miércoles, 27 de junio de 2018

Los atajos de la mente y los sesgos cognitivos

Imaginemos que un niño de unos pocos años encuentra un animalito oscuro que sale de su cajón de los juguetes. Es simpático. Se mueve con muchas patas. Parece un juguete nuevo. El niño lo intenta tomar con sus dedos y ¡Zas!  siente un dolor  intenso en su mano. La madre debe correr para atender la picadura. 

El niño habrá aprendido a temerle a cualquier insecto.   

En otro lugar y tiempo distante, un cavernícola encuentra un arbusto con un fruto rojizo que desconocía. Lo toma, lo olfatea y muerde tímidamente. Sabe asqueroso. Tira la fruta al suelo mientras la escupe. Le parece extraño. La mayoría de los frutos rojos son agradables al gusto. 

En ambos casos se ha presentado algo que la naturaleza creó: Los atajos mentales.  

El aprendizaje se basa en reconocer patrones.  En vista de que no siempre se puede tomar cada decisión con un análisis completo y detallado, la naturaleza nos ha dotado con un cerebro que nos permite hacer comparaciones y analogías para ahorrarnos tiempo y recursos frente a cada decisión. Cuando un perro nos ladra y nos muestra los dientes amenazantes, nuestro cerebro echa mano de experiencias previas para advertirnos que no debemos acercarnos, y ahorrarnos una mordida mientras averiguábamos la verdadera intención del canino. 

Esa cualidad cerebral nos permite tomar decisiones rápidas, pero en ocasiones se vuelca contra nosotros: Nuestro cerebro tiende a generar ideas preconcebidas, es decir, juicios sesgados.  Estamos dotados genéticamente para pensar en forma sesgada. Eso no es malo en sí, solo que en ocasiones nos hace cometer errores.   

A continuación les dejo un video sobre los sesgos congitivos. 






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