He escuchado a muchas personas hablar en contra de la inteligencia artificial, personas que considero inteligentes.
Aquí va mi opinión sobre el tema:
La inteligencia artificial es una herramienta. A unos les causa miedo, a otros les da esperanza. Pensemos en cuántas herramientas se consideraban peligrosas a lo largo del tiempo:
La biblioteca de Alejandría fue quemada varias veces porque era un peligro; atentaba contra las creencias predominante de la época. La electricidad se consideró muy peligrosa: mataba a la velocidad de un rayo o dejaba quemaduras en quien la manipulaba sin el debido cuidado. De los Rayos X, ni se diga... producían enfermedades a quienes se exponían a ellos, hasta que se convirtieron en la base de muchos diagnósticos en medicina.
Los carros impulsados por vapor o gasolina eran peligrosísimos (hasta el punto de que no podían andar a más de 8 kms por hora y un hombre tenía que ir adelante con una bandera para que la gente se quitara del camino).
Muchos se opusieron, en su momento a que los carruajes de tracción animal fueran reemplazados con aquellas máquinas aterradoras. Pero en la medida en que aprendemos a usar correctamente las herramientas, el temor desaparece. El fuego que pudo aterrorizar a los primeros humanos se convirtió luego en una fuerza transformadora.
Aquí el problema no es la inteligencia artificial, sino la estupidez humana que usa mal la herramienta.
La inteligencia artificial nos facilita la vida, y no solo ahora sino desde hace muchos años: nos propone correciones en textos que escribimos, nos sugiere compras de cosas que necesitamos (o tal vez no). Es la que nos muestra nuestros contactos más comunes para que no perdamos tiempo buscando un teléfono o un correo entre cientos de ellos. Es nuestra inteligencia la que decide si ponemos la coma, si cambiamos la palabra, si marcamos ese número o si compramos lo que nos ofrecen.
En medicina la inteligencia artificial calcula por nosotros fracciones de eyección, porcentajes de perfusion en un órgano o probabilidades de que un tumor sea maligno en una imagen diagnóstica o en una prueba de laboratorio. Las herramientas están ahí y la inteligencia humana es quien decide finalmente como se ha de utilizar.
Es cierto que aún muchas personas no saben usar la tecnología y no tienen criterio para distinguir lo real de lo ficcional. Todavía hay una gran mayoría que replica todo lo que aparece en redes sociales sin confirmar lo que recibieron. Basta mirar la infodemia que ocurrió durante la pandemia COVID-19. Pulularon miles de mensajes con informaciones falsas, incluso compartidas por personal médico que se suponía que debía usar el método científico y comprobar la información antes de compartirla. La inteligencia artificial puede ser utilizada para engañar personas o para mejorar el mundo.
Llegado a este punto, mi opinión es que la AI una herramienta es tan útil como la inteligencia de quien la usa.
Cuando alguien se escandaliza por el riesgo que la inteligencia artificial plantea, pienso en aquellas personas que creían que el carro de motor era un invento del demonio y consideraban que debía prohibirse. Si lo pensamos bien, aun hay muchas personas que fallecen atropelladas por autobuses. Pero eso no es razón suficiente para que se prohiban; son más los beneficios que los daños.
Necesitamos que haya personas con banderas que vayan adelante hasta que todos sepamos usar la herramienta, pero nunca atacar la herramienta.
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