Amador, (el primer empresario que trajo un carro a Colombia), la historia desconocida de un naturalista que fue opacado por Darwin cuando presentó su teorìa de la evoluciòn, el incendio de Notre Dame, o la descripción de un paciente psiquiatrico que sufre de sindrome de Capgras, (una extraña condición en la que el paciente cree que sus seres queridos fueron suplantados por impostores). Son en total veintidos cuentos fantásticos que abarcan todo tipo de situaciones.

Una característica especial de este libro, es que al final de cada cuento hay un código QR para ampliar la información.  Conocerán el mausoleo de la familia Amador, los cuadros de Van Eyck, las pinturas de Alberto Pictor (Malare) en la iglesia de Täby (Estocolomo) o las cuevas de Bruniquel, donde se encontraron restos de Neanderthales. 

     
    

Este libro tiene para mí un significado especial:  la portada fue diseñada por mi hija, María Isabel Velásquez Escobar a quien admiro por su capacidad de generar imagenes sobrias, elegantes y llamativas.  

Agradezco también al profesor Luis Fernando Macías y a los compañeros del taller de creación literaria de Comedal, y del Taller de historias por sus acertados comentarios.  A Edver Delgado, Alina Angel, Jorge Martínez y Jorge Andrés Hoyos, de la Editorial libros para Pensar, y a mi colega y amigo Emilio Restrepo que hizo la presentacion del libro junto con el prólogo del profesor Macías. 

Por último, agradezco a mi familia el apoyo incondicional durante todo el proceso. 

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EL RETRATO DEL SEÑOR ROSSI, Y OTROS CUENTOS. 


ISBN 978-958-49-5892-1
Autor: Velasquez Cordoba, Carlos Alberto
Editorial: Libros para Pensar
Prólogo a cargo de Luis Fernando Macías - Emilio Restrepo
Diseño: María Isabel Velásquez E.
Materia: Narración de cuentos
Publicado: 2022-04-30
Número de edición: 1
Número de páginas: 216
Tamaño: 14x21cm.
Encuadernación: Tapa blanda o bolsillo
Soporte: Impreso
Idioma: Español



Pedidos: calveco@une.net.co 
WhatsApp  305 3997940

También disponible en librerías Grammata o en la página web de la Editorial Libros para Pensar.

miércoles, 4 de mayo de 2022

La peste negra. Carlos Alberto Velasquez C

Esta semana les comparto una produccion del Canal teledonmatías que muy amablemente me invitó a leer algunos de mis cuentos. 

Esta vez les traigo La peste negra. 



Agradecimientos al doctor Emilio Alberto Restrepo y al canal regional Teledonmatías quienes hicieron posible este video.  

Si les ha gustado, denle "like" y compártanlo con sus amigos.

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Cola de cerdo, el suicida fallido


ISBN 978-958-49-1505-4

Autor: Velasquez Cordoba, Carlos Alberto
Editorial: Libros para Pensar
Prólogo a cargo de Luis Fernando Macías
Materia: Narración de cuentos
Publicado: 2021-02-07
Número de edición: 1
Número de páginas: 152
Tamaño: 14x21cm.
Encuadernación: Tapa blanda o bolsillo
Soporte: Impreso
Idioma: Español



Puede ser adquirido en las librerías Resplandor (Centro Comercial Unicentro),
 en Librópolis (Centro Comercial Orquídea Plaza), en el Instituto Tecnológico de Artes Eladio Velez (Itagüí),  Librería Grámmata, o en la Editorial Libros para pensar. (envío a domicilio) 

Pedidos directos al autor: calveco@une.net.co 
WhatsApp: 305 3997940 (domicilio)

miércoles, 20 de abril de 2022

Exorcismo. Cuento narrado por Carlos Alberto Velásquez C

Hace unos meses, la editorial Libros para Pensar, se dio a la tarea de buscar escritores de muchos rincones de Colombia, que quisieran participar en una antología de cuentos.  

De ahí surgió el libro ESO ES... PURO CUENTO

De dicha antología, les comparto uno de mis cuentos publicados: Exorcismo. Espero que sea de su agrado. 

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Agradecimientos al doctor Emilio Alberto Restrepo y al canal regional Teledonmatías quienes hicieron posible este video.  

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Eso es... Puro cuento. 

Antología. Volumen 1
Editorial Libros para pensar
ISBN: 978-958-49-2735-4
Paginas 120
Tamaño 14 x 21 cm
Encuadernación:  Tapa blanda (rústico)


Autores:

  • Alina María Angel Torres (Itagüí – Antioquia, Colombia)
  • Bernidt Esmeralda Marín Romero (Bogotá – Colombia)
  • Carlos Alberto Velásquez Córdoba (Medellín – Antioquia, Colombia)
  • Cruzana Amparo Echeverri (Medellín – Antioquia, Colombia)
  • Édver Augusto Delgado Verano (Bogotá – Colombia)
  • Emilio Alberto Restrepo (Medellín – Antioquia, Colombia)
  • Enrique Posada Restrepo (Medellín – Antioquia, Colombia)
  • Horacio Madrid Mondragón (Bolívar – Valle del Cauca, Colombia)
  • Jaime Alberto Echavarría Córdoba (Medellín – Antioquia, Colombia)
  • Laura María Arango Restrepo (Medellín – Antioquia, Colombia)
  • María Ana Moreno Segura (Guapi - Cauca, Colombia)
  • Piedad Carmenta Rojas Cortés (Roldanillo – Valle del Cauca, Colombia)
  • Sandra Rocío Osorio Mijares (Arauca – Arauca, Colombia)
  • Sonia Emilce García Sánchez (Itagüí – Antioquia, Colombia)
Los interesados en el libro pueden comunicarse al correo calveco@une.net.co o al WhatsApp 305 3997940 

miércoles, 6 de abril de 2022

Eutanasia. Cuento Narrado por Carlos Alberto Velasquez

El tema de la eutanasia ha sido controversial. Pero en la fantasía hay mas de lo que cualquiera puede imaginar. 

Los invito a escuchar este extraordinario cuento que fue publicado en mi libro "COLA DE CERDO, EL SUICIDA FALLIDO"


Agradecimientos al doctor Emilio Alberto Restrepo y al canal regional Teledonmatías quienes hicieron posible este video.  

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Cola de cerdo, el suicida fallido


ISBN 978-958-49-1505-4

Autor: Velasquez Cordoba, Carlos Alberto
Editorial: Libros para Pensar
Prólogo a cargo de Luis Fernando Macías
Materia: Narración de cuentos
Publicado: 2021-02-07
Número de edición: 1
Número de páginas: 152
Tamaño: 14x21cm.
Encuadernación: Tapa blanda o bolsillo
Soporte: Impreso
Idioma: Español



Puede ser adquirido en las librerías Resplandor (Centro Comercial Unicentro),
 en Librópolis (Centro Comercial Orquídea Plaza), en el Instituto Tecnológico de Artes Eladio Velez (Itagüí),  Librería Grámmata, o en la Editorial Libros para pensar. (envío a domicilio) 

Pedidos directos al autor: calveco@une.net.co 
WhatsApp: 305 3997940 (domicilio)

miércoles, 16 de marzo de 2022

El arte de Jan Van Eyck

Jan van Eyck  (o Johannes de Eyck, Maaseik, c.1390-Brujas, 9 de julio de 1441) fue un pintor flamenco que trabajó en Brujas. Es considerado como uno de los mejores pintores del norte de Europa del siglo XV y el más célebre de los Primitivos flamencos.

A continuación les comparto algunas de sus pinturas, que menciono en mi libro el Retrato del señor Rossi  

Cardenal Niccolò Albergati


Técnica: óleo sobre roble
Dimensiones: 34 x 29,5 cm
Fecha: hacia 1435
Museo de Historia del Arte de Viena


Cardenal Niccoló Albergati - Jan van Eyck
Bosquejo preliminar 1435
Dominio público,



Retrato de Arnolfini y su esposa (El matrimonio Arnolfini)

Giovanni Arnolfini - Giovanna Cenami
Fecha 1434
Técnica Óleo sobre tabla
Dimensiones 82,2 x 60 cm 
National Gallery de Londres

Les dejo un detalle de la anterior obra, en la que quiero resaltar varios aspectos: Primero, la calidad de los trazos en el rostro del hombre, en la lampara que cuelga del techo y en el espejo de la pared. Segundo, el impresionante manejo de la perspectiva, teniendo en cuenta que el espejo del fondo es un "ojo de pescado", es decir un espejo lenticular que deforma la imagen ampliando el centro y alejando lo periférico. Observen la perfección plasmada en ese reflejo. Tercero, Van Eyck fue uno de los pintores que solía escribir en sus pinturas, incluso en varios idiomas, y datar sus cuadros (ver encima del espejo)




Retrato de Giovanni Arnolfini

Fecha hacia 1435
Técnica óleo sobre roble
Dimensiones: 29,0 x 20,0 cm
Gemäldegalerie de Berlín  


Y por último les dejo esta perlita...  ¿A quien se les parece Giovanni Arnolfini?


Vladimir Putin
Presidente de Rusia




Nota:  Las fotos compartidas son de dominio público, y se pueden consultar en las páginas de origen haciendo clic en la respectiva leyenda. 

Les recomiendo comprar mi libro: El retrato del Señor Rossi. 

miércoles, 9 de marzo de 2022

Secuestro. Cuento de Carlos Alberto Velásquez Córdoba

Esta semana les comparto un cuento de mi libro Fuga de Ideas, publicado con la editorial Fallidos Editores.  Espero les guste. 



 

SECUESTRO

 

I

Ángela se levantaba temprano todos los días a despa­char a su pequeña hija al colegio. Luego, se sentaba frente al computador y trabajaba durante varias horas en su texto. A veces, en las noches pasaba largas horas frente a la pantalla tratando de darle forma a su nueva novela.

Algunas tardes, discutía el avance con su editor y oca­sionalmente leía alguno de los capítulos a sus amigos del taller de literatura. La construcción de una novela es un proce­so lento y arduo que solo muy pocos se dan el lujo de poder lograr.

Ángela tenía el tesón que le faltaba a sus colegas que escribían cuentos. El cuento trata de una acción específica. La novela por el contrario, es una intrincada red en que cada personaje tiene su propio mundo. Cada uno debe ser crea­do meticulosamente. Con precisión relojera, no sea que en alguna parte de la trama, la falta de un piñón impida que el engranaje pueda mover la obra.

Pero un día Ángela se sentó ante su teclado y por pri­mera vez en la vida las palabras no fluyeron. Había escuchado que los escritores en cualquier momento de su trabajo litera­rio tenían algún tipo de bloqueo. Quería escribir sobre su per­sonaje: Isolda, pero esta vez no se le ocurrió nada. Era como si hubiera olvidado quién era la protagonista de su novela.

 Fue a la cocina, se sirvió una segunda taza de café y re­pasó los capítulos anteriores. La historia de Isolda era cohe­rente, fluída, habían comentado algunos. El final ya lo tenía visualizado. Solo debía desarrollar la historia de su heroína desde el momento en que la protagonista había empezado a recordar su pasado.

Ángela intentó escribir otro capítulo más, pero algo se lo impedía. Cansancio. Tal vez era cansancio lo que sentía. Ese día apagó el computador y se dedicó a hacer otras cosas, esperando que al día siguiente volviera la inspiración.

Tres días después Ángela ya estaba desesperada. Se ha­bía puesto como meta escribir al menos dos capítulos a la se­mana. Quizás había estado demasiado inmersa en el mundo de Isolda y se había saturado de ello. Decidió escribir sobre otros temas.

Ángela no tuvo ningún inconveniente en escribir un ca­pítulo entero sobre Omar, otro de los personajes de la novela, que para el momento de la historia se encontraba en un lugar muy diferente al de la protagonista. Describió los lugares donde otros personajes vivían su momento y no tuvo problema con la coherencia del relato. Esa noche Ángela durmió tranquila pensando que su inspiración había vuelto.

Al día siguiente, luego de enviar a su hija para el co­legio, Ángela retomó el trabajo del día anterior. Uno de los personajes debía comunicarse con Isolda para darle la noticia que daría el giro al final de la trama. Pero al llegar a “Isolda”, Ángela sintió que había chocado contra un muro. Solo pudo digitar la letra “I” y quedó paralizada en el acto. No era capaz de digitar el nombre de su protagonista.

A ver, pensó, después de la “I” sigue la “S”, pero sus de­dos no respondieron. Trató de pronunciar el nombre que tan sonoramente había escogido para su protagonista, pero fue imposible. Un balbuceo torpe salió de su boca.

“Erre con erre cigarro…erre con erre barril” se oyó decir en voz alta y confirmó que era capaz de hablar sin dificultad. Cogió una pluma de su escritorio y escribió en un papel en blanco “Me llamo Ángela Ramírez. Vivo en Medellín. Soy escritora…”.

“Entonces, no tengo un accidente cerebrovascular. Estoy bien” se dijo a sí misma. Pero cuando intento escribir la palabra “Isolda” en el papel, la pluma cayó de su mano como si no tuviera fuerzas.

 

II

Los exámenes de sangre salieron normales. Igualmen­te la resonancia cerebral no había mostrado ningún tipo de lesión. Daniel y Ángela escuchaban cómo el neurólogo ex­plicaba que no había ninguna razón para estar preocupados. Todas las pruebas habían sido excelentes y no existía ninguna lesión neurológica que explicara el por qué no podía escribir esa palabra en especial. El diagnóstico definitivo fue agota­miento.

—Quizás es un bloqueo momentáneo —le decían sus compañeros escritores

—Sí. Has trabajado mucho en esa novela y quizás estás cansada —dijo alguien.

—Déjala un tiempo y trabaja en otros proyectos —recomendó otra voz.

Para Ángela no era fácil. Estaba obsesionada con esa novela que quizás la sacaría del anonimato. Había pensado que “Isolda” sería su Best Selller, pero tal vez sus compañeros tenían razón: debía dejar que la historia se aireara un poco. Su editor estuvo de acuerdo.

Durante dos semanas, Ángela estuvo escribiendo otros textos, evitando conscientemente su novela. Envió algunos cuentos a su editor quien le prometió revisarlos.

Una mañana luego de despedir a su hija, Ángela encen­dió su computador, abrió su procesador de texto y encontró una frase que la perturbó.

ISOLDA ESTÁ SECUESTRADA.

Daniel dormía plácidamente pero Ángela quería ahorcarlo. Ese tipo de broma no le hacía ninguna gracia y se lo hizo saber mientras desayunaban.

Su esposo aseguraba que él no había sido quien había escrito eso. Ángela no quiso creerle. Discutieron. Él se fue para el trabajo y ella quedó en casa muy molesta.

En la noche, ambos habían olvidado la discusión. Pero dos días después, al iniciar la mañana, el procesador de texto tenía otra nota.

SI QUIERES VOLVER A ESCRIBIR SOBRE ISOLDA, DEBERÁS SEGUIR LAS INDICACIONES.

—¡Esto es el colmo! —gritó Ángela mientras que se lanzaba contra Daniel que apenas abría los ojos. —Desgra­ciado, sabes que estoy pasando por un momento difícil de inspiración y disfrutas molestándome.

Daniel, asustado, miraba a Ángela que lo atacaba con una almohada, mientras trataba de entender qué era lo que estaba pasando.

—Te lo juro. No sé de qué me estás hablando.

—Claro que lo sabes, desgraciado. Estoy harta de que no me apoyes en mi trabajo. Siempre has estado en contra de que sea una escritora famosa.

—Eso no es cierto, y lo sabes.

—Mira, mejor déjame sola. No quiero verte.

—Claro que me iré. Podrás estar en paz.

Ángela había olvidado que Daniel tenía un viaje de tra­bajo en otra ciudad. Un viaje muy oportuno. Así tendría tres días para no discutir con él.

Daniel se bañó y se vistió. Mientras organizaba la maleta, trató de hablar con Ángela. No le quedaba claro el reproche que ella le hacía. Cuando Ángela señaló la frase en la pantalla, él se defendió diciendo que él no había sido. Ella por supuesto, no le creyó. La despedida fue un frío beso en la mejilla.

Ya sola en el apartamento, intentó nuevamente retomar la historia de Isolda. Fue imposible. No se le ocurría nada. Es más: no recordaba casi lo que había escrito en los primeros capítulos. Sabía que Isolda era un personaje de su libro, pero no recordaba qué diablos hacía en la historia.

A pesar de que el diagnóstico del médico había sido “cansancio”, estaba asustada por lo que le estaba pasando.

Las lágrimas comenzaron a brotar. Había sido muy dura con Daniel y lo llamó para disculparse. Él, aún dolido por lo que él creía que era una falsa acusación, contestó en un tono seco e impersonal. Debía colgar. Ya iba a abordar el avión. Ángela le recordó lo mucho que lo amaba y ofreció disculpas por el escándalo que había hecho. Era consciente de que se había alterado más de lo necesario. Él colgó.

 

III

Esa noche, Ángela, luego de acostar a su pequeña, in­tentó escribir algo, pero no pudo. Estaba agotada y se fue a la cama.

Quizá fue por la ausencia de Daniel, tal vez por la sen­sación de culpa, pero no pudo dormir. Se quedó dando vueltas en la cama pensando en cómo iba a resolver su novela y en lo que estaba experimentando.

De pronto escuchó un “bip” que provenía del estudio. Parecía el sonido que hacía su computador al encenderse. Por primera vez se le ocurrió que a lo mejor era su hija quien jugaba con ella. Le pareció extraño. Apenas, si sabía escribir. Se levantó y caminó sigilosamente hacia el estudio. Al pasar por la puerta de la habitación de su hija vio su silueta en la cama. Cuando llegó al computador notó que las luces de la CPU estaban encendidas. Quizás había olvidado apagarlo.

Encendió la pantalla para verificar que no había dejado ningún archivo abierto y poder apagarlo sin perder informa­ción, cuando vio asustada que en la pantalla había una hoja en blanco en la cual se estaba escribiendo una frase sin que nadie tocara el teclado.

—TENGO EN MI PODER A ISOLDA. SI QUIE­RES VOLVER A SABER DE ELLA DEBERÁS SE­GUIR MIS INSTRUCCIONES.

Con manos temblorosas, Ángela comenzó a digitar…

—¡Quién es? ¿Quién está escribiendo?

—YO

—¿Y quién eres?

—ESO NO IMPORTA. LO IMPORTANTE ES QUE ISOLDA ESTÁ SECUESTRADA Y NO ESTARÁ LIBRE HASTA QUE SIGAS LAS INDICACIONES.

—No entiendo…

—NO TIENES QUE ENTENDER NADA. ES UN SECUESTRO. SI QUIERES A ISOLDA TENDRÁS QUE HACER LO QUE TE DIGA.

Ángela, evitando dar un alarido oprimió instintivamen­te el botón “reset” del equipo, pero se arrepintió inmediatamente por haber actuado de forma tan apresurada. Pensó que debía haberlo dejado encendido, pero era la primera vez que le pasaba algo tan extraño.

En la mañana, después de enviar a su hija al colegio, llamó a su editor para contarle lo ocurrido.

—Puede ser eso que llaman “delito informático”. A lo mejor alguien está entrando a tu computadora. ¿Por qué no hablas con la policía?

—Sí. ¿Pero y eso qué tiene que ver con que no sea capaz de escribir sobre Isolda?

—Buen punto. No sé. Habla con ellos.

Cuando Ángela fue a la oficina de delitos informáticos de la Policía Nacional, pensaron que estaba loca. Una escritora estaba denunciando que habían secuestrado el personaje de una de sus novelas y que sus captores le escribían en una página de Word de su propio computador.

Sin embargo, el técnico que la atendió ante la insistencia de que el computador escribía sin que nadie digitara, le sugirió que lo hiciera revisar de un técnico. Quizás había sido víctima del algún hacker.

—¿Y eso no es lo que investigan ustedes? — preguntó Ángela bastante molesta.

—Señora, nosotros investigamos delitos informáticos. ¿No dijo usted que no tenía información personal o bancaria en su computador?

—Así es. Solo lo uso para escribir mis libros y hacer alguna consulta en internet.

—Entonces, no hay delito. Debe hacerlo revisar por un técnico particular para ver si se le coló un hacker.

—Pero…

—Lo siento, señora. Solo nos corresponde investigar si hay un delito.

—Pero… ¿y el secuestro de mi personaje?

Ángela se interrumpió bruscamente cuando se escuchó decir la frase. “¿Así hablaría una persona cuerda?” La mirada del técnico de la policía, la hizo recapacitar.

—Sí señor. Haré lo que me dice. Buscaré un técnico.Mil gracias —y salió lo más rápido que pudo antes de que la retuvieran por loca.

—Con mucho gusto señora —respondió el policía mientras pensaba en lo extraños que suelen ser los escritores.

 

IV

Al llegar a su casa, encontró el computador encendido. Estaba segura de que lo había dejado apagado.

—¿QUÉ DICES, ÁNGELA. QUIERES RECUPE­RAR A ISOLDA?

—¿Quién eres? —escribió Ángela, más enojada que asustada.

—SOY QUIEN ESTÁ BLOQUEANDO TU MEN­TE. SOY QUIEN TIENE SECUESTRADA A ISOLDA —las letras iban apareciendo, una a una en la pantalla.

—¿Qué quieres de mí?

—QUE ESCRIBAS UN CUENTO SOBRE SE­CUESTRO DE IDEAS.

—¿Y luego?

—PODRÁS VOLVER A ESCRIBIR SOBRE ISOLDA.

—¿Y si me niego?

—PONDRÍAS EN PELIGRO TU NOVELA. JA­MÁS PODRÁS TERMINARLA.

—Pero podría escribirla a mano.

—NO PUEDES. YA LO HAS INTENTADO, ¿VERDAD? NO ES ESTE EQUIPO EL QUE TE IM­PIDE ESCRIBIR. ISOLDA FUE SUSTRAÍDA DE TU MENTE. PERO HAS SIDO TAN NECIA QUE ME HAS IGNORADO POR COMPLETO. YO USO ESTE COMPUTADOR PARA COMUNICARME CONTI­GO, PERO ISOLDA NO FUE SECUESTRADA DE UN DISCO DURO. FUE SECUESTRADA DE TU HISTORIA, EN TU CABEZA. POR ESO NO PUEDES ESCRIBIR SOBRE ELLA. ISOLDA ES UNA IDEA SECUESTRADA.

Ángela sintió desmoronarse. Era una situación muy in­usual. Parecía que la ficción había entrado a su mundo, para quedarse. Miró el reloj. Era hora de recoger a su hija en el colegio. Era viernes y salía un poco más temprano. Empacó algunas de las pertenencias de la niña y habló con su madre. La llevaría con sus abuelos el fin de semana para tenerla fuera de la casa por un tiempo mientras resolvía la situación.

Antes de salir, Ángela imprimió la hoja de Word y la echó en su cartera por si acaso necesitaba pruebas. Dejó el computador encendido y salió por su hija.

Luego de dejarla donde los abuelos, llamó a su editor. Le contó lo que le habían dicho en la Estación de Policía y este le sugirió que hiciera lo mismo: hacer revisar su equipo por un técnico en sistemas. Le dio el teléfono de uno que había trabajado en la editorial. También le sugirió que escribiera un cuento sobre secuestro de ideas. Nada perdería con hacerlo, y qué mejor inspiración tenía, que una historia donde un protagonista imaginario era raptado de la mente de un escritor.

Cuando terminó de hablar con su editor, encontró en su celular una llamada perdida. Era Daniel que estaba un poco preocupado. Había llamado a la casa y nadie había contestado. Llorando, Ángela le contó lo que había pasado luego de que él se fuera de viaje. Daniel más preocupado aún, le sugirió que no regresara a casa y se quedara con sus padres. Ángela por el contrario se mostró partidaria de volver y es­cribir la historia en el computador. Quizás si el secuestrador veía que seguía sus instrucciones liberaría a Isolda. Daniel no estuvo de acuerdo y le insistió para que esperara su regreso que sería al día siguiente. Ángela no quiso esperar.

Llamó al técnico en sistemas. “Es viernes”, respondió él. ¿Sería posible la semana siguiente? No. Claro que no —res­pondió ella. La situación era apremiante. ¿El sábado? Costa­ría un poco más. No importa —contestó ella. ¿A las nueve? Perfecto. Ángela le dio la dirección de su apartamento.

Apenas Ángela llegó a su casa, se dirigió a su estudio. La página con la conversación estaba sin modificaciones en la pantalla. Dio clic en “documento nuevo” y comenzó a es­cribir la historia del secuestro de ideas. Trabajó en ella hasta muy entrada la noche. Era la historia de un escritor al que le secuestraban un personaje imaginario. La idea en sí era fasci­nante. Era una lástima que no se le hubiera ocurrido antes y que escribirla hubiera sido un acto forzado.

Cerca de las tres de la mañana, Ángela terminó la his­toria y la envió por correo electrónico a su editor. Pensó que quizás así, los captores de Isolda podrían ver que había cum­plido su parte. Se acostó muy cansada y se durmió sin proble­ma. Soñó con Isolda que reía y cantaba mientras transitaba por un bosque florido. En el sueño, Isolda se reunía con los demás personajes de la novela y departían animados.

Serían algo más de las nueve y media de la mañana del sábado, cuando el citófono la despertó. Había llegado el técnico. Mientras se ponía algo de ropa para hacerlo pasar Ángela descubrió que se sentía más ligera. Tenía cientos de ideas sobre cómo continuar su novela, cada idea mejor que la anterior. Incluso pensó que lo del técnico ya no era necesario. Había vuelto su inspiración. Sentía que podía terminar su novela si trabajaba todo el día.

Ángela hizo pasar al técnico y le contó lo del posible hacker, omitiendo cuidadosamente hablar del secuestro de su personaje. El técnico se sentó al teclado, digitó unas ins­trucciones y un fondo negro se desplegó en toda la pantalla, con un cursor intermitente que se desplazaba a medida que escribía unos comandos que Ángela desconocía. Ella respon­día todas las preguntas que el hombre hacía sobre el antivirus, sobre quién más tenía acceso a la máquina, instalación de programas recientes, descarga de música o videos, etc.

Finalmente, luego de correr varios programas, el vere­dicto del técnico fue contundente. El equipo había sido in­fectado por un virus que permitía el acceso remoto desde otra ubicación. Habría que formatear todo el disco duro. ¿Había riesgo de perder toda la información? Claro que sí. El virus había infectado varias carpetas del registro. Cualquier archi­vo podía estar infectado.

¿Habría forma de hacer un backup? No. El backup po­dría quedar con el virus. ¿Entonces qué podría hacer? Si no había hecho una copia de seguridad antes de la infección lo perdería todo.

Ángela recordó que cada mes enviaba sus textos a su editor. Además hacía un mes había guardado sus archivos en un disco externo. Si no estaban infectados podría reconstruir sus cuentos y novelas. Solo perdería lo escrito en las últimas tres semanas.

Quedó decidido, formatearían el disco duro. Solo hubo una solicitud. Pidió al técnico que imprimiera todos los últi­mos trabajos escritos en el último mes, incluyendo el cuento sobre el secuestro de las ideas.

El disco duro del equipo fue formateado y el técnico volvió pacientemente a instalar casi todas las aplicaciones que tenía originalmente. Fue una jornada larga. Hasta las tres de la tarde Ángela y el técnico estuvieron trabajando, tratando de reconstruir los archivos perdidos a partir de un disco duro externo. Las pruebas habían descartado que los archivos en él, estuvieran corruptos o infectados.

Luego de verificar que el equipo funcionaba a la perfec­ción y que la mayoría de los archivos quedaron restablecidos, con excepción de los del último mes, Ángela pagó al técnico una suma considerable de dinero. Luego de que este se fuera, llamó a su madre para preguntar por su hija y se sentó a revisar las nuevas aplicaciones que el técnico había dejado instaladas en su computador.

 

V

A las seis de la tarde, un ruido en la puerta la sobresaltó. Era Daniel que regresaba de su viaje. Se abrazaron como dos enamorados que no se veían en mucho tiempo.

Conversaron y se contaron las mutuas experiencias de los tres últimos días, Daniel sonreía viendo que la inspiración había regresado a su amada y le daba esa cara de felicidad que no había visto en las últimas semanas.

Tenían lo que quedaba del fin de semana para ellos so­los y se desatrasaron con pasión. El domingo en la tarde re­cogieron a la hija y la vida volvió a ser normal.

El lunes Ángela despachó a su hija para el colegio y a su esposo para el trabajo y se sentó nuevamente frente al teclado. Escribió y escribió como si nada hubiera pasado. Isolda había sido liberada y se reintegraba a la novela como si nunca hubiera estado ausente.

El miércoles llevó dos nuevos capítulos a su editor y el cuento impreso que había escrito sobre el rapto de una idea. Él ya lo había leído y le había parecido maravilloso.

En el taller de escritores contó la historia del hacker y les sugirió que hicieran una revisión de sus computadores, no fuera que tuvieran un virus en sus equipos. Sus compañeros estaban estupefactos. Quiso mostrar la página en la que pedían el rescate, pero por alguna extraña razón la hoja que había guardado en su bolso estaba en blanco. Se conformó con leerles el cuento que había escrito sobre el secuestro de ideas.

Mientras lo hacía, una de sus compañeras se movía in­cómoda en la silla. Cuando Ángela terminó su lectura, Luisa, una compañera comenzó a llorar.

—¿Qué te pasa, Luisa? No es una historia tan trágica para que te pongas así. Tuvo un final feliz.

—No es por eso. ¿Recuerdan ustedes la novela que em­pecé a escribir sobre Gabriela, la abogada?

—¿Qué hay con ella?

—¿Recuerdan que ustedes siempre me regañaban por­que la dejé inconclusa y nunca volví a trabajar en ella? Les voy a confesar algo. Gabriela, mi personaje, fue secuestrada…Nunca escribí la historia que me pedían como rescate y ella nunca volvió a mi cabeza. Solo Dios sabe quién la tiene secuestrada aún.

 

©  Carlos Alberto Velásquez Córdoba

 


Fuga de Ideas. 

Libro de cuentos fantásticos bajo el sello editorial de Fallidos Editores y con prólogo de los profesores Luis Fernando Macías y Memo Anjel

Categoría: Literatura Colombiana (cuentos)
Primera edición: Nov 2019
número de páginas: 82
ISBN: 978-958-48-7357-6
Editorial: Fallidos Editores
Formato: 14 x 21 cm (con solapa), Rústico (pegado-cosido)
Interior: Papel Ecológico