miércoles, 2 de enero de 2019

Feliz año nuevo, sobrevivientes del 2018

Por veintitrés años, casi consecutivos, tuve la fortuna (para muchos sería infortunio) de pasar el año nuevo trabajando en un hospital. Definitivamente soy una persona de "acción" y me gusta ese tipo de "deporte extremo" que se vive en los servicios de urgencias o en las Unidades de Cuidados intensivo. 

A decir verdad, jamás me he sentido a gusto en las celebraciones sociales de final de año, ya que soy un convencido de que el 31 de diciembre es una invención del ser humano.  En mi caso, siempre he empezado el año en el solsticio de invierno, el 21 de diciembre, cuando la naturaleza sabiamente marca el fin de una vuelta al sol. 

Después de varios años de no hacer turnos, aún me siento extraño observando cómo hay personas que dan la vuelta a la manzana con todo tipo de disfraces esperando viajar, o individuos que se atragantan de uvas. Los peores en mi concepto, son los que tienen la costumbre de abrazarse como locos a las doce en punto, y llorar mutuamente por lo que hicieron o no pudieron hacer en los últimos 365 días, o más triste aún, por lo que la vida hizo con ellos, como si fueran juguetes del destino. En lo personal, trato de que el "año nuevo" (que como dije es un invento humano), me coja durmiendo y descansando plácidamente mientras el resto del mundo se empapa de las lágrimas de otros. 

Sin embargo, hay algo que no puedo olvidar. La época decembrina es una época de mucho trabajo para el personal de salud. A esos héroes les rindo mi sentido homenaje en estas épocas. 

De esos diciembres recuerdo un año específico en el que dos madres (ya ancianas) me llegaron, por vías independientes, a la Unidad de Cuidados Intensivos como resultado de que sus hijos (que vivían lejos) decidieron caerles por sorpresa en sus respectivas casas para pasar con ellas la nochebuena.  Ambas madres tuvieron sendos infartos y las dos murieron. (Créanme, no es chiste). 

Por mucho tiempo he discutido con colegas mi impresión de que la navidad, mata personas, no solo por el abuso del licor, o la pólvora, sino porque a la gente se "le daba por morir" en estas épocas. 

Hace poco leí un artículo médico que confirma lo que intuitivamente había observado. 

Un estudio sueco publicado en el British Medical Journal en diciembre de 2018 demostró que la época navideña y las vacaciones ocasionan un incremento de los infartos de corazón. 

El estudio observó durante 16 años el comportamiento de los infartos durante navidad, año nuevo, semana Santa, y las vacaciones de verano.  También se analizaron los infartos que se presentaban durante los mundiales de fútbol, la UEFA y los juegos olímpicos. 

Adivinen: La mayor cantidad de infartos se presentaron en la navidad. (observen el cuadro que muestra los eventos en la semana 52).  Aclaro que la mayoría de los afectados eran pacientes mayores de 75 años con diabetes o antecedentes coronarios. 


Llegado a este punto, debo celebrar que de mi círculo cercano, todos sobrevivimos a las fiestas que acabaron de pasar. 

De manera que 


FELIZ AÑO NUEVO, SOBREVIVIENTES DEL 2018. 

De todo corazón espero que dentro de un año podamos incluirnos todavía en el grupo de los sobrevivientes. 

Para quienes quieran conocer más acerca del estudio, les dejo el resumen que sacó una revista argentina, y al final les comparto el estudio original. 


https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=93517
Tomado de Intramed.  


Fuente:   




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