miércoles, 22 de julio de 2020

La Gripe Española

Somos una generación acostumbrada a la inmediatez.

Hace poco la madre de una amiga se quejaba de que, a causa de la pandemia por el COVID-19, hacía tres meses no había podido visitar a sus nietos y se tenía que conformar con verlos a diario por video-conferencia. Yo pensaba en unos padres en la Europa de principios del siglo XX, viendo a su hijo embarcar a América en un transatlántico, sabiendo que no volverían a verlo hasta dentro de unos años y que tendrían que esperar semanas o meses tan solo para recibir una carta suya. Probablemente solo conocerían a sus nietos cuando estos tuvieran ocho o diez años, o que tal vez nunca los conocerían en persona. 

Somos una generación acostumbrada a la inmediatez, que se entera de lo que pasa al otro lado del planeta con unos pocos minutos de diferencia. 

Cuando estudiaba en la universidad, debíamos esperar dos meses para que llegaran las revistas con los últimos avances médicos, y teníamos que hacer una larga cola de espera para que la biblioteca nos prestara las revistas luego de que los profesores las leyeran. No existía el internet. Ahora, con solo encender un computador o un celular, tenemos la información inmediata de los últimos avances médicos, incluso, mucho antes de que la revista salga a la venta. 

Nos acostumbramos a la velocidad de nuestra tecnología sin entender que la biología no sigue nuestro ritmo. Cuando formulo un medicamento para una faringitis, debo convencer a mi paciente de que la mejoría solo se percibirá completamente unos días después. Muchos se molestan porque quieren que la garganta se regenere inmediatamente luego de varios días de haber sido atacada por un microorganismo. Una  rodilla excoriada no sanará a la velocidad de un ungüento;  sanará a la velocidad de en que se regeneran las células. 

Estamos habituados a cambiar un celular malo por uno nuevo, a reponer un componente de un electrodoméstico o a reemplazar inmediatamente un vidrio quebrado por uno nuevo, y no entendemos que la naturaleza toma su propio tiempo en sus procesos. Un tajo en una corteza de un árbol, demora años en ser reparada.

Con esta pandemia del COVID-19 la gente se ha impacientado, sin entender que es la naturaleza quien fija los plazos. La mayoría de mis amigos y conocidos esperaban que la cuarentena durara quince días, y me catalogaban de "pesimista" cuando les explicaba que la situación puede demorar meses y años. 

La naturaleza no sigue nuestras órdenes. Hay que aprender a observarla, a escucharla y obedecerla. Rebelarnos contra la biología no servirá de nada. No es la primera vez que nos enfrentamos a una epidemia, y tampoco será la última. Conocer la historia nos hace fuertes, si tenemos la actitud para aprender de lo ocurrido. 



A continuación les traigo un video para que reflexionemos. Aprendamos que somos tan solo somos unos visitantes en este planeta y no somos nosotros quienes ponemos las condiciones. Hasta que no aprendamos esto, no viviremos en paz.




Hasta la próxima semana.






3 comentarios:

  1. Super interesante, si siempre nos hablaran abiertamente y no se especulaba, ni atemorizara tanto, esta situación sería más llevadera y con responsabilidad. Así lo pienso.
    Gracias.

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  2. Así es... Situados en el planeta tierra Vs.Dueños del planeta tierra.😷

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  3. Hay que ser pacientes, esto es de tiempo....

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