miércoles, 27 de febrero de 2013

El Papa abdicó, yo renuncié

La noticia de moda es la "renuncia" del Papa Benedicto XVI. 

Hay un error muy difundido en los medios de comunicación. El Papa y los monarcas no renuncian:  Abdican

Abdicar es un acto irrevocable y generalmente voluntario (a veces se hace bajo presión) en el cual un monarca o un Papa manifiestan su deseo de no seguir ejerciendo las funciones que ostentaban mediante un derecho.   (por elección o por herencia)

La renuncia es un acto voluntario en el cual una persona decide no ejercer un cargo. (Generalmente obtenido mediante contrato)

Un príncipe sin ser elegido rey puede renunciar a su derecho al trono. Cuando es un rey lo que hace es abdicar.   

Igualmente, un Cardenal puede renunciar a su nombramiento como Papa. Pero un Papa no renuncia, abdica. Es decir, acepta que tiene el derecho a gobernar, pero decide dejar el cargo a otra persona.


Ello me lleva a recordar mis tiempos en que trabajaba en el sector público. Cuando era el director de un hospital municipal, mis subalternos ganaban más dinero que yo, porque ellos tenían derecho a cobrar el tiempo extra que laboraban (recargo por trabajar horas extras, festivas, nocturnas y dominicales). Yo, por el contrario, al ser el director, no tenía derecho a cobrar horas extras, nocturnas o festivas "porque usted es personal de manejo y confianza". 

Yo también hacia turnos nocturnos, trabajaba los días festivos, en las noches asistía a las reuniones del concejo municipal, a la junta de bienestar del anciano, a los comités de plaguicidas, etc. Pero no me pagaban ese tiempo extra.

Hubo un momento en que empecé a pensar que era mejor que me tuvieran desconfianza pero que me pagaran lo que realmente trabajaba.  

La situación siguió de mal en peor, hasta que tomé la decisión de renunciar.    

Presenté mi carta de renuncia a mi superior inmediato.  Recuerdo que con parsimonia abrió el sobre, sacó la carta y la leyó con calma.   

"Por medio de la presente y con base en el artículo 17 de la Constitución Política de Colombia, presento renuncia irrevocable a mi cargo de director del Hospital…"
El doctor Osorio levantó su mirada, arqueó sus cejas y comenzó un sartal de razones por la cuales creía que yo no debía dejar el cargo: Usted es el mejor elemento en esta Regional, usted sacó adelante dos hospitales en quiebra, usted siempre ha demostrado capacidad y liderazgo, usted fue el primero en crear los comités comunitarios de salud, etc, etc,. etc.

Finalmente, al ver que mi decisión era inquebrantable, aceptó mi renuncia, firmó la carta y la envió al gobernador. 

Una semana después, me lo encontré en uno de los pasillos del edificio de la gobernación. Luego de volverme a manifestar su aprecio, y lo mucho que le haría falta, me preguntó en voz baja....

- Oíste, hombre... ¿y qué es lo que dice el Artículo 17 de la Constitución.?
- Muy sencillo, doctor, "En Colombia, se prohíbe toda forma de esclavitud".

Ni que decir que el hombre palideció. Su firma, con el visto bueno, había sido enviada directamente al Gobernador de Antioquia.   

- No se preocupe, mi doctor, - lo tranquilicé. -  en estas oficinas saben menos de la Constitución que nosotros dos. 





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