LA DANZA DE LAS PALABRAS
Libia María Ortiz Tejada.
La lectura y la escritura, dos actividades exclusivamente humanas; son parte de nuestra historia desde tiempos inmemoriales: Puertas que se abren hacia mundos nuevos, experiencias inexploradas y conocimiento infinito. Ambas ofrecen un placer inigualable, una danza de palabras que nos transporta a lugares lejanos y nos permite vivir vidas que nunca imaginamos. Sin embargo, detrás de este placer se esconde una serie de desafíos que enfrentamos en nuestro viaje hacia la comprensión y la expresión.
El placer de la lectura es indiscutible. Sumergirse en las páginas de un buen libro es como adentrarse en un universo paralelo donde el tiempo se detiene y solo existe la historia que se despliega ante nuestros ojos. Cada palabra es una nota en la sinfonía de la imaginación, cada página un lienzo en blanco sobre el cual se dibujan paisajes y personajes que cobran vida. La lectura nos permite experimentar emociones intensas, reír, llorar, enamorarnos y reflexionar, todo dentro del espacio seguro que proporcionan la intimidad de la obra. Es un placer solitario pero compartido, ya que los lectores encontramos nuestra propia conexión con la historia y, al mismo tiempo, nos unimos a una comunidad de mentes ávidas de conocimiento y aventura.
Sin embargo, este placer no está exento de desafíos. La barrera del acceso a la educación y a los libros puede ser insuperable para muchos, privándolos del placer transformador que la lectura puede ofrecer. La falta de tiempo en un mundo cada vez más acelerado puede dificultar la dedicación necesaria para sumergirnos verdaderamente en esta experiencia. La atención dividida entre dispositivos electrónicos, redes sociales y responsabilidades cotidianas puede restarle importancia como actividad central en nuestras vidas y, la sobreabundancia de información puede llevarnos a la superficialidad, privándonos de la oportunidad de explorar textos de manera profunda y significativa.
Por otro lado, la escritura también ofrece un placer único y transformador. Es el acto de dar forma a nuestros pensamientos, emociones y experiencias a través de las palabras, creando un puente entre nuestro mundo interno y el exterior. Es un proceso de descubrimiento y autoexpresión que nos permite reflexionar sobre nuestras vidas, explorar las pasiones y compartir las ideas con el mundo. Escribir nos empodera, nos da voz y nos conecta con otros seres humanos a nivel emocional e intelectual.
No obstante, la escritura conlleva sus propios retos. La autoexigencia y el perfeccionamiento pueden convertirse en obstáculos que nos impiden comenzar o terminar un texto. El miedo al juicio y a la crítica puede paralizarnos, haciendo que dudemos de la valía de nuestras palabras y nos censuremos. Así mismo, la falta de práctica y de retroalimentación constructiva puede dificultar el desarrollo de las habilidades como escritores, dejándonos atrapados en un ciclo de insatisfacción y estancamiento.
Ciertamente, la lectura y la escritura son actividades que nos brindan un placer incomparable, abriendo puertas hacia la imaginación, la reflexión, la conexión con los demás y el mundo que nos rodea. Sin embargo, no podemos ignorar los desafíos que enfrentamos en nuestro camino hacia el disfrute pleno de estas, siendo necesario reconocer y abordar estas dificultades para que podamos experimentar el placer transformador que nos ofrecen. Solo entonces, podremos seguir danzando entre las palabras, explorando nuevos mundos y descubriendo el poder de nuestras propias historias.
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Libia María Ortiz Tejada:
Licenciada en Didáctica y dificultad del aprendizaje escolar de la Fundación Universitaria CEIPA, Magister en Educación de la Universidad de La Sabana. Investigadora de los elementos comunes en los diarios de campo de las estudiantes de pedagogía infantil y coinvestigadora en los procesos de la educación hospitalaria.
Se desempeñó como docente en diferentes niveles y ha trabajado en la formación de profesores a nivel nacional con la implementación del modelo CIDEP, promovido por el Ministerio de Educación Nacional y la Universidad de La Sabana; asesora pedagógica en jardines infantiles de la Secretaría de Integración Social de la ciudad de Bogotá, y directora de jardines en la primera infancia en el sector privado.
La experiencia de enseñar la llevó a un doble rol, el de ser orgullosamente maestra de los niños y formadores de los niños en los niveles de preescolar, y el de ser aprendiz y cómplice de proyectos maravillosos cargados de fantasía, donde por principio de vida, respetó el ritmo de aprendizaje de quienes quieren aprender.
El gusto por los cuentos lo tomó desde niña, cuando a través de la radio escuchaba programas para niños en los cuales las descripciones de personajes y situaciones eran tan vívidas que llevaban al oyente a mundos asombrosos.
De su padre recuerda escucharlo contando las aventuras de él y sus amigos mientras cazaban; relatos que acompañaba muy bien con gestos y sonidos que la llevaban a vivir las emociones que sentían. Estas experiencias descriptivas de personajes y situaciones se reflejan hoy en los cuentos que le gusta narrar o escribir.
Participa como oyente y escritora del taller Crea-Acción Literaria dirigido por el médico y escritor Carlos Alberto Velásquez, de la Editorial Libros para Pensar, el cual disfruta y le permite saldar la deuda que aún tiene con la lectura de clásicos y otros más.
Felicitaciones!
ResponderBorrarLa lectura y la escritura dan cuenta del poder que tenemos de ser creadores de comunidades que se comunican y comparten sus sueños, conocimientos, emociones...
Un texto con reflexiones y propuestas bien.estructuradas y argumentadas. Particularmente me gustó eso de la superficialidad en un mundo con demasiada información. Felicitaciones, Libia.
ResponderBorrarExcelente mi tía Libis. Te amo. Carolina
ResponderBorrarFelicitaciones mi escritora preferida. Mery
ResponderBorrarLibia, maravilloso, una gran reflexión y una danza de palabras para seguir creando.
ResponderBorrarSin duda el tiempo, las distracciones y el todo pa'ya nos alejan de la lectura. Gracias por recordarnos el placer de leer. Un abrazo
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