miércoles, 25 de enero de 2017

Yo también fui socialista.

Sí. Yo también tuve un momento de mi juventud en el que creí que el socialismo o el comunismo eran las mejores opciones. En ese entonces, creía que todas las personas estaban dispuestas a dar el mejor esfuerzo para que la sociedad saliera adelante y que nadie debería recibir más que otros. 



Luego me di cuenta de que cuando yo trabajaba "en equipo" había unos pocos que hacían su mejor esfuerzo y otros por el contrario, buscaban que fuéramos nosotros los que hiciéramos el mejor esfuerzo, "en beneficio del grupo". 


Aprendí que una sociedad progresa porque existe la competencia entre sus miembros y que es el esfuerzo individual el que ha hecho que el mundo prospere.   

Incluso el mejor trabajo en equipo funciona porque cada uno de sus miembros hace correctamente lo que le corresponde a manera individual.   




Mi mejor idea de un trabajo en equipo es una orquesta interpretando una sinfonía. Cada uno de los músicos debe tocar bien la parte que le corresponde, al momento que le corresponde. Si lo piensas,  eso no es trabajo en equipo. Es un trabajo individual bien hecho en el momento en que hay que hacerlo. El resultado solo se logra si cada individuo hace lo que le toca, y lo hace bien.  

Infortunadamente, algunos avivatos han querido hacernos creer que el socialismo es la mejor propuesta política. Pero como decía Margareth Tatcher, el socialismo solo funciona cuando se acaba el dinero... de los demás.  

El éxito del comunismo/socialismo radica en que dividen al mundo entre los que uno cree que son ricos (y no deberían) y los que uno cree que deberían tener más. (o sea uno, y los más pobres que uno). El juego de sus líderes consiste en hacernos creer a los segundos que los ricos no deberían ser ricos y tienen la obligación de repartir su riqueza (sin importar el esfuerzo que hicieron para conseguirla).  

Lo que no dicen es que si no hay beneficios para los que hacen mayores esfuerzos, llegará un momento en el que nadie quiera hacer nada provechoso sabiendo que va a ganar lo mismo que el que no hace ningún esfuerzo. 


Hace poco leí un buen ejemplo de ello. 




Una estudiante universitaria cursaba su último año de sus estudios. Como suele ser frecuente en algunos medios universitarios, la joven pensaba que era comunista y, como tal, estaba a favor de la distribución de la riqueza.

Tenía vergüenza de su padre, un empresario exitoso. Él era capitalista y estaba en contra de los programas socialistas. La mayoría de sus profesores le habían asegurado que la de su papá era una filosofía equivocada.

Por lo anterior, un día ella decidió enfrentar a su padre. Le habló del materialismo histórico y la dialéctica de Marx tratando de hacerle ver cuán equivocado estaba al defender un sistema tan injusto. 

En eso, como queriendo hablar de otra cosa, su padre le preguntó: 
-¿Cómo van tus estudios? 
-Van bien -respondió la hija, muy orgullosa y contenta-. Tengo promedio de 9, hasta ahora. Me cuesta bastante trabajo, prácticamente no salgo, no tengo novio y duermo cinco horas al día, pero, por eso ando bastante bien, y voy a graduarme a tiempo.

Entonces el padre le pregunta: 
-Y a tu amiga Melisa, ¿Cómo le va? 

La hija respondió muy segura: 
-Bastante mal, Meli no pasa porque no alcanza el 6, apenas tiene 3 de promedio. Pero ella se va a bailar cada semana, pasea, está presente en todas las fiestas, estudia lo mínimo, y falta bastante… no creo que se gradúe este año.

El padre, mirándola a los ojos, le respondió: 

– Entonces habla con tus profesores y pídeles que le transfieran 3 puntos de los tuyos a ella. Esta sería una buena y equitativa distribución de notas, porque así ambas tendrían 6 y se graduarían juntas.

Indignada, ella le respondió:

-¡¿Estás borracho?! - ¡Me rompo la madre para tener 9 de promedio! ¡  ¿Te parece justo que todo mi esfuerzo se lo pase a una vaga, que no se esfuerza por estudiar?   Aunque la persona con quien tengo que compartir mi sacrificio sea mi mejor amiga… ¡¡No pienso regalarle mi trabajo!!

Su padre la abrazó cariñosamente y le dijo:

- ¡Hija, bienvenida al capitalismo!

Autor desconocido



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