miércoles, 19 de octubre de 2022

Sánchez no es un apellido indígena.

Hace varios años leí una anécdota del escritor y periodista español Arturo Perez-Reverte, quien fue interpelado por un periodista mexicano, que lo acusaba de que sus ancestros habían venido a América a violar mujeres y destruir "nuestra" civilización.

Perez-Reverte le pidió que se identificara. El periodista se presentó (su apellido era Sánchez), a lo que el escritor le replicó que sus antecesores no habían viajado a América, y que él era el primero de su familia en venir a este continente. Sin embargo, quiso llamar a atención sobre el hecho de que el periodista fuera de apellido Sánchez, un apellido que no pertenencia a ninguna tribu autóctona americana, pero que sí tenía un origen español. 

"Entonces, su antecesor, ese señor de apellido Sanchez, fue el que vino a violar y acabar con la civilización indígena.  Pídale cuentas a su abuelo el genocida, no a mi"




Esta anécdota nos deja una reflexión: Mientras que a lo largo de la historia los países conquistados en otras partes del mundo se han sobrepuesto a su historia y han progresado orgullosos de sus raíces y la mezcla de sus ancestros, en Latinoamérica nos han hecho creer que solo somos descendientes de los nativos, y abjuramos del nuestro origen europeo. Nos negamos a aceptar que somos una mezcla de tres continentes (Una fusión de indígenas americanos, de migrantes europeos y esclavos africanos). Tenemos tres raíces de las que deberíamos estar orgullosos, porque lograron una mezcla maravillosa. 

Por siglos nos han vendido una narrativa de odio y resentimiento hacia nuestras raíces europeas olvidando que también somos sus descendientes. 

Ya es hora de dejar de culpar a unos supuestos extranjeros, por el presente que tenemos y pensar como construimos un mejor futuro.  

Precisamente, en estos días posteriores al 12 de octubre, en los que se ataca el nombre de "Día de la raza" (o en España, "día de la hispanidad"), pensemos si ese odio no es más que un pretexto para buscar culpables. 

Fomentar el odio a los que llegaron en barco hace 500 años y culparlos de todos nuestros males actuales, es simplemente un acto populista que pretende enardecer las mentes de los que no piensan, de los que no entienden su pasado. 

No existe ninguna deuda ancestral. Somos el resultado de la unión de antepasados de tres continentes. Cualquier deuda es con nosotros mismos. Aceptemos nuestros orígenes; dejemos de buscar culpables y aprovechemos la mezcla tan especial que resultó de esa fusión, para construir un futuro mejor, sin odios ni rencores. 

Para finalizar, quiero dejarles este video. ¡Que viva el día de la hispanidad! 



Fuente: 

Así dejo Perez-Reverte a un Sánchez que lo acusaba

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