miércoles, 21 de octubre de 2015

El homosexualismo como control de la especie.

Una cosa es aceptar que haya homosexualidad y otra muy diferente pensar en la homosexualidad como un fenómeno "normal".

No es que sea homofóbico. No tengo nada en contra de un homosexual, pero crecí en un ambiente donde había hombres y mujeres. Los puntos medios no eran bien vistos. 

Con el correr de los años, en el colegio, en la universidad y luego  en mi vida profesional, me he dado cuenta de que el mundo no es como yo crea, sino como realmente es.   

A pesar de que cromosómicamente hay hombres y mujeres, (exceptuando algunas anormalidades cromosómicas) el mundo parece tender a que haya mas homosexualidad. 

No me siento a gusto en ambientes donde que trata de hacer parecer la homosexualidad como un hecho normal y admirable. Lo admito. Contrario a lo que muchos pregonan, soy un convencido de que la homosexualidad no es algo normal. Decir que es normal es un término demagógico que hace referencia a la distribución de fenómenos según la frecuencia que se presenta en un grupo. Lo "normal" es lo que hace la mayoría. Por lo tanto, déjenme replantearlo de esta forma:

La homosexualidad  no es natural

Hace más de treinta años leía yo un libro de Desmond Morris, un conocido etólogo británico, quien hacia un análisis de las poblaciones animales bajo estado de cautiverio en condiciones no naturales. Exponía Morris que la homosexualidad se daba en ciertos contextos:  uno de ellos eran las manifestaciones homosexuales de machos que pretendian aplacar al macho dominante mostrándose como sumisos. 

Otro contexto era la homosexualidad como tal, que se observaba en sitios de cautiverio o en situaciones inadecuadas donde la procreación podría llevar a sobrepoblación.


Toda especie animal en sobrepoblación tiende a producir más individuos homosexuales, con lo que se regula el crecimiento de la población. En este sentido, tener homosexuales (al igual que otros "no reproductores" voluntarios como sacerdotes y monjas, y solterones empedernidos) es sumamente provechoso para nuestra especie.

Llegado a éste punto, debo concluir: Creo que la homosexualidad no es natural. Respeto a los homosexuales como personas que son, pero comprendo que su condición es una variación que impone la naturaleza en caso de peligro de una especie por sobrepoblación.   

A continuación les transcribo parte del texto de El Mono Desnudo de Desmond Morris.


Otra forma de actividad sexual que hay que examinar es el desarrollo de la fijación homosexual. La función primordial del comportamiento sexual es la reproducción de la especie, y es evidente que esto no puede lograrse con la formación de parejas homosexuales. Aquí conviene hacer una sutil distinción. Biológicamente hablando, no hay nada fuera de lo corriente en los actos homosexuales de seudocópula. Muchas especies los practican, en numerosas circunstancias. Pero, desde el punto de vista de la reproducción, la formación de un lazo homosexual es inconveniente, ya que no puede conducir a la producción de retoños y estropea la posible función reproductora de los adultos. Para comprenderlo, echaremos un vistazo a otras especies.
 
He explicado ya cómo puede una hembra emplear señales sexuales para remotivar a un macho agresivo. Excitándole sexualmente, elimina su antagonismo y evita ser atacada por él. El macho inferior puede valerse de un truco semejante. Los jóvenes monos machos adoptan a menudo posturas femeninas sexualmente excitantes, y son montados por machos dominantes que, de otro modo, les habrían atacado. Las hembras dominantes pueden montar, de igual manera, a otras hembras inferiores. Esta utilización de una línea sexual en situaciones no sexuales llegó a ser fenómeno corriente en el escenario social de los primates, y ha resultado sumamente valiosa para ayudar a mantener la armonía y la organización del grupo. Como estas otras especies de primates no están sometidas a un intenso proceso de formación de parejas, no corren los riesgos que podrían derivarse, a largo plazo, de los apareamientos  homosexuales. La cosa sirve sólo para resolver problemas inmediatos de dominio y no origina relaciones homosexuales duraderas.
 
El comportamiento homosexual se presenta también en ocasiones en que el objeto sexual ideal (un miembro del sexo contrario) resulta inalcanzable. Esto ocurre en muchos grupos de animales: un miembro del mismo sexo es empleado como sucedáneo, como «mal menor», en la actividad sexual. Es frecuente que, en un aislamiento total, los animales recurran a medidas extremas o intenten copular con objetos inanimados, o se masturben. Sabemos, por ejemplo, que ciertos carnívoros en cautividad han copulado con los recipientes de su comida. Los monos adquieren con frecuencia hábitos masturbatorios, y este caso ha sido también registrado entre leones. De la misma manera, animales encerrados con otros de especie diferente intentan copular con ellos. Pero estas actividades cesan casi siempre cuando el estímulo biológicamente correcto -un miembro del sexo contrario- aparece en escena.
 Morris. D.  El mono desnudo. pg 44


(...)
Hay otro factor independiente, pero importante, que puede influir en las tendencias homosexuales. Si en el ambiente familiar los retoños se ven sometidos a una madre varonil y dominadora, o a un padre débil y afeminado, esto puede acarrearles una considerable confusión.
 
Las características de comportamiento actuarán en un sentido, y las anatómicas en otro. Si al llegar a la madurez sexual los hijos buscan compañeros que tengan las cualidades de comportamiento (más que las anatómicas) de la madre, están expuestos a elegirlos más entre los varones que entre las hembras. Las hijas corren un riesgo similar, pero a la inversa. Lo malo de los problemas sexuales de esta clase es que el prolongado período de dependencia infantil crea un contacto tan grande entre las generaciones, que los desórdenes se transmiten una y otra vez. El padre afeminado que hemos mencionado tuvo, probablemente, que presenciar anomalías sexuales en las relaciones de sus propios padres, y así sucesivamente. Los problemas de esta clase se transmiten de una generación a otra durante largo tiempo, hasta que desaparecen o hasta que se hacen tan agudos que se resuelven por sí solos al impedir totalmente la procreación.

Como zoólogo, no puedo discutir las «peculiaridades» sexuales según la moral corriente. Sólo puedo aplicar una especie de moralidad zoológica, en términos de éxito o fracaso en la reproducción. Si ciertos hábitos sexuales impiden el éxito reproductor, podemos calificarlos sinceramente de biológicamente inadecuados. Grupos tales como los de los monjes, monjas, solterones y solteronas, y homosexuales permanentes, son todos ellos anómalos desde el punto de vista de la reproducción. La sociedad los cría, y ellos se niegan a devolverle el favor. De la misma manera, podemos decir que un homosexual activo no es más anómalo que un monje desde aquel punto de vista. E igualmente se puede afirmar que ninguna práctica sexual, por muy asquerosa u obscena que parezca a los miembros de una civilización particular, puede ser biológicamente criticada, mientras no impida el éxito reproductivo general. Si los más chocantes refinamientos del acto sexual contribuyen a asegurar que se producirá la fertilización entre los miembros de una pareja, o que se fortalecerán los lazos de la misma, entonces ha cumplido su misión reproductora y es, biológicamente, tan aceptable como la costumbre sexual más limpia» y aprobada por todos.
Pag 46

(....)
Teniendo en cuenta este problema de superpoblación, podría argüirse que la necesidad de reducir drásticamente el índice de reproducción destruye todas las críticas biológicas que pueden hacerse a las categorías no reproductoras, tales como frailes y monjas, solteronas y solterones empedernidos, y homosexual permanentes. Esto es cierto desde el exclusivo punto de vista de la reproducción, pero no resuelve otros problemas sociales con los que, en ciertos casos, tendrán que enfrentarse, aislados en su especial papel minoritario. Sin embargo, mientras sean miembros bien adaptados y valiosos de la sociedad, al margen de la esfera procreadora, su no contribución al aumento explosivo de la población puede considerarse altamente beneficioso.
Pagina 47

Lo anterior no es una verdad absoluta. Pero es un interesante tema de reflexión ahora que todos consideran "normal" el estar rodeados de homosexuales. Ojo, es un aviso de que nuestra sociedad está en peligro. No por los homosexuales sino por la sobrepoblación. 


También les recomiendo leer  Homosexualidad, eutanasia, aborto y sobrepoblación. Reflexiones de un noctámbulo.



Fuente:   
  • Morris. Desmond. El mono desnudo.  Un estudio del animal humano. Plaza y Janes 1971 

2 comentarios:

  1. Me han gustado mucho los libros que he leído de Morris ... ese esta en la lista de espera .... es un buen punto de vista más no puede ser motivo de rechazo social.

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    1. Es un punto de vista como cualquier otro. Sujeto a controversia. En lo personal me ha ayudado a ser mas tolerante con el homosexualismo. Ya no lo veo como una amenaza a la humanidad. Lo veo como una consecuencia de nuestro "exceso de exito" y como algo que tenemos que entender como la consecuencia biológica de la sobrepoblación.
      Concuerdo contigo. Bajo ninguna circunstancia debe ser motivo de rechazo social. PD Gracias por comentar.

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